Leonardo Da Vinci y la Historia de la Fotografía
En pleno siglo XXI, ofrecer una definición exacta sobre el término de la fotografía resulta en algo complejo. Al consultar en un diccionario de arte o un libro de fotografía básica, la definición presentada se muestra al lector de una manera simplificada y/o reducida a una técnica o proceso por el cual se captura una imagen a través del uso de sustancias sensibles a la luz. Sin embargo, más allá de una técnica -sin haber descartado su validez-, el término “fotografía” remonta su origen del griego foto (luz) y grafos (escritura); al relacionar ambos términos, es posible definir a la fotografía como la forma o manera de escribir/pintar con la luz.
De igual manera, el Diccionario de la Real Academia Española ofrece una segunda definición para la fotografía, refiriendo ésta de la siguiente manera: “(De foto -y litografía).
- Arte de fijar y reproducir dibujos en piedra litográfica, mediante la acción química de la luz sobre sustancias convenientemente preparadas.
- Estampa obtenida por medio de este arte.” (Española, 2014)
Si bien, la definición anterior ha de introducir la palabra arte dentro de la definición de fotografía, es preciso señalar que tales conceptos aún dirigen a esto solamente como un proceso o técnica.
Un diccionario académico puede proporcionar una definición similar al de la Real Academia Española, sin embargo, en estos es posible observar una ligera modificación, expresando la fotografía como el arte de fijar en papel, o cualquier otro material (como es el acetato, vidrio, archivo electrónico, etc.), las imágenes obtenidas en una emulsión sensible a la luz o por un dispositivo propio para su captura.
Debido a que la definición puede verse centrada únicamente en algo técnico, es preferente dirigirse hacia documentos más especializados en donde la fotografía se define a través de la historia como una justificación reflejada en sus diversos autores.
Laura González en su libro Fotografía y Pintura ¿dos medios diferentes? (2004: 100) define la fotografía como una fórmula constituida por la cámara, luz, material fotosensible y el procesado en laboratorio, todos como suma en la que el resultado es lo que se conoce como foto.
Si fuera posible dar una definición más certera de la fotografía como es en nuestra actualidad, sería factible citar a Marius de Zayas, quien expresa en la revista 291(1995-1996) que la fotografía “es un anegación de todos los sistemas representativos, pues por medio de esto, el hombre de instinto, razón y experiencia se acerca a la naturaleza para acceder a la evidencia de la realidad.”
Es posible reconocer que la fotografía y su historia –al igual que su definición– ha cruzado por una crucial confusión sobre su primer autor, entrando en un debate entre el francés Josephore Niepce (1765-1833) y el reconocido pintor e inventor Leonardo Da Vinci (1452-1519), no obstante, es debido aclarar desde este punto que la historia real de la fotografía nació en 1826 con el prototipo inicial de la cámara oscura.
Conocido como el Homo Universalis por su vasto conocimiento en el arte, botánica, aerodinámica, cocina, anatomía y poseía, entre algunos otros aspectos más, Leonardo da Vinci (1452-1519) ha sido considerado en su tiempo y la actualidad como uno de los sabios de la santísima trinidad del arte renacentista en compañía a Miguel Ángel y Rafael.
Da Vinci había planificado cada uno de sus inventos con el más mínimo detalle, siendo tal vez el más adelantado a su época debido a que muchos de sus descubrimientos no fueron llevados a la práctica por ser algo más avanzado de lo que se pensaba para sus tiempos. Dentro de esto, es prudente señalar que muchos de sus manuscritos no fueron conocidos hasta el siglo XIX debido al olvido y poca importancia que se le prestaba en su época; entre sus manuscritos, Da Vinci se había anticipado a Reynolds 400 años antes en sus investigaciones sobre la Ley de la Conservación de la Energía o el estudio de la anatomía humana.
Con relación a la fotografía, fue Da Vinci quien elaboró la primera descripción de la cámara oscura, en el que a través de su manuscrito explicaba su funcionamiento de manera ilustrada, sin embargo, esto –como se ha mencionado anteriormente– únicamente se quedó como un escrito olvidado y que jamás se llevó a la práctica por parte del homo Universalis.
Yon Recio Municio (2016) lanzó en la revista Quo la interrogante sobre si el italiano era reamente el primer fotógrafo de la historia, algo que sin duda generó la controversia de la que ahora se habla y que su misma interrogante envuelve un enorme misterio que hasta la actualidad se mantiene en tela de juicio para muchos lectores: entre el trabajo más sobresaliente de Da Vinci se puede señalar a obras maestras como La Mona Lisa (Gioconda), La Virgen de las Rocas, La última cena y el Hombre de Vitruvio; así mismo era posible conocer de sus diseños o planos sobre la maquina voladora, la bicicleta y por supuesto, la ciudad ideal. En conclusión, al hablar de su trabajo, catalogarlo como un genio podría resultar en un término aun inadecuado para su trabajo, pero es aquí donde la pregunta surge ¿Por qué llamarlo el primer fotógrafo?
Todo este misterio se torna hacia el trabajo actualmente desaparecido de Da Vinci, el Salvator Mundi, trabajo del italiano que luego se vio como un previo al retrato “aparecido” en la Sábana Santa de Turín (o el Sudario de Turín o el hombre en la tela).
Por el lado de la religión, el arte y la arqueología se realizaron múltiples investigaciones con las que se buscaba contestar a la pregunta de Municio, entre ellas, la más reciente tuvo lugar en el 2018 nos explica que simplemente el rostro no pudo ser pintado o fotografiado como se cree, esto considerando que se ha hablado sobre este Sudario que ante la luz solo se refleja por una de sus caras, colocando así esta Sábana como algo que realmente data de la época de Jesucristo y no de una obra de Da Vinci. Por supuesto que esto se acompaña de una justificación que va dirigida en función a fechas pues, como ya se sabe, Leonardo nació en el año de 1452, es decir, 100 años después de la creación o descubrimiento del Sudario de Turín. A esto se suma la posesión del Sudario a manos de la familia Saboya, quienes desde 1453 hasta el día de hoy mantienen como su máxima posesión la sábana que fue vista por última vez en el año de 1998.