La Misión de la Iglesia frente a los Antivalores de la Sociedad

Introducción

La Iglesia es, por su naturaleza, misionera, puesto que prolonga la misión de Cristo, que fue enviado por Dios Padre bajo la influencia del Espíritu Santo y antes de ascender al cielo, les confirió a sus Apóstoles la gran tarea de anunciar el Evangelio al mundo entero: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”. (Mar 16:15 RV1960). (Boff, 1981). Es útil hacer referencia al vocablo misión, este proviene del verbo latino “mittere” que significa enviar. De aquí que la palabra misión se vincule con “envío”, “delegación”. Es así que la Iglesia posee este mismo envío en todos los tiempos, la Iglesia toda es depositaria de la Buena Nueva que debe ser anunciada. Este anuncio es vital en estos tiempos actuales, donde los valores parecen esfumarse, bajo el influjo de un discurso social hedonista y consumista, donde prima lo perecedero y efímero, sobre lo eterno. La Iglesia debe continuar el envío de promover los valores del Reino, dejar que fe tal como una incipiente semilla de mostaza crezca en el corazón de los hombres y se inunde la Tierra con los valores evangélicos. Estos valores de paz, justicia, libertad, fraternidad y amor son expresión del Reino de Dios entre sus hijos y sólo ellos pueden darle al ser humano una vida trascendente y llena de sentido.

Desarrollo

Leonardo Boff (1981) afirma:

El mensaje de Cristo conlleva una función crítico-liberadora contra situaciones represivas, ya religiosas, ya políticas. El no vino a fundar una nueva religión, sino a traer un nuevo hombre. Por eso Jesucristo y su misión no pueden ser encuadrados nunca dentro de cánones religiosos. Trasciende lo sacro y lo profano, lo secular y lo religioso. Por eso la Iglesia no puede identificarse con Jesucristo ni con el reino de Dios. Ella misma cae bajo la reserva escatológica, es decir, no es término o fin en sí, sino el instrumento y el sacramento del reino. A ella le cabe la función de llevar adelante la causa liberadora de Cristo, no sólo en el ámbito personal, llamando a la conversión, sino también en la esfera pública, instándola a una permanente transformación, para un crecimiento en el que no cabe estratificación o fijación absolutizantes. (C.R., 1986) (p.64)

Notemos que Boff sostiene que debemos hacer nuestra la causa liberadora de Cristo. Hoy más que nunca donde el ser humano es esclavo de sus pasiones, el único mensaje liberador capaz de sacarlo de toda esclavitud es la verdad de quién es Cristo. Cada día en mi quehacer profesional, puedo ver la necesidad de las personas dolientes de tener un rumbo certero en su peregrinar por la vida. La mayoría de las patologías están vinculadas a vacíos existenciales o dolencias donde lo espiritual está dejado de lado. Pero para llevar a cabo esta tarea es necesario que la Iglesia no se aleje del mensaje central y sea capaz de anunciar que el sufrimiento es parte del progreso eterno. Sin embargo en América Latina crece una religiosidad donde el sufrimiento es negado y se transmite un evangelio light y sin compromiso.

La Iglesia debe retomar el mensaje de la cruz, y no negar el sufrimiento, ni el sacrificio en la vida del cristiano, Reyes (2009) sostiene:

La teología de la cruz y de la misión nos enseña que tanto el discipulado como la misión estarán marcados por una entrega sacrificada a los demás y por el mismo sufrimiento que fue parte y parcela del mesiazgo de Jesús de Nazaret, el Señor de la iglesia. Siendo así, y ya que, como se vio, el sufrimiento, la escasez y la muerte llegaron incluso a los que lucharon por ser fieles al Señor y a su misión, el agente contemporáneo no ha de esperar algo diferente. Por eso, no ha de sorprenderse que en su carrera misionera tenga que caminar por el desierto y bajo lo claroscuro, frío y solitario de sus sombras. (Pixley, 1991)

La Iglesia no debe estar ajena a los tiempos que corren, tiene que abrir los ojos ante los efectos desbastadores de las adicciones, los altos índices de violencia, el crecimiento de la pobreza y el alcance de la globalización. La Iglesia debe estar allí donde el ser humano sufre y transformar su vida. Es cierto que en AL se ven los cambios al respecto con la presencia de la Iglesia en el contexto social a través de diferentes servicios (centros de adicciones, merenderos, escuelas, programas laborales, candidatos cristianos en el ámbito político), pero es urgente que se hagan más esfuerzos para que la acción social no se separe de la Palabra.

Dado que el mensaje de Cristo siempre ha sido comprometido con los frágiles, vulnerables, excluidos, y explotados, la Iglesia también debe involucrarse a nivel social y dar su voz en aquellos temas que afectan al ser humano, consumismo, internet y redes sociales, aborto, pobreza, violencia de género, desempleo, salud, explotación infantil, prostitución adolescente, eutanasia, y todos los rostros de la esclavitud moderna, medio ambiente, etc. No podemos hablar de un evangelio de paz, justicia y amor si seguimos ajenos a participar en el compromiso de luchar en contra de todo sistema que oprima y deshumanice al hombre. La única manera que el no creyente vea el rostro de Dios en la Iglesia es a través de acciones que apunten a dignificarlo, para ello cada cristiano deberá hacer de la justicia social un lema cotidiano, un intento de narrar la historia del evangelio en su contexto.

Por otro lado creo que es vital y urgente que la Teología esté presente en la Iglesia no como patrimonio de unos pocos, sino que todo el pueblo de Dios pueda acceder a formarse y tener una fe y un fundamento. Cada vez más el influjo de la sociedad está viciando las iglesias locales y crecen las iglesias donde se apela a los sentidos y las emociones y se proclama una espiritualidad vacía de contenido bíblico y sin fundamento.

La Iglesia debe recordar como bien dice Robra (2006)

La teología cristiana es una reflexión fiel sobre la presencia y acción de Dios en el mundo y sobre la praxis de la iglesia y del individuo. Más específicamente, la teología de la misión reflexiona sobre la misión de Dios y sobre la respuesta de la iglesia al llamado amoroso de Cristo a seguirlo. (Reyes, 2009)

La misión debe ser siempre salvadora y estar atravesada por la dimensión del amor de Cristo, un amor activo, presente en la lucha por el prójimo y capaz de otorgarle herramientas para que una vez salvos los seres humanos también sean más dignos y más libres. La Iglesia debe generar las condiciones para que las personas logren su empoderamiento y se libren de sus esclavitudes internas y externas.

También la Iglesia debe reflexionar sobre estas “modas” que cada vez más penetran a lo largo de toda América Latina y hacer un análisis sobre qué tipo de Iglesia espera Cristo tener cuando llegue, ¿un número extraordinario de personas que gritan su nombre y le aplauden eufóricas o un número de personas salvas y evangelizadas?

Ya decía René Padilla (1986):

¿Cómo pueden los cristianos unirse en la misión cuando muchos de ellos (especialmente en Occidente) adoptan un estilo de vida ostentoso mientras la gran mayoría de ellos (especialmente en los países subdesarrollados) están incapacitados para satisfacer necesidades humanas básicas? La pobreza del Tercer Mundo coloca un signo de interrogación sobre el estilo de vida de la gente (y especialmente de los cristianos) en el mundo occidental. Y la respuesta apropiada al mismo es, para empezar, un estilo de vida sencillo y una reestructuración radical de las relaciones económicas entre cristianos en todas partes, basada en el concepto cristiano de la mayordomía. (B., 2006)

Cada día las macro iglesias crecen a la par de los Hipercentros comerciales, de alguna manera esta influencia de lo macro ha entrado en la mente de los líderes que equiparan “asistentes a un show mediático” con creyentes comprometidos en el diario vivir. Así vemos iglesias abocadas a estar en los medios de comunicación bajo una lógica de sentido propia de una “teología del consumo”. De este modo podemos ver líderes locales twitteando todo el día o dando “me gusta” en Facebook a los comentarios de sus fieles. Hoy en día el crecimiento o éxito de una iglesia no se mide por el número de vidas transformadas, sino por el número de asistentes a los megos espectáculos, con inmensas pantallas donde se proyecta el servicio dominical y se sube al instante el mismo en las redes sociales.

Conclusión

Dios, en su soberana voluntad, ha querido que la Iglesia sea la encargada de manifestar su Reino aquí y ahora y este es el tiempo para lograrlo. Ese Reino de Dios, debe ser anunciado, pero también vivido, para ello la Iglesia debe ser capaz de comunicarlo tanto en palabra como en acción, bajo el influjo del Espíritu Santo. Por ahora la Iglesia posee aún un largo camino para andar, lo importante es que estamos en marcha.

Bibliografía

  • B., R. (2006). Los Contextos de la Mision, Mision en Contexto. Transformacion, reconciliacion, empoderamiento. Una contribucion de la FLM a la comprension y la practica de la mision, 9-20.
  • Boff, L. (1981). Jesucristo y la Liberacion del Hombre. Madrid: Cristiandad.
  • C.R., P. (1986). Mision Integral Ensayos sobre el reino y la Iglesia. Buenos Aires: Nueva Creacion.
  • Pixley, J. (1991). Un LLamado a extender las redes el nuevo protestantismo y la lectura popular de la Biblia. Revista Interpretacion Biblica Latinoamericana, 100-107.
  • Reyes, G. (2009). Misionologico Narrativo y sus aplicaciones para la mision en America Latina . KAIROS , 44-79-104.
27 April 2022
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