Los Caminos En La Arqueología Espacial
Introducción
Arqueología espacial. Debemos recalcar que el reconocimiento aéreo, sobre todo fotografía, se utiliza en la localización de yacimientos, siendo la técnica más importante para su registro e interpretación y para la supevisación de los cambios producidos en ellos a lo largo del tiempo. Las primeras aplicaciones de esta técnica se produjeron a principios de siglo XX, con la fotografía de la ciudad romana de Ostia sacadas desde un globo, y en 1913, cuando sir Henry tomo vistas verticales de su excavación en Sudan (Renfrew y Bahn). En Siria, desde 1925 el padre Antonie Poidebard comenzó a trazar las antiguas rutas caravanero que conducían a las defensas fronterizas romanas en el desierto; utilizando la observación aérea.
Desarrollo
A medida que fue aumentando su resolución, el uso de imágenes satelitales en prospecciones arqueológicas se hizo más común. Las imágenes obtenidas desde el LANSAT permitieron la ejecución de varios trabajos pioneros, que demostraron su utilidad (Chuvieco). Las imágenes del LANDSAT han sido utilizadas para localizar estructuras de gran tamaño, como los antiguos sistemas de riego de la Mesopotamia (Renfrew y Bahn). La aplicación arqueológica más destacada hasta el momento utilizando el LANDSAT, fue en Mesoamérica científicos de la NASA en colaboración con arqueólogos encontraron en 1980.
Una extensa red de campos y asentamientos agrícolas Mayas en la península mexicana del Yucatán (Adams y Adams et al.). El reconocimiento satelital ha demostrado su gran utilidad para la identificación y estudio de sitios de difícil acceso (Evans et al). En Argentina esta técnica fue utilizada en los primeros momentos para detectar sitios prehispánicos en el NOA con muy buenos resultados (Albeck y Scattolín). Hasta fechas relativamente recientes, los arqueólogos disponían de un reducido catálogo de herramientas para sacar a la luz aquellos yacimientos que habían quedado ocultos como consecuencia del paso del tiempo y los distintos avatares históricos.
Poco a poco, sin embargo, el desarrollo tecnológico ha permitido a los investigadores sumar un buen número de instrumentos y técnicas a los ya habituales picos y palas de épocas más románticas (De Feo et al). Uno de los primeros ejemplos se produjo ya en el Siglo XXI más precisamente en septiembre de 2005, apenas unos meses después de que Google Earth estuviera disponible, cuando un ciudadano italiano, Luca Mori, consiguió descubrir una antigua villa romana desde su ordenador personal. Las imágenes de satélite que ofrecía el programa a Mori mostraban una forma ovalada y oscura de unos 500 metros de longitud, rodeada por varias estructuras rectangulares.
Consciente de que había detectado algo singular, el italiano se puso en contacto con el Museo Arqueológico Nacional de Parma y les informó de su hallazgo (BBC News). Cuando los arqueólogos de dicho centro acudieron hasta el lugar señalado por Mori descubrieron que, efectivamente, aquellos eran los restos de una antigua villa romana. Tras aquel hallazgo, que los medios difundieron como poco más que una anécdota, no tardaron en producirse descubrimientos semejantes, de menor o mayor entidad. Fue entonces cuando algunos arqueólogos se dieron cuenta de que la aplicación desarrollada por Google podía convertirse en una potente herramienta en sus manos.
No en vano, muchos yacimientos arqueológicos de antiguas civilizaciones se encuentran en países subdesarrollados, que niegan el acceso a los investigadores, o en lugares asolados por conflictos armados, por lo que, en muchos casos, la realización de estudios de campo resulta complicado, muy peligroso o imposible. Gracias a Google Earth, este escollo puede ser sorteado en parte, permitiendo a los investigadores descubrir nuevos enclaves, tener una idea aproximada de ciertas zonas, detectar estructuras y sus formas sin necesidad de poner un pie en la región en cuestión. El floreciente campo de la arqueología espacial permite que los investigadores mapeen y modelen de todo (Wheatley y Gillings).
A partir de las imágenes capturadas por los satélites, los arqueólogos pueden determinar con más precisión el sitio de sus excavaciones e investigaciones. Las imágenes satelitales brindadas por el Google Earth han revolucionado la aplicación de la teledetección en arqueología, multiplicando su uso, ya que permiten obtener información con gran detalle sobre la superficie terrestre a costos bajos o nulos. Los ejemplos de la utilización de este tipo de imágenes son numerosos y van desde la localización de antiguas sendas usadas por los pobladores de la isla de Pascua para movilizar sus moáis; la observación de jeroglifos en proximidades al Lago Titicaca en Bolivia y Perú.
La detección de pirámides enterradas o grandes poblados en la espesura de la selva amazónica; el seguimiento de antiguos caminos prehispánicos, entre las que se destacan las utilizadas por los Incas para conectar sus territorios pocos siglos antes de la conquista española. Como se ha visto hasta aquí las técnicas vinculadas con la teledetección han permitido, a lo largo de la historia de la disciplina, complementar los estudios comúnmente ligados a la excavación y las antiguas técnicas de prospección sobre el terreno, con otras nuevas fuentes de información remota, en muchos casos incluso, revolucionando aquellas formas tradicionales de hacer arqueología.
Entre los numerosos ejemplos del uso de esta técnica podemos mencionar la utilización de imágenes del radar SIR- C, para detectar de un segmento más antiguo de la “Gran Muralla China” (El-Baz); el uso de imágenes Landsat para el reconocimiento de los grandes sistemas de riego utilizados antiguamente en la Mesopotamia (Palacios Jurado y Martín Bueno) o la localización, por medio de fotografías aéreas e imágenes satelitales, de los caminos construidos por los Mayas en la planicie yucatecas. En este trabajo se plantea un primer acercamiento a la posibilidad de utilizar nuevas herramientas como el Google Earth e imágenes del satélite Landsat 7.
Así como las fotografías aéreas, para el estudio de una problemática arqueológica que abarca, en este caso, un territorio en disputa con Gran Bretaña. A través del programa Google Earth se realizó la búsqueda de estructuras ligadas con las antiguas factorías balleneras presentes en las Gerogias del Sur perteneciente a la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur de la República Argentina. De esta forma pudieron ser detectados los restos de las factorías que funcionaron en el siglo XX en la superficie de las islas. Una vez detectadas las estructuras se procedió a la delimitación de los espacios.
Tratando a los restos como verdaderas superestructuras que pueden ser entendidos como un gran artefacto. Se lograron identificar superficie, distribución y funcionalidad de varias de las estructuras gracias a las fotografías satelitales., a partir de esto se confeccionaron planos de cada una de las antiguas factorías y se procedió a la comparación de cada uno de ellas. Pudiendo analizar las diferencias y similitudes entre los diferentes superartefactos, las actividades que se realizaban en cada una de estos, a demás de poder observar el estado de conservación de los mismos. Se distinguieron 8 sectores con restos arte factuales con tamaños suficientes como para ser detectados por fotografías satelitales.
Conclusión
Los mismos coinciden con la ubicación que señalan las fuentes históricas como puertos de explotación ballenera. Comenzando de Este a Oeste los mismos son: Prince Olav Harbour, Leith Harbour, Stromness, Husvik, Jason Harbour, Grytviken, Ocean Harbour y Godthul. Antigua estación Ballenera de Capitales Noruegos activa desde 1911 hasta 1931, en sus costas se encuentra barado el barco Brutus lo cual se produjo de forma deliberada para que el mismo funcionara como estación de abastecimiento de combustible para la factoría. La ubicación de la misma es 54°04′00″ Sur 37°09′00″ Oeste, en el fondo de un fiordo protegido. Se pudieron distinguir 39 estructuras teniendo en cuenta el dique, el cementerio y muelles.