Pedir Perdón A Nuestros Hijos: Efectos En La Educación
Los padres deseamos inculcar a nuestros pequeños humildad y educación. Para ello, entre otras cosas, solemos insistir en que pidan perdón cuando han dicho o hecho algo incorrecto o inadecuado. Pero, ¿somos capaces nosotros de pedir perdón a nuestros hijos?
Pedir perdón a nuestros hijos: ¿signo de flaqueza?
Muchos padres son conscientes de que ellos son el modelo y el referente principal para sus hijos, por ello tratan de dar una imagen de firmeza. Piensan que para poder ser una figura de autoridad, deben mostrarse infalibles y seguros. Tienen la creencia de que asumir un error les haría perder credibilidad de cara a sus hijos.
Todo lo contrario. Los niños nos observan, nos imitan e interiorizan nuestras conductas para su propio repertorio. Sin embargo, un padre que nunca muestra su parte más humana y vulnerable, puede hacer sentir a su hijo que algo está mal en él. Un padre que no muestra el error como parte natural del proceso de la vida, puede generar en sus hijos un miedo a equivocarse y a ser una decepción.
Estos niños se sentirán débiles e inadecuados cuando se equivoquen en algo. Tratarán por todos los medios de ocultar sus errores y de mantenerse firmes en la mentira, si es necesario, con tal de no asumir su fallo.
Por otro lado, unos padres que muestren humildad y humanidad, transmitirán a sus hijos el mensaje de que es normal y es aceptable equivocarse. Y de que, ser capaz de asumir el error y tratar de subsanarlo, es el camino correcto.
¿Cómo pedir perdón a nuestros hijos?
Hay ciertas claves a tener en cuenta a la hora de pedir perdón. Este debe ser sincero, serio y real. No basta con decir ‘lo siento’ de pasada o acompañarlo de excusas ni auto justificaciones.
Para empezar es importante ponernos a la altura del niño y mirarlo a los ojos. Nuestro perdón debe ir acompañado de una explicación sobre qué es lo que sentimos, debemos expresar que sabemos y reconocemos cual ha sido nuestro error.
A continuación hemos de dar espacio al niño para que exponga su opinión y sus sentimientos, tanto si decide aceptar nuestro perdón como si no. En ocasiones los pequeños necesitan tiempo para asimilar y entender la situación y no debemos presionarlos a aceptar nuestra disculpa en primera instancia. Hemos de respetar también sus emociones.
Por último, no hemos de olvidar que ‘lo siento’ no son las palabras mágicas para justificar cualquier conducta. El perdón debe ir acompañado del firme propósito de que el error no vuelva a cometerse. Además, si es posible reparar el daño causado, hay que hacerlo.
¿Qué significa el perdón?
Significa en primer lugar que tú asumes plena responsabilidad por tu comportamiento. Como adultos es saludable hacernos responsables de nuestra gestión emocional y no culpar a las circunstancias o al comportamiento de nuestros hijos. Pedir perdón no admite peros, significa: lo siento pero tú me hiciste perder los papeles.
El perdón ha de ser sincero. No puede convertirse en una herramienta de manipulación emocional para que, finalmente, el otro admita que tú tenías razón. El perdón puede no ser recíproco, pero tú solo debes ocuparte de que la parte que te corresponde sea verdadera.
Pedir perdón no significa dar la razón al niño o cambiar tu punto vista. Significa simplemente que te arrepientes de las formas, las palabras empleadas o de haberle dañado, y desean resolver la situación desde el respeto.
¿Qué aporta pedir perdón?
Los padres somos los máximos referentes de conducta para los niños y ellos aprenden de nosotros. Al pedirles perdón les estamos transmitiendo:
Que errar es humano, que todos nos equivocamos y es normal. Que la acción a tomar es asumir la responsabilidad y aprender de ello. Les enseñamos asertividad ser capaz de reconocer nuestros fallos y expresar una disculpa sincera.
Que te importa su persona y sus sentimientos. Que te das cuenta de cómo le has hecho sentir y, para ti, prevalece tu amor por él antes que tu orgullo. Mostramos así empatía y la necesidad de ponerse en el lugar del otro y tener en cuenta cómo afectan tus acciones a sus emociones.
Que el perdón es una herramienta interpersonal útil y necesaria. Que al pedir perdón se crea una conexión sanadora entre las dos personas que comienza a reparar el daño.