Visión Masónica de la Ética y Moral en el Siglo XXI

Introducción

Las sociedades modernas han enfrentado en estas dos décadas del siglo XXI, una serie de retos cada vez más complejos: económicos, políticos, medioambientales, tecnológicos con la revolución digital y la globalización. Los movimientos sociales y la actual crisis sanitaria han venido a exponer problemas que siguen presentes y que creíamos superados, enmascarados por un falso exitismo social.

Si bien, hemos experimentado cambios trascendentales en la sociedad, como la incorporación de la mujer al trabajo, la reducción de los horarios laborales y la comunicación global a tiempo real entre otros; hemos olvidado elementos imprescindibles para la convivencia social y el deber ciudadano.

Los códigos éticos imperantes, junto con el abuso de los medios de información, han provocado en la sociedad una sensación de anarquía moral, donde todo vale, se alteran y degeneran los valores tradicionales a través de su uso mediatizado con fines meramente especulativos y económicos.

La palabra Ética, proviene del griego “Éthos” que significa “hábito o costumbre”. Aristóteles consideraba que a partir de los hábitos y costumbres, es que el hombre desarrolla un modo de ser o su personalidad. La palabra Moral proviene, del latín, Moralis, que derivaba de mos (en plural mores) y significaba “costumbre”.

Con el tiempo estos conceptos evolucionaron, resumiéndose como “la Ética el conjunto de normas, que vienen del interior del ser o la persona y la Moral como el conjunto de normas que vienen del exterior; es decir, de la sociedad”. Por lo tanto, cuando hablamos de ética lo hacemos con un sentido amplio del sinónimo de lo bueno, de aquello que es moralmente positivo.

Sin pretender dar un análisis extendido de los conceptos de Ética y Moral abordaremos sus implicancias en los nuevos desafíos de la humanidad, desde la mirada de nuestra Orden, la que también está atenta a los cambios sociales.

Desarrollo

Ética en el siglo XXI

Sin duda alguna, las transformaciones que estamos viviendo, tanto a nivel individual como sociedad, reclaman volver a darles sentido a los valores tradicionales; la humanidad está clamando que palabras como Solidaridad, Cooperación, Igualdad, Fraternidad y Libertad que han sido contaminadas por intereses espurios, se llenen nuevamente de su sentido original, inspirados por un sentimiento genuino, sin confusiones ni subterfugios interesados.

En los últimos años hemos presenciado la ausencia de valores claros y el resurgimiento de conductas antisociales, que se han instalado en nuestra sociedad como patrón común a cualquier iniciativa, independiente de su legitimidad. Actitudes de odio, egoísmo, violencia, indiferencia ante el prójimo; donde prevalece el más fuerte, deben ser erradicadas con urgencia, pues están afectado de forma trascendental la ética y moral del individuo, la familia y de la sociedad.

El auge de la posverdad ha provocado una banalización de la mentira y, por ende, la relativización de la verdad, tergiversando valores básicos de convivencia como son la verdad y la honestidad, exhortándonos a estar atentos y tomar una postura reflexiva y crítica de lo que ocurre a nuestro alrededor sabiendo seleccionar la información que validamos.

Como mencionamos al comienzo de este trabajo, la primera misión de la ética es formar el carácter, no sólo de las personas, sino también de los pueblos y de las instituciones, esto incluye a nuestra Orden ; por lo que debemos trabajar y esforzarnos por alcanzar cada día, lo que los griegos llamaban “areté ”, es decir forjarnos un carácter excelente, que nos permita sobresalir en esta sociedad desorientada y trémula.

Se tiende a pensar que la Ética es algo subjetivo, sin embargo es de carácter Intersubjetiva, pues se forma entre las personas, somos los seres humanos en comunidades y agrupaciones los que vamos dialogando acerca de que es lo mejor o más justo. Por tanto si queremos una nueva ética, debemos determinar hacia dónde queremos ir como sociedad, de esta manera podremos redefinir los valores éticos, a las necesidades del ser humano actual y a la sociedad en la que queremos desarrollar nuestra existencia.

El desafío es entonces definir a qué valores le daremos prioridad como sociedad, de modo que haya concordancia entre lo que declaramos y lo que realizamos; a modo de diferenciar entre ética y “cosmética”, es decir dar la imagen de ser algo que no se es; por lo que debemos forjar el carácter desde la coherencia, “La ética sin proyección pública queda en el escapismo ”.

Creemos que en razón de lo anteriormente expresado, la virtud primera a desarrollar en nuestro tiempo es la Cordura, que como dice bellamente Adela Cortina es “un injerto de la Prudencia en el corazón de la Justicia” y “el que es cuerdo, es el que tiene corazón, tiene ese “con cordis”, y como tiene corazón, intenta ser Justo y Prudente”, valores tan necesarios en estos momentos.

Ética, Tecnología y Pandemia

Diversos y alentadores han sido los avances tecnológicos que hemos presenciado en este siglo, sin embargo ninguno de ellos ha logrado modificar la esencia de la psiquis humana, sus intereses primarios ni sus ambiciones; por el contrario, los han exacerbado acentuando problemas como el consumismo, el hambre, los refugiados, entre tantos.

Dado lo anterior, el progreso humano tiene que examinarse obligadamente desde 2 frentes: el progreso Tecno – Científico y el Ético. El primero debe proveer mejoras en las condiciones de vida de los pueblos y las naciones, y la segunda, debe apelar a la honestidad y la integridad en todas las etapas de dicha práctica. Ambos deben, por tanto ir de la mano, con un “para qué”, que apunte hacia fines más altruistas para la sociedad.

La actual pandemia provocada por el COVID-19 ha cambiado nuestras vidas para siempre: el confinamiento está replanteando las relaciones sociales y la manera en la que trabajamos, prontamente veremos la universalización del teletrabajo; cambiará el concepto de ciudad, descongestionando el tráfico y reduciendo la contaminación.

La humanidad se encuentra en un punto de inflexión, esta crisis, así como las anteriores que han asolado a la humanidad, han sido potentes palancas de cambios históricos y abrieron nuevas oportunidades de cambios en las sociedades afectadas, por lo que esta experiencia nos debe servir, para reflexionar acerca de nuestro futuro con una perspectiva empática sobre las necesidades de todos.

Ética y Educación

Uno de los grandes problemas de nuestra sociedad es su polarización, donde existe muy poco espacio para pensar en una política del bien común, dado precisamente por el hecho de que “la gente escucha opiniones que refuerzan lo que ya creen” . Motivo por el cual se hace necesario desarrollar el arte de escuchar, principal habilidad cívica, no sólo oír, sino entender las razones y principios detrás de las opiniones, sobre todo aquellas con las que no estamos de acuerdo.

Sin dudas la educación, juega un rol importante en recuperar este hábito cívico de dialogar y escuchar. El objetivo de la educación cívica es “incentivar la reflexión y facilitar una mejor comprensión de la realidad social, fortalecer las habilidades que permitan participar más activamente en la vida cívica, así como promover normas y valores, tales como la pluralidad, la diversidad y la participación, considerados elementos claves de la convivencia democrática en la vida moderna” .

Hoy, el concepto de Educación Cívica ha evolucionado al de “Formación ciudadana” ; con un enfoque más amplio que fomenta y perfecciona la capacidad de actuar de un “Ciudadano competente”, para una participación cívica informada, crítica y constructiva.

Históricamente la educación cívica se establece en la educación chilena como una asignatura independiente a partir del año 1912; más tarde, en 1967, es integrada en la asignatura de Ciencias Sociales, para volver a ser independiente en 1980. Sin embargo, el año 1997, desaparece como ramo, transcurriendo 18 años, para volver a formar parte del currículo de enseñanza media.

Esta ausencia de educación formal ha dejado en evidencia la carencia de habilidades, para una ciudadanía activa y participativa, reflejada en los resultados obtenidos por los jóvenes chilenos en el marco de evaluaciones internacionales comparadas.

Durante el año 2016, se dictó la ley 20.911 que creó el Plan de Formación Ciudadana para los establecimientos educacionales del país, ley que busca garantizar que todas las escuelas cuenten con un Plan de Formación Ciudadana y en Derechos Humanos. A esto se suma que, en el año 2018, el Consejo Nacional de Educación (CNED) aprobó la creación de la nueva asignatura de Educación Ciudadana para 3° y 4° medio a implementarse el año 2020.

Ética Social

El hombre como ser social, necesita de otros para que su desarrollo sea pleno, para llevar a cabo de forma armónica esta relación, debe regirse por ciertos principios que son contenidos en lo que se conoce como la Ética Social, la que comprende las normas de comportamiento que debe tener el ser humano para poder convivir con los demás, de manera tal que se beneficie él y su entorno. Requiriendo, por tanto que cada persona tenga un estado de Conciencia que le permita identificar lo que “está bien” y lo que “está mal”, desarrollando el sentido de cooperación y participación.

Según lo establecido por Hegel, la ética social está conformada por la Familia, que es la que se encarga de inculcar las normas y los valores al hombre de modo de permitirle su desenvolvimiento en la sociedad, por lo tanto, de ella depende que cada ser humano cumpla con sus deberes y respete los derecho de los otros. La Sociedad, es la que se encarga de crear las normas y las leyes que sustentan esas normas y finalmente el Estado, es el que se encarga de aplicar y hacer cumplir las normas de comportamiento dentro de la sociedad.

Uno de los problemas más serios que estamos viviendo como sociedad, es la reducción de la Ética al ámbito de lo privado, donde la ciencia, la política y los medios de comunicación, entre otros, tendrían sus propios valores éticos, sin introducir en ellos ningún factor Moral, lo que las hace sumirse en una amoralidad sistemática y un relativismo ético que termina socavando los cimientos de la convivencia. No existe una sociedad que garantice la libertad y el bienestar de los ciudadanos sin la sujeción a una común norma moral que sea independiente.

Vivimos en una sociedad que parece haber olvidado valores elementales; los ciudadanos imponen sus exigencias, mientras los gobernantes se centran en conservar sus prebendas por encima de cualquier obstáculo. Así hemos creado ciudadanos y gobernantes que, cada uno desde su posición, procuran su propio bienestar sin considerar los posibles perjuicios que se pudiesen causar a otras personas y a la sociedad en su conjunto.

La tarea que nos espera no es fácil, pues buscar el bienestar de toda la sociedad tiene el inconveniente de que se satisfacen los deseos de algunos en desmedro de los otros; por lo que se debe encontrar siempre el equilibrio perfecto entre bienestar y justicia.

Ética y Masonería

Todo lo anteriormente expuesto, nos lleva a preguntarnos ¿Cuáles son las bases sobre las que la Orden se sustenta, para erigirse como un ente regulador y moderador de la actual ética de la sociedad actual?

En primer lugar debemos recordar que la Constitución Masónica de la Gran Logia de Chile, que en su primer párrafo declara: “La Francmasonería es una Institución Universal, esencialmente ética, filosófica e iniciática, cuya estructura fundamental la constituye un sistema educativo tradicional y simbólico” .

En conformidad con este planteamiento, corresponde determinar cuál es la Ética y la Moral que proclama la Orden; en este sentido la primera Constitución de Anderson , determinó que “El Masón, por su condición de tal, está obligado a obedecer la ley moral”.

En palabras del Ex GM.·. Marino Pizarro Pizarro, “El mundo es del hombre justo y ético. El hombre está repartido entre dos virtudes fundamentales: la Solidaridad y la Moral y sobre ellas construye su vida, donde reside su esencia” y continúa “para nosotros los masones, la Ética es un estado de conciencia fundado en el amor”.

Según palabras del GM Sebastián Jans “La Masonería es definida como una escuela de moral, velada por alegorías e ilustrada por símbolos”. Ello significa que, siendo escuela de moral, para sus fines superiores, establece una metodología y un aspecto identitario que hace característico el hecho mismo de ser masón”.

La actual situación de nuestra sociedad está marcada por un impulsivo desarrollo tecnológico, comunicacional y un elevado consumismo, que nos ha llevado a una crisis de valores, que hacen ineludible recurrir a la Ética para mejorar el desarrollo del individuo ante estos vertiginosos cambios.

No debemos olvidar que como Maestros Masones, estamos insertos en esta sociedad irritada como la hemos descrito, no estando ajenos a las influencias que ejercen sobre nuestro actuar profano, lo que nos debe hacer redoblar nuestros esfuerzos en el trabajo de gobernar nuestro actuar intra y extralogial a modo de tener siempre un recto proceder reluciendo los valores de la Orden.

Quizás los valores no sean los que estén en crisis, si no, la capacidad de las personas para cultivarlos y aplicarlos en sus vidas. La actual crisis ha develado el distanciamiento de la Moral pregonada y los comportamientos individuales, por lo que es necesario lograr la interiorización de los principios éticos, para lograr que los actos cotidianos respondan a prácticas adecuadas, virtuosas y plenas de autocontrol.

Ser ético exige un esfuerzo personal, pero también la concurrencia de los demás, así, cuando los valores son incorporados realmente en nuestro interior, – no por el miedo al castigo, sino por hacer el bien por amor al bien mismo-, entonces lo aprendido cambia su cualidad y deja de ser un estar fuera, para convertirse en parte de uno mismo.

La ética que propone la Masonería, se sustenta a partir de una trilogía de valores irrenunciables: la Fraternidad, la Tolerancia y la Caridad, sin estas, es imposible que exista la Orden y que se justifique su presencia a través de los siglos .

Por tanto debemos ser capaces de aumentar nuestro grado de conciencia personal y colectiva para tener un correcto proceder y uso de la razón, robusteciendo la empatía, porque si la ética tiene que ver con la valoración, decisión y acción para la construcción de una ‘buena vida humana’ este proceso tiene que nacer de una auténtica capacidad empática con los otros que conforman la sociedad en que vivimos y la especie humana a la que pertenecemos.

En nuestro actuar docente en logia, ya que debemos formar a nuestros discípulos en la empatía, ejercitémosla y tratemos de exportarla a la sociedad desde nuestro taller, con Justicia, con Prudencia y sobretodo con empatía a todo y todos, ese es nuestro deber.

Finalmente tengamos siempre presente los principios éticos que deben regir nuestro comportamiento tanto en el mundo masónico, como profano, a través de la leyenda del propio Hiram Abiff, ejemplo de honestidad, integridad y ética, quien ante el último agresor y antes de suspirar grita; “más bien morir que faltar a mi deber”.

Conclusión

El siglo XXI nos ha enfrentado a un cambio de paradigma social; la globalización económica ha sido un factor determinante en este hecho. Vivimos en una sociedad, con una escala de valores y principios éticos disipados, una sociedad de la instrumentalización del hombre, en lo que todo parece tener un precio, incluso las personas y donde valen sólo aquellos que tienen algo que ofrecer.

Una solución a esta problemática debe comenzar por la educación y la formación ciudadana; donde científicos e intelectuales, junto a otros líderes sociales, cobren verdadero protagonismo en el ascenso de nuestra sociedad y junto a ello el desarrollo de un sistema educativo que forme ciudadanos libre pensadores, sin miedos ni complejos.

Desde la Orden, tenemos la posibilidad de aportar al desarrollo de una sociedad basada en la cooperación y la (re) construcción de las confianzas, que sirvan de base para avanzar en acuerdos que nos dirijan hacia una sociedad menos desigual y más inclusiva. Para lo cual debemos ejercitar entre otras tantas cosas: Reducir el consumismo desenfrenado; Erradicar la corrupción, evitando normalizar que instituciones y organizaciones sean azoladas por ella; Reforzar el Contractualismo , pues si se está dispuesto a recibir debemos estar dispuesto a dar, si queremos derechos debemos asumir nuestros deberes.

La Orden con su trabajo ritualístico y simbólico, marca un camino en el desarrollo de una ética universal, trata con denodado esmero lograr la formación de hombres virtuosos que a través de su Autoperfeccionamiento, se forjan como hombres éticos y con una alta moral, con el objetivo de avanzar en la misión de hacer una humanidad más digna y equitativa, superando los avatares de nuestra convulsionada civilización.

Finalmente citaremos a Aristóteles quien decía que “el ser humano tiene la responsabilidad moral de ser feliz en comunidad y tratar de que otros también lo sean”; ese es precisamente uno de los planteamientos básicos de la Ética y el mayor desafío que deben abordar las sociedades contemporáneas; mientras la Ética esté en peligro, la sociedad humana estará expuesta a sus mayores riesgos.  

27 April 2022
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