Prevalencia de los Transtornos de Depresión en Ecuador: una Revisión Sitemática

Introducción

Los trastornos psicológicos que afectan el estado de ánimo incluyen la depresión, trastorno distímico y bipolaridad, los cuales presentan como características principales una reducción en el autoestima y estado de ánimo (Cadah, 2012). Dentro de este grupo, la depresión es el trastorno que se presenta con mayor frecuencia y se define como una perturbación a nivel del estado de ánimo de las personas, en la que se manifiestan sentimientos de tristeza, desesperación y pesimismo, que en algunos casos llega a provocar ideas suicidas e incapacidad para desarrollar correctamente las actividades cotidianas. (Morales, 2017)

De acuerdo con datos de la OMS, este trastorno es frecuente en todo el mundo y afecta a más de 300  millones de personas (OMS, Depresión, 2018), por lo que se considera un problema de salud muy serio, particularmente cuando es de intensidad moderada y larga duración, puesto que puede ocasionar daños y alteraciones a nivel laboral, escolar y familiar ya que afectan a la manera de relacionarse con el entorno y con el resto de sujetos que forman parte de él. (Castillero, 2019)

Según la doctora Beatriz Abad, “La depresión como tal es un trastorno del estado de ánimo, que para las personas que no lo han experimentado es considerado únicamente como un poco de desánimo o de tristeza. Pero a medida que estos síntomas aparecen, son capaces de inferir en el funcionamiento de la persona”. (MetroRD, 2017)

De este modo, la depresión constituye un trastorno mental frecuente, que: “contribuye de forma muy importante a la carga mundial general de morbilidad” ((OMS), 2017). Es decir, que por más simple que parezca, si no es tratado a tiempo puede ocasionar daños irreversibles en la persona. De hecho, se conoce que este trastorno es el responsable de que cada año se suiciden alrededor de 800000 personas, convirtiéndose así en la segunda causa de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años. (OMS, Depresión, 2018)

Ecuador se encuentra en el décimo primer país con mayor prevalencia de depresión a nivel de América Latina, la cual es mayor en la edad adulta que en la juventud, evidenciándose que un 7,5 % de mujeres de entre 55 y 74 años padecen depresión y un 5,5 % de los hombres de la misma franja sufren la dolencia. (Metro, 2017)

La carga mundial de depresión y de otros trastornos mentales está en aumento (OMS, Depresión, 2018). Según el Ministerio de Salud Pública, la depresión es el principal trastorno mental que afecta a los ecuatorianos e indica que su prevalencia en atención ambulatoria para el año 2015, fue de 92 casos por cada 1.000 habitantes (MSP, Redacción médica, 2017).

Un dato importante es que, en Ecuador, la depresión afecta mayoritariamente a las mujeres, puesto que según las atenciones ambulatorias registradas en el Ministerio de Salud Pública, su número de casos llega a triplicar al de casos en hombres. Cabe recalcar que en el 2015 existían 50.379 personas con un presunto y definitivo diagnóstico de depresión; de los cuales 36.631 fueron mujeres y 13.748 hombres.

De este modo, se puede observar que en Ecuador, la depresión es una alteración muy frecuente, pero poco reconocida y tratada, que se debe en parte a la dificultad para realizar un diagnóstico diferencial por la creencia de que el ánimo ansioso o depresivo es una reacción comprensible, también por que el diagnostico se torna difícil cuando los síntomas son similares a los de la enfermedad física (Pino, 2012). Por lo mencionado anteriormente me parece de gran importancia y necesidad detectar la magnitud del de los trastornos de depresión en nuestro entorno, de manera que se pueda analizar y conocer cómo se encuentra la calidad de diagnóstico y sus tratamientos en el país.

Material y Método

Se revisaron estudios publicado es los últimos 10 años (2009-2019), en donde los criterios de inclusión fueron: artículos en español, estudios sobre depresión en general, estudios de depresión de manera particular en Ecuador, estudios que traten de la prevalencia de la depresión, mientras que los criterios de exclusión fueron: estudios de depresión asociado a otros trastornos, estudios sobre el suicidio, estudios de la depresión que aporten poco o ningún dato sobre la prevalencia de la depresión en Ecuador, estudios experimentales.

Así, para llevar a cabo este trabajo se ha realizado una revisión bibliográfica utilizando los siguientes motores de búsqueda y bases de datos: Medline, clinicalKey, ScienceDirect, Psicología y mente, con las siguientes palabras clave: «prevalencia», «depresión», «trastornos del estado de ánimo», «trastornos psicológicos», mediante los cuales se logró obtener 107 artículos, de los que 73 se ha considerado de gran importancia, de estos últimos se excluyeron 37 ya que presentaban temas similares, y de acuerdo a la lectura realizada a sus títulos y resúmenes fueron excluidos 15 ya que aportaban poca información o ésta no era muy relevante. De estos artículos de potencial relevancia se excluyeron 2 ya que incluían en sus resultados datos asociados a otras enfermedades, de modo que 19 estudios terminaron siendo seleccionados de acuerdo a los criterios establecidos y ya mencionados anteriormente.

Resultados

Tras la búsqueda de información en diferentes fuentes bibliográficas se ha podido recopilar 107 estudios y luego de la consideración de los más importantes evitando tomar en cuenta trabajos duplicados se lograron rescatar 36, los mismo que al ser analizados de acuerdo a su título y resumen disminuyeron a 19 estudios, los cuales van de acuerdo a los criterios de inclusión y exclusión ya mencionados anteriormente, es decir 19 artículos en español que aportan información valiosa y relevante sobre la depresión y su prevalencia en el Ecuador.

Es así que, se puede marcar como uno de los principales hallazgos encontrados por medio de este trabajo al hecho de que las mujeres son mucho más propensas que los hombres a experimentar el trastorno de depresión, mostrando una relación de 2:1, es decir el sexo femenino presenta el doble de posibilidades de padecer de este trastorno. Además se ha encontrado que dentro de este grupo, la cultura influye mucho a la aparición de esta, lo cual se confirma al ver que muchas mujeres de determinada cultura presentan un mayor riesgo que las de otras culturas. Por ejemplo, las mujeres mestizas presentan el doble de tendencia a padecer esta enfermedad que las mujeres indígenas.

Cabe recalcar que todos los resultados de los estudios tomados en cuenta para este trabajo son de tipo observacional, de modo que de los 19 estudios 4 no presentaba un grupo de control, 5 estudios fueron de tipo cuasi-controlado y 10 estudios tenían un grupo control, pero no se pudo establecer un seguimiento de la evaluación para los mismos. Cinco de estos estudios presentan una participación voluntaria por parte de los sujetos de estudio, en tres lo realizaron por conveniencia y uno señala que se realizó el reclutamiento electrónico e impreso para el grupo control.

Es importante mencionar que estos artículos no detallan la manera en la que llevaron a cabo el control de asignación. Además, en tres artículos, se señala que los participantes no tenían idea de cuál era la finalidad del estudio, es decir fueron cegados con el propósito de que no se sientan presionados y obtener buenos resultados, reduciendo el nivel de sesgo para los mismos. Siete estudios indican tener el consentimiento por parte de un comité ético y otro por parte de los sujetos de estudio, mientras que cinco muestran o refieren haber presentado únicamente un consentimiento informado a su grupo de control y el resto no presentó o no menciona haber presentado ninguno de estos dos documentos.

Participantes:

Los artículos tomados en cuenta para este trabajo, en su mayoría, incluyen un número equitativo de participantes de los dos sexos, excepto uno que solo incluyó a mujeres en su estudio con el fin de analizar la prevalencia entre ellas en función de la cultura a la que pertenecen. Así mismo se incluyeron a personas de un rango etario de entre 18 y 65 años, pero dentro de cada estudio se incluían a personas de edades homogéneas, es decir que fuesen de edades similares los unos con los otros. Así, gran parte de los artículos realizaron sus estudios con personas entre los 20 y 40 años, es decir personas que estuviesen dentro de la etapa de la adultez, con el fin de establecer relaciones de este trastorno con las diferentes responsabilidades y cargas que se posee a dicha edad. Por otro lado, los estudios que no poseían un grupo de control se dedicaron al estudio, únicamente, de personas asintomáticos que al parecer se encontraban en un ambiente que podría llegar a causar el trastorno. Un dato muy llamativo es que solamente cuatro estudios incluyen el aspecto del suicidio como una de las principales consecuencias que trae el trastorno de depresión, enfatizando así en la importancia de éste ya que si no es tratado a tiempo puede terminar de la peor manera, y cuatro estudios indican cuáles serían las principales posibles causas que permitieron que estas personas desarrollen este trastorno y la manera en la que influye en sus vidas.

Métodos de valoración

Trece de los estudios utilizaron en sus trabajos sistemas de evaluación personal y computarizada, de los que 10 emplearon plataformas, en la cual existían varias etapas y técnicas para medir el estado de ánimo de la persona, los cuales se confirmarían después por medio de la evaluación profesional con el fin de evitar el sesgo al obtener información únicamente de manera objetiva o subjetiva, por lo que se incluyeron estas dos técnicas. En cuanto al tiempo durante el cual se llevaron a cabo las mediciones y toma de datos, la mayoría lo realizó sólo una vez con la excepción de tres estudios que realizaron la toma de datos durante tres días seguidos con el propósito de evitar cambios en las mediciones para luego obtener una media de estas tres mediciones y ser tomadas como valor de referencia, la duración del uso de la plataforma dependía de la misma persona pero también influía y era tomada en cuenta al momento de establecer los diagnósticos. Cabe recalcar que luego de esto se procedía a la evaluación por parte del profesional, en el cual se observaban todos y cada uno de los aspectos del comportamiento de la persona, es decir la manera en la que hablaba, su forma de actuar y su capacidad para establecer relaciones sociales con los demás, y esta fue la etapa que mayor duración tuvo.

Resultados principales de los estudios

En los estudios que se emplearon en el presente trabajo, los datos encontrados varían mucho ya que en 10 de ellos se concluía que este trastorno afecta con mayor frecuencia a las mujeres que a los hombres, estableciendo una relación de 2:1; en 6 estudios se establecía que este trastorno efectivamente afecta más al sexo femenino que al masculino pero con una relación de 3:1, lo cual difiere significativamente de los resultados mencionados anteriormente y más aún de los resultados de los tres artículos restantes ya que, según estos, no existe diferencias significativas en cuanto a la tendencia a padecer de este trastorno entro los distintos géneros.

En lo que respecta a la edad también se evidenciaron muchas diferencias ya que en 6 estudios se presentaba como fundamento que éstas son más frecuentes en personas adolescentes ya que, según estos, son más propensos a padecer trastornos de este tipo porque es una etapa llena de confusiones y problemas que agobian a la persona y conducen a la depresión, mientras que los estudios restantes presentan argumentos de que las personas más propensas a padecer esta enfermedad son las de edad adulta ya que para esta etapa, han alcanzado un nivel de madurez y independencia elevados, por lo que si existe alguna situación que los afecte lo hará de manera intensa y al sentirse independientes no tendrán como prioridad buscar ayuda profesional lo que hace que este trastorno psicológico tome posesión de la persona.

A nivel de la tendencia de las diferentes culturas para presentar este trastorno no se ha encontrado gran variedad ya que casi todos los estudios señalan que esto varía en dependencia de la cultura a la que pertenece la persona. De esta manera, gran parte de estos estudios afirman que éstos trastornos se presentan con mayor frecuencia en personas del sexo femenino pertenecientes a la etnia mestiza, antes que en personas indígenas, mientras que otros estudios se enfocan en la idea de que estas alteraciones son mucho más frecuentes en personas de bajos recursos que en aquellas que poseen una buena situación económica.

Además, en cuanto a la prevalencia misma de esta alteración psicológica se han encontrado valores similares. Así 3 de ellos mencionan que su prevalencia es relativamente baja comparada con otros países como es el caso de Brasil (el cual presenta la mayor prevalencia de depresión a nivel de Latinoamérica), 8 estudios señalan que la prevalencia de este trastorno en de 8,3% en mujeres y 4,7% en hombres, mientras que el resto de estudios enfatizan que la prevalencia de la depresión es de 14,8% en mujeres y 4,3% en hombre. Por lo ya antes mencionado, se calcula que la prevalencia anual del trastorno de la depresión en Ecuador es de 9,5%.

Discusión

De acuerdo con los resultados presentados en este trabajo se puede establecer que la depresión es un trastorno mental de alta frecuencia, que presenta de manera característica constantes y elevados episodios de tristeza, falta de interés e incluso placer, culpabilidad acompañada de baja autoestima, trastornos a nivel del sueño y apetito, cansancio emocional y dificultad para prestar atención a situaciones importantes de la vida cotidiana (Lozada, 2017).

En cuanto a la prevalencia de este trastorno en Ecuador, es alta en comparación con la de otros países desarrollados como es el caso de Estados Unidos, ya que de acuerdo a datos oficiales de la OMS se ha encontrado que en ese país alrededor de 6.7% de los adultos tienen depresión (OMS, Salud Mental, 2016). Sin embargo, estos datos son bajos en relación con los que presentan otros países como Puerto Rico, ya que de acuerdo a la encuesta Behavioral Risk Factor Surveillance System (BRFSS), usada por los centros para el control y la prevención de enfermedades (Soto & Grana, 2010), se obtuvo que la prevalencia general de depresión en este país es de 18.5% (Serra, 2018).

Como se ha mencionado anteriormente, los estudios sugieren que la prevalencia de estos trastornos es mayor, aproximadamente el doble, en mujeres que en hombres en el Ecuador, pero estos datos difieren con los encontrados en otro estudio, el cual sugiere que la relación de esta es de 25:20 para mujeres y hombres respectivamente (Cowley & Lentz, 2019).

Además, es preciso mencionar que este trastorno día a día va ganando territorio ya que según datos de la OMS, el número de víctimas de este trastorno a nivel mundial ha sufrido un notable incremento ya que, desde el 2005 al 2005, se evidenció un aumento de 18,4% de personas con depresión (Saxena, 2017). De igual manera en Ecuador, se ha visto un incremento de la misma y ha pasado a convertirse en la enfermedad mental más frecuente de consulta psicológica (Andrade, 2014) y para la OMS, en el 2020 será no solo la primera causa de discapacidad en el mundo sino también una de las principales causas de morbilidad (OMS, Salud Mental, 2016).

En lo que respecta a la edad se evidenciaron muchas diferencias ya muchos estudios afirman que éstas son más frecuentes en personas adolescentes ya que, según estos, son más propensos a padecer trastornos de este tipo porque es una etapa llena de confusiones y problemas que agobian a la persona y conducen a la depresión. Por el contrario, existen estudios que afirman que las personas más propensas a padecer esta enfermedad son las de edad adulta ya que para esta etapa, han alcanzado un nivel de madurez e independencia elevados, por lo que si existe alguna situación que los afecte lo hará de manera intensa y al sentirse independientes no tendrán como prioridad buscar ayuda profesional lo que hace que este trastorno psicológico tome posesión de la persona.

Así mismo, según el Informe de la Salud en Puerto Rico las personas de 50 a 64 años presentan una mayor prevalencia de depresión (Soto & Grana, 2010), lo cual varía mucho con los datos pertenecientes a Ecuador, ya que en él existe un mayor número de prevalencia de trastornos de depresión en personas pertenecientes al grupo de adultez temprana, es decir de 20 a 40 años, y en mujeres cuyas familias viven por debajo del nivel federal de pobreza.

Por otro lado, un estudio observacional muestra evidencia clara que confirma la existencia de una relación entre la depresión y enfermedades y síntomas digestivos, lo cual brinda una reseña de la gran importancia del tratamiento de ésta (Arguado & García, 2017). Esta importancia radica en que esta afección no solo afecta a la manera de sentirse sino que también a cómo funciona el cuerpo, reconocer los síntomas y buscar ayuda profesional para tratarla es primordial. Pero, a pesar de ella existe información que comprueba que en muchos países estos trastornos no son tomados con la debida importancia, como es el caso del Occidente y España, en donde la depresión, es uno de los problemas que continúan siendo infradiagnosticados, es decir que no se diagnostican y a pesar de que muchas de las consultas médicas a primer nivel se relacionan con salud mental, lo cual se da por una falta de tiempo y medios, además de la incorrecta preparación en los temas que en conjunto con la ausencia de bases de datos que proporcionen información clínica sobre salud mental (Campagne, 2017). Además, existen estudios que demuestran que sólo un 33 a 50% de personas con depresión pide ayuda profesional y trata correctamente su trastorno (Eisinger, 2009).

Algo realmente interesante es que, a pesar de ser diagnosticados, no todos cumplen con su tratamiento ya sea porque el paciente no le pone el interés necesario a su padecimiento y lo considera como algo leve, o también porque posee poco conocimiento acerca del tratamiento, sobre los efectos beneficiosos que le pueden aportar y en qué plazo, sobre los efectos secundarios o acerca de la necesidad de continuar el tratamiento varios meses después de la desaparición de los síntomas. Es necesario tener en cuenta que suspender un tratamiento de forma abrupta o saltarse varias dosis puede provocar síntomas parecidos a los de la abstinencia, y dejar de tomar los medicamentos de manera repentina puede empeorar la depresión (Mayoclinic, 2018).

Es importante tener en cuenta que los pacientes deprimidos frecuentemente presentan enfermedades médicas concomitantes como es el caso de la artritis, hipertensión, dolor de espalda, diabetes y problemas cardíacos. La prevalencia de estos trastornos médicos crónicos en los pacientes deprimidos es elevada, llegando a alcanzar un 65 al 71% de los sujetos (Fava & Cassano, 2019). Debido a ello, es de vital importancia realizar un diagnóstico lo antes posible para evitar complicaciones mayores, pero comúnmente, este diagnóstico no es tan fácil de realizar como parece ya que suele confundirse con etapas leves de tristeza, lo cual es considerada como normal, y es precisamente eso lo que conlleva a agravar la situación de la persona con esta alteración (Ezquiaga, García, Díaz, & García, 2010).

En lo que respecta al tratamiento es importante mencionar que antes de administrar antidepresivos en el paciente se deberá analizar los beneficios que se esperan alcanzar, en conjunto con los efectos secundarios que pueden tener y especialmente de la duración del tratamiento. Hay un tiempo de latencia en el comienzo de sus efectos terapéuticos que puede ser de 2 a 4 semanas y en general, cuanto más graves son los síntomas de depresión más beneficio se puede esperar del tratamiento farmacológico.

De forma general no se recomienda el empleo de fármacos en depresión leve por presentar un bajo riesgo-beneficio. En estos pacientes solo deben considerarse en caso de: fracaso de otras estrategias terapéuticas, problemas psicológicos o médicos asociados o historia previa de depresión moderada o grave (Health., 2009). El empleo de fármacos antidepresivos mejora la depresión moderada y grave por lo que representan un tratamiento de primera línea. Es importante tener en cuenta que alrededor de un 38% de pacientes no responden al tratamiento con antidepresivos tras 6-12 semanas y un 54% no alcanzan la remisión (Gartlehner, Hansen, Thieda, Gaynes, & Krebs, 2007).

Conclusiones

La depresión es considerada como una enfermedad de salud mental que afecta principalmente al estado de ánimo, y que logra afectar de una manera significativa a la persona ya que involucra al cuerpo, el humor y los pensamientos, razón por la cual la persona que la padece se siente triste, vacía o sin esperanzas la mayor parte del tiempo, presenta frecuentemente episodios de desinterés por las actividades que realiza y mucha de las veces se acompaña de llanto y lamento, lo mismo que puede llegar a perdurar por largos periodos que incluso superan a las 2 semanas, influyendo así en la vida personal, familiar, colectiva y laboral de la persona.

Esta afección, con mucha frecuencia, suele pasar por desapercibida ya que se la confunde con el hecho de sentirse melancólico o triste por algunas horas o un par de días. Por lo cual es necesario tomar mucha atención a estos casos ya que un mal diagnóstico impide que se dé un correcto tratamiento a la persona que lo padece, ocasionándole mayor daño, lo que puede conducir a que la persona tome decisiones drásticas e irreversibles como es el caso del suicidio. Cabe recalcar también que la depresión es diferente a la angustia que comúnmente se siente al perder a un miembro de su familia, amigo o persona allegada o al se siente al perder a un ser querido o al enfrentarse a un trauma o evento difícil, debido a que no es una afección que desaparece de la noche a la mañana o termina simplemente con algo bueno que realice la persona, por lo que se considera que la persona que tienen depresión no puede solo ‘recuperarse’, sino más bien debe ser tratada con ayuda profesional.

Es importante mencionar que gracias a la técnica utilizada en este trabajo se pudo obtener información sobre la prevalencia del trastorno de la depresión en Ecuador, concluyendo que no existe un número elevado de personas con este problema, sin embargo, debido a la existencia de un mayor riesgo en mujeres, estas deben ser tratadas con la debida responsabilidad, para evitar consecuencias drásticas. Es así que para prevenir y atender este trastorno, el Ministerio de Salud Pública cuenta con la línea telefónica gratuita 171. Con la opción 1 se solicita una cita y con la opción 2 los interesados reciben asesoría en varios temas de salud mental.

Bibliografía

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01 August 2022
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