Segundo Holocausto: Los Gulags de Rusos
En la actualidad existen una cantidad inmensa de películas y libros sobre El holocausto judío, los campos de concentración nazi, pero, se olvida, que a su vez, en la URSS se cometían eso es horrores incluso más terroríficos.
Los gulag, significa, dirección general de campos de trabajo. Se sabe que existieron 476 sistemas de campos de concentración, cada uno conformado por ciento incluso miles de campos individuales, que en algunos casos se extendía sobre miles de millas cuadradas de lo que, de otra manera sería tumba vacía.
Pero ,¿de donde provenía todo esto?: El gulag tenía antecedentes de la Rusia zarista, en la brigada de trabajadores forzados que operaban en Siberia desde el siglo XVII hasta el inicio del siglo XX. Casi inmediatamente después de concluir la revolución rusa los gulags adoptaron su forma más moderna y conocida, convirtiéndose en una parte integral del sistema soviético
Lenin, El líder, había exigido que los elementos inseguros fueron confinados en campos de concentración en las afueras de las principales ciudades. Posteriormente, entre 1929, hasta 1953, muerte de Stalin, 18 millones de personas habían pasado por ese sistema, el 15% de la población.
Los prisioneros trabajaban en casi todas las industrias imaginables: explotación forestal, minería, construcción, manufactura, agricultura, aeronáutica y armamento . Vivían en una civilización separada, como en un país dentro de otro país.
El gulag tenía sus propias leyes, costumbres e incluso su propia jerga, generaba su propia literatura, sus villanos y sus héroes, y dejó una huella en todos los que estuvieron allí, tanto prisioneros como guardianes.
Pero,¿porque iban allí? Allí iban los presos políticos, que no coincidían con los ideales de Stalin, pero no solo iban políticos, es decir todo aquel que no estuviese de acuerdo con la política stalinista acababan allí: sacerdote,exministros, ciudadanos, campesinos etc..
Como escribió aleksander tvardovski, Y el destino los hizo a todos iguales al ponerlos fuera de la ley ,fuese hijo de kulak o de Comandante rojo, fuese hijo de Pope o de comisario. Aquí toda la clase se igualaban, todos los hombres eran hermanos, todos compañeros del campo, cada uno marcado por traidor.
Pero también tenía reprimidos a personas de otras etnias, como judíos gitanos etc. Sin embargo, solo se habla de Hitler en el tema antisemita, pero Stalin también consideró al pueblo judío como colectivamente culpable de conspirar contra el Estado soviético y así es como se deportaron a millones de judíos a los gulag durante la operación que constituiría un segundo holocausto en Europa.
Milagrosamente el 5 de marzo de 1953 el mandato de Stalin perdió la vida y puso fin a la era estalinista, Y por tanto la cancelación del segundo holocausto previsto para marzo de 1953.
Hasta hace poco era posible explicar esta ausencia de sentimiento popular sobre la tragedia de la Europa comunista como el resultado lógico de un conjunto particular de circunstancias. El paso del tiempo es una parte: los regímenes comunistas fueron menos censurables con el transcurso de los años. Nadie se asustaba mucho con el General Jaruzelski, o incluso con Brezhnev, aunque ambos fueron responsables por gran parte de la destrucción. Además, los archivos estaban cerrados. El acceso a los lugares de los campos de concentración estaba prohibido. Ninguna cámara de televisión filmó nunca los campos soviéticos o a sus víctimas, como lo hicieron en Alemania al final de la Segunda Guerra Mundial. A la vez, la ausencia de imágenes significa que el tema en nuestra cultura visual tampoco existió realmente.
La ideología también transformó las formas en las que hemos comprendido la historia soviética y de Europa Oriental. En la década de 1920, los occidentales sabían mucho sobre lo sangrienta de la revolución de Lenin y de los campos de concentración que él acababa de establecer. Los socialistas occidentales, muchos de cuyos hermanos estaban entre las primeras víctimas de los bolcheviques, protestaron enérgica, firme y frecuentemente contra los crímenes que estaban siendo cometidos por el régimen bolchevique. Curiosamente varios españoles, tuvieron que ir en estas condiciones, como prisioneros en un gulag.
Terminada la Guerra Civil Española (1936-1939) con la victoria de la España Nacional frente a la Segunda República, en la Unión Soviética se encontraban exiliados un total de 4.195 republicanos españoles (891 políticos, 192 alumnos en aviación y marinería, 130 profesores y 2.982 niños). Como consecuencia de su derrota en la contienda, ninguno podía regresar a su patria porque la nueva España de Francisco Franco tomaría represalias contra ellos. Ante este panorama, lógicamente quedarse en la URSS era lo más sensato en apariencia, sin saber que con el tiempo aquello también se convertiría en una opción mucho más peligrosa.
Entre las alternativas que se ofreció a los republicanos españoles nada más comenzar la Segunda Guerra Mundial en 1939 estuvo la de regresar a España, permanecer en la URSS o exiliarse a un país democrático liberal. Algunos viajaron hacia el extranjero vía Turquía y luego a Francia y México, pero la mayoría prefirió arriesgarse y afincarse en Rusia por el atractivo ideológico que la propaganda había vendido de esa nación durante la Segunda República. Así fue como todos los españoles fueron dispersados por diversas ciudades y pueblos de la Unión Soviética, salvo la excepción de los pilotos y marineros a los que los alojó provisionalmente en centros militares como Kirovabad, Planiernaya, Mónino y Odessa.
Los problemas entre soviéticos y españoles comenzaron cuando algunos de los pilotos y marineros realizaron gestiones secretas con embajadas extranjeras para intentar salir del país. Básicamente se trató de una serie de solicitudes a diversos países de Europa, Estados Unidos y Latinoamérica, incluyendo sorprendentemente Alemania y España, aunque esta última rechazó el regreso a 27 españoles que suplicaron perdón. Como consecuencia de estos inesperados movimientos sin consentimiento del Estado, la Policía Estatal del NKVD detuvo en Mónimo a 8 pilotos y en Odessa a 6 marineros. Estos 14 españoles fueron acusados falsamente de espionaje e inmediatamente deportados a Siberia, falleciendo algunos de ellos durante el viaje en tren debido a las malas condiciones salubres y el frío.
Cuando el Tercer Reich invadió la Unión Soviética en 1941, todos los extranjeros en territorio ruso fueron considerados por las autoridades comunistas como “espías” al servicio del Eje. El 27 de Junio los primeros 45 españoles, todos marineros, fueron detenidos en Odessa. Al día siguiente, el 28, otros 26 hispanos (25 pilotos y un profesor llamado Juan Bote García) fueron arrestados en Tolstopaltsevo. Como si fueran ganado, los españoles iniciaron el viaje en un tren de la marca Stolypin hacia los gulags de Novosibirsk, Krasnoiarsk, Gorki y Petropavlovsk. Como castigo por su condición de extranjeros fueron condenados a trabajos forzados 14 horas al día, a veces a temperaturas de -65º grados bajo cero, aunque por ser oriundos de un país neutral al menos obtuvieron ciertas ventajas como disponer de días libres los domingos, más gramos de pan (600 para los buenos trabajadores, 900 para jefes de obra, 300 para los enfermos y 100 para los castigados) y una dieta de sopa con col, remolacha, zanahoria y azúcar. Menos suerte sin embargo tuvieron los trasladados a las obras de un canal de agua que trataba de unir las ciudades de Norilsk y Dudinka a través del Río Yeniséi porque sólo en los dos primeros meses fallecieron ocho españoles por agotamiento. De hecho entre finales de 1941 y principios de 1942 la mortandad se incrementó cuando el resto de hispanos fueron enviados a Kazakhistán, concretamente a los centros penitenciarios de Karagandá, Karabas, Spassk y Kok-Usek.
La División Azul compuesta por 60.000 voluntarios del Ejército Español y la Falange que combatieron contra el Ejército Rojo en el Frente Oriental, también sufrirían las calamidades de la cautividad. Por ejemplo tras la Batalla de Krasny Bor a inicios de 1943, un total de 94 divisionarios atrapados por los soviéticos fallecieron en los 25 kilómetros de una auténtica marcha de muerte sobre el hielo que estuvo acompañada de maltratos y malnutrición. Los restantes supervivientes y otros soldados capturados en diversos choques que ascenderían hasta un total los 464 prisioneros hechos a la División Azul, serían alojados en los campos de concentración de Borovichí, Makarino y Norilsk, y en varios centros penitenciarios de Kazakhstán, donde todos fueron castigados a trabajos forzados, incluyendo los oficiales.
Curiosamente los comunistas que se habían infiltrado en la División Azul para salir de España, ni siquiera se salvaron de la deportación al gulag cuando 75 de ellos se entregaron al Ejército Rojo pensando que iban a recibirles con los brazos abiertos. De igual forma los 44 exiliados republicanos que se habían refugiado en la embajada española durante la Batalla de Berlín en Mayo de 1945, resultaron apresados y enviados como prisioneros a la URSS. Únicamente escaparon algunos comunistas españoles por cuenta propia, aunque otros fueron interceptados en el intento como José Tuñón Albertos y Pedro Cepeda Sánchez, que se habían ocultado en las maletas de dos diplomáticos argentinos.
Hasta 1946 apenas hubo noticias acerca de los republicanos presos en los gulags cuando el comunista francés Francisque Bornet, que milagrosamente había sido liberado y repatriado a Francia, explicó que más de 100 hispanos se encontraban recluidos en Kazakhistán. Indignados los exiliados españoles en Francia, México y otros países del bando de los Aliados por lo que estaba sucediendo, formularon una protesta creando la Federación Española de Deportados e Internados Políticos. A través de este mecanismo las fuerzas de izquierda entre las que se encontraban el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y los anarquistas de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), realizaron una intensa campaña propagandística contra el comportamiento de la URSS. Sin embargo y en el lado contrario, el Partido Comunista Español (PCE) apoyado por el Kremlin intentó frenar las gestiones contra sus otros rivales en el exilio, asegurando que los presos eran “falangistas disfrazados”. Evidentemente nadie creyó la mentira porque tras ser puestos en libertad 88 españoles del gulag de Kok-Usek entre los que había 34 marineros, 29 miembros de la embajada berlinesa, 24 pilotos y un profesor; la verdad salió a luz cuando fueron retenidos en el puerto de Odessa y abordados por guardias de la NKVD que les obligaron a firmar un documento, en el cual tenían que renunciar a abandonar el país y quedarse a vivir forzosamente en la URSS. De los 88 reos firmaron los papeles 47 y otros 41 se negaron, siendo estos últimos deportados a los campos de concentración de Cherepovéts y Borovichí
Después de esta investigación, he descubierto los terribles males que se cometían en la URSS, desde chica,Me ha llamado la curiosidad del holocausto judío, he leído varios libros, y visto algunas películas, pero nunca oí nada sobre las desgracias que ocurrían en la URSS hasta el año pasado. Ahora que me informado, un poco, tras todo lo que he leído, me entristece que ni siquiera haya un monumento en honor a los muertos en aquellos campos, y también me enfurece que los ciudadanos rusos, vean todo aquello con buenos ojos.
Y tras comprender la vida de un prisionero, no entiendo como hoy en día, El mundo hace oídos sordos y la vista gorda a lo que ocurre en Corea del norte, parece que la humanidad nunca aprende, y deja que en Corea del norte existan campo de concentración tan duros como los del siglo XX