Las Evaluaciones Y Su Relación Con El Aprendizaje
La evaluación permite dar efectividad al cumplimiento de enseñanza aprendizaje, así como conocer el grado de conocimiento, donde se interrelacionan la enseñanza del docente y el aprendizaje de los estudiantes, en ese sentido las nuevas propuestas conciben la evaluación como parte de la situación de acción didáctica.
No es un componente que se incorpora al final del proceso de aprendizaje para valorarlo, sino que es una parte fundamental del propio proceso de enseñanza. Por lo tanto la evaluación es una pieza clave para mejorar la calidad de los aprendizajes y el desarrollo de competencias, porque es un instrumento de mejora en todos sus procesos, planificación, intervención didáctica, etc. Entonces, como resultado, la evaluación es una actividad valorativa continua que se produce en el marco de los procesos que ocurren en el aula y donde intervienen todos los actores involucrados en estos. Por otro lado, la evaluación es utilizada como un instrumento de análisis en el proceso de enseñanza y aprendizaje, es decir, como un mecanismo para la obtención de información y tomar decisiones educativas, en busca de un cambio y beneficio para toda la comunidad educativa.
La primera característica que ha de tener una evaluación que pretende favorecer el aprendizaje es que pueda ser percibida por los estudiantes como una ayuda real, generadora de expectativas positivas. Pero el problema didáctico que se nos plantea a los profesores es el de cómo conseguir que esta expectativa se cumpla, es decir, que la evaluación promueva que se aprenda más y mejor y, además, encontrar placer en ello (Sanmartí, 2004).
La evaluación ayuda a los estudiantes a realizar el seguimiento de sus avances en la comprensión, adquisición y desarrollo de habilidades, a través de la retroalimentación proporcionada por el docente y de la autoevaluación desarrollada por el propio estudiante, además tiene una dimensión social que posibilita el reconocimiento de los aprendizajes y su acreditación frente a la sociedad. De la Torre (2009) afirma que “la evaluación es el proceso para determinar hasta qué punto se alcanzan los objetivos o propósitos previamente establecidos del aprendizaje, de un tema o unidad de enseñanza o asignatura de un nivel educativo”. Esta es una actividad que forma parte del proceso didáctico, que, en este, cobra sentido, porque permite obtener información respecto a los diversos elementos que confluyen durante la acción pedagógica.Cerda (2003) opina de una manera similar: en su obra La evaluación como experiencia total afirma que, en términos generales: entendemos por evaluación la acción de juzgar o inferir juicios sobre cierta información recogida directa o indirectamente de la realidad evaluada, atribuir o negar calidades o cualidades al objeto evaluado o, simplemente, medir la eficacia de un método o los resultados de una actividad.De esta manera, la evaluación puede percibirse como un proceso global, en el que su único referente no sólo es el estudiante sino también el docente, la institución y aún la propia comunidad educativa.
La evaluación se puede considerar integral si tiene en cuenta las dimensiones del desarrollo del educando en sus diferentes aspectos; sistemática porque es organizada con base en principios pedagógicos y guarda relación con los fines de la educación; flexible porque tiene en cuenta los ritmos del desarrollo del estudiante y las necesidades de su contexto; participativa ya que involucra a varios agentes y se propicia la autoevaluación y la evaluación.
Los profesores no son observadores indiferentes en el aula sino son agentes interesados, vitalmente implicados en el flujo de intercambios simbólicos del grupo psicosocial del aula; lo que supone aceptar responsabilidades sociales por la calidad de sus intervenciones; siendo valorado en función de sus efectos y en el desarrollo de sus alumnos; que sesgan inevitable y sistemáticamente el sentido del profesor en los éxitos y fracasos estudiantiles. Su actividad no es lineal ni casual sino una actividad intencional, cargada de valores, en un medio psicosocial de interinfluencias, donde los actores interpretan y proyectan su particular mundo de significados construidos (Gimeno y Pérez, 1995).
El evaluar presupone la interacción profesor-contenido-alumno; de fases interrelacionadas y no como acciones singulares o puntuales. Demanda considerar la multiplicidad de circunstancias, propiamente, de las dimensiones que inciden en la mirada hacia sus protagonistas y a los procesos y acciones en el desarrollo de competencias y potencialidades del educando; tomando conciencia del proceso, valorando y proporcionando ayuda en el momento requerido (Serrano, 2002).
El cuándo evaluar, circunscribe los siguientes periodos evaluativos:
- La evaluación inicial (previa): Ocurre en la apertura del proceso de enseñanza-aprendizaje. Su meta es determinar el grado de preparación del alumno previo al nuevo aprendizaje, pronosticando, dificultades y aciertos previsibles (Rosales, 1988).
- La evaluación procesual (continua): Ofrece información permanente, al controlar lo planificado; o si por el contrario, aparecen desvíos que los desvirtúan, obliga a su reconducción. Es formativa, al detectar cuando se produce una dificultad, las causas que lo provocan y los correctivos a introducir, estipulando por el nivel de aprendizaje y concretar los aspectos aún no dominados (Bloom, 1971). Es una comprobación sistemática sobre los resultados previstos, adecuándolo en función de los logros (Lafourcade, 1977). Y, es reguladora, mostrando no sólo los resultados del proceso sino los cambios que la realidad demanda (Gairin, 2009); o a la inversa, asegurando su ajuste a las personas a las que se dirige.
- La evaluación final (confirmatoria): Determina si el aprendizaje ha sido logrado o no, y es el punto de partida para una nueva intervención. Toma datos de la evaluación formativa, obtenidos durante el proceso y añade otros más puntuales. Explora los objetivos al término del periodo instructivo. Tiene una función sancionadora, en la medida que ayuda a decidir el aprobado o no aprobado de un determinado grado de estudios, área curricular, etc. (Castillo y Cabrerizo, 2003).