Medicina Deportiva Convencional, la Única Solución en Caso de Lesiones
Basta con realizar un mal movimiento al correr o al hacer deporte para lesionarnos. Las lesiones son aquellas que ocurren durante el ejercicio físico, en una práctica deportiva o recreacional, y a veces realizando cualquier actividad cotidiana. Algunas ocurren de forma accidental y otras pueden ser el resultado de malas prácticas o sobre carga de peso. En algunos casos, las personas se lastiman por la falta de ejercicios de calentamiento o estiramiento antes de realizar cualquier actividad que requiera un esfuerzo físico.
La medicina convencional se basa en el conocimiento científico acerca del cuerpo humano y utiliza tratamientos que se han demostrado eficaces científicamente. La practican los médicos, que adquieren en su formación un conocimiento exhaustivo del organismo, las enfermedades y sus tratamientos. Tenemos conocimiento que la traumatología es rama de la medicina que se dedica al estudio de las lesiones del aparato locomotor, y es una especialidad médico quirúrgica. Algunas de las enfermedades de las que se ocupa la traumatología son las fracturas y luxaciones de los huesos, las lesiones de ligamentos, tendones y músculos. Siendo estas últimas las más comunes en cuanto hablamos de lesiones cotidianas. Por consecuente, al sufrir una lesión debemos dirigirnos al traumatólogo para que examine la parte vulnerada.
Pero muchas personas no siguen este correcto proceder, optando por la auto medicación o por la “medicina tradicional”, que es aquella que afirma tener los efectos sanadores de la medicina pero que no está apoyada por pruebas obtenidas mediante el método científico. Se basa en el conocimiento empírico y no tienen conocimiento profesional acerca de los traumas y lesiones del cuerpo humano. Por esta razón, el presente ensayo es para recalcar la importancia de acudir a un médico en caso de lesiones, ya sea para examinar, descartar daños internos, dar un diagnóstico con su respectivo tratamiento. Al no hacerlo estaríamos comprometiendo la región afectada, ocasionándole consecuencias en un futuro.
Existen varios factores que influyen en la decisión de acudir a los quiroprácticos populares, o conocidos coloquialmente como “sobadores”, el más común es la desinformación; la falta de conocimiento acerca de las posibles lesiones que se producen por dentro y que a pesar de no mostrar signos graves por fuera, el daño está presente. Otros factores son el económico y hasta la tradición, ya que el oficio del “sobador” o “huesero” (en algunos países) lo realizaban nuestros ancestros para curar las dolencias, esto se transmitió de generación en generación hasta la actualidad. Esta práctica de medición tradicional es muy popular en países latinos y es la más utilizada, sobre todo cuando sufrimos una lesión que aparentemente no ha involucrado una fractura ósea visible, como es en el caso de luxaciones, fisuras, esguinces, desgarres, y distensiones musculares.
Mientras que el oficio de los quiroprácticos populares consiste en “sobar” para generar calor mediante masajes en la extremidad afectada y así poder “mitigar” la molestia. La automedicación es una práctica muy usada por las personas como un método rápido y lo que desconocen es que solo obtendrán un efecto momentáneo de alivio pero el problema persistirá, y puede ocasionar un daño mayor a largo plazo. La popularidad de estas dos prácticas no mide su viabilidad, es decir, no debe ser una opción a la hora de lesionarnos porque resultan un efecto paliativo, lo cual, al paso del tiempo convierte esa molestia en un dolor crónico porque la lesión se agrava. A menudo las personas que se encuentran desesperadas a causa de la lesión, están dispuestas a hacer cualquier cosa con tal de sentirse mejor rápidamente pero existen riesgos al buscar un tratamiento por parte de alguien que no tiene licencia, como el caso de un “sobador”. Una lesión puede agravarse y el masaje puede causarle más dolor o dejarlo discapacitado (Heimerich, 2012), así que urge a las personas ser cautelosos cuando busquen aliviar sus dolencias.
Las lesiones más comunes ocurren en las extremidades inferiores, estas son las que soportan todo el peso de nuestro cuerpo y nos permiten movilizarnos, por su parte, el tobillo es la articulación más vulnerable ya que está menos protegido a nivel muscular. Por esta razón, es necesario acudir a un especialista para que pueda examinar y determinar su gravedad. Y en el caso de determinar una afección mínima, el doctor ya ha comprobado, por medio de los exámenes pertinentes, que no existe mayor complejidad en la parte afectada. Por esto es importante conocer que nos exponemos a riesgos al no visitar a un médico a tiempo, cuando la lesión es reciente. Incluso cuando el dolor sea mínimo, siempre es oportuno prevenir para estar seguros.
Existen muchos peligros ocultos detrás de una “tonta lesión” como las torceduras de tobillo, que son las más comunes en jóvenes y adultos. Cualquier persona puede acabar con esguince, ya sea al tropezar con un bordillo o bajar unas escaleras. Sin mencionar a los deportistas. Pero no se le presta la debida importancia, ya que al caer o tropezar si desgarramos o estiramos el ligamento que rodea la articulación obtendremos un esguince con ruptura parcial o total, y en esta última muchas veces se necesita intervención quirúrgica. No tratar este tipo de lesión puede causar consecuencias futuras, que pueden llegar a alterar la forma y la frecuencia de nuestros movimientos.
En base a investigaciones realizadas acerca del estudio científico del movimiento humano por una profesora de quinesiología de la Universidad de Carolina del Norte en Charlotte (Hubbard-Tuerner, El Confidencial, 2016), se obtuvo el impacto de los esguinces de tobillo a largo plazo. Se reclutó a 40 estudiantes universitarios; 20 de ellos con una inestabilidad de tobillo crónica, patología causada por un esguince mal curado, y 20 sin lesiones. Les pidieron que llevaran un podómetro, aparato que cuenta el número de pasos, durante una semana. Se obtuvo como resultado que los estudiantes que tenían una inestabilidad crónica se movieron mucho menos que los estudiantes sanos.
Estos resultados reforzaron los experimentos comprobados en un grupo de ratones, donde los investigadores les provocaron esguinces de diferente grado. A pesar de que dejaron que la lesión se curara dejando reposar a los ratones el tiempo suficiente, las secuelas del esguince los acompañaron de por vida. Ya que en su edad adulta, estos ratones eran menos activos y más lentos. El tobillo es la base del cuerpo, todo empieza por el tobillo. No ignores un esguince (Hubbard-Tuerner, El Confidencial, 2016)
Después de una torcedura, en ocasiones queda un dolor residual y pensamos que se nos pasará. Y sí, se pasa, pero porque cambiamos la pisada no porque lo hayamos curado (Santos, 2016). El esguince deja de doler por que no hacemos uso del ligamento lesionado, pero al cambiar la forma de pisar puede desencadenar otros problemas. Las lesiones mal curadas son las que más problemas causan, por esta razón, al acudir al médico o fisioterapeuta no es casual que nos pregunte acerca de nuestras lesiones anteriores.
Gracias a que la medicina es cambiante, hoy contamos con radiografías, para observar si existe algún daño a nivel óseo, con inmovilizadores como yesos, férulas, cabestrillos, según el tratamiento a aplicar. También existe la especialidad de Terapia física que trabaja para reducir el dolor y ayudar al paciente a retomar sus actividades cotidianas. Por consecuente, el traumatólogo examina y da un diagnóstico, aplica el debido tratamiento y luego, lo recomendable es asistir al fisioterapeuta para que por medio de la rehabilitación obtengamos una completa recuperación de la zona afectada. Estas dos especialidades pueden ir enlazadas. “No son excluyentes, se puede acudir a ambos” manifiesta (Sanz, 2019), director de la clínica de Fisioterapia Fised en Madrid.
Cuando sufrimos alguna lesión, ya sea corriendo, saltando o practicando algún deporte, es recomendable inmovilizar la parte afectada, es decir, no tratar de mover, apoyar o caminar, hasta no saber qué tipo de lesión nos hemos hecho. En el caso de tener a la mano una bolsa de hielo, puede ponérsela encima para evitar la inflamación. Pero lo más importante es dirigirse al médico para empezar a tratarla cuanto antes. Él examinará el área y mediante exámenes, si es el caso, descartará lesiones interna, y brindará un diagnóstico junto con el tratamiento adecuado. Para tener una recuperación óptima se recomienda asistir a rehabilitación, ayudará a mejorar la movilidad de la parte afectada.
En conclusión, no debemos ignorar las lesiones, porque en nuestro organismo cuando algo anda mal produce el dolor, es su forma de comunicar lo que lo está afectando. Tampoco se debe buscar soluciones rápidas o baratas, como auto medicarnos o acudir al quiropráctico popular porque a pesar que calman el dolor, no pueden detectar algún daño o complicación que se haya producido internamente. Por eso, no podrán aplicar la solución al verdadero daño.
Referencias
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