Uso Y Abuso Del Alcohol En La Socialización De La Comunidad Universitaria
Introducción
La práctica regular de actividad física parece relacionarse con efectos beneficiosos, tanto físicos como psicológicos. Por otro lado, existe abundante investigación que avala la práctica de actividad física como factor de protección ante problemas médicos, como cardiopatía isquémica, HTA, ACV y osteoporosis, y psicológicos como ansiedad, depresión y demencia y adicciones. Además, la investigación muestra que el ejercicio físico contribuye a aumentar el bienestar psicológico, y proporciona beneficios en la densidad o´sea de los practicantes, incrementando la densidad mineral ósea en las primeras etapas de la vida y ralentizando la pérdida de masa ósea en personas mayores de 50 años (Cenarruzabeitia, et al. 2013 y Bagur 2013).
En 2010 se realizó un estudio (Omedilla, et al) donde los resultados indican que las estudiantes que practican actividad física, sea esta federada o no federada, manifiestan menores niveles de ansiedad y de depresión que las estudiantes sedentarias, en la línea de la mayoría de trabajos que han estudiado estas relaciones, es decir en el caso de las adicciones y en específico la del alcohol los factores como actividad física y sexo del individuo pueden ser determinantes.
La vida universitaria se desarrolla durante la adolescencia, esta comprende un periodo de vida después de la pubertad y antes de la adultez. En esta etapa se empiezan a despertar sentimientos nunca antes experimentados como el “Amor primero”. Así Mismo Flaubert distingue los amores (amor materno, amor de pareja), sabiendo sobre su marca y del deseo nuevo que sorprende al adolescente ante el cual, él mismo casi se desmaya, para desaparecer, y borrarse ante el objeto de su nuevo deseo. Se trata entonces de un trayecto nuevo de la pulsión que no cambia, lo nuevo está en la forma como el inconsciente sorprende y divide al sujeto, es su estatuto y su lógica de corte. El adolescente estará sorprendido, desconcertado por ese deseo nuevo que produce su inconsciente (Lacan 2001).
Desarrollo
Decisiones en la vida
La toma de decisiones (TD) es la habilidad para elegir un curso de acción entre un conjunto de opciones disponibles (Verdejo-García, Vilar-López, Pérez-García, Podell & Goldberg, 2006). Según la hipótesis del marcador somático (HMS) la TD es facilitada por la emoción. Precisamente, los estados emocionales que surgen en un contexto de incertidumbre intervienen en una elección ventajosa. Estos estados emocionales actúan como marcadores somáticos, ya que están asociados con experiencias previas de recompensa o castigo ante una TD y son recuperados para «marcar» anticipatoriamente la valencia, positiva o negativa, de las experiencias actuales de TD. De esta manera, la TD es guiada hacia objetivos adaptativos (Reimann&Bechara, 2010). Según la HMS, la experiencia emocional implica una reacción subjetiva y somática que puede presentarse en forma de cambios vegetativos, musculares, neuroendocrinos o neurofisiológicos, ante acontecimientos, positivos o negativos, que resultan del proceso de TD. Cuando los individuos no logran procesar dichos marcadores somáticos, responden valorando la recompensa inmediata e ignoran las posibles consecuencias negativas. Este fenómeno se denomina «miopía hacia el futuro» (Verdejo-García, Vilar-López, Pérez-García, Podell & Goldberg, 2006).
Así, es posible que los individuos que presentan una TD desadaptativa, también muestren alteraciones en sus procesos emocionales (Martínez-Selva, Sánchez-Navarro, Bechara & Román, 2006). Es importante mencionar que la TD entre los jóvenes universitarios está altamente expuesta a estímulos (alcoholismo) que pueden convertirla en una TD desadaptativa y resultar en situaciones poco favorables para la salud emocional, física y mental.
TD y la edad del individuo
Entre los 12 y los 20/25 años aproximadamente, existe una particular interacción entre 2 sistemas neurobiológicos diferentes. Por un lado, el sistema socioemocional que comprende la región límbica y que se desarrolla al inicio de la adolescencia y, por otro lado, el sistema de control cognitivo, asociado a la región prefrontal, cuya maduración se completa hacia el final de la adolescencia (Steinberg, 2010). En consecuencia, entre la adolescencia y la juventud, los individuos presentan una predisposición a la toma de riesgos ya que no cuentan con los controles suficientes ante pautas conductuales sesgadas por su experiencia emocional, lo que los puede llevar a tomar decisiones desafortunadas. No es raro escuchar en las noticias, la cantidad de delitos cometidos por jóvenes, individuos que deberían estar cursando algún grado escolar.
A su vez, tanto las emociones positivas como las negativas influyen en la TD de los jóvenes (Balogh, Mayes & Potenza, 2013).Por ejemplo, los adolescentes y jóvenes expuestos a estímulos positivos valoraron con menor riesgo una serie de situaciones como el consumo de alcohol o el ingreso a un automóvil conducido por un individuo ebrio (Haase & Silbereisen, 2011). Es posible decir que el abuso del alcohol entre jóvenes universitarios es ejemplo de una toma de decisiones poco favorable y que deteriora la salud física y metal.
Por su parte, el consumo intensivo de alcohol (CIA), “binge drinking” en la literatura en inglés, es una modalidad de consumo muy frecuente entre adolescentes y jóvenes (Parada et al., 2011). El CIA se caracteriza por ser un consumo no controlado o problemático que, en general, se estima a partir de 4-5 o más unidades de bebida estándar en mujeres y varones, en una misma ocasión de consumo respectivamente(NIAAA, 2004). En una reciente revisión se concluye que los mayores índices de CIA se dan en la adolescencia tardía (18 a 25 años; Spear, 2015). Con frecuencia, el CIA en los adolescentes y jóvenes se asocia a alteraciones en la memoria, la atención, las funciones ejecutivas y la fluidez verbal (Mota et al., 2013) En este sentido, diversos estudios señalan que los adolescentes y jóvenes que presentan un CIA tienen un bajo rendimiento en TD (Goudriaan et al., 2007). De la misma manera, en otros estudios se evidenció que el consumo de alcohol, aun en circunstancias de ingesta aguda, propicia una TD desventajosa (Acuña, Castillo, Bechara & Godoy, 2013).
Sumando desventajas sociales
México, país de fuertes contrastes sociales, ofrece desde hace varias décadas limitadas oportunidades de vida a millones de jóvenes. La ausencia de políticas públicas redistributivas capaces de garantizar el ejercicio de las normas más básicas de ciudadanía social, en conjunto con el pobre desempeño de los mercados de trabajo en las últimas décadas, ha propiciado la reproducción, cuando no la acumulación de desventajas sociales entre los jóvenes de estratos bajos. En no pocos casos, estas desventajas han desembocado en itinerarios biográficos que rayan en la exclusión social. En México las oportunidades de inclusión social son limitadas y su distribución es muy desigual. En este contexto emerge la inquietud por comprender cómo jóvenes que han vivido situaciones de pobreza, violencia familiar y adicciones intentan “salir adelante en la vida”, identificar los obstáculos que enfrentan, los recursos que movilizan, las decisiones que toman y la ocurrencia de eventos socio-demográficos que, poco a poco, van moldeando de manera disímil sus vidas. En la ruta de posible superación de las desventajas sociales se distinguen dos senderos distintos: por un lado, la superación por medio de la escolaridad, y del otro, la superación vía la inserción laboral protegida. La ruta de reproducción de las desventajas sociales se materializa en biografías laboralmente erráticas y precarias o por medio de la reproducción de las desigualdades de género ligadas a la unión matrimonial que confina la vida de algunas mujeres al ámbito doméstico. Por último, la ruta de riesgo de exclusión social se bifurca, también, en dos senderos. En el primero, los jóvenes después de haber protagonizado conductas de transgresión social, parecen haber encontrado una posible vía de reversión de la exclusión por medio del apoyo institucional; esta ruta representa la promesa de la integración social. En el segundo, los jóvenes han quedado atrapados en situaciones de pauperización crónica y la exclusión da lugar a comportamientos que cuestionan las formas de convivencia social y legitiman prácticas que las contravienen (Mora, 2013).
Importancia del núcleo familiar ante situaciones de riego como el alcoholismo
En el siguiente diagrama de flujo de Mora (2013). Don se puede relacionar el consumo el abuso de alcohol entre los universitarios y las desigualdades heredadas. Siguiendo el curso de las trayectorias por ejemplo una trayectoria con buen cuidado parental y más que nada apoyo y buena integración familiar las aspiraciones y expectativas de la vida son mayores.
Al considerar la influencia del origen familiar en la vida de los jóvenes, es relevante tener en cuenta los diversos aspectos ya mencionados: las condiciones materiales de existencia; rasgos familiares tales como la posición de los jóvenes entre los hermanos(as), la condición de hombre o mujer; las formas de convivencia y los apoyos familiares a los que se tiene acceso. Es conocido que las condiciones de existencia de las familias de origen tienen consecuencias decisivas sobre las oportunidades de vida de sus integrantes, como señalamos previamente.
Incluso, en casos extremos de privaciones más severas, la familia puede actuar como un factor que propicia conductas de riesgo entre los niños/jóvenes, apoyando u favoreciendo su participación en actividades de generación de ingresos asociadas con la mendicidad, la drogadicción, el robo y la prostitución infantil (Espíndola, 2013). Pero también hay que hacer hincapié en que un ambiente familiar que brinda afecto, apoyo emocional, seguridad y protección, puede contribuir a contrarrestar, en parte, el impacto desfavorable de la falta de recursos materiales, actuando como un factor de protección social de primer orden (Mora Salas y Oliveira, 2014).
Cuando el núcleo familiar se erosiona, el apoyo de otros familiares (tíos, abuelos) puede ser vital para garantizar la manutención cotidiana (casa, comida, vestido) y la permanencia en el sistema educativo; máxime en una sociedad en la que la familia ocupa un papel central en la provisión de la seguridad social (Barba, 2004).
Contar con un familiar cercano al que recurrir en caso de necesidad (material o emocional) es un aspecto que resalta, en tanto recurso valioso, en los relatos de vida analizados. Las jefas de familia, mujeres que asumen en ocasiones solas la crianza de sus hijos, constituyen una figura central en los relatos en torno a la familia de estos jóvenes. También destacan el papel de los hermanos y hermanas que entran en escena de diversas maneras. Las hermanas asumen, las más de las veces, las tareas ligadas al trabajo doméstico y de cuidado. Los varones, por su lado, generan ingresos derivados de su inserción precoz en el mercado laboral, algunas veces para suplir los ingresos que el padre dejó de aportar por muerte, abandono o migración otras para sumar algún dinero a los limitados ingresos familiares. Los hermanos y hermanas mayores ayudan, de igual forma, a los menores en la elaboración de las tareas escolares para suplir las carencias de estudio o tiempo de los padres, o “extienden la mano” para superar cuadros críticos de vida (drogadicción, alcoholismo, abandono paterno). No obstante, la presencia de un hermano que busca vías ilegítimas de obtención de recursos o incurre en adicciones críticas, puede tornarse en un factor de riesgo para los demás. En suma, las condiciones materiales de existencia y las formas de convivencia muestran que las familias, como ámbito de interacción, socialización, apoyo emocional y manutención cotidiana, juegan un papel central en el itinerario biográfico de las y los jóvenes de estratos bajos, pues suelen ser la principal fuente de recursos a su disposición. Cuando en el hogar predomina la solidaridad, la familia ejerce influencia en la orientación de su curso de vida, tornándose en un factor de protección frente a las tendencias de exclusión social en curso. Sin embargo, las influencias familiares también pueden operar en sentido contrario. Cuando lo frecuente es el conflicto, la violencia, el abuso sexual y el abandono, la familia es un factor que contribuye a desestructurar las trayectorias de vida de los jóvenes y se articula con otras fuerzas que favorecen las dinámicas de exclusión social. (Mora, 2013).
Los jóvenes con una historia familiar positiva (HFP) de abuso de alcohol son más vulnerables a presentar abuso de alcohol y a experimentar consecuencias negativas asociadas al consumo de esta droga (Leeman, Fenton & Volpicelli, 2007). Una HFP favorece el inicio temprano del consumo de alcohol (Dawson, 2000) que, a su vez, predice el consumo elevado del mismo que aumenta el número y la severidad de los problemas experimentados (Pilatti, Read & Caneto201). Otros estudios (Elliott, Carey & Bonafide, 2012; Pilatti, Caneto, Garimaldi, Vera & Pautassi, 2014) observaron un efecto sinérgico entre ambos factores de riesgo, donde una HFP exacerbaba el efecto facilitador del inicio temprano del consumo de alcohol.
Alcoholismo en estudiantes universitarios
El uso y consumo de drogas psicótropas, entre ellas el alcohol, se trata de una constante en la historia de la humanidad. Se extiende, al menos, desde el culto al dios Baco de la Grecia antigua hasta la metáfora del vino como sangre de Cristo, la actitud naturista del movimiento hippy, el consumo de drogas ilegales en la cultura de la marginalidad, el uso para la obtención del éxito entre la población “yupi” y el motor de la diversión en el adolescente actual. La invasión del consumo masivo de alcohol como un fenómeno social en aumento, tanto en las sociedades industrializadas como en zonas rurales y agrarias, provoca la llamada de la Medicina para intentar encontrar soluciones al problema.
Múltiples definiciones se han constituido alrededor del alcohol y sus efectos. Pocas, sencillas y claras. La Sociedad Americana de Medicina de las Adicciones definió el alcoholismo como una “Enfermedad primaria y crónica sobre cuyo desarrollo influyen factores biológicos, psicosociales y ambientales. Es una enfermedad con frecuente evolución fatal. En etiología el alcoholismo es un síndrome de origen multifactorial, van a intervenir factores biológicos, factores genéticos, factores educacionales, psicológicos y ambientales. Clínicamente se caracteriza por síntomas de abstinencia, al disminuir o suprimir voluntaria o involuntariamente la ingesta de alcohol, por déficit del control del consumo, por minimización o negación de la ingesta y por persistencia en el consumo a pesar de los efectos adversos. Estos síntomas pueden ser continuos o periódicos (Díaz, 2007).
Hay evidencias suficientes que relacionan los factores ambientales adquiridos durante la vida, como los hábitos y estilos de vida, con la aparición de enfermedades y eventos cardiovasculares (Pullen 2001). Durante los primeros años de la vida adulta se adquieren determinados hábitos que incluyen el tipo de dieta, el sedentarismo o el tabaquismo, entre otros, cuya medicación posterior resulta difícil, y que determinaran la salud cardiovascular futura de los individuos en la vida adulta. Por ello, resulta de interés conocer que habitos, relacionados con el riesgo cardiovascular (RCV) futuro de los individuos, comienzan a integrarse al final de la adolescencia. La caracterización de los factores de riesgo cardiovascular modificables de la población joven española es útil en la orientación y la planificacion de actuaciones, consejos e intervenciones de carácter preventivo. El consumo de alcohol y tabaco son hábitos ampliamente extendidos en la sociedad y particularmente en la juventud, lo que no permite prever que a medio plazo disminuyan de forma importante los problemas de salud relacionados con estos hábitos en esta población. Los estilos de vida nocivos, entre los que se incluyen conductas de riesgo como el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas en los jóvenes, representan un tema relevante en nuestra sociedad, que precisa de un abordaje multifactorial y multidisciplinario (Ariza, 2001).
Aunque en la promoción de estilos de vida sanos o saludables la responsabilidad es compartida en varios estamentos, la adopción de estilos de vida en los jóvenes debería ser una de las tareas a cumplirse en la universidad, por medio de la promoción de la salud, propiciando la adquisición de estilos de vida sanos que redundan, como se ha demostrado, en una mayor supervivencia y mejor calidad de vida de los individuos (Hernan, 2004). Por lo tanto, hay una necesidad de propiciar hábitos y estilos de vida sanos en los jóvenes en todas sus etapas del desarrollo, sin descuidar el abordaje preventivo y de promoción de la salud en la etapa universitaria, de modo que la universidad fomente la adquisición del conocimiento junto con la promoción de estilos de vida saludables que mejoren la salud cardiovascular futura (Martinez, 2009).
Conclusiones
El abuso del alcohol es una condición creciente entre los jóvenes universitarios de todo el mundo. Esta substancia psicótropa puede generar una fuerte adicción denominada alcoholismo. El alcoholismo tiene por consecuencia la perdida de la salud, la desintegración social, desintegración familiar y en algunos casos la muerte. En las últimas décadas, el tratamiento del alcoholismo se ha beneficiado tanto del avance de la farmacología, como de las aportaciones de la psicología.
Los objetivos de la psicoterapia abordan aspectos muy diferentes a lo largo del proceso terapéutico: aceptación del trastorno adictivo, refuerzo de la motivación para el tratamiento, afrontar vivencias de deseo y situaciones difíciles, manejar la clínica afectiva y de ansiedad, favorecer la adquisición y consolidación de nuevos hábitos de vida, remodelar sus relaciones personales, etc. Las principales orientaciones de psicoterapia estudiadas para pacientes con consumo de sustancias son la terapia cognitivo-conductual, la terapia motivacional, la terapia interpersonal y la terapia psicodinámica. Tener en cuenta las posibilidades de uso individual, grupal, familiar o de auto ayuda (Díaz, 2007). Es importante evidenciar que el consumo de alcohol en exceso no es una conducta exclusiva de los Jóvenes universitarios. Pues estudios como el de Tegorna (2016) declaran que existe prevalencia de un fuerte consumo de alcohol en adolescente de secundaria. Posiblemente la situación sea la misma en el caso de la educación media superior, por lo que es de suma importancia que el Gobierno actué en conjunto con las organizaciones de padres de familia, para determinar la situación del abuso del alcohol en cada caso particular y en todos los niveles académicos enfocados a individuos adolescentes.
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