Sexismo: Neosexismo, Sexismo Benevolente
El sexismo se refiere a una actitud dirigida hacia las personas en base a su pertenencia a los grupos organizados a partir del sexo biológico, es decir, es la evaluación positiva o negativa que se realiza en base a la categoría sexual biológica. Allport definió el sexismo como una actitud de antipatía hacia las mujeres. Este concepto abiertamente hostil, ha ido evolucionando hacia otras formas de sexismo más sutiles pero no por ello menos dañinas: Neosexismo, Sexismo Moderno y Sexismo Ambivalente. Estas formas, son consecuencia del conflicto que surge entre la aceptación de valores igualitarios y los sentimientos negativos hacia la mujer.Swim et al. distinguen entre el Viejo Sexismo y el Sexismo Moderno.
El primero es el que establece que hombres y mujeres tienen que mantener diferentes roles mientras que en el segundo subyacen unas creencias más específicas como la negación de la discriminación, el antagonismo ante las demandas que hacen las mujeres y el presentimiento acerca de las políticas de apoyo (acción positiva) que consiguen. En cuanto al Neosexismo, Tougas lo definió como la manifestación de un conflicto entre los valores igualitarios junto a los sentimientos negativos residuales hacia las mujeres. Se trata de un tipo de Sexismo Moderno que se refleja en que las personas ya no expresan abiertamente sus creencias sexistas, aunque en el fondo sientan algún tipo de resentimiento hacia la presión que las mujeres han ejercido para conseguir un mayor poder político y económico, además de un respaldo legal.
Sin embargo, estas personas con actitudes neosexistas no tienen por qué admitir necesariamente que las mujeres son inferiores a los hombres. Como última aportación, Glick y Fiske, (1996;1999) añaden el sexismo ambivalente, en el cual se combinan sentimientos subjetivamente positivos y negativos hacia los géneros. Constituye un constructo bidimensional en el cual se diferencian dos tipos de actitudes sexistas: hostil y benevolente. El hostil en las mujeres, se refiere a un prejuicio hacia ellas que las considera en una situación de inferioridad con respecto a los hombres; en cambio, en ellos se refiere como ostentadores del poder y responsables de la relegación de la mujer a un estatus inferior. El benevolente, elicita un tono afectivo positivo, idealizando los roles tradicionales de las mujeres, al mismo tiempo que se enfatiza su debilidad y necesidad de protección, reforzando hacia los hombres su papel protector complementario. El sexismo hostil y benevolente representa por tanto, una potente combinación para mantener la subordinación de la mujer como actuando como sistema articulado de castigos (sexismo hostil) y de recompensas (sexismo benevolente).
Cabe destacar, que el sexismo benevolente resulta ser el más pernicioso, puesto que su esencia sexista está enmascarada por un tono afectivo positivo mediante el cual los hombres se ganan la confianza de las mujeres. Finalmente, señalar que el constructo ha sido elegido con la intención de identificar estas nuevas actitudes sexistas que permiten el mantenimiento de las desigualdades entre sexos a nivel educativo, laboral y político.