La Pérdida De La Ética En La Relación Médico – Paciente En La última Década

Las relaciones interpersonales pueden ser de distintos tipos, algunas de carácter superficial y otras de mayor complejidad, como la que tiene lugar entre el médico y su paciente, en la cual el médico en su condición de profesional debe estar dispuesto a brindar su ayuda de forma humanitaria y sensible, pilar sobre el que descansa el nivel de satisfacción de la atención médica. Sin embargo, esta relación ha ido variando de acuerdo con los cambios que se han experimentado a través de los tiempos, de modo que, en la última década la relación médico-paciente en la ciudad de Chiclayo es muy diferente a la que tenía lugar a principios del siglo XX, donde existían profundos vínculos afectivos entre el médico de aquella época y sus pacientes, lo cual lo convertía en un verdadero líder en la comunidad donde ejercía. Hoy existen varias condiciones que han repercutido negativamente en esta relación, como son los avances científicos y tecnológicos en la medicina, quienes abren nuevas posibilidades en la curación y mejoran la calidad de vida del paciente, pero crean también nuevas contradicciones y problemas en el ejercicio de esta, de modo que se propicia una relación alejada de la ética, una práctica médica con pérdida de valores y un trato deshumanizado e indiferente. Esto es debido a que cada vez el conocimiento está fuera tanto del paciente como del propio médico y se enfoca más en la tecnología, por lo que se lleva a cabo un proceso que es contrario a la ética médica. Así pues, ¿Se puede considerar que los avances tecnológicos y científicos afectan negativamente la relación Médico-Paciente? En estos tiempos de globalización, la medicina no escapa a la fenómeno, por lo que entre otros aspectos, se debe tratar de vincular en la formación de futuras generaciones de médicos acerca de los problemas que demanda la sociedad actual, de tal forma que se dote a este profesionista con capacidades que se adapten a las cambiantes condiciones que le plantea su profesión; y sobre todo, para que existe un enfoque humanista sujeto a la ética médica en la relación médico-paciente, que esté acorde a las exigencias y expectativas de los pacientes. A continuación, presentaré los argumentos que avalen mi opinión.

Existe una evidente transformación corporativa de la asistencia médica que apunta de forma creciente hacia un sistema de salud cada vez más orientado en dirección al negocio, es decir, a una comercialización de la atención médica. Esta situación conlleva el peligro de aminorar la condición de los pacientes de personas afligidas al de clientes o consumidores, poniendo en riesgo el profesionalismo médico como una obligación moral para convertir dicha profesión en una más de las que ponen su énfasis en el negocio. Claros ejemplos tenemos los casos de denuncias por malpraxis o por incompetencia de los médicos en función a su conducta social, lo cual refleja un comportamiento contrario a la ética médica.

La relación médico – paciente representa una parte fundamental del ejercicio de la medicina, en la cual el médico debe estar dispuesto a brindar su ayuda en forma humanitaria y sensible, llevando a cabo este proceso de manera efectiva caracterizado por su ética médica. Además, la asistencia médica se construye en base a la relación que se establece entre el médico y su paciente, y en su gran mayoría, la buena práctica depende de la calidad de la relación de ayuda que se pueda lograr. Tal como, Platón en su libro IV de las Leyes, reconocía que una buena relación médico-paciente es la base de la práctica médica. Platón describe la inadecuada relación médico-paciente como una “medicina de esclavos”, cuando “el médico nunca da al esclavo razón alguna de sus quejas, no pregunta por ellas; le trata con un aire de superioridad con formas bruscas de dictador, y cuando ha acabado pasa rápidamente al siguiente esclavo enfermo”.

Es indispensable para los profesionales saber ejercer la disciplina de la ética médica, para que puedan analizar problemas actuales y tomar decisiones frente a ello en base a sus valores morales y conciencia en diferentes contextos. Esto debe regirse al código de ética y deontología médica, el cual orienta la conducta de los médicos hacia el bien, a buscar lo correcto, lo ideal y la excelencia. La deontología y código de ética médica establece qué deben y qué no deben hacer los médicos, a su vez, contiene un conjunto de orientaciones y preceptos cuyo cumplimiento garantiza un ejercicio profesional digno, autónomo e integral de todo médico en el marco del respeto a los derechos de los pacientes. De este modo, se tendrá un indudable reflejo del Juramento Hipocrático: “Trataré a los enfermos de acuerdo con mi capacidad y buen juicio, y los apartaré del perjuicio y la injusticia” en el quehacer de futuros médicos.

Otra condición que en la actualidad interfiere negativamente en la relación médico-paciente es el desarrollo tecnológico ocurrido en las últimas décadas, el cual ha transformado el ejercicio de la medicina con la errónea idea de que los nuevos recursos diagnósticos y terapéuticos pueden sustituir el método clínico. El método clínico no es obsoleto, la tecnología envejece y está sujeta a errores en su realización e interpretación, de manera que lo más racional es que a partir de un juicio diagnóstico basado en un correcto interrogatorio y examen físico se diseñe un plan que tenga en cuenta las características propias del paciente, la relación riesgo/beneficio, la disponibilidad y la accesibilidad. Por ende, en la relación médico-paciente no se debe distorsionar sus aspectos fundamentales, ya que el uso del método clínico aplicado al trabajo con los pacientes posibilitará ordenar los procedimientos que usa el médico para obtener síntomas y signos, y con ello elaborar diagnósticos, que consiste en conocer, denominar y catalogar de forma precisa una enfermedad, perfeccionar la práctica médica y mejorar la enseñanza y educación profesional.

Es innegable que la formación médica es el cimiento que posibilitará a las nuevas generaciones de médicos conseguir los niveles que se requieren para lograr las capacidades y competencias que garanticen un impecable ejercicio profesional que se ajuste a las cambiantes condiciones que la medicina del siglo XXI impone. Es por ello que las universidades tienen la obligación de inculcar a los estudiantes sobre una toma de conciencia respecto a la existencia de estos conflictos, de modo que estén preparados para defender sus valores profesionales en este nuevo clima comercial. Así, la ética médica empleada en este proceso de formación orientará la conducta del profesional hacia un acto médico correcto y de calidad, propiciando el conseguir un estándar ideal y de excelencia de las relaciones que debe establecer con sus pacientes.

22 July 2021
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