Realidad Y Lenguaje, Discusión Filosófica

La fuerte sensación de vacío existencial, junto a las constantes reflexiones que desde una perspectiva interior puedan devenir del yo, son experiencias recurrentes a partir del cuestionamiento sobre las verdaderas posibilidades que tiene el ser humano para alcanzar una libertad plena. En efecto, distintas son las teorías que desde el entendimiento filosófico pueden acercar estos cuestionamientos a un plano expresivo del lenguaje y el razonamiento crítico. A partir de este supuesto, el lenguaje ideará una realidad material que nos facilitaría la discusión en torno a estos supuestos y sus posibilidades de extensión en nuestras vidas.

La libertad, para diversos autores clásicos y fundadores de las teorías más exitosas de los últimos siglos (Locke, Kant y Mill, por citar algunos ejemplos), nos inducen hacia un marco teórico el cual asegura la posibilidad social del ser humano de vivir en libertad, respetando ciertos límites de convivencia que van ligados estrechamente a un sentido de responsabilidad interior lo suficientemente robustecida como para comprender la existencia gregaria (que de otra forma, dice el propio liberalismo, sería difícil de concretar). De este planteamiento, surgen otros un tanto más abstractos en cuanto al verdadero espíritu de dicha libertad y las posibilidades materiales de lograrla. En efecto, durante el transcurso del semestre hemos sido testigos de cómo algunos de estos planteamientos nos inducen a pensar en premisas como las expuestas en corrientes como el determinismo, siendo aquella una teoría moderna la cual nos asegura que el individuo se encuentra en un estado de dependencia absoluto tanto al conocimiento de su realidad como a la percepción (interacción material) que pudiera acceder en este escenario. Por consiguiente, se deduce que tanto la identidad como voluntad del ser humano -las cuales emanan de sus posibilidades naturales de razonamiento y las institucionales de convivencia social- estarían fuertemente ligadas a un contexto ajeno al poder de decisión que emana de la autonomía individual, lo que nos llevaría a plantear el supuesto que el determinismo excluye la posibilidad de que seamos plenamente libres.

El presente ensayo tiene por objetivo analizar dichos factores y la relevancia que tiene esta discusión para comprender problemas sociales que hoy evidenciamos en la contingencia política, en torno a los límites de la libertad y la capacidad plena de acceder a un estado de autonomía personal. Por lo tanto, en las siguientes planas abordaremos la capacidad teórica de encausar dicha discusión por parte del pensamiento determinista, para efectos de dilucidar aún más la hipótesis de este ensayo, utilizando ejemplos prácticos que se desprenden de autores como Carlos Moya (Libertad, Determinismo y Responsabilidad Moral), García-Encías (Metafísica y Análisis de la Causalidad) y P.F. Strawson (Análisis y Metafísica). Para finalizar, convendremos en exponer una breve reflexión en torno a los actuales parámetros de la libertad tanto civil como individual, para posteriormente concluir en una serie de desafíos que todavía tenemos pendientes en ese contexto para las próximas décadas, las cuales según muchos estadistas y filósofos presentes, resultarían cruciales para asegurar la supervivencia de nuestra especie.

Para comenzar, me gustaría abordar la interrogante respecto a cuál sería el estatus modal respecto a los factores del comportamiento humano, es decir, de qué manera podríamos abstraer de esta idea preliminar de la libertad condicionada por el determinismo, un patrón de conducta estándar que explique de cierto modo este nexo entre hechos materiales y acciones humanas. Resulta innegable que nuestro entorno y todo aquello que lo constituye (cultura, relaciones personales, métodos productivos) afecta causalmente nuestra realidad, en cuanto a estilos de vida y generación de hábitos se trata. De cierto modo, aquello determina la manera en la cual nos comportamos para nosotros mismos y quienes nos rodean, por tanto podríamos dilucidar anticipadamente un estado de condicionalidad a la libertad plena, en los términos más puros del concepto. No obstante, no es claro que estos factores causales que inciden en nuestro comportamiento de modo necesario, es decir, dada su ocurrencia, necesariamente sigan un patrón determinado para constituir una forma de comportemos. Esto se explicaría, podríamos continuar, porque la causalidad podría darse sin necesidad de que una acción exógena interfiera. Ejemplos hay varios y en las siguientes líneas me gustaría abordar un par de ellos, para efectos de poder sustentar aún mejor la tesis propuesta en este ensayo.

La relación causal es necesaria en cuanto que si uno de los términos, pongamos la causa, fuese diferente, el efecto sería otro efecto, y por tanto no sería la misma entidad; y viceversa, si el efecto fuese diferente, su causa sería diferente, y por tanto no sería la misma entidad sino otra. Y la relación de identidad es necesaria. Por tanto, la relación causal también es necesaria aunque los elementos que relaciona sean entidades distintas (García-Encías, pp-225).

En efecto, el hecho de que el ser humano se encuentre supeditado a las causas y consecuencias de cualquier elemento que lo rodee o se encuentre en su interior (por ejemplo, el ejercicio de razonar), dificulta la posibilidad remota que la plena autonomía del individuo pueda desarrollarse. Siempre existirá una condicionante (social, cultural, material, formal, etc.) la cual privará al individuo de restarse del análisis de causas y consecuencias en su percepción de la realidad. “Pero sólo si podemos más o menos vagamente concebir los fenómenos antecedentes y consecuentes como si estuviesen conectados de una forma más o menos remotamente asimilable, o análoga, a la de los modelos de la acción y la reacción causal que ya poseemos, estamos dispuestos a considerar a los primeros causas de los segundos” (Strawson, pp.183). Para Strawson, la relación de causa-consecuencia es un pilar fundamental para distinguir efectos y prever posibles alternativas de acción, siendo esto un ejercicio de razonamiento necesario para efectos de distinguir los elementos que constituyen el escenario material en el cual se desarrolla el individuo. Para autores como Moya, en cambio, la libertad consiste necesariamente en la conjunción activa de 3 requisitos fundamentales: falta de casualidad (intencionalidad), capacidad y voluntad. Sin ellos, necesariamente el individuo no podría aseverar que es libre de accionar en virtud de algo. No obstante, la complejidad del asunto deviene cuando se analizan variables como las siguientes:

Sin embargo, el control volitivo-racional no resulta tampoco suficiente para que una decisión o una acción sean libres. Un sujeto puede ejercer ese control sobre sus decisiones y acciones sin ser un agente libre. Si, por ejemplo, los deseos, motivos y valores de un sujeto son el fruto de un proceso de lavado de cerebro o de un condicionamiento psicológico sistemático, o tal vez de una programación o incluso una manipulación directa de su cerebro, no consideramos a este sujeto como un agente libre, aun cuando conserve intactas sus capacidades de deliberación y elección racional (Moya, pp.366).

Otro aspecto a considerar es que efectivamente, tal como sostienen algunos de los autores estudiados a lo largo del semestre, existen ciertos patrones conductuales y disposiciones heredadas de la existencia social del individuo, que anteceden a la propia existencia del ser racional y que, de alguna u otra manera, determinan su comportamiento, oportunidades y condiciones de desarrollo, e incluso proyectos de vida a largo plazo. Toda esta amalgama de eventos causales y que se condicionan de manera identitaria con una acción, son muchas veces frutos externos de la voluntad individual y conciencia del ser. Esto mismo nos llevaría a pensar que la posibilidad de ser libres en sociedad resulta un tanto complejo, pues el pacto social que antecede a la existencia del ser coarta de cierto modo la plena autonomía de la voluntad, determinando por consiguiente modelos de conducta que posteriormente generan reacciones en el individuo. Tal como adelantaba Moya en su libro, el sujeto debe necesariamente ser genuino autor de sus decisiones y acciones. Es decir, debe tener la potestad interior lo suficientemente desarrollada y crítica como para deliberar e imponer para su existencia lo más conveniente y eficiente. Estos últimos dos aspectos son necesariamente debilitados cuando se existe en sociedad. En efecto, sin estas delimitaciones difícilmente sería tolerable algún estilo de vida con otro, pues la colisión de conveniencias personales haría sufrible todo intento de coexistir. Siglos atrás, los pactos sociales consolidados por los contractualistas modernos apuntaban en este mismo sentido, pues reconocían la limitante anteriormente expuesta y la necesidad de “salir de un estado de naturaleza en que se ejercía la plena libertad”, para posteriormente construir un acuerdo de voluntades en donde cada parte cede un espacio de pleno libertinaje para posteriormente poder convivir al amparo de un poder autónomo, civil y determinadamente justo. “El supuesto de la supervivencia fuerte o robusta de las propiedades mentales sobre las físicas es importante para la fuerza del argumento, pues sin él cabría la posibilidad de que tuviéramos poder sobre nuestras decisiones aunque no la tuviéramos sobre los procesos físicos, incluyendo los movimientos físicos que en cada momento constituyen nuestras acciones” (Moya, pp.373).

Esta construcción social, anteriormente enarbolada de manera descriptiva, necesariamente requiere de la imposición de valores, de la convención de mayorías -difícilmente absolutas- y la imposición coactiva a quienes no deseen vivir en tales condiciones (por ejemplo, quien comete un delito, acción típicamente sancionada por quienes han convenido en aquello como un ataque directo a la libertad del otro). Por tal motivo, resulta evidente que dicha imposición convencional ha dejado sin efecto la plena libertad de la cual hacíamos referencia desde un comienzo y que, sin lugar a dudas, queda excluida por el pensamiento determinista. “Cualquier concepción razonable de la libertad y la responsabilidad moral ha de aceptar, como punto de partida, que no tenemos control ni elección alguna sobre los factores que configuran inicialmente nuestra personalidad” (Moya, pp.398).

A modo de conclusión, me gustaría reflexionar en torno a la complejidad de esta discusión filosófica y la relevancia que reviste a su vez para comprender nuestros espacios de autonomía civil, junto a lo que conlleva un ejercicio efectivo de la libertad, en los términos que hemos convenido en respetar durante el transcurso de las últimas décadas. Si bien las bases de este pensamiento occidental se han fundado en las teorías de autores clásicos como los aludidos en la introducción del presente ensayo, no debemos dejar de lado que la constante puesta en práctica de los postulados ahí presentes y el resguardo supranacional de dichos preceptos, en la forma de principios y garantías de orden internacional y público, resultan elementos fundamentales para el devenir social del individuo, sobre todo en un contexto mundial en que las relaciones de interdependencia (frutos del proceso de globalización) son cada vez mayores y cualitativamente más refinadas.

En efecto, debatir en torno a las posibilidades materiales de alcanzar una absoluta libertad, no solo nutre nuestro pensamiento y capacidad crítica de argumentar, sino que además nos centra en el escenario social bajo el cual nos encontramos insertos y faculta a la conciencia del individuo ver la realidad desde una perspectiva si bien un tanto pesimista, aterrizada en cuanto a las conclusiones y verdaderas posibilidades de actuación autónoma. Lo que nunca podrá ser privado del individuo son sus atributos personales e interiores. Cuando no, si bien estos podrían ser moldeables a una determinada cultura o patrón conductual, el interior hasta nuestros tiempos resulta complejo de subordinar completamente, en una especie de actuación completamente afín a la voluntad de otro individuo. Si bien existen instancias que fueron institucionalizadas para tales efectos (un ejemplo concreto es la esclavitud), nuestras sociedades modernas no toleran estos tipos de acciones ni encuentran justificación alguna, que sea medianamente convincente y en sintonía con la promoción de derechos fundamentales.

Para tales propósitos, en efecto, considero como oportuno el hecho que nos demos estos espacios de discusión y reflexión, pues últimamente el riesgo de volver a encontrar en la historia del ser humano a doctrinas totalitarias -que evidentemente propenden hacia la restricción de conciencia del individuo- es más latente que nunca. “Nos explicamos a nosotros mismos y a los demás en términos que podríamos calificar de humanos y sociales. Nos referimos a rasgos heredados, a influencias sociales, a los efectos de la educación, el aprendizaje y la experiencia, a las circunstancias particulares en que la gente se ve a sí misma. Hablamos del carácter, la personalidad y las influencias que los conforman y modifican” (Strawson, pp.202). Como señala este autor, las influencias del intelecto humano en este afán por conocer y permitir espacios sociales de libertad deben ser entendidas como consecuencias de procesos cognitivos y pedagógicos, lo que reafirmaría la idea central de que necesariamente se debe recurrir a una restricción de la libertad absoluta para instruir nuestras mentes y advertir sobre posibles riesgos que podrían terminar por restringirla de manera absoluta. Por tanto, considero que el determinismo es una suerte de alerta, tanto para darnos cuenta que la libertad plena y que muchas veces reaparece en consignas políticas y demandas sociales no existe en los términos prácticos que ha sido planteada, como para tomar cartas en el asunto y reconocernos como seres condicionados, limitativos pero con la potencialidad de ser conscientes de esa propia necesidad de restricción, en virtud de una vida en sociedad y el combate activo de inequidades que devienen desafortunadamente de dichas relaciones. 

12 May 2021
close
Tu email

Haciendo clic en “Enviar”, estás de acuerdo con nuestros Términos de Servicio y  Estatutos de Privacidad. Te enviaremos ocasionalmente emails relacionados con tu cuenta.

close thanks-icon
¡Gracias!

Su muestra de ensayo ha sido enviada.

Ordenar ahora

Utilizamos cookies para brindarte la mejor experiencia posible. Al continuar, asumiremos que estás de acuerdo con nuestra política de cookies.