La Política Monetaria y La Situación Económica en Argentina 

La situación económica en Argentina

El control de capitales terminó una semana después de que el actual presidente de Argentina, Mauricio Macri, asumiera el poder en diciembre de 2015, lo que llevó a que el peso se depreciara 36.07% el 17 de diciembre de 2015, pasando de 9.7995 a 13.3340 pesos argentinos por dólar. El cambio de régimen cambiario de “flotación administrada” y “control cambiario”, impuestos por la administración de Kirchner, a un tipo de cambio con flotación sucia adoptado por el gobierno de Macri buscaba establecer un precio único (y en consecuencia un mercado único) para las divisas extranjeras, otorgar libertad absoluta para la compra de dólares en cualquier entidad financiera o agencia de cambio sin la obligación de presentar una solicitud de moneda extranjera. No obstante, la nueva administración mantuvo condiciones sobre la tenencia de divisas extranjeras, pues la compra de dólares en efectivo estuvo sujeta a un impuesto del 5% sobre el tipo de cambio establecido en el mercado y dispuso que, aunque las empresas no tendrían un límite para adquirir dólares, las personas físicas podrían disponer de hasta 2,000 millones de dólares. La implementación de esta política ayudó a reforzar las reservas internacionales que hasta entonces se habían deteriorado ampliamente. En diciembre de 2015, las reservas internacionales acumulaban un total de 25,563 millones de dólares, mientras que para febrero de 2018, las reservas alcanzaron un máximo histórico (según información del BCRA) de 61,726 millones de dólares, lo que equivale a un incremento de 141.5%.

Después de suprimir el control sobre el mercado cambiario, el gobierno argentino decidió eliminar los subsidios otorgados a los servicios públicos, en aras de comenzar a disminuir los déficits fiscales que se han registrado desde 2009. Con respecto a esto, es importante destacar que 2017 fue un año complicado, debido a las tensiones políticas y económicas que se presentaron al interior de Argentina. En el aspecto político, las elecciones de medio término para renovar el Congreso que se llevaron a cabo en octubre de ese mismo año, representaron un riesgo debido a que los resultados determinarían la capacidad de la administración para dar continuidad a las reformas impulsadas por Macri para impulsar el crecimiento del país y reducir la inflación y los altos niveles de deuda, la cual había sido utilizada principalmente para financiar gasto corriente en lugar de inversión.

Lo anterior llevó a que la administración de Macri aprobara en 2017 un conjunto de reformas (fiscal, de pensiones y laboral) que ayudaran a resolver los problemas fiscales e incentivar el empleo, la inversión y el crecimiento de la economía.

Es importante notar que, de manera histórica, los altos niveles de inflación registrados en Argentina han sido resultado principalmente de la política monetaria enfocada en la fijación de metas anuales de crecimiento del agregado monetario M2, así como de las presiones inflacionarias generadas por los controles y restricciones de ciertas importaciones y por los altos impuestos aplicados sobre las exportaciones del sector agrícola. De hecho, es importante enfatizar que los constantes períodos de alta inflación han sido uno de los factores que explica el alto nivel de dolarización que existe en los mercados argentinos, pues el dólar estadounidense ha sido utilizado como un vehículo de ahorro que permite a los argentinos protegerse de la elevada inflación.

Los altos niveles de precios registrados en Argentina después de que terminara el cepo cambiario a finales de 2015, llevaron a que en septiembre de 2016, el Banco Central de la República de Argentina (BCRA) decidiera adoptar el régimen de metas de inflación, con el objetivo de desacelerar gradualmente los precios, que ese mismo año, llevaron a que la tasa anual de inflación se ubicara en 37.03%. En principio, el cambio mostró resultados positivos, pues en el segundo trimestre del 2017, la tasa de inflación se ubicó en 23.17%. Sin embargo, las presiones inflacionarias causadas por el retiro paulatino de los subsidios a los servicios públicos, así como el endurecimiento de las condiciones externas, llevaron a que la inflación de diciembre de 2017 se elevara levemente a 24.8%, algo que el BCRA consideró temporal.

Ante esto, en su primera reunión del año, el BCRA decidió cambiar su postura de política monetaria, de la restrictiva que habían adoptado desde el cambio al régimen de metas de inflación (que estimaba un objetivo de 15% al cierre del 2018), a una expansiva, que se mantuvo hasta marzo. El BCRA decidió recortar la tasa de interés en 150 puntos base a 27.25% durante las primeras reuniones política monetaria de 2018, debido a que los hacedores de política monetaria consideraron que las presiones inflaciones observadas a finales del 2017 correspondían en mayor medida a factores temporales.

Las razones detrás del cambio de postura de política monetaria se deben principalmente a un ajuste en la meta de inflación estimada al cierre de 2018 de un objetivo de inflación de 10% +/- 2%, a un objetivo del 15%. El anuncio, que tomó por sorpresa al mercado, fue realizado por el Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y no por el presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, lo que llevó a los participantes del mercado a especular que, al igual que en pasadas administraciones, el Banco Central podría comenzar a perder autonomía. No obstante, es importante destacar que el BCRA, a diferencia de Banco de México, cuenta con múltiples objetivos, por lo que se puede decir que éste se mide sólo por el manejo de los instrumentos de política monetaria para cumplir los objetivos establecidos por el Ejecutivo General. Por lo tanto, el alza en el objetivo de la tasa de inflación se realizó en aras de relajar la política monetaria, recortar la tasa de interés para hacer más accesible los créditos e incentivar el crecimiento de la economía y ayudar a que el gobierno volviera a cumplir, de nueva cuenta, con sus metas fiscales.

Si bien, los comunicados de política monetaria emitidos tras los recortes en la tasa de interés al inicio del 2018 mencionaron que el cambio de la postura monetaria sólo se mantendría dependiendo de la evolución que mostrara la desinflación, el mercado interpretó el cambio del Banco Central y el ajuste en el objetivo de inflación, como el inicio de un relajamiento en la postura monetaria, provocando distorsiones en las expectativas de inflación y acelerando la depreciación del peso argentino.

Al igual que el Banco de México, el BCRA puede intervenir en el mercado de manera complementaria al manejo de la tasa de interés. De esta forma, entre el 5 de marzo y el 10 de abril, cuando el peso argentino acumulaba ya una depreciación de 8.24% frente al dólar en lo que iba del año, el Central intervino en el mercado en 16 ocasiones, inyectando 2,427 millones de dólares (152 millones de dólares por intervención en promedio), equivalente al 3.9% del total de las reservas internacionales. Con esto, el Banco Central logró contener las presiones al alza en el tipo de cambio, por lo que el peso argentino cotizó de manera estable en un rango entre 20.1317 y 20.3195 pesos por dólar entre el periodo del 12 de marzo y el 20 de abril.

No obstante, el fortalecimiento que el dólar estadounidense comenzó mostró a partir del 18 de abril, llevó a que las divisas de economías emergentes registraran pérdidas generalizadas. Ante esto, los esfuerzos de intervención en el mercado por parte del BCRA dejaron de tener efecto sobre el peso argentino, por lo que el Central recurrió a incrementar la tasa de interés con el objetivo de evitar que la depreciación del peso pudiera generar un efecto disruptivo que alterara la dinámica inflacionaria. Así, entre el 27 de abril y el 4 de mayo, el BCRA decidió realizar tres incrementos subsecuentes en la tasa de interés, llevándola de 27.25% a 40%, mientras que por su parte, el gobierno de Macri anunció un ajuste en el gasto público, recortando su meta de déficit fiscal de 3.2% a 2.7% del PIB para este año. En conjunto, ambas medidas consiguieron brindar estabilidad temporal a los precios, llevando al peso argentino a registrar una apreciación temporal de 2.29%, cotizando en 21.8642 pesos por dólar al cierre del mercado el 4 de mayo. Para entonces, el peso argentino había logrado acumular una depreciación de 17.40% en 2018.

Aunque el incremento en la tasa de interés busca, por un lado, disminuir los altos niveles de dolarización de la economía argentina y por otro, incentivar la inversión en activos financieros en pesos y atraer capitales extranjeros, el hecho de que las finanzas públicas sean significativamente vulnerables a factores externos limita el impacto que este incremento en tasas pudiera tener sobre la economía real. En balance, la fuerte depreciación que el peso argentino ha registro, en conjunto con una inflación por encima de 30% y una política monetaria restrictiva, presionarán a la baja el crecimiento del PIB, lo que hace probable que la economía vuelva a contraerse.

Asimismo, cabe agregar que la incertidumbre en los mercados cambiario y financiero de Argentina incrementó luego de que el presidente Macri anunciara el inicio de conversaciones con el Fondo Monetario Internacional para acceder a una línea de crédito que les permita hacer frente a la elevada volatilidad que se ha presentado en las últimas semanas. De acuerdo al ministro de Finanzas, el préstamo del FMI, que sería el primero desde 2003, sería a una tasa del 4% y garantizaría el financiamiento de la administración argentina hasta diciembre de 2019, cuando concluya el gobierno de Mauricio Macri.  

24 May 2022
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