La Moralidad como un Fenómeno Social: Elección Induvidual
Desde muy niños aprendemos que hay cosas buenas y cosas malas, que unas actividades son simplemente toleradas, otras premiadas y otras castigadas. La familia el colegio la televisión, las lecturas, etc., van habituándonos paulatinamente a diferenciar los comportamientos positivos o buenos de los negativos o malos. “Esto es bueno”, “aquello es malo”, “no debe hacer eso”, “debes portarte bien”, etc., son expresiones que el niño va grabando en su mente y operan en ella inconscientemente como condicionadores de la conducta (Caro, M. 2020)
Estas actitudes nos dan cuenta de cómo se concreta en el comportamiento la elección fundamental y además reflejan la forma de como el hombre maneja su bondad o maldad a través de los actos que se derivan de ellas. No podemos aislar ciertos actos para valorar nuestro comportamiento pues un acto siempre irá concatenado con otro para dar vía aposiciones y actitudes definidas.
La moral social suele ser el reflejo de intereses de todas las instituciones que rigen nuestras vidas por ello medida que crecemos esta diferencia entre lo bueno y lo malo se vuelven más complejas hasta tal punto de valorar y distinguir las normas de conducta de acuerdo a su origen. Rodriguez, A. 2013, menciona que, “Sociedad y moralidad van de la mano. Aún más será la sociedad la condición de posibilidad de la moralidad en la medida en que la sociedad es moral. «La sociedad no es, pues, como se ha creído con frecuencia, un acontecimiento extraño a la moral o que tiene sobre ella únicamente repercusiones secundarias; por el contrario, es su condición necesaria. No es una simple yuxtaposición de individuos que, al entrar en ella, aportan una moralidad intrínseca; sino que el hombre es un ser moral únicamente porque vive en sociedad, puesto que la moralidad consiste en ser solidario de un grupo y varía lo mismo que esta solidaridad”
La moral está presente en durante todo nuestro crecimiento como personal y en el ámbito de formación, nosotros somos los encargados de nuestro actuar y elegimos conservar las normas morales en nuestra vida o dejarla de lado por ello decimos que la moral como fenómeno social es universal debido a que la moralidad brota de la conciencia de la responsabilidad y la libertad.
Durkheim (1950), describe: “Es sumamente importante que la vida económica se regule, se moralice. Pues es necesario que, en este orden de funciones sociales, se constituya una moral profesional más concreta, más cercana a los hechos, más extensa de lo que hoy está. Es preciso que haya reglas que digan a cada uno de los colaboradores sus derechos y sus deberes . Todas estas relaciones no pueden quedar en ese estado de equilibrio perpetuamente inestable. Pero una moral no se improvisa. Es obra del propio grupo al que debe aplicarse.
En consecuencia, el verdadero remedio al mal es otorgar a los grupos profesionales, en el orden económico, una consistencia que no tienen». Esto quiere decir que, como la moral no se improvisa será objeto de atención preferente en el empeño de la reconstrucción moral de la sociedad.