Los Servicios Sociales Y Crisis Sociosanitaria: Trabajo Social Con Comunidades
Ante la crisis sociosanitaria por el Covid-19 han salido a flote necesidades emergentes que requieren soluciones eficientes e integrales, no sólo asistenciales. Partiendo de esta idea, es muy importante recordar que el trabajador social más que gestionar unos recursos pretende sacar el máximo potencial del individuo, impulsando sus capacidades con el fin de superar los obstáculos que se presentan en su entorno.
Sin embargo, durante el estado de vulnerabilidad que ha generado la pandemia, hemos podido ver los fallos estructurales del sistema. Se han cerrado Centros de Servicios Sociales Municipales, se ha dejado solo un 20% de profesionales trabajando que lo único que alcanzan a realizar es un servicio mínimo con la dotación de una tarjeta de alimentación, dando así una respuesta asistencial debido al colapso, recortes y falta de personal.
Además, este modelo de trabajo social se está basando en la beneficencia con un sujeto de intervención muy determinado, actualmente la población necesita apoyo en más aspectos cómo el alquiler, los suministros, medicamentos, acompañamiento, apoyo emocional, resolución de la brecha digital, mejora de la convivencia, etc.
Todo esto se ve influenciado por una imagen de la sociedad neoliberal que refleja una cultura individualista y culpabiliza al individuo por su “pobreza”, en la que la sociedad no existe y lo público ha sido sustituido por el mercado, es decir se externaliza la respuesta a demandas dónde se solicita la colaboración público-privada estableciendo una beneficencia corporativa que parece tener como objetivo principal el marketing de empresas privadas. Cabe destacar que más del 70 % de servicios en Aragón los tramitan organizaciones privadas, cuando la responsabilidad debería ser pública.
Por otro lado, se ha podido concluir que nuestro estado de bienestar está relacionado directamente con el mercado de trabajo, conforme se precariza el mercado laboral también lo hace el estado de bienestar, dejando entrever la necesidad de una renta básica dentro de un sistema de seguridad social. No obstante, han surgido de manera espontánea redes de apoyo vecinal que tal vez deberían legitimar, pues desde la solidaridad han respondido con rapidez ante la situación mediante un trabajo en equipo sirviendo como modelo de trabajo social comunitario para los servicios sociales, que busca apoyar al individuo desde su realidad empoderándolo ante la dificultad.
Esta pandemia ha puesto de manifiesto que nadie está exento de sufrir necesidades y requerir los servicios sociales, todos somos vulnerables e interdependientes. Se debe evitar la marginalidad, aunque es comprensible la falta defensa de nuestro sistema social que se encuentra con competencias muy fragmentadas y además el conocimiento acerca de la profesión no esta tan comprendida en la sociedad, pues un estudio del 2005 mostraba como la población relaciona esta labor con la caridad, por tanto, es necesaria una labor pedagógica, ya que si se entiende la profesión hay más probabilidad de que se defienda y apoye en mayor medida.
Como conclusión de este debate, la difusión de la labor social y la incorporación de medidas comunitarias suponen un nuevo reto para enfrentar una nueva etapa en la sociedad actual, solucionando los problemas para la población y desde la población que es la más consciente de las necesidades y puntos débiles por afrontar, entendiendo lo público como un espacio común bajo la responsabilidad de todos.