Las Emociones Como Concepto Multidimensional

El concepto de emoción ha sido desarrollado de forma diferente según la visión de cada persona que ha tratado el tema. Pero, de manera general, existe un cierto consenso acerca de este concepto:

Estado complejo del organismo caracterizado por una excitación o perturbación que predispone a una respuesta organizada. Las emociones se generan habitualmente como respuesta a un acontecimiento interno o externo (Bisquera, 2011).

En el desarrollo de una emoción intervienen varios factores: en primer lugar, se considera una persona que valora una situación, consciente o inconscientemente, relacionada con un objetivo de su vida considerado como relevante. Las emociones surgidas a raíz de esto pueden ser positivas, si son a favor del objetivo, o negativas si van en contra de él. En segundo lugar, el desarrollo de una emoción va asociado a una serie de reacciones voluntarias e involuntarias. Y por último, la emoción se encuentra relacionada con la motivación porque impulsa a actuar (Bisquera, 2011).

El proceso de valoración puede tener varias fases que se pueden asociar a diversas preguntas que se va haciendo una persona así misma. Existe una valoración primaria que se relaciona con la relevancia de la situación, ¿es positivo o negativo para el logro del objetivo? Una evaluación secundaria considera cuáles son los recursos personales de la persona en cuestión y si son suficientes para poder afrontarlo. A mismo tiempo que de desarrollan estas valoraciones, se manifiestan las posibles reacciones voluntarias (expresiones faciales y verbales y diversos comportamientos) e involuntarias (cambios fisiológicos). La predisposición a la acción está muy relacionada con la acción. Y la respuesta final, dependerá de otros factores como las personas, la situación social, el lugar en el que se desarrolle todo este proceso… (Lazarus, 1991).

La emoción es un concepto multidimensional asociado a una gran variedad de estados. Los tres componentes principales por los que está integrada la emoción son: neurofisiológico, conductual y cognitivo. En cuanto al componente neurofisiológico es importante destacar que el Sistema Nervioso Central es el encargado de hacer conscientes las emociones. Pero, junto con él colaboran tanto el Sistema Nervioso Vegetativo como el Sistema Nervioso Periférico Somático y en todos ellos, los neurotransmisores y las hormonas juegan un papel muy relevante. Por lo tanto, este componente de la emoción se manifiesta en respuestas como taquicardia, sudoración, vasoconstricción… El componente conductual, como el lenguaje, las expresiones o el tono permite conocer qué tipo de emociones invaden a una persona. Y por último, el componente cognitivo, también llamado sentimiento de forma coloquial es el que nos permite la clasificación de las emociones pero es el lenguaje el que establece los límites de dicha clasificación. En ocasiones, puede llevar a dificultar la toma de conciencia de las propias emociones causando en las personas una sensación de duda sobre lo que verdaderamente sienten pudiendo conllevar efectos negativos. De ahí la importancia de una adecuada educación emocional (Bisquera, 2011).

¿Con qué intensidad percibimos una emoción? La intensidad dependerá de la valoración subjetiva que desarrolle una persona en particular ante una situación concreta. No todos valoramos de la misma manera una determinada acción, además de que no en todas las situaciones suceden y confluyen exactamente los mismo factores. Si la emoción resulta negativa y demasiado intensa podría causar algún tipo de trastorno.

Funciones de la emoción

No hay una función única consensuada asociada a las emociones. Para algunos investigadores, las emociones sirven para motivar; otros han apostado por una función más adaptativa que influya en un a mejor relación de la persona con el medio. Por otro lado, algunos autores prefieren considerar las emociones como fuente de información, tanto para el propio individuo como para las personas que lo rodean lo que conlleva a la defensa en última estancia de una función social (Bisquera, 2011).

Creemos que todas estas funciones no son exclusivas y que las emociones pueden abarcar gran parte de nuestra vida interfiriendo en el modo de vida que llevamos y participando en gran medida en nuestro desarrollo personal. En muchas ocasiones marcan incluso la mayor parte de nuestras decisiones prevaleciendo sobre la razón aún sabiendo nosotros mismos que aquello que decidamos puede no ser lo más adecuado para nuestra vida.

La revolución emocional

Revoluciones tan grandes e importantes como el Humanismo, la Revolución industrial o la revolución informática han supuesto grandes cambios en la sociedad. A raíz del aumento de los estudios y las investigaciones realizadas sobre las emociones tanto a nivel psicológico como a nivel neurocientífico, el desarrollo de organismos enfocados en este ámbito, la publicación de una gran cantidad de libros acerca de este tema que han llegado e influido en la sociedad, la toma de conciencia por un grupo cada vez mayor de personas, entre ellos educadores y otras manifestaciones han contribuido a que se pueda considerar la llegada de una revolución emocional desde la última mitad de los años noventa. Desde esta revolución se pretende conseguir una sociedad más inteligente y feliz. Puede llegar a desarrollarse como una revolución más trascendente en el bienestar y calidad e vida de las personas que muchas otras revoluciones ya pasadas (Bisquera, 2011).

09 Jun 2021
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