Trascendencia del Ser: Alma, Esencia e Inmortalidad

La idea de la inmortalidad ha sido un tema a tratar desde tiempos inmemorables. Cierta codicia del ser humano a querer permanecer en el mundo físico y a la vez el miedo que siente a morir, dejarlo todo y no volver a saber de nada jamás, lo han llevado a soñar con la forma en que algún día pueda seguir existiendo. Y es que el ser humano muchas veces ignora que posee algo más que solo un simple cuerpo, ya que cuando muere no lo hace del todo, es su cuerpo físico el que lo hace, pero no su alma , ésta sigue existiendo como algo inmutable y así es por toda la eternidad. Tal como se menciona en el primer tomo de las obras completas de Platón, Fedón o del Alma. Es así que podemos decir que el objetivo de este trabajo es ilustrar sobre cómo es que cuando morimos no dejamos de existir del todo, ya que nuestra alma sigue existiendo a lo largo del tiempo y con ella nuestra esencia. Para ello nos apoyaremos en el libro de El Bhagavad Gita, capitulo 2º, Mundo, Ilusión y Muerte donde también nos muestran una posición bastante positiva al tema de la muerte, sin temor ni cobardía porque después de todo, no es ahí donde todo termina. Tarde o temprano el que nace tiene que morir. Es algo innegable para el ser viviente, sin embargo todos somos energía, tarde temprano nuestra vida pasa por delante de nuestros ojos y volvemos a ser la misma energía de donde provenimos una vez más. Es algo así como un ciclo. 

La filosofía puede dotar a un individuo de mucha riqueza. Una riqueza que no satisface a los sentidos, sino más bien a su pensamiento, lo cual para el filósofo que es altruista debe ser compartida para quien la quiera adquirir. Así como le sucedió a Platón quien fue discípulo de Sócrates y después maestro de Aristóteles. Nacido probablemente en Atenas o en Egina el 428 a.C, y murió en Atenas en el 347 a.C, durante su juventud luchó como soldado en las guerras del Peloponeso, en las cuales Atenas salió derrotada, así que tuvo que vivir las consecuencias de dicha guerra. A los 21 años pasó a formar parte del círculo de Sócrates el cual produjo un gran cambio en sus orientaciones filosóficas. En el primer tomo de su Obra, Fedón o del Alma, escrita alrededor del año 387 a. nos podemos percatar de ello, pues se relata la conversación que mantuvo Sócrates en la  prisión con sus amigos, antes de su muerte al ser ejecutado. Habla sobre la inmortalidad del alma, una teoría del conocimiento, el significado de la filosofía y la vida del filósofo. Platón nos deja este documento, a manera de diálogos y de lo que fue el último día de su maestro, para mostrarnos un testimonio del momento en el cual el filósofo se enfrenta con el momento supremo de su existencia: el de la muerte.  

El ser humano es codiciosos por naturaleza. Al principio hablábamos sobre como a veces el hombre desearía ser inmortal para permanecer en el mundo que le dota de placer para sus sentidos y gozar de todo aquello que para él vale la pena. Es pretencioso, pero realmente es solo una idea que tiene, porque es solo lo que él ha aprendido. Aprende de la carne, vive de la carne y es lo único que atiende, y así es lo más importante que tiene que perder, por lo que al hablar de la muerte significa perderlo todo, cuando en realidad lo que necesita para seguir existiendo lo tiene con él. El vulgo se apega a la vida, porque lo único de que se cuida es del cuerpo y de los placeres de los sentidos, olvidándose de que tiene alma; y así la muerte le aterra, porque al destruirse el cuerpo, se ve privado de lo que más quiere. ¿Pero que son el precio de la vida y el terror de la muerte para quien no da al cuerpo ningún valor? En este caso se halla el filósofo que encuentra su felicidad solo en el pensamiento; que aspira a bienes invisibles como el alma. Que han sido objeto de meditación toda su vida (Platón, 387 a.C). 

Si bien es cierto que la mayoría de las personas se dejan llevar por la primera impresión de que al morir termina todo, pero ¿Qué es realmente ese todo? Quizá le dan más valor a algo de lo que ni siquiera saben de dónde vino ni a donde irá. Platón lo dice, lo que tiene el verdadero valor no es algo que pueda verse, porque tarde o temprano se irá, en cambio lo que se lleva dentro desde el inicio es aquello a lo que volverá. Cuando somos pequeños nuestro cerebro es capaz de adquirir cuanto conocimiento se le sea entregado. Lo almacena, y va aprendiendo poco a poco sobre el entorno en que lo tocó estar, de esta forma va forjándose como la persona que se desarrollará libremente en un futuro. Sin embargo también es cierto que además de adquirir esos conocimientos que se le otorgan, existen otros que ya los trae consigo y a veces ni siquiera sabe porque o como los aprendió. Saber no es más que recordar, y el recuerdo supone un conocimiento anterior; por consiguiente si el alma se acuerda de cosas que no ha podido conocer en esta vida, es una prueba de que ha existido antes. ¿No es cierto que nuestra alma, a través de la imperfecta igualdad que muestran los objetos sensibles entre sí, tiene la idea de una igualdad perfecta, inteligible e inaccesible a los sentidos? La consecuencia de todo es que el alma existe antes de nuestra aparición en este mundo, y lo mismo las esencias (Platón, 387 a.C) 

Podríamos decir que estos conocimientos son comúnmente denominados como talentos, los cuales suelen ser señalados como adquiridos desde que nacimos, pero en realidad puede que haya sido incluso antes de nacer y que permanecieron en nuestra esencia hasta ese momento. El que es bueno para dibujar y nunca fue a una clase de dibujo, el que es bueno en la música y nunca tuvo a alguien cerca que le enseñara, eso puede ser un claro ejemplo de esto. “Si no lo puedo ver, no existe para mi” es una afirmación que muchas personas tienen clavada en su forma de pensar. El alma por supuesto es algo que no podemos ver y por lo tanto esas personas creen tener la razón al afirmar que no existe tal cosa. ¿Cómo se puede decir entonces que lo que perdura es nuestra alma cuando morimos y que incluso puede regresar? Más aún ¿Por qué no perece junto aquello a lo que habita? Es entonces cuando claramente podemos hacer distinción entre dos clases de cosas: las que son perceptibles y las que no, pero al fin y al cabo éstas últimas siguen estando ahí, aunque no las podamos ver. Así como lo menciona la obra de Bhagavad Gita: Cantar del Glorioso Señor,  Ciertamente todo lo que tiene un principio ha de tener un fin.

La muerte es el final seguro para quien ha nacido. Pero es igualmente seguro que quien ha muerto ha de renacer. El espíritu es indestructible e imperecedero; todo lo penetra. Nadie puede destruir ese ser inmutable. Platón incluso se basa en las ideas pitagóricas de la estancia del alma en los infiernos y de su vuelta a la vida, para probar que existe después de la muerte, tomando en cuenta la máxima que dice: Los vivos nacen de los muertos. Todo lo que tiene un contrario, nace de este contrario. Así pues podemos rescatar que el alma puede perdurar, y que incluso puede volver a habitar otro ser. Algunas religiones pueden llamarlo reencarnación. Y no es más que esa esencia que ya estuvo antes, y retorna para estar en este mundo una vez más.

Concluimos entonces que Fedón o del Alma nos muestra que la muerte no supone en si nuestro final. Platón mismo aprendió esta idea de su maestro Sócrates, quien incluso esperando por su muerte nunca abandonó el amor a la sabiduría y por ende no le temía al momento de decirle adiós a este mundo, porque sabía que algo de él no desaparecería. Por supuesto que el pensamiento que fue formando con el tiempo influyó mucho a esa situación, ya que al no sentir apego por el mundo físico, no le aterraba perderlo. Caso contrario al hombre ignorante que ansía la inmortalidad, ya sea para seguir disfrutando o porque le da miedo la idea de desaparecer del mundo físico que tanto adora. Ignorante al no darse cuenta o más bien restarle importancia a todo lo que es parte de él. No se da cuenta que desde pequeño tuvo conocimientos que nadie le enseñó, no se da cuenta que el alma es lo que tiene que alimentar porque es lo que seguirá cuando ya no esté. Incluso podemos hablar de cientos de ejemplos más que se vinculan con esta idea, séanse estos las vidas pasadas, la reencarnación, las almas que se vuelven a encontrar, el destino, etc. Lo cierto de esto es que el alma es la única cosa que poseemos que no puede ser afectada por nada, no muda nunca, no tiene que temer a la disolución por la muerte como el cuerpo; es la única cosa que tenemos y que es inmortal.

24 May 2022
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