Segregación Racial: Periodo Histórico

Introducción

Sudáfrica vivió tiempos sombríos durante el llamado Apartheid, un periodo histórico basado en la segregación o separación racial, el cual surgió hacia el año 1948 hasta 1991. El objetivo del apartheid era separar las razas (Blancos, Asiáticos, Mestizos o Coloured, Bantúes o Negros) tanto jurídicamente como geográficamente, estableciendo una jerarquía en la que la raza blanca dominaba al resto.

En medio de un escenario donde la discriminación estaba institucionalizada, los sueños de libertad eran cada vez más difíciles de obtener y todo acto de rebeldía suponía un castigo inminente. Sin embargo, existieron hombres que fueron capaces de sacrificar todo por sus principios, dispuestos a dar su vida para conseguir la libertad de sus semejantes. Uno de ellos fue Nelson Rolihlahla Mandela, nacido el 18 de julio de 1918 en Mvezo, Sudáfrica.

“Deja que la libertad reine. El sol nunca se pone sobre tan glorioso logro humano”, solía decir el hombre que llegaría a convertirse en Presidente de Sudáfrica.

Desarrollo

Firme en sus principios, Mándela le declaró la guerra abierta al Apartheid, en busca de acabar con cualquier muestra de segregación racial en el territorio. No fue nada fácil, sobre todo, porque el problema estaba altamente enraizado desde la década de los 40. Pero, ¿qué buscaba realmente el Apartheid? El término significa separación en Afrikaans, una variante sudafricana del idioma holandés, se traduce como “separación” y alude directamente a la distribución social y territorial en favor de la raza blanca.

En aquellos años, la división social en Sudáfrica era palpable. Los blancos eran los únicos hombres con derecho al voto, los matrimonios y relaciones sexuales entre blancos y negros estaban totalmente prohibidos, se creaban lugares separados, tanto de vivienda como de estudio y entretenimiento, para los diferentes grupos raciales. 

Muchas son las anécdotas de como estas comunidades (en su mayoría negras) fueron oprimidas, humilladas, violentadas y desplazadas de sus familias a causa del apartheid, pero uno de los casos más significativos dentro de esta lucha fue la masacre de Sharpeville, la cual tuvo lugar el 21 de marzo de 1960 en medio de una protesta organizada por el Congreso Nacional Africano y el Congreso Panafricano.

 En un intento de protesta en contra de los pases instaurados por el apartheid para que las comunidades negras pudiesen movilizarse sobre su territorio, 300 agentes de la policía decidieron abrir fuego y dispararon durante unos dos minutos al ver que no podían controlar o poner fin a la manifestación. Según la investigación oficial, 69 personas fueron asesinadas y 180 fueron heridas de gravedad.

Aunque el Apartheid terminó en 1991 con ayuda de Nelson Mándela y el partido Nacional Africano (CNA) y sus relatos aún causan indignación en la actualidad, ¿qué tan lejos está la sociedad moderna de la discriminación racial? ¿Realmente se dio fin a esta problemática?

De acuerdo con organizaciones de derechos humanos y diversos activistas, el racismo continúa implícito en nuestra sociedad. Solo basta mirar las noticias o detenerse a observar la distribución racial en los ámbitos laborales y socioeconómicos de nuestras ciudades para percibir que la ideología de superioridad racial sobrevive actualmente. Independientemente del nivel de desarrollo, la división y segregación sigue latente en diferentes partes del mundo, aunque no sea tan palpable como antes.

Podemos ver que en Estados Unidos, la llegada de Donald Trump a la presidencia solamente dejó ver problemáticas presuntamente superadas. Las muestras de racismo, la intolerancia hacia la comunidad musulmana y sus políticas de odio hacia los inmigrantes, son solo una muestra de que aún vivimos en medio de una sociedad mentalmente colonial.

Conclusión

Los abusos de la Policía sobre personas de color y las manifestaciones recientes del Ku Klux Klan son justificadas por miles de personas en Estados Unidos, al igual que el rechazo hacia los latinos por parte de los norteamericanos. Resulta evidente que los principios del Apartheid no solo eran un problema en Sudáfrica, sino que son un cáncer que no conoce fronteras de tiempo ni espacio.

Debemos tomar conciencia y aprender que el respeto y la paz empiezan cuando aprendemos a valorar a las personas no por su color de piel o estatus socioeconómico, sino porque todos somos humanos y nuestro intelecto y nuestras capacidades nunca se verán limitadas por nuestro color de piel ni por el dinero que tengamos o la religión a la que pertenezcamos. 

28 May 2021
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