Transormación Cultural: Definición de Genero
La idea del sexo como un determinante biológico del género ha sido cuestionada desde hace más de sesenta años. Simone de Beauvoir despertó una polémica que aún no tiene fin al decir en 1949 que “No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico, económico, define la imagen que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana (De Beauvoir, 1986).
Actualmente es bien aceptado por la academia no sólo que el sexo y el género son conceptos completamente distintos, sino también que el sexo y su caracterización binaria es una construcción cultural; sin embargo, en términos prácticos las sociedades aún viven en la delirio dimórfico en la que hay dos géneros definidos fijos, con roles asignados, que responden a dos anatomías sexuadas claramente.
En este ensayo planteo que en la actualidad hay un desfase del genero porque estamos en medio de una transformación cultural. Las definiciones institucionales sobre sexo y género se han modificado pero permanecen los conceptos rígidos que no permiten pensar y creencias intolerantes que provocan rechazo y violencia hacia quienes representan algo distinto. Este rechazo y violencia afecta a hombres y mujeres pero el impacto de estos fenómenos está directamente relacionado con el sexo de las víctimas.
Me centraré en la comunidad transexual y transgénero porque ellos representan el contraste más agudo con las ideas tradicionales, y explicaré porqué creo que también son víctimas de violencia simbólica.
Para poder entrar más en el tema es importante considerar que las categorías de sexo, género y rol no son estáticas. La categoría del rol podría considerarse como la más volátil, ya que existe una relación directa con los valores de la época. El género también ha cambiado. Por un lado, nació para expresar un cambio de paradigma respecto al sexo, para indicar que los aspectos biológicos no son destino y que hombre y mujer se separaban de macho y hembra. En ese sentido el género es en sí mismo una ruptura del paradigma anterior.
Se cree que la presencia de sujetos transgénero o transexuales ha existido desde que se comenzaron a institucionalizar las diferencias de vestido entre hombres y mujeres (Bolich, 2007). Por supuesto debemos tener en mente que no sólo no existían estos conceptos, sino que es posible que las ideas alrededor del sexo y del género hayan sido diferentes en cada espacio y tiempo.
Es importante distinguir los términos transexual y transgénero bajo el que se agrupan muchas identidades que se sitúan en un lugar más allá 4 de la división binaria tradicional; mientras que los transexuales se identifican dentro de la división binaria, pero en el lado contrario al asignado por la sociedad (Solana, 2012).
El colectivo transexual es profundamente incomprendido por la sociedad en general y se enfrentan a discriminación en todas sus formas incluyendo las más violentas, específicamente aquellos hombres que deciden ser mujeres y entrar a esta vigente violencia de genero.
Talia Mae Bettcher llama la atención respecto de un tipo de violencia con la que conviven cotidianamente los y las transexuales que ella denomina como imposición de la realidad. Esa imposición de la realidad es el requisito para la transfobia, pues debe considerarse que el sujeto en cuestión está en violación de las normas de género, aunque en primera persona el sujeto considere estar en concordancia. Por lo tanto, la discriminación es una cuestión de interpretación (Ibídem).
La discriminación y violencia que sufre el colectivo no debe ser tomada a la ligera. Para considerarse transexuales o transgénero han pasado por un proceso sumamente reflexivo y están enterados al menos de la existencia de tales términos, que son realmente de reciente creación y más reciente difusión. Vemos aquí indicios del desfase frente a las nuevas perspectivas de género: las instituciones los respaldan, pero lo institucionalizado los segrega.
A modo de conclusión puedo decir que sostengo que en la actualidad hay tal desfase entre las disposiciones predominantes e institucionalizadas de la sociedad respecto a la perspectiva de género, pues se ha producido una “nueva verdad” que está siendo incorporada a los discursos institucionales y que abre la posibilidad de existencia a un sector de sujetos con habitus actualizados, y todavía más, un sector de sujetos con transformaciones físicas que retan las normativas residuales. Simultáneamente, aún prevalecen, somatizadas, las disposiciones anteriores.
Muchos de los sujetos con estos habitus de vanguardia rechazan la violencia a la que se les somete en base cotidiana, pero no refutan ni problematizan las categorías binarias del sexo y el género, e inclusive internalizan la desigualdad de los sexos como parte de los roles que deben cumplir.
Me parece frustrante que a pesar de que comience a florecer una nueva conceptualización sobre los temas que giran en torno al género y sociedad, la impotencia de vivir en un entorno físico que aún no integra el discurso debe ser agotador. Habría que preguntarse también si no es la normalización del binarismo del sexo y la disparidad que existe entre el hombre y la mujer