Obra Literaria: Mujer En Punto Cero
Introducción
El abuso hacia las mujeres ha sido retratado en literatura como un reclamo a los derechos de la mujer. Leyendo “Mujer en Punto Cero” se puede observar que es un retrato de la opresión que han sufrido las mujeres a lo largo de la historia y que desgraciadamente hoy en día sigue sucediendo en el mundo. Nawal El Saadawi, dice que la tradición está representada a través de la mujer para mantener la identidad, aunque los tiempos hayan evolucionado económica y socialmente, por lo que genera conflictos sobre cómo incorporar el modernismo a la sociedad egipcia. Mientras que Egipto desea un poder económico y se adapta a las leyes económicas de occidente. La mujer está todavía oprimida por tradiciones sociales y religiosas que restringen y criminalizan su cuerpo y su libertad.
Desarrollo
Los continuos abusos y vejaciones que recibe la protagonista, Firdaus, durante su infancia, y su posterior juventud son los que desembocan en su triste final: ser condenada a muerte por matar a alguien. Esos abusos se convierten en su forma de vida a lo largo de su corta existencia, debido al entorno pobre, miserable y machista en el que se desenvuelve la sociedad Egipcia en esa época. Cuándo Firdaus consigue salir de su pueblo e irse a vivir a la ciudad, cree que gracias a sus estudios podrá tener una vida mejor, trabajando y sustentándose por sí misma. Pero se da cuenta de que a pesar de que todas las personas son distintas y tienen otros modos de vida, al final pertenecen a la misma sociedad patriarcal. También se da cuenta de que todo eso es debido a que la sociedad en general vive influenciada por la interpretación partidista de la religión.
Una que según ellos dictamina que los hombres tienen el poder y autoridad sobre las mujeres, que son tratadas como inferiores y objetos a disposición de los hombres. Firdaus es una mujer que identifica las injusticias que sufre, y se intenta rebelar contra la tiranía de los hombres; la que sufre en sus propias carnes tanto en violencia física, como en psicológica y sexual. Con todos y cada uno de los hombres que pasan por su vida. Ella va poco a poco descubriendo que no puede luchar contra todo eso, y ahí es cuando decide aprovecharse de la sociedad en la que vive. Se hace dueña de su propia vida y elige ser lo único que le permite vivir en condiciones: prostituta; pero no una cualquiera, porque empleando su inteligencia y su físico se establece como una de lujo.
La infancia de Firdaus se desenvuelve en un entorno difícil, marcado por los malos tratos de su padre hacia su madre, sin más justificación que su carácter violento, su tradicional mentalidad, y sobre todo la religión, que es siempre interpretada en beneficio para los hombres. Ya desde pequeña ve claros ejemplos en su padre y en su tío de que las mujeres para los hombres no significan otra cosa que sus instrumentos de servidumbre y satisfacción sexual. Eso se ve encarnado en su madre, a la que su padre embaraza continuamente, y a quién se le van muriendo los hijos que va teniendo debido a sus malas condiciones de vida. De igual manera se puede ver en su tío, que cada vez que iba a su casa abusaba sexualmente de ella: “Me hacía lo mismo que me había hecho antes Muhammadain. Incluso más.
En realidad, pero yo no experimentaba ya la intensa sensación de placer que irradiaba de un lugar desconocido y a la vez familiar de mi cuerpo.” Las mujeres tienen tan interiorizadas las situaciones de inferioridad y abuso impuestas durante años por los hombres que ni siquiera intentan ayudar o proteger a sus propias hijas, ya que les hacen lo que en su niñez les hicieron a ellas: la mutilación genital. Se practica con el propósito de literalmente remover cualquier tipo de placer sexual en la mujer, convirtiendo el sexo en un acto con únicamente fines reproductivos, otra tradición machista instalada en la cultura egipcia que sufre Firdaus. “Por eso un día le pregunté a mi madre por él. Luego hizo venir a una mujer que tenía una navajita o quizá una hoja de afeitar. Me cortaron un trozo de carne de la entrepierna.”
Desde el nacimiento de una persona se establece una clara diferencia entre tener un hijo varón o hembra, ya que los varones serán la mano de obra que ingresen dinero y comida en la casa, o ayudarán a los hombres en el campo. En cambio las mujeres no servirán para otra cosa que para ser amas de casa, y criadas de los hombres que habiten en ella; hasta que no se hagan mayores y las casen, serán una boca más que alimentar y consideradas como una carga. “Cuando moría una de sus hijas, mi padre tomaba la cena, mi madre le lavaba las piernas y luego se iba a dormir como todas las noches. Cuando la criatura que moría era un niño, le daba una paliza a mi madre, luego cenaba y se echaba a dormir.” Cuando nacen niñas el único medio por el que sus familias pueden obtener ingresos es vendiéndolas para que se casen con otros hombres a cambio de una dote.
De ese modo pasan del yugo del padre al del marido, que hará con ella lo que quiera porque le pertenecerá. Eso es lo que le pasa a Firdaus, que la casan con un señor mucho más mayor que ella. “Cómo intercambiar a su hija virgen por una dote antes de que fuera demasiado tarde Sabía inclinarse sobre la mano del capataz y fingir que la besaba, y cómo golpear a su mujer y obligarla a morder el polvo cada noche.” A pesar de todo lo que sufren, las mujeres como su madre o su tía no se enfrentan a los hombres como Firdaus hace. Ellas permiten los abusos, ya que lo ven normal porque es lo único con lo que han vivido. Eso es debido a la influencia machista arraigada de generación en generación a través de la cultura y la religión en Egipto, ellas son conscientes de que no pueden ganar contra el poder de los hombres, y simplemente se resignan a su suerte.
Al estar continuamente denigradas y vejadas, quizá piensan que se lo merecen, que es su destino dictado por Alá. “Una vez me golpeó por todas partes con el zapato. Me dejó la cara y el cuerpo llenos de cardenales. Después de esa paliza, hui de la casa y me fui donde mi tío. Pero él me dijo que todos los maridos pegaban a sus mujeres y su esposa añadió que su marido también le pegaba a menudo. Repliqué que mi tío era un jeque respetado, bien versado en las enseñanzas religiosas, y que era imposible, por tanto, que tuviera la costumbre de pegar a su mujer. Ella me respondió que precisamente los hombres que conocían bien la doctrina religiosa solían pegar a sus esposas. Los preceptos de la religión autorizaba ese castigo. Una mujer virtuosa no debía quejarse de su marido. Su deber era mostrarle perfecta obediencia.”
El dolor de Firdaus no es solo como mujer, sino un estado del sexo femenino bajo la presión del régimen patriarcal. La relación entre el ascenso histórico del capitalismo y el cuerpo femenino está ilustrado en literatura a través de la figura de la prostitución. Así como la mujer pura se mantiene sumisa socialmente aunque haya habido cambios sociales y económicos, la mujer prostituta representa la falsa gloria de la modernización industrial. Firdaus no es una asesina por naturaleza, ni siquiera la maldad de los hombres que pasan por su vida la hacen serlo. A pesar de todo lo que sufre y vive es una mujer íntegra, con ideas y pensamientos claros. No quiere seguir estando supeditada al mandato de los hombres. Pisoteada y esclavizada por los hombres. Quiere ser una mujer libre e independiente.
Conclusión
Se convierte en asesina para liberarse de los hombres, porque es el único medio que tiene a su alcance para vencerlos. Firdaus descubre a lo largo de su vida que no puede escapar del sistema patriarcal y que siempre habrá alguien que la intente controlar y poseer. La novela termina con Firdaus convirtiéndose en la “rebelión” cuando decide escoger la muerte antes que vivir pidiendo perdón por haber defendido su propia vida; ella no quiere participar en un sistema que le ha arrebatado su humanidad y degradado como persona. Firdaus muere con un último ápice de rebeldía, mata por primera y última vez en su vida a un hombre (uno de tantos hombres machistas y sin escrúpulos hacia las mujeres) que encarna a todos los hombres de la sociedad en la que vive; y deja muy claro que no se va a doblegar más, sin miedo y con la cabeza bien alta.