La Obesidad Infantil: Causas Y Consecuencias

La obesidad es una enfermedad muy común en los niños y más que un problema estético representa un impacto significativo en la salud de estos. Esta condición se caracteriza principalmente por la presencia excesiva de grasa corporal. La obesidad infantil es un estado que se origina por diversos factores y trae consigo múltiples consecuencias.

Esta compleja enfermedad es multifactorial, ya puede surgir por factores exógenos como una mala alimentación, falta de ejercicio, ansiedad, depresión, estrés y el consumo de algunos fármacos. Además, su origen se debe a factores endógenos como la genética. Sin embargo, los factores exógenos son los más frecuente.

La mala alimentación es la principal causante de la obesidad infantil. Muchos niños llevan una alimentación muy alta en grasas, carbohidratos y azucares, es decir que ingieren frecuentemente alimentos con exceso calórico. Los patrones tradicionales de alimentación han cambiado como consecuencia de los malos hábitos nutricionales y el incremento de “comidas rápidas” (Rodríguez & Diaz, 2014).

La comida rápida se caracteriza por su baja calidad nutricional, la ausencia de fibras dietéticas y por la presencia de adictivos químicos, grasas y sal (Rodríguez & Diaz, 2014). Las pizzas, hamburguesas, hotdogs y demás alimentos con exceso de grasas saturadas, son de los más consumidos por los infantes, ignorando las graves consecuencias que estos pueden provocar en la salud. Consumir estos alimentos con muy pocos nutrientes influyen en el aumento de masa corporal, colesterol y el desarrollo de la obesidad (Rodríguez & Diaz, 2014).

También se ha incrementado cada vez más el consumo alimentos azucarados (golosinas, chocolates, pasteles, etc.) y de bebidas tales como refrescos o jugos artificiales, los cuales tienen gran influencia en el origen de la obesidad. Sin embargo, el consumo de frutas, cereales, legumbres y vegetales han sido excluidos de los hábitos alimenticios de los niños, pues cada día es menos frecuente su ingesta. Es decir, que la obesidad surge principalmente por el consumo excesivo de alimentos ricos en sal, grasa y azúcar, pero pobres en vitaminas, fibras y minerales.

Según Martin, el incremento de la mujer en el ámbito laboral ha provocado que no tengan el suficiente tiempo para elaborar alimentos más nutritivos y que por tanto los niños consuman platos precocinados con muchas calorías (2016). Los alimentos con alto contenido energético o ultra procesados son muy consumidos por los niños y son de los más repercusivos en su salud.

La ansiedad es un factor relevante en el origen de la obesidad. Este fenómeno tiene lugar cuando los niños se sienten vulnerables y buscan adaptación (Dias & Enriquez, 2007). Para disminuir la ansiedad los niños recurren a comer constantemente, ya que al masticar gastan energía y sacian su condición (Dias & Enriquez, 2007). A medida que utiliza la comida para satisfacer su ansiedad, la masa corporal de niño va aumentando (Dias & Enriquez, 2007).

Existen diferentes tipos de ansiedad, sin embargo, la normal es la más frecuente. Los niños que presentan ansiedad normal se enfrentan a distintas exigencias y preocupaciones que son difíciles de controlar (Dias & Enriquez, 2007). Por ejemplo, la separación de los padres o la muerte de un familiar provocan que el niño se refugie en la comida.

La genética tiene gran repercusión en la obesidad infantil. Los niños obesos generalmente tienen antecedentes familiares que poseen esta condición (Dias & Enriquez, 2007). Esta se puede dar en tres casos: la monogénica o mendeliana, la sindromática y la común (Peralta, Jesus, & Hector, 2014). La obesidad genética común es la más frecuente en los niños, ya que esta abarca los problemas de desequilibrio que existen entre el consumo y el uso de energía ingerida (Peralta, Jesus, & Hector, 2014).

La obesidad sindrómica hace referencia a aquellos casos en donde esta enfermedad es moderada o extrema (Peralta, Jesus, & Hector, 2014). La forma monogénica es aquella en el que el fenotipo de un gen predomina (Peralta, Jesus, & Hector, 2014). Es decir, si el gen de uno de los padres es dominante el niño tiene una alta posibilidad de que en su etapa de vida también lo sea. (Peralta, Jesus, & Hector, 2014).

La obesidad monogénica, es la responsable de mas del 5% de casos de obesidad (Quiroja, 2017). La investigación de este tipo de obesidad es muy importante, ya que permite conocer los genes que se heredan de forma mendeliana y así se determina los mecanismos que influyen en el comportamiento alimentario (Quiroja, 2017). Según Ignatieva y Col (2006), existen 578 genes que influyen en los hábitos alimenticios y en la regulación del peso corporal (como citado en Quiroja, 2017).

La preferencia del sedentarismo provoca obesidad en los niños. Existe una estrecha relación entre las actividades sedentarias, es decir, aquellas que no requieren esfuerzo físico y la obesidad infantil. Un gran porcentaje de los niños han modificado sus actividades recreativas, priorizando las sedentarias sobre las físicas. Para nadie es un secreto que la actividad física es muy necesaria para el correcto funcionamiento del organismo, sin embargo, muchos niños consumen alimentos altos en calorías y no realizan actividades para eliminarlas. Las personas sedentarias provocan que su cuerpo se acostumbre a no realizar muchos esfuerzos y por tanto cuando ejecutan una actividad física se sienten muy cansados.

Según Castro, el aumento de la tecnología es el principal factor que incide en la preferencia del sedentarismo, ya que es muy usual observar en los hogares dispositivos electrónicos que los niños utilizan a diario (2015 como citado en Lozano, 2019). Muchos niños pasan largas horas frente a un televisor, ordenador o videojuego y dejan a un lado la practicas que requieren esfuerzos físicos. Como la tecnología avanza constantemente, los niños tienen múltiples medios de entretenimiento que no implican gasto energético, por lo que el sedentarismo es cada vez más habitual.

Existen diversas evidencias científicas que corroboran que la inactividad fisca en los niños influyen en el aumento de peso y por consiguiente la obesidad (Trejo, Jasso, Mollineado y Lugo 2012 como citado en Lozano, 2019). Como los niños con estilos de vida sedentarios no ejecutan muchos movimientos, la grasa ingerida en los alimentos se acumula en su organismo y su aparato cardiovascular se vuelve cada vez más ineficiente. Al combinarse un estilo de vida sedentario y una mala alimentación surge la obesidad y los diversos problemas que esta trae consigo.

El consumo de algunos medicamentos puede causar obesidad en los niños. Los fármacos utilizados en el tratamiento de la depresión, trastorno de bipolaridad, síndrome de Cushing, psicosis, provocan dicha condición. Los efectos que producen estos, se derivan de una acción anticolinérgica que provoca estreñimiento y retención urinaria (Ríos, 2008).

Algunos antidepresivos como los tricíclicos y trazodona son los principales medicamentos que aumentan el peso corporal (Ríos, 2008). Estos fármacos son usados frecuentemente en adultos, pero cuando el problema por lo que está pasando el niño es grave, el médico procede a indicarlos (Ríos, 2008). La mirtazapina en particular incrementa el apetito y como consecuencia provoca obesidad (Ríos, 2008).

Existen más de 20 medicamentos que se utilizan para controlar la psicosis (Ríos, 2008). La clorpromacina es uno de los primeros fármacos creados para esta enfermedad. Según investigaciones, las personas que consumen estos medicamentos aumentan 4 kilos en tres meses y el efecto se debe a que bloquea los receptores H1 (Ríos, 2008).

El litio es uno de los sales que se utiliza para tratar la bipolaridad. Se confirmó que los pacientes durante su tratamiento aumentan de peso debido a que este incrementa sed y fomenta el consumo de líquidos que contienen muchas calorías (Ríos, 2008). Otro fármaco utilizado para esta enfermedad es la carbamazepina, sin embargo, a diferencia del litio esta puede causar un aumento de masa corporal inferior (Ríos, 2008).

La obesidad presenta un grave problema de salud que ocasiona múltiples daños al organismo y disminuye la calidad de vida de los niños (Rossis, 2006). Esta condición puede causar diferentes enfermedades, tales como: pulmonares, cardiacas, metabólicas y del hígado. Además, estimula los trastornos psicológicos.

La obesidad en los niños causa debilidad en el corazón, ya que provoca insuficiencia cardiaca (Enrique & Peña, 2009). Esta enfermedad implica la formación de coágulos en la sangre debido a que si la sangre no circula correctamente puede ocasionar cardiopatía y a su vez que por la falta de oxígeno mueran las células cardiacas (Enrique & Peña, 2009). Otro factor de riesgo de la cardiopatía en niños obesos es la disminución de lipoproteínas de alta densidad, lo que provoca eliminación del árbol circulatorio y disminución en la sangre (Enrique & Peña, 2009).

La obesidad tiene una estrecha relación con la diabetes mellitus tipo 2, la dislipidemia y la hipertensión (Enrique & Peña, 2009). En relación con las diabetes, mientras mayor sea la masa corporal, menor será su sensibilidad a las insulinas (Enrique & Peña, 2009). En los niños obesos el riesgo de padecer una enfermedad coronaria o carótida es más alto (Enrique & Peña, 2009). Además, la obesidad infantil puede provocar distintos tipos de canceres, artrosis, hipercolesterolemia y complicaciones gastrointestinales/hepáticos.

Una de las principales consecuencias de la obesidad infantil es la baja autoestima (Miranda, 2018). En esta condición los niños con sobrepeso no se aprecian a si mismo, se sienten limitados en cuanto a sus capacidades y excluidos en varios ámbitos (Miranda, 2018). También, los infantes que presentan obesidad suelen ser víctimas de acoso escolar, sin embargo, pueden actuar a la defensiva (Miranda, 2018). La consecuencia de este estado es que el niño no suele tener amigos, provoca estrés y aislamiento (Miranda, 2018).

Las enfermedades pulmonares pueden manifestarse como consecuencia de la obesidad. La restricción torácica es producida por la presencia de grasa en el diafragma y el tórax. Además, esta dificulta la capacidad respiratoria desde una simple perturbación hasta la situación más severa, dando lugar a distintas enfermedades como el asma (Rabec, de Lucas Ramos, & Veale, 2011).

Las enfermedades del hígado están vinculadas con la obesidad infantil (Enrique & Peña, 2009). Cuando existe exceso de grasa en el hígado puede ocasionar esteatosis y cirrosis hepática (Enrique & Peña, 2009). Estas enfermedades pueden provocar peligrosas complicaciones como: hemorragia digestiva, edemas y ascitis (Enrique & Peña, 2009).

En conclusión, la obesidad infantil es una enfermedad que afecta a los niños a nivel físico y psicológico. Este padecimiento es originado por múltiples factores y traen consigo innumerables consecuencias que disminuyen la calidad de vida de los infantes. Consumir alimentos con exceso de grasa e implementar un estilo de vida sedentario son los hábitos principales que la originan. Sin embargo, la ansiedad, la genética y el consumo de algunos fármacos también la pueden ocasionar. Esta condición tiene un impacto significativo en la salud de los niños, ya que puede provocar diferentes enfermedades como: cardiacas, metabólicas, pulmonares y psicológicas.            

10 July 2021
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