Ucrania A Lo Largo Del Siglo XX-XXI

CONTEXTO HISTÓRICO

El siglo XX, punto desde el que parte nuestro estudio sobre el sistema político de Ucrania, fue un siglo en el que Ucrania y Rusia tuvieron una relación continuada, eso sí, con la predominancia de la segunda sobre aquella, predominancia esta que, una vez perdida con el pasar del tiempo y el cambio geopolítico sufrido a nivel mundial tras la caída de la URSS, se ha convertido en una aspiración rusa que han conducido a ambos países a la situación de enfrentamiento que se vive en la actualidad.

A través de dicho prisma, se presentará el contexto histórico de Ucrania, prisma que ha conducido al país a un sistema político un tanto alejado de lo que es una democracia, sobrado de conflictos, con un sistema electoral protagonizado por personalidades gestadas durante la guerra fría y en el que, a día de hoy, se encuentra un escenario repleto de problemas a solucionar y de retos a conquistar si bien quiere formar parte de una Unión Europea que, únicamente, la sostiene como un “vecino”, y no como un miembro de pleno derecho, desde la firma del acuerdo de 2017.

Una nación sin Estado

A pesar de sus más de 45 millones de habitantes, su extensión, segundo país más grande de Europa, sus recursos naturales y su posición estratégica, no ha conseguido posicionarse en una situación cómoda en Europa, sino todo lo contrario, se le considera uno de los países más pobres, afianzándose como ese Estado débil del que Rusia, con el que comparte frontera, idioma y raíces, en cualquier época, ha intentado sacar partido.

Lo describió muy bien la periodista ucraniana Yulia Mosotovoya “Ucrania es una nación con una historia colosal, pero sin una historia como Estado. Estamos aprendiendo a manejarnos a nosotros mismos porque durante siglos, eso fue tarea de polacos, austrohúngaros, turcos, rusos y otros”. Con esta descripción, la periodista nos mostraba esa tierra de fronteras por la que habían pasado durante siglos tantas civilizaciones que habían impedido que Ucrania se formara como un Estado fuerte.

Entroncado en ello cabe resaltar, por considerarlo germen de la situación actual, esa partición de Ucrania del politólogo Vladimir Fasenko donde distingue las dos Ucranias: “Un país que surgió en la frontera de dos civilizaciones, la rusa, la ortodoxa y la occidental, la europea, este estatus fronterizo es nuestro destino geográfico e histórico.”

La rusificación de Stalin.

Precisamente en ese estatus que Fasenko nos mostraba como destino, podemos encontrar el punto principal de origen del conflicto que mantiene al Estado ucraniano estático en todos los órdenes. Para ello hay que remontarse a 1918, cuando la mayor parte del territorio actual de Ucrania obtiene la independencia y deja de pertenecer a Rusia, tal y como lo había hecho durante la época de los zares, convirtiéndose en la República Socialista Soviética de Ucrania. Después de la guerra Polaco-Soviética por el dominio de las tierras de esta república, guerra que comenzaría en 1919 finalizando en 1921 con la Paz de Riga, la República Socialista Soviética de Ucrania se convertiría en 1922 en miembro fundador de la Unión Soviética. Por otro lado, Crimea, con la Revolución Rusa, pasaría a formar parte de la Rusia Soviética.

El hecho de que ambas tierras formaran parte de la Unión Soviética no evito que, por un lado, Ucrania sufriera el exterminio planificado por parte de Stalín mediante la gran hambruna de 1932-1933, tal y como nos mostraba en el libro “El Siglo de los Genocidios” Bernard Bruneteau. La “deskulakización” acabó con la vida de casi 6 millones de ucranianos acusados de aspiraciones nacionalistas y deseos independentistas, sovietizando con ello el territorio, máxima aspiración de Stalin; por otro lado, a los tártaros de Crimea, una vez acabada la II Guerra Mundial los deportó a Asia Central acusándolos de colaboracionismo nazi, lo que, con el tiempo, se vería como otra maniobra geo-política y estratégica de sovietización o rusificación pues, posterior a la deportación, las tierras fueron repobladas por ciudadanos de etnia rusa convirtiendo de ese modo a Crimea en una región con más del 60 % de población de origen ruso.

De Kruchsev a Gorvachov

En 1954 Nikita Kruchsev, ucraniano de origen, para conmemorar los 300 años de la adhesión de Ucrania a Rusia y como recompensa por todo el mal infringido por Stalin, decidió regalar Crimea a Ucrania. Este hecho que pasó casi desapercibido, pues era una mera transferencia de una república soviética a otra, no contaba con que, alguna vez, como así fue, la Unión Soviética pudiera desaparecer. Con Gorbachov y su Perestroika llegaría ese momento, momento de reestructuración de un sistema desgastado que, con el apoyo del Glasnost , haría ver a esa Nueva Unión Soviética lo que realmente acontecía a su alrededor, clave de una revolución que nadie, jamás, hubiera imaginado, ni por breve, ni por silenciosa.

Fue en 1991, con la desintegración de la Unión Soviética, cuando Ucrania necesitó y comenzó a intentar crear su propia identidad, tarea complicada con todos los antecedentes expuestos anteriormente. El adoptar la lengua ucraniana como única lengua oficial, a pesar de que más de un 37 % de la población hablaba ruso, mostraba, en cierta forma, el camino a seguir.

La Transición Ucraniana (1991-1999)

Si un Estado democrático era el objetivo, con democracia se debía de llegar a él, por lo que el 1 de diciembre de 1991 el pueblo ucraniano, con un 85 % de participación y un 90 % de votos a favor , apoyó el Acta de Declaración de Independencia de Ucrania planteado por el Parlamento ucraniano. De esta manera pudo ser firmado legítimamente, el 8 de diciembre del mismo año, el Tratado de Balavezha con el que Rusia, Bielorrusia y Ucrania daban por extinta la Unión Soviética.

A partir de este momento, los conflictos políticos y económicos con Rusia, a costa del petróleo, del gas, de la flota del Mar Negro y de Crimea, entre otros, se convertirían en la nota predominante en las relaciones internacionales de Ucrania, arrastrando con ello a todo el sistema político que el nuevo-viejo Estado quería poner en marcha.

No será hasta junio de 1996 cuando se promulgue la primera Constitución ucraniana, cinco años de duro trabajo desde la independencia de Ucrania, en los que la división del poder, la propiedad, los símbolos del Estado, la lengua rusa y la república de Crimea, fueron los grandes generadores de conflicto. La izquierda quería menos presidencialismo, más ruso, mayor control de la propiedad, así como mantener la autonomía de Crimea; por el contrario, la derecha buscaba un mayor poder presidencial, la supremacía del ucraniano, el pleno derecho de la propiedad y el fin de la autonomía de Crimea. Ganó la derecha y todas sus reivindicaciones fueron plasmadas en la nueva Constitución.

Ucrania se convirtió de esta manera, oficialmente, en una república democrática unitaria semipresidencialista, con separación de los tres poderes -legislativo, ejecutivo y judicial- con un único cuerpo legislativo, El Rada Supremo, y con un Presidente como Jefe de Estado, compartiendo poder con el Presidente del Rada Supremo.

SISTEMA POLÍTICO

En la Constitución de 1996 el poder político quedó repartido de la siguiente manera:

El Jefe de Estado será el Presidente del País, elegido por sufragio universal directo y secreto por un periodo de cinco años, no pudiendo estar en el poder más de dos mandatos consecutivos. Será elegido a dos vueltas si no consigue en la primera más del 50 % de los votos. A él le corresponderá garantizar la soberanía estatal, así como la integridad territorial. Entre sus prerrogativas principales se encuentran las de nombrar gran cantidad de puestos dentro de los diferentes organismos del Estado, el veto legislativo, si así lo estima conveniente y, sobre todo, el poder absoluto en los Ministerios de Defensa y Exteriores.

El Primer Ministro será el Jefe del Legislativo o Rada Supremo, elegido entre los 450 diputados elegidos por sufragio universal para conformar el Rada Supremo, elecciones que se llevarán a cabo cada cuatro años el último domingo de marzo en las que, de forma similar a la de Alemania, se elegirá directamente a la mitad de los diputados, por circunscripción uninominal, distribuyendo el resto de los escaños, de manera proporcional, entre los partidos que hayan obtenido más del 3 % de los votos -pasando a un 5 %en 2011-. Ante las atribuciones de poder que le confiere la Constitución, se genera cierta bicefalia o gobierno dual en el país.

El hecho de que Ucrania se hubiera convertido en un país independiente, sumado a todo el proceso constitucional, no significó que hubiera una mejora económica, ni que se llegara a consolidar esa democracia significada en la nueva Constitución. Alejada del amparo del sistema comunista, que procuraba igualdad social, integrada en una economía de mercado, así como inmersa en un sistema de corrupción que, evidentemente no era nuevo pero que se había acrecentado, pasando en el “Índice de Percepción de la Corrupción” del puesto 69 en 1998 al 122 en 2004 , y establecida en una pseudodemocracia que seguía restringiendo libertades, que represaliaba a los posibles opositores y que seguía controlando el poder mediático, entró de lleno en pleno siglo XXI con una crisis económica y política de gran calado.

En 2004, a través de una reforma constitucional, los poderes del Jefe de Estado quedarían mermados, por lo que Ucrania dejaría de ser un sistema presidencialista y se convertiría en una república parlamentaria.

Una nueva versión de la Guerra Fría

Ante un escenario tan gris, al que se añadió el desencuentro con Rusia, problema que nunca había dejado de estar presente en la base de todo, los ucranianos decidieron, con la Revolución Naranja de 2004, escenificar dicho desencuentro en clave interna entre las dos ucranias; la prorrusa y la nacionalista, que a la vez era pro europea. Concretamente después de las elecciones de octubre a la presidencia del país, a las cuales asistían como candidatos Viktor Yanukovich, con el apoyo de Rusia, y Viktor Yusenko, que contaba con las simpatías de EEUU y Europa. Ninguno de los dos candidatos sacó mayoría en primera vuelta, por lo que hubo una segunda vuelta en la que se dio como vencedor a Yanukovich, hecho este no aceptado por una parte de la ciudadanía la cual contaba con el apoyo de embajadas como la de EEUU y Gran Bretaña, así como por organizaciones americanas instaladas en Ucrania. Todo el proceso escenificaba y constataba una vuelta al realismo político y, más concretamente, a la Guerra Fría, si es que esta se fue del todo en algún momento, donde, las presiones de EEUU, por un lado, y las de Rusia, por otro, evitaban una vez más que un país fuera libre a la hora de decidir sobre su futuro y con ello asentarse como Estado. A ello se añadió ese clima de desencanto, citado en el punto anterior, hacia la política del país, culpando de ello al poder político del que formaba parte en ese momento, y como Primer Ministro, el candidato a Presidente Yanukovich.

Las protestas no cesaban, incluso se llegó a culpar al equipo de Yanukovich de intento de envenenamiento al opositor y candidato Yusenko, encendiendo con ello de manera notable el ambiente que se respiraba en la calle. Observadores de Occidente pidieron una tercera vuelta, la cual, a pesar de no ser contemplada en la Constitución, se consintió. Ganó Yusenko y fue proclamado presidente, formando equipo de gobierno con los que habían conformado hasta entonces la oposición.

Ucrania: el país más pobre de Europa

Aquel momento y aquella revolución pacífica fueron vistos como una oportunidad para una Ucrania que quería más democracia y, con ello, un mejor nivel de vida. Pero no tuvieron que pasar muchos meses para que los ciudadanos se dieran cuenta de que casi nada había cambiado; problemas económicos devenidos por la guerra del gas con Rusia, cierre de fábricas, caída del valor de la moneda hasta un 50 %, debilidad de las instituciones, conflictos y luchas por el poder, corrupción, fin de la clase media, pobreza extrema… todo ello unido a la suspensión por parte de Rusia de contratos energéticos y de ayudas que habían dado oxígeno al país desde su independencia en 1991. La Revolución Naranja que había pretendido dar un giro al país de 180°, no solo no lo había conseguido, sino que lo había hecho retroceder; en 2014 Ucrania se encontraba en virtual bancarrota necesitando dos rescates del FMI para evitar la suspensión de pagos, convirtiendo un país con una ubicación privilegiada y con determinado nivel de recursos naturales, en uno de los más pobres del mundo y el más pobre de Europa; pero socialmente, había conseguido dejar un país con un mayor número de asociaciones independientes, medios de comunicación más libres y una clase activista dispuesta a salir a la calle en cualquier otro momento que fuera necesario. El Maidan fue ese momento.

Occidentalización en la antigua URSS: El Maidán

Viktor Yanukovich, ante la decepción del gobierno surgido tras la Revolución Naranja, fue elegido nuevo presidente del País en 2010, eran años en los que antiguas repúblicas soviéticas estaban acercándose o formando parte de occidente, entrando en la UE o formando parte de la OTAN. Este hecho era algo que se estaba convirtiendo en una molestia para el Kremlin el cual iba viendo como Occidente, y particularmente EEUU, no cumplía con las promesas realizadas a Rusia tras la unificación de las dos Alemanias. El acercamiento territorial de la UE y EEUU era visto por Moscú como una amenaza a su seguridad nacional y a su economía. Ante este escenario, el nombramiento del Yanukovich, como Presidente de Ucrania, fue visto con buenos ojos por el Kremlin, sobre todo por la firma que tuvo lugar el 21 de abril de 2010, mediante la cual Ucrania prorrogaba hasta 2042 la cesión a Rusia de la base naval de Sebastopol, importante y vital punto estratégico para Rusia pues desde tiempos de Catalina la Grande había sido la puerta de entrada al Mediterráneo, así como al Océano Indico durante los meses de invierno.

Ucrania había comenzado su camino hacia su occidentalización y, por ende, hacia la total dessovietización. Para ello estaba prevista en 2013 la firma del Acuerdo de Asociación con la UE pero, el Gobierno de Yanukovich, justificando su decisión en la falta de consenso por las exigencias del Fondo Monetario Internacional, entre las que se figuraban el aumento de las tarifas de gas, la congelación de los salarios y los recortes en el presupuesto, decidió no firmar el tratado y establecer mayores relaciones económicas y comerciales con países de la antigua URSS, en especial con Rusia. Esta decisión, vista con entusiasmo por esa Ucrania del este que seguía hablando solo ruso y que poseía la mayor parte de la industria del país, que no fue aceptada por la gran mayoría de los habitantes de Kiev, los cuales veían que se escapaba el sueño europeo al que tanto aspiraban, unida a la nueva reforma que había llevado a cabo de la Constitución devolviendo todo el poder restado en 2004 al Jefe de Estado, llevó a los ucranianos, al igual que hicieron en 2004, a tomar las calles.

Un nuevo escenario político

En el periodo comprendido entre el 21 de noviembre de 2013 y el 20 de febrero de 2014 las protestas fueron subiendo de tono, tanto que en este 20 de febrero la famosa Plaza de la Independencia de Kiev, conocida como el Maidán, se tiño con la sangre de casi un centenar de ciudadanos. Durante el periodo nombrado, no solo se protestaba por la no firma del tratado con Europa, también se protestaba por la corrupción de las élites y el bajo nivel de vida. Todo ello hizo que el presidente Yanukovich abandonara el palacio presidencial para acabar exiliado en Rusia resguardado por su amigo Putin, el cual, que ya había comenzado gracias a la Guerra de Siria a poner de nuevo a Rusia en el lugar del que se le había apartado desde la desintegración de la URSS, encontró en esta situación tan delicada el momento idóneo para recuperar la Perla del Mar Negro, retornando Crimea a Rusia con lo que, como dijo el mandatario ruso, se estaba cometiendo “un acto de justicia histórica” . Con ello, como dijo el diplomático español Francisco pascual de la Parte en la presentación de su libro “El imperio que regresa. La guerra de Ucrania (2014-2017)”, “Rusia expande su imperio y se configura como un Estado-civilización, en el que las fronteras son ampliables para la protección de minorías rusas más allá de las fronteras del país”.

Para reforzar el retorno de Crimea a tierras rusas, se celebró un referéndum -no reconocido ni por Ucrania ni por la UE- en marzo de 2016- en el que, con una participación del 83 % de la población de Crimea, el 97 % votó a favor de la anexión. Con ello se propició la salida no oficial de Ucrania de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk, territorios en los que, a pesar de los acuerdos de Minsk , se continua actualmente en conflicto y sobre los que pesan más de 10.000 muertos y 1.500.000 de desplazados, convirtiéndose en la causa principal de la ley Marcial de treinta días proclamada por el Presidente Porosenko, en fecha 27 de noviembre, en los territorios más vulnerables del conflicto.

Petro Poroshenko es el Presidente de Ucrania desde 2016, alcanzando en primera vuelta la Jefatura de Estado. El Primer ministro actual, Volodimir Groysman, fue elegido en abril de 2016 por la mayoría de los diputados ante la crisis de gobierno generada en febrero del mismo año, crisis devenida por la imposibilidad de llevar a cabo las reformas que se había marcado el gobierno en la hoja de ruta desde que se inició el conflicto.

En marzo de 2019 se celebrarán las próximas elecciones presidenciales en las que, el ingreso en la OTAN y en la UE, son aspiraciones compartidas por casi todos los candidatos, aunque los más destacable es que ninguno aporta solución alguna para retornar los territorios del Donbass . Es más, tanto el Jefe del Estado como el Primer Ministro parece ser que han encontrado en esta crisis la excusa perfecta para no llevar a cabo las reformas institucionales que desde 2004 piden los ciudadanos “…Poroshenko ha utilizado el conflicto del Donbás como un argumento para lograr apoyo político y económico, mientras retrasa las reformas institucionales o las adapta para beneficio suyo y de los magnates que lo sostienen” .

SISTEMA ELECTORAL Y DE PARTIDOS.

Un Sistema Débil

Una vez obtenida la independencia y con ella la democracia, Ucrania, en sus primeras elecciones, se decantó por un sistema electoral mayoritario a dos vueltas. Una vez abandonada la URSS, el nuevo y necesario sistema de partidos que se instauró, como en toda democracia, fue un tanto caótico. Surgieron un número elevado de partidos con la intención de guiar al país por la nueva senda, partidos, en su mayoría pequeños, creados alrededor de líneas económicas y de líneas étnicas que únicamente velaban por los intereses de grupos reducidos que representaban esas líneas. Por otro lado, la distribución de los escaños no era representativa del porcentaje de voto, beneficiando a partidos más grandes, como el Partido Comunista, y perjudicando a los partidos pequeños. Otro hándicap fueron los distritos uninominales, permitiendo que fueran muchos los diputados electos que no representaban a ningún partido, pues el único mérito era el ser una persona conocida en su distrito, lo que llevo a construir un parlamento con gran número de independientes. Por consiguiente, en el parlamento había un gran número de partidos y una pequeña proporción de representantes afiliados, creando un legislativo vulnerable en el que era complicado llegar a acuerdos.

El hecho anterior, unido a ciertos requisitos electorales que se dieron en aquellas primeras elecciones, requisitos como la necesidad de alcanzar un 50 % de participación o de que el candidato elegido debía de superar el 50 % de votos, llegaron a paralizar la toma de escaños, lo que hizo que se replanteara el sistema de elección. Las siguientes elecciones, las de 1998, fueron realizadas ya con una nueva ley electoral donde los diputados serían elegidos mediante un sistema semiproporcional: La mitad de los diputados – 225 de 450- serían elegidos por mayoría en distritos uninominales, y la otra mitad de entre los partidos con mayor número de votos, siempre que hubieran alcanzado un 3 % del voto total.

En 2011 se modificó esa barrera electoral, pasando de un 3 % a un 5 %, no solucionando nada, pues el problema de falta de cohesión a nivel nacional seguiría existiendo, cohesión necesaria, tanto para crear un sistema de partidos fuerte, como un parlamento que mereciera el respeto de los ucranianos, pues esta premisa viene de la mano de la anterior. El hecho de no ser así ha pasado factura durante todos estos años, siendo otros de los puntos de la creación del Estado débil que es Ucrania y que se encuentra en el presente con todos los problemas que hemos ido viendo a lo largo de los diferentes puntos.

Los Diferentes Agentes

Partidos Políticos: En ese “totum revolutum” de partidos, fracciones y coaliciones que han ido cambiando constantemente, donde tan solo el Partido Comunista se ha mostrado como un partido tradicional, presentándose bajo las mismas siglas y a todos los comicios a los que se le ha permitido, se enumerarán, únicamente, aquellos partidos o coaliciones que obtuvieron representación en las elecciones legislativas de 2014:

  • “Bloque de Petro Poroshenko” independiente europeísta del Presidente ucraniano (132 escaños),
  • “Frente Popular” nacionalista y europeísta del que fuera Primer Ministro Yatseniuk (82 escaños).
  • “Samopomich” (Autoayuda) europeísta de centro cristiano (33 escaños)
  • “Bloque de Oposición” socialismo liberal, euroescéptico y prorruso. (29 escaños)
  • “Partido Radical” partido de extrema derecha (22 escaños)
  • “Batkivshchyna” (Patria) liberal-conservador de Yulia Timoshenko (19 escaños)

 

El Partido Comunista, que obtuvo la mayoría en las primeras elecciones y que había sido uno de los partidos fuertes, desapareció del parlamento en 2014 al alcanzar un 3,4 %, no superando la barrera electoral. En la actualidad se encuentra ilegalizado, así como los dos otros partidos de ideología comunista, por una ley de 2015 emitida por el Ministerio de Justicia según la cual, y en palabras de Pável Petrenko ‘ni su actividad, ni su nombre, ni sus símbolos, ni su programa y estatutos cumplen las exigencias de la ley ‘sobre la condena de los regímenes totalitarios comunistas y nacionalsocialistas en Ucrania y la prohibición de su propaganda y su simbología”.

Destacar de igual manera el Partido de las Regiones, partido de centro creado en 1997, siendo la fuerza más votada en 2010 alzando a Yanukovich a la presidencia del Estado, y que, en 2014, alcanzó poco más del 3 % de los votos desapareciendo del parlamento.

Por otro lado, cabe señalar el auge de los partidos de extrema derecha, así como el hecho de que, incluso partidos de centro derecha, acojan exdirigentes de corte fascista o nazi en sus filas no teniendo problema a la hora de pactar coaliciones de gobierno con ellos. Cuesta encontrar partidos de izquierdas, pues casi todos ellos, incluso los independientes, en primer lugar, están volcando sus propósitos en entrar en Europa y en Occidente, a través de la OTAN y de la UE y, en segundo lugar, utilizan sus esfuerzos en verter un discurso nacionalista en torno a esa Ucrania que quiere estar cohesionada fuera de valores y raíces que dejó el comunismo y que, en el presente, son los valores que miran hacia Rusia, sosteniéndose esto, casi en exclusiva, en la tierras del Este y, en mayor medida, en los territorios independizados.

Sindicatos: Internacionalmente hay reconocidas tres confederaciones de sindicatos la Confederation of Free Trade Unions of Ukraine (KVPU), All Ukrainian Union of Workers (Solidarity) (VOST) y la Federation Trade Unions of Ukraine (FPU), esta última con más de 10 millones de afiliados siendo la opción mayoritaria. A pesar de que cuentan con un gran número de afiliados es un sindicalismo poco combativo y no muy visible.

En líneas generales, tal y como señala la página “Informe sobre las violaciones de los Derechos Sindicales”, en Ucrania, a pesar de estar regulada por la Constitución y las Leyes, la Libertad Sindical, la Negoción Colectiva y la Huelga, existen verdaderos problemas para ejercer estos derechos de manera efectiva pues son sistemáticas las violaciones en materia laboral incluso por parte de las instituciones públicas.

RETOS Y PROBLEMAS ACTUALES

En Ucrania, la lista de retos o problemas a solucionar dista un tanto de lo que es un país europeo, siendo propia de un Estado que sigue inmerso en un sistema autoritario, pues hacia cualquier ámbito donde se fije la vista, se encuentran situaciones impropias de un país occidentalizado. Falta de libertad de expresión y de asociación, torturas, malos tratos, reclusiones indebidas, falta de derechos, igualdad de género, son los problemas y retos más señalados a cumplir.

Libertad de Expresión y Asociación:

Referente a la libertad de expresión, digamos que existe una represión encubierta, tanto medios de comunicación como redactores que intentan averiguar situaciones irregulares de las instituciones públicas, en especial sobre los casos de corrupción, acaban siendo investigados, coaccionados o expulsados del país –como en el caso de dos periodistas españoles y dos rusos- por, según el SBU , “lesionar los intereses nacionales de Ucrania”, añadiendo que eso es lo que le espera a todo aquel que intentara descreditar a Ucrania. Pero también la muerte ha llegado a oscurecer todavía más el comportamiento del Estado para con estas libertades; en 2015 y 2016, respectivamente, murieron los periodistas Oles Buzina, tiroteado cerca de su domicilio, y Pavel Sheremet, ocasionada su muerte por una bomba que fue adosada a los bajos de su coche, también a escasos metros de su domicilio. Con todo ello, ser periodista se ha convertido en una profesión de riesgo en Ucrania, con lo que, una de las premisas que debe de cumplir un país para ser conceptuado como democrático, no se cumple.

Respecto a la libertad de asociación, activistas de la sociedad civil, así como diferentes ONG, sufren violencia de forma habitual, de manera especial cuando trabajan en asuntos que, como en el caso anterior, tratan sobre la corrupción del sistema. Se ha ido legislando con el objetivo de complicarles la existencia, obligándolas incluso a, si eran asociaciones o personas comprometidas contra la corrupción, hacer públicos sus ingresos, en el caso de no hacerlo se enfrentarían a graves cargos e incluso a penas de prisión. También se ha informado por parte del ACNUR de las limitaciones que se encuentran para ejercer el derecho de reunión, de manera especial en las zonas del Este.

La Religión:

La religión no ha sido un asunto conflictivo en Ucrania, de hecho, en la Constitución de 1996, en su artículo 35, en un país donde más del 75 % son creyentes, se consignó la separación Iglesia-Estado y la libertad de confesión para los ciudadanos, sin que ello constituyera problema alguno. Pero, con el conflicto de Crimea, se ha conseguido que la Iglesia Ortodoxa Rusa haya roto con el Patriarcado de Constantinopla al consentir este la independencia de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana. Debido a los hechos, Moscú, principal damnificado político por esta independencia consentida, ha decidido romper relaciones con el Patriarcado de Constantinopla, creando un cisma en la cristiandad que no se veía desde el siglo XI. De esta manera, la religión ha entrado también a formar parte del conflicto armado que sufre el país. Evidentemente este va a ser un tema que en un futuro inmediato tendrá consecuencias.

Cuestión de Género:

La transición en el país no tuvo en cuenta las cuestiones de género, por lo que, tanto política como económicamente hablando, las mujeres salieron desfavorecidas en este nuevo Estado que las convirtió en ciudadanos de segunda, susceptibles de desempleo, pobreza, tráfico y prostitución, entre otros. Aunque en los últimos años se han desarrollado leyes de igualdad de género, parece ser que no llegan a aplicarse y que, ni desde las instituciones políticas ni judiciales, se siente la obligación o necesidad de llevarlas a la práctica. Según el sindicato KVPU las mujeres hacen frente a un trato desigual en el mercado laboral, incluidas las prácticas de contratación discriminatorias. En la actualidad, sus sueldos se encuentran entre un 25 % y un 30 % por debajo de los sueldos del sexo contrario, con lo que se sitúan por encima de la media en trato discriminatorio. Según el Índice Global de Brecha de Género , que en 2016 alcanzó el 69,98 %, ucrania se sitúa en el puesto 69 del ranking, aumentando posiciones con respecto a años anteriores, empeorando así su situación año tras año.

La Comunidad LGTB

A pesar de que Ucrania fue la primera república exsoviética en despenalizar la homosexualidad, los derechos del colectivo homosexual tampoco están pasando por su mejor momento. En esta época de involución en la que se está instalando Europa, este colectivo comienza a verse afectado, no solo por partidos u organizaciones de extrema derecha, sino también por antiguos dirigentes del gobierno, como es el caso de Oleksandr Vilkul, Viceprimer Ministro entre 2012 y 2014, militante del partido Bloque Oposición, que ha llevado recientemente al parlamento un proyecto de ley en el que pretende prohibir la homosexualidad, protegiendo con ello la moral pública. Por otro lado, los grupos de extrema derecha, según Amnistía Internacional, han comenzado a reventar, sin complejo alguno, actos de igualdad, amenazando y agrediendo a sus asistentes, creciendo este número de actos cargados de violencia durante 2017.

Fronteras

Pero si hay algún tema que en la actualidad se encuentra en la cúspide de los problemas o retos a solucionar, es el de las fronteras; a 10 de diciembre, Petro Poroshenko, ha puesto fin al Tratado de Amistad con Rusia, alrededor del cual se han desarrollado las relaciones de los dos países desde la construcción de los nuevos Estados, contemplándose en él el respeto a la integridad territorial de ambos Estados o la inviolabilidad de las fronteras. Desde la anexión de Crimea y Sebastopol como distritos por parte de Rusia, cometiendo ese acto de “justicia histórica” que se señalaba en el punto 2.4, y la independencia autoproclamada de las repúblicas de Donetsk y Lugansk, que dio paso a la Guerra del Donbáss, enfrentando a las tropas del ejercito ucraniano, así como grupos paramilitares de extrema derecha, con ciudadanos ucranianos de esas zonas asistidos por voluntarios de otros países, principalmente de Rusia, no se había llegado a una nivel de alerta tan elevado de conflicto. Según el Jefe de Estado Mayor Ucraniano, el ejército ruso ha duplicado el número de vehículos militares en la frontera entre los dos países, coincidiendo ello con el apresamiento por parte de Moscú de los tres buques ucranianos en el estrecho de Kerch alegando que habían traspasado la frontera rusa.

A Rusia se le acusa por parte de la Comunidad Internacional de querer ampliar sus fronteras queriendo hacer suya la zona oriental de Ucrania, lo que le retornaría la posición geoestratégica de la que gozó en épocas anteriores. Ucrania ha pedido a la Unión Europea que envíe barcos de guerra al Mar de Azov, lugar donde se llevó a cabo el apresamiento de los buques, olvidando con ello que Ucrania sigue sin pertenecer a esta Institución ni, en su defecto a la OTAN, y que, si lo hiciera, se daría comienzo a una guerra en Europa de la que no se sabría, a priori, el alcance que podría tener. Este riesgo podría ser asumido por parte de Europa por un miembro de la UE; tal vez Putin, recordando a Stalin, se esté extralimitando también en base a ello.

CONCLUSIONES

Una vez realizado el estudio de caso de Ucrania queda cierta sensación de que hay algo que, parece paralizar lo que deberían ser las actuaciones de un Estado independiente, como lo es Ucrania desde 1991. Tal vez sea el choque entre el idealismo político pretendido, a toda costa, por parte de UE y EEUU desde la desintegración soviética, y el realismo de una Rusia que se resiste a perder más poder que aquel que perdió a finales del siglo pasado. Dos protagonistas internacionales queriendo poner de su lado un país dividido en sus raíces, raíces que se arrastran hacia cada uno de estos protagonistas como si fuera parte de su propia naturaleza, dejando entremedio un Estado que no termina de arrancar democráticamente, sobre todo en lo que a niveles de corrupción y de libertad de expresión e información se refiere. Parece que los sucesivos gobiernos se encuentran cómodos en tal situación y que esto hace que sigan escondiendo las faltas referidas, no importando que año tras año Ucrania siga instalada, dentro de Democracy Index, en puestos altos, concretamente en 2017 en el puesto 86, encontrándose en mitad de la tabla, obteniendo poco más de un 5 de nota sobre 10, acusando sobre todo el bajísimo 3.69 que obtiene en la categoría “Funcionamiento del Gobierno”. Con esta nota el país se convierte en “Régimen Híbrido” alejado de lo que es una democracia, ya no solo perfecta, sino que también imperfecta.

Si a ello le añadimos el auge que está teniendo en toda Europa la extrema derecha, significativa también en Ucrania desde el Maidán, con poder incluso dentro de las propias instituciones aunque solo sea en mayor medida en comportamientos o decisiones personales, el futuro que le espera a Ucrania se podría decir que no es nada halagüeño pues se ha convertido en un terreno perfectamente más preparado si cabe, para la siembra de posturas restrictivas de derechos, de igualdad y de libertad, alejándose con ello en mayor medida de esa democracia que pretendía con la firma del tratado de Balavezha. 

27 April 2022
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