Un Camino Hacia La Igualdad De Género En La Sociedad
Para comenzar, nos resulta importante destacar que Uruguay cuenta, desde el año 2007, con una ley que promueve la igualdad de derechos y oportunidades sin distinción de sexo, siendo el Estado el encargado de generar políticas públicas que integren dicha propuesta.
Para garantizar esta ley, se creó el Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades y Derechos realizado por el Instituto Nacional de las Mujeres, el cual debe ser puesto en funcionamiento por todos los organismos del Estado en conjunto con la sociedad.
Las actividades que se van proponiendo, se basarán en integralidad, descentralización, participación ciudadana, inclusión social, política y cultural, y promoción de los derechos humanos.
Los objetivos del plan deberán:
- Garantizar el respeto de los derechos humanos de las mujeres mediante leyes igualitarias.
- Promover el ejercicio igualitario de los derechos ciudadanos.
- Promover la inclusión social, política, económica y cultural de las mujeres.
- Promover cambios culturales para lograr condiciones de igualdad en el trabajo y en las relaciones familiares.
A raíz de esto se crea el manual para docentes, educadoras y educadores “Primeros Pasos. Inclusión del enfoque de género en educación inicial” que plantea tres elementos que son fundamentales para el trabajo con niños y que deben estar vinculados en la cotidianeidad de los centros educativos: el enfoque de género, el enfoque de derechos y la concepción de educación y primera infancia.
El género es una categoría de análisis, una construcción social y cultural por la cual cada sociedad, en un momento histórico determinado, define cualidades, capacidades, prohibiciones, prescripciones, derechos y obligaciones diferentes para mujeres y varones, a partir de las diferencias biológicas entre los sexos. Éste responde a una construcción sociocultural de la masculinidad o feminidad.
El género describe los atributos de roles: determinados por la sociedad, aprendidos por cada individuo, sometidos a un constante proceso de cambio, determinados por la organización social, cultural y económica. En relación a los derechos, éste permite fortalecer procesos democráticos que posibiliten el desarrollo integral de niños y adolescentes como sujetos de derecho.
Son seres humanos con opinión, participación que aporta al cambio. Esta manera de mirarlos construye una nueva relación entre el adulto y los niños, que se traduce en una nueva actitud y comportamiento. Los centros de educación inicial juegan un papel fundamental en la socialización de género.
Uno de los fines de la educación es la formación de ciudadanos: de personas que pueden ejercer sus libertades fundamentales y exigir el cumplimiento de sus derechos en una sociedad democrática.
Cuando se habla de educación hace referencia a un proceso permanente, que inicia en la primera infancia, en el que existe una construcción en interacción con el entorno, que se centra en el protagonismo activo de las personas. Tiene características que se enmarcan dentro del concepto de educación integral.
- La principal tarea en los centros educativos es construir la identidad y significado de cada niño.
- Los aprendizajes se basarán en el ámbito afectivo y social.
- Los niños construyen su identidad a través de los vínculos que establecen y en este período tienen una gran dependencia con el mundo adulto.
- El lenguaje, las acciones de la vida cotidiana, la ropa, el trabajo, las relaciones familiares, les dan a los niños los elementos para comportarse de acuerdo con el género asignado y para elaborar su autoimagen.
El punto de partida de este proceso está en las familias, quienes cumplen un papel fundamental en la enseñanza del género, los niños aprenden a través de la observación de las relaciones que desarrollan los adultos entre sí, siendo estas más o menos equitativas y expresándose en diferentes formas de la vida cotidiana. Las instituciones educativas las acompañan en un proceso de coeducación con una responsabilidad compartida.
Los primeros vínculos, las primeras experiencias relacionales con su entorno, con sus iguales, su participación en la construcción de su identidad, la posibilidad de explorar el mundo, entre otros aspectos, deben estar garantizados.
Los medios masivos de comunicación tienen un papel fundamental en la transmisión y conformación de valores de género, principalmente el internet, prensa escrita y televisión, que a través de su gran impacto y alcance contribuyen a mantener la división de género.
Construir una propuesta educativa que promueva los derechos de los niños en esta primera etapa, constituye un desafío que requiere un equipo que tenga presente en primer lugar al niño y a sus familias, que considere su realidad particular y única, y su contexto social.
Los cambios sociales, las diferentes estructuras familiares, las nuevas demandas educativas ofrecen la oportunidad de construir una cultura profesional vinculada a la infancia que continuamente revise las propuestas teóricas y metodológicas, que se nutra de la cooperación y de la participación para integrar conocimientos.
Los niños tienen las mismas necesidades en tanto personas, y no existen diferencias determinadas previamente por su sexo en cuanto a sus posibilidades e intereses.
Se debe brindar la misma respuestas ante las mismas situaciones, sin importar el sexo de los/as protagonistas.
Es importante los recursos que se ponen a disposición de los niños en las aulas, teniendo una planificación previa fundamentada. Con esto se deberá promover diferentes vivencias y experiencias para ensayar roles diferentes, juegos y nuevas situaciones. Es fundamental la observación e intervención del docente en caso que las dinámicas refuercen los estereotipos.
El género se construye a través de los juegos, cuentos infantiles y los juguetes, así como de todo aquello que rodea a los pequeños.
Es necesario pensar en la construcción de instituciones abiertas a la comunidad a la que pertenece, con un compromiso no solamente centrado en lo pedagógico – didáctico, sino también en el aprendizaje social, de vida y de compromiso reflexivo.
Los centros educativos en primera infancia que incorporaron el enfoque de género en su trabajo, pueden fortalecer los espacios comunitarios, redes sociales y asociaciones institucionales.
Basándonos en la definición de sexualidad de la OMS (ver anexo 2) reflexionamos: La sexualidad está presente en todos los seres humanos desde su nacimiento, incluso existen teorías que manifiestan que se da desde el momento de gestación.
Los aspectos que plantea la definición se presentan en todas las etapas del desarrollo del ser humano y se van construyendo y modificando a lo largo de toda la vida.
Esta definición es muy completa, ya que atraviesa al ser humano en todas sus dimensiones.
Como docentes en construcción, creemos fundamental tener presente este concepto para poder brindarles a los niños un espacio adecuado, la libertad de expresarse, conocerse, explorarse tanto en lo individual como en lo colectivo reforzando la idea de conocer, cuidar y respetar el cuerpo de uno como el de los otros.
Tenemos que tener en cuenta la franja de edad con la que trabajaremos, ya que lo vivido y adquirido en la primera infancia condiciona al niño, de forma positiva o negativa, para toda la vida. Por ello debemos ser, además de lo que expresamos en párrafos anteriores, promotores de la salud sexual.
La sexualidad es un derecho de los niños y al no brindarles ese espacio, lo estaríamos vulnerando.
Desde el momento del nacimiento a todos los seres humanos se les asigna uno u otro género. Esta asignación general se da a partir de la observación de los órganos sexuales externos. A partir de esta característica biológica se define una característica cultural que afectará a la persona durante el resto de su vida, ya que a partir de ahí empieza un trato diferencial y a través de éste el aprendizaje de género.
Estas características reflejan las pautas que la sociedad marca para el comportamiento según el sexo, llamados roles o papeles de género.
Generalmente se ve a las mujeres como personas débiles, dependientes y pasivas, en cambio a los hombres se los ve fuertes, agresivos y activos, marcando a lo masculino altamente valorado y lo femenino devaluado. Siendo visto esto como algo natural y exclusivo de la distinción sexual y casi nunca reconocidas como una construcción social.
El UNFPA define a la violencia de género como:
“Violencia que involucra hombres y mujeres, en la que generalmente la víctima es la mujer y que se deriva de relaciones de poder desiguales entre hombres y mujeres. (…) incluye pero no se limita al daño físico, psicológico o sexual (incluyendo la intimidación, sufrimiento, y/o privación de la libertad dentro de la familia o la comunidad). Incluye la violencia ejercida o condonada por el Estado.”
Refiriéndonos a ésta, describimos los diferentes tipos de violencia, sus características y consecuencias, en el ámbito familiar pero que se puede transpolar a otros ámbitos.
- Violencia física: hace referencia al cuerpo comprendiendo una escala de conductas que van desde un empujón hasta la muerte. Las consecuencias pueden ser externas (visibles) o internas (ocultas), leves, graves o mortales.
- Violencia sexual: sucede cuando se obliga a otra persona a realizar conductas sexuales no deseadas, se la hostiga o denigra sexualmente, se critica su forma de tener relaciones sexuales o se la compara con otras personas en forma degradante, se le trata como un objeto sexual, se le introducen objetos en la vagina o se la viola mientras está dormida. Por consecuencia la mayoría de las mujeres no identifican este tipo de violencia como tal, por considerar que su obligación es “satisfacer” al otro. Además, produce una total o progresiva insensibilización corporal y genital.
- Violencia emocional o psicológica, social y económica: la primera hace referencia a lo psíquico (burla, rechazo, ignorancia, indiferencia, entre otros). La segunda es también psicológica apuntando a la vida social de la víctima (hostil con sus amistades, descalificarla restándole autoridad, entre otros). Y la tercera hace referencia a la toma de decisiones financieras en todos sus aspectos. Las consecuencias que trae son: ansiedad, depresión, pérdida de autoestima y sentimientos de culpa, aislamiento social y trastornos psicosomáticos.
Todo lo expuesto hasta el momento, nos afirma lo fundamental que es construir y trabajar en un camino de igualdad de género desde los comienzos de nuestras vidas.