Situación Vivida En Haití Y República Dominicana
Introducción
El odio más intenso está tan arraigado, que impone el silencio y convierte la vehemencia en un rencor constructivo, en una aniquilación imaginaria del objeto detestado, algo así como los ritos ocultos de venganza con los cuales los perseguidos desahogan terriblemente su cólera. George Eliot (Daniel Deronda, citado en Scott). Para Frankétienne, Haití se ha convertido en un Black hole, en un horrible agujero negro, una pavorosa estrella apagada que sigue todavía hoy desprendiendo una energía enigmática, prodigiosa, potente, misteriosa, pero desgraciadamente negativa, que chupa y devora violentamente todos los cuerpos que fascinados por el Hocico de la Nada.
Desarrollo
Se aproximarían a ella solo por ignorancia, por imprudencia o por curiosidad. El presente ensayo tiene por objetivo abordar unos de los actuales problemas de debate como es el “tribalismo” el cual ha generado políticas denigrantes, con tachas y etiquetas que violan los derechos humanos de ciertos sujetos al ser estigmatizados por pertenecer a un colectivo; fenómeno que hoy ocurre de modo paradigmático con la inmigración. Líneas para contrastar cómo son afectados desde tiempo atrás colectivos cuya presencia se identifica como peligrosa, al punto que la historia demuestra que recurrir al exterminio ha sido una usanza para todo aquel que sea portador de ‘peligrosidad’.
Tribalismo Haitiano basado en la negritud dice Manuel Nuñez. Esto no ha impedido que broten conflictos fronterizos que el tribalismo y los clanes étnicos nos den impresión de unidades desmoronadas en las que el fantasma de las guerras fronterizas y las matanzas de limpieza étnica abundan. Es necesario explorar el pasado para analizar el problema actual entre Haití y Republica Dominicana, Cuando esta isla pertenecía a dos poderes europeos, Francia y España, aquí fue donde Colón inicio su primera colonia cuando regreso del Nuevo Mundo en los años 1490. Francia quería un trozo de isla porque tenía muchos recursos como café y azúcar así que lucharon contra los españoles.
Y acabaron dividiendo la isla en dos; un lado sería la colonia española de Santo Domingo y el otro sería la colonia francesa con el mismo nombre pero en francés. Los franceses abusaron de la tierra y solo les importo la producción agrícola pues tenían esclavos que eran explotados los cuales se rebelaron; a diferencia de los españoles tuvieron un enfoque distinto, ya que no explotaron la tierra, buscaron oro en España y Perú y no tenían muchos esclavos, el resultado fue una economía sustentable y un sistema político algo que la colonia francesa no tenía. En palabras de Indiana Hernández (9 de octubre de 2013).
La maldición que ahora se cierne sobre los haitianos es producto de artilugios más potentes, siniestros y escurridizos que los que se hacen acompañar del tambor. Esta magia, como otros señalan, ‘es la que se ampara en la ley para justificar un racismo despiadado. Ya la temían las víctimas del holocausto esclavista, quienes durante generaciones le vieron la cara a esa maldad que la avaricia habilita en los hombres’. Uno de los mayores crímenes cometidos durante la tiranía del generalísimo Trujillo, fue la matanza indiscriminada de haitianos en 1937, en la que se dice, según Vargas, varias decenas de miles de estos miserables inmigrantes fueron asesinados por una masa enardecida.
Con las fabricaciones apocalípticas de grupos nacionalistas fanáticos. En efecto, fueron hechos primigenios en la consolidación de Trujillo como gobernante, el exterminio de la oposición interna, la destrucción de los partidos políticos de oposición y la formación de un partido único de corte fascista. También el control y monopolización del aparato productivo, la matanza de inmigrantes haitianos, el simulacro de apertura democrática en los años cuarenta y el establecimiento de gobiernos títeres. Por ende, cuando se trataba de exterminar, porque convenía suprimir a todo cuanto estorbaba, no había impedimento alguno.
Solo bastaba con publicar la noticia de un encuentro entre la fuerza pública y los merodeadores haitianos. La constitución dominicana de 1929 dice que cualquiera nacido en el país es automáticamente ciudadano aunque los padres sean inmigrantes sin papeles, pero en el 2010 república Dominicana reescribió la constitución, dando la ciudadanía solo a los nacidos en república dominicana a residentes legales; en el 2013 un tribunal decidió que esta nueva definición se aplicaría retroactivamente hasta 1929 con la cual cualquier ciudadano nacido en República Dominicana a padres sin papeles perdería su nacionalidad.
Más de 200,00 ciudadanos dominicanos fueron desplazados, sufriendo racismo y pasando penurias y hambre. Adicional al marco descrito, se ha generado en el mundo pérdida de valores, en donde el progreso, lejos de ser casi continuo, es mucho más parecido en su representación a la hoja de temperatura de un enfermo; por tanto, se asiste a una especie de marginalidad avanzada, como sugeriría el sociólogo Wacquant, pero no por falta de crecimiento económico sino por todo lo contrario. Actualmente los dominicanos tienen en pie la propuesta de la construcción de un muro para evitar que los haitianos ingresen a República Dominicana, como solución a la inmigración ilegal por parte de los haitianos.
La inmigración en sus variadas denominaciones (irregular, ilegal), no por ello moral y políticamente correcta, expeditamente se resume en una cuestión de fobia y racismo, más que de seguridad y soberanía nacional, lo que ciertamente restringe el contenido efectivo del derecho a la libre circulación. Es más, mientras que, paradójicamente, el derecho a entrar en un país está limitado a varias condiciones impuestas por el Estado receptor, el derecho a salir del país se puede ejercer sin ningún tipo de limitación. Contradicción que se encuentra al momento de analizar el derecho a la libre circulación de personas y las migraciones internacionales.
Conclusión
Finalmente Haití y República Dominicana son tan solo un ejemplo de la realidad que golpea a miles de inmigrantes por distintas razones, sean ellas históricas, políticas, económicas e incluso biológicas, lo cual acompaña normativas opresivas, e incluso un racismo punitivo, para poder justificar acciones administrativas y jurídico-penales que intentan reducir, en el sentido más extenso, garantías y derechos que han sido reconocidos desde antaño producto de las luchas sociales. Con lo cual, se desconoce un actuar jurídico que abogue por el respeto de la dignidad humana y muy por el contrario las medidas restrictivas son la constante, retrocediendo a la par que se sustentan sólidos Estados de derecho.