Una Nueva Opurtunidad en el Colegio: Mi Historia
Disfrutaba mucho el nuevo año, el alivio y la emoción de saber que iría a un nuevo colegio y tendría nuevas amigas no me dejaban dormir por las noches, tal vez era por la ansiedad que me provocaba la opinión de los demás o el temor al rechazo, era una simple niña de 13 años buscando la aprobación de las personas, buscando amor, pues de donde venía poco de eso había encontrado.
Sabía que ya era momento de tener cambios fundamentales en mi vida que contribuyeran a mi realización personal, por esto había decidido darme una nueva oportunidad para establecer relaciones con nuevas personas las cuales esperaba y fueran muy diferentes a las de mi anterior colegio, sería un alivio, aunque tampoco quería crearme muchas expectativas pues no quería salir decepcionada. Los primeros 24 días del año los sentí como una eternidad, ya que esperaba con ansias ese lunes 25 de enero, mi primer día de clases en el que sería mi nuevo colegio. La noche del 24 mi salud me jugó una mala pasada, tenía fiebre y migraña, sentía que se me venía el mundo encima.
– ¿Es realmente necesario que vayas al colegio mañana? Estás muy mal y no quiero que te pase nada malo- dijo mi madre con ternura y una preocupación que fallidamente intentó ocultar.
– Es muy necesario- le respondí rápidamente- no me siento tan mal, seguro mañana amanezco mejor- dije optimista, nunca me había gustado dejarme tumbar por ningún malestar y mis ganas de ir a mi primer día de clases eran más grandes que la migraña que retumbaba mi cabeza.
Al día siguiente para mi fortuna, me desperté bastante mejor y estaba muy emocionada, el tan esperado día había llegado. Desde que me desperté me latía muy rápido el corazón cada vez que pensaba en mi nuevo colegio, me puse orgullosa mi nuevo uniforme porque nunca había usado uno de ese tipo, siempre eran faldas o pantalón corto. No tenía apetito para desayunar, sentía revuelcos en mi estómago así que comí poco esa mañana y mi mamá fue bastante comprensiva conmigo. De camino al colegio estuve creando mil historias en mi cabeza de lo que me podría suceder, desde ser popular hasta ser rechazada por todas las niñas, estaba tan distraída que cuando quise ver ya estaba en la puerta del colegio.
Sentí que mi corazón saldría de mi pecho en cualquier momento, me sudaban excesivamente las manos y respiraba con dificultad, solo miraba a las otras estudiantes y me decía a mí misma que hiciera lo mismo que ellas para pasar desapercibida, el problema es que la mayoría de ellas estaban reencontrándose con sus amigas y yo no conocía a nadie.
Cuando sonó el timbre noté que al ser el primer día había una formación, esperé a que todas las filas estuvieran formadas para luego llegar silenciosamente a la que era mi fila, llegué a sentarme y le agradecí al universo que nadie notara mi presencia, solo recibí algunas miradas, pero no llamé mucho la atención. Al terminar la formación nos dirigimos a nuestros respectivos salones de clase y decidí sentarme en una silla en la esquina de la primera fila, no me tomó mucho tiempo darme cuenta de que había cometido un error, pues ubicada aquí sería notada y mis compañeras me mirarían.
Me enteré que mi director de grupo era uno de los profesores más exigentes del colegio y no me sentí mal al respecto, sería un reto para mí que estaba totalmente dispuesta a enfrentar. Cuando el profesor llegó a presentarse mencionó que había niñas nuevas, rogaba para mis adentros que no nos mandara a presentarnos, aunque sabía que tendría que hacerlo. Al llegar mi turno me puse de pie muy nerviosa, me tronaba los dedos para intentar distraerme y calmarme un poco, dije mi nombre y el nombre de mi anterior colegio, al instante escuché murmullos a mis espaldas, me sentí fatal ya que desde ese momento supe que habían empezado a crear prejuicios sobre mí, eso era lo último que quería, venía a un nuevo colegio para ser una nueva persona, no tenía intención que conocieran sobre mi pasado y mucho menos que me juzgaran por él, sentí un nudo en la garganta y fue ahí cuando volví a mi lugar. Solo pensaba en lo patética que había sido mi presentación y en lo que mis compañeras podrían pensar de mí. Las primeras clases transcurrieron con normalidad y al llegar recreo sentí un gran alivio porque al fin podría salir y explorar un poco las instalaciones del colegio. Antes de salir del salón una compañera se acercó a mí, me sorprendió bastante.
-Como eres nueva no creo que tengas con quien sentarte en recreo ¿te gustaría sentarme con mi grupo y conmigo? -me preguntó amablemente.
Me lo pensé bastante, si analizaba la situación esta era una oferta bastante tentadora, facilitaba el trabajo de relacionarme con mis compañeras, así que al final terminé accediendo. Durante el recreo conversé con las chicas y me estuvieron comentando diversas cosas sobre el colegio y sus integrantes, me sentí muy a gusto con ellas. Al terminar el recreo, en la clase siguiente nos encontramos de nuevo con nuestro director de grupo y mencionó que había visto que me integré a un grupo con facilidad. Estaba muy feliz por lo que me dijo, aunque no entendía cómo lo había notado, sin embargo, le resté importancia.
Al final del día, ya en la comodidad de mi hogar, llegué a mi cuarto y me tiré en la cama, la historia del día se repetía en mi mente como una película en bucle. Me sentí muy feliz y estaba más tranquila, un sentimiento de gratitud se apoderó de mi corazón, pues ahora tenía nuevas amigas. Sabía que la vida me había dado una nueva oportunidad.