Relación de la Retorica con la Oratoria y su Importancia en el día de Hoy

Ante la eficacia de la argumentación oral adecuada, Córax de Siracusa, redactó un tratado de oratoria en sentido estricto (Téchne de oratoria judicial), un sistema de comunicación para hablar ante la asamblea política o ante los tribunales con fines claramente persuasivos, al igual que hizo su discípulo Tisias, quien se encargó de divulgar su obra por Grecia.

Años más tarde, de Sicilia pasó a Atenas, y fue en Grecia donde se desarrolló, a través del recién llegado embajador Gorgias, en el año 427 a.C., quien se consagró a la enseñanza de la retórica. Gracias a su técnica, se constituirá más tarde la escuela de abogados y de formación política por medio de la retórica. Era el nacimiento de la disciplina que más tarde Aristóteles denominó «arte».

La relación de la retórica con la oratoria es evidente desde sus orígenes, pues funcionan como expresiones equivalentes, sin embargo, presentan una divergencia en la medida en que el término “retórica” se ha ido especializando para la configuración teórica de la técnica del discurso lingüístico persuasivo y “oratoria” se ha concretado en la práctica comunicativa oral propia de esa técnica, es decir, mientras que el sustantivo “oratoria” mantiene en exclusividad su relación con lo oral, el sustantivo “retórica”, que no pierde dicha vinculación, adquiere también relación con la escritura. Si bien se trata de una divergencia que no es absoluta, pues pueden emplearse ambas expresiones como sinónimos.

A partir del siglo III a.C., comienza en Roma a desarrollarse embrionariamente la oratoria. La cultura griega fue acogida con entusiasmo por la nobleza filohelena; no obstante, también cayó bajo las sospechas de la facción conservadora, que consideraba la elocuencia como una herramienta con la que manejar fácilmente al pueblo. Es en el siglo II a.C. cuando empiezan a establecerse allí, a través de la llegada de los rethores griegos, escuelas de retórica. Los estudios de retórica terminan imponiéndose y constituyendo, junto con la gramática, la base indispensable de la educación de los jóvenes de las familias acomodadas que, como preparación imprescindible para la vida política o el ejercicio de la abogacía, aprendían la “técnica oratoria”. En ésta época histórica, la República romana, basada en la consulta popular, conoce un desarrollo extraordinario de la oratoria, al vivir en unas condiciones de libertades políticas que permiten a sus ciudadanos manifestarse de manera pública. Así las cosas, a pesar del origen primario de la oratoria claramente judicial, este hecho tiene pues, una doble faceta, política y jurídica, que son a su vez las dos vías fundamentales de la oratoria.

En los dos últimos siglos de la República, y muy especialmente el primero de ellos en el que destaca la irrepetible figura de Marco Tulio Cicerón, el cultivo de la retórica se mantuvo vivo y con fuerza; sin embargo, con el agotamiento del sistema republicano y la llegada de Augusto al poder, la práctica de la oratoria, privada de las condiciones políticas que la justificaban, languidece y se transforma en un puro ejercicio de retórica. En el Diálogo de oradores de Tácito, Maternus constata el declive de la elocuencia y ofrece una explicación histórica de la que se puede interpretar que una administración monárquica sensata asegura la paz pública y que la elocuencia declina cuando se expande la paz y el bienestar. De cualquier forma, esto no impediría afirmar, casi simultánea y contradictoriamente, la estrecha relación entre elocuencia y libertad republicana.

Cabe señalar como producto más interesante de la época imperial la aparición de las llamadas declamaciones, que suponen el último grado del entrenamiento retórico. Conocemos estas declamaciones principalmente por la colección de Controversias y Suasorias de Séneca, quien nos ha legado esta práctica escolar.

Con el nacimiento de la Edad Moderna (desde el descubrimiento de América s. XV hasta la Revolución Francesa en el s. XVIII) el discurso político – propiamente dicho – volvió a nacer, debido a la necesidad de tejer lazos de comunicación pública entre los individuos que conformaban la comunidad. Véase en Estados Unidos, Abraham Lincoln (1809) un notable político y abogado que gracias a su poder de oratoria y persuasión logró convencer a sus ciudadanos de abolir la esclavitud; o en India Gandhi (1869) notable líder político y abogado, con sus discursos y prácticas de la no violencia obtuvo la independencia India del imperio británico. Asimismo, en Europa la Revolución Francesa trajo consigo un conjunto de personajes que dominaban la capacidad para movilizar al pueblo con su ferviente retórica, tales como el revolucionario jacobino Robespierre.

La oratoria revolucionaria en Francia era el producto de modelos clásicos, que en un tiempo habían sido modificados para adecuarlos a las necesidades del púlpito, el tribunal o el salón de conferencias, y que ahora, los temas de la ciudadanía, el patriotismo y el deber de resistir al rey eran predicados abiertamente. Al final del siglo XVII, los defensores de los «modernos» consideraban que Francia poseía ya su gran literatura oratoria; pero no era una oratoria política sino religiosa: con Bourdaloue y Bossuet, la elocuencia del púlpito supera, declaran, la elocuencia jurídica y política de los antiguos. Entonces, la oratoria brillará sobre todo en el ámbito eclesiástico.

La oratoria de la edad contemporánea corresponde a lo subsiguiente de lo anterior hasta nuestros días. Hoy en día la importancia de la oratoria llega a todos los ámbitos. El manejo de una buen oratoria es un factor necesario si se quiere sobresalir en el competitivo mundo actual, es por ello necesario dominar sus técnicas y métodos, porque hoy en día sin una buena expresión oral es muy difícil llegar a triunfar. 

07 July 2022
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