La Verdad Interior: Dos Yo
Daniel Kahneman, psicólogo y Premio Nobel de Economía en 2002, en su famosa Ted Talk The riddle of expererience vs, memory advierte que nos equivocamos a la hora de pensar en el concepto de felicidad. Existen ilusiones cognitivas que nos engañan y hacen que nuestros recuerdos no sean tan inequívocos como realmente creemos.
La dificultad para distinguir las experiencias de los recuerdos de las mismas, es una enorme trampa cognitiva y parte de la problemática de la noción de felicidad. Nuestras experiencias pueden aportarnos una dimensión de nuestro bienestar; si contamos con recursos intrapersonales, económicos, laborales, etc. Pero nuestros recuerdos no serán considerados como más felices por las vivencias que hayamos gozado, por tener o no aquello que se supone que nos proporciona felicidad, sino por como registramos y convertimos esas experiencias en relatos. Se podría decir que cuando hablamos de nosotros mismos tenemos que dividir nuestro yo en dos aspectos: El yo que experimenta y el yo que recuerda. (Kahneman, 2012; Kahneman, 2010).
Nuestro presente, lo vive, lo conoce y lo razona el yo que experimenta, pero muchas de las actividades que vivencia no quedan registradas en la memoria. No recordamos exactamente como nos vestimos para ir a la universidad una semana antes del estado de alarma. Sin embargo, si recordamos y rememoramos aquellas noches en los bares y terrazas, con las calles atestadas de personas y amigos, los paseos con tu pareja por la ciudad…Este yo que registra y ordena nuestra vida es el yo que recuerda. En estos tiempos de aislamiento, nuestro yo que recuerda, nos narra persistentemente, una y otra vez, historias y relatos de nuestra vida libre, sin confinamiento.
En estos días en los que estamos sumidos en la incertidumbre y en la soledad, resulta más doloroso recordar aquello que ya no podemos hacer. Idealizamos nuestros recuerdos y suprimimos aquello que aborrecíamos de nuestro pasado. He de reconocer que hasta incluso yo misma viví con aflicción saber que no volveríamos a la universidad. Pensar que los sábados no tendrían sentido porque todos los días serían lunes, que no iba a volver a caminar por el inmenso pasillo de la biblioteca hasta encontrar un sitio libre, ni tomar una cerveza con mis amigas al salir de un examen. Rememorar esto me dolía. En cambio, hace seis semanas me resultaba tedioso tener que madrugar para ir a clase, hacer largas colas para conseguir apuntes en copistería y perder los 5 minutos de descanso que me quedaban. Entonces, ¿de qué depende que aquello que evocamos sea positivo o negativo?