Reflexión Sobre Morir o Continuar Viviendo
Introducción
El querer morir es una de las vías de escape más después de haberlo intentado todo. Es un sentimiento de desesperación, de frustración, de falta de entendimiento hacia las circunstancias que se vive, es una angustia que se consume poco a poco y con momentos dolorosos. El ser humano envía señales de diversas formas antes de llegar a ese punto.
Desarrollo
Cuando se contempla renunciar al precioso regalo de la vida es cuando comenzamos a pensar que no hay salida. Desear morir es una triste realidad que muchos han vivido o viven a diario; es un pensamiento que perturba y te lleva a creer en cosas que muchas de las veces no son reales. El abandono crea dentro del ser humano un profundo vacío, el cual te conduce a vivir una vida sin propósito. Creo que cuando el alma tiene una parte de ella muerta y no ha conocido el amor de Dios termina diciendo:
Para que viva, no tengo mamá, ella me abandonó, me preguntaba por qué no me quería. Era un bombardeo de emociones, sentimientos ya la vez incertidumbre al no poder encontrar una respuesta ante lo que no entendemos. En plena juventud deseaba morir, rendirme, dejar de luchar, perder la esperanza y acabar con todo lo que me consumía. Hubo varios intentos y pareciera ser que no era el tiempo hasta que por fin logré caer en un laberinto oscuro provocado por el efecto de las pastillas y mi mente comenzó a alejarse de la realidad.
Mientras me alejaba escuchaba una voz que me decía no es tu tiempo y si tienes propósitos; era tan fuerte que me traía a la realidad poco a poco. Durante el tiempo que estaba en el laberinto había una inocente niña acariciándome y leyéndome la palabra de Dios con la fe que volvería a la realidad. De repente entró una luz y me trajo de vuelta. Fue entonces donde me armé de valor y decidí continuar a pensar de las circunstancias que tenía que enfrentar un diario.
Pude entender que Dios me amaba y como dice en su palabra en Salmos 27:10, Aunque mi padre y mi madre me dejaran con todo, Jehová me recogerá. Mientras pasaban los días mi alma comprendía que nunca estuve sola, que había alguien sobrenatural el cual me cuidaba y amaba por encima que no lo veía. Tenía que aprender a sentirlo en mi corazón y creer que él podía llenar todos los vacíos.
Al pasar de los años apreciaba mi vida más y más. Cuando llegué a la adultez empecé a ver y entender que, si nací con un propósito, en donde iba a poder utilizar cada experiencia en beneficio de aquellos que se encontraban en una situación similar a la mía. Continuar no fue fácil, jamás le diría a nadie que es fácil continuar, cuando el camino está oscuro, sin salida y con obstáculos. Pero de algo si estoy seguro de que todo es posible si te sujetas a Dios, en la palabra de Dios hay un versículo el cual lo usaba en mis momentos de crisis y cuando aparecía esos deseos de rendirme. El versículo se encuentra en Filipenses 4:13 y dice: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Conclusión
A través de esa palabra mis fuerzas se recobraban y continuaba mi caminar. El haber sido víctima de circunstancias las cuales te empujan a tomar decisiones incorrectas te paralizan y no permiten que continúes. Sé que muchos dirán que es posible continuar cuando el alma carga con tanto dolor y yo te respondería: Con Cristo en nuestras vidas todo es posible. Nunca había experimentado la paz, el amor y el perdón, pero cuando Cristo entró todo comenzó a tomar su lugar y su paz ya llenar mi alma de esperanzas.
Actualmente sé que muchas personas están pasando por un momento crítico en sus vidas y piensan que no hay salida. Con mis reflexiones quisiera llamar tu atención y decirte que cuando Dios ocupa el primer lugar en el hogar nuestras vidas, sin importar en qué nacimos, que tenemos, que carecemos, y las circunstancias que hemos vivido, todo se torna hermoso, propósito, metas, amor, y lleno de vida.