Abandono de la Universidad por mala Adaptación Académica en Peru
La mayoría de jóvenes, debido a su temprana edad, no se encuentran preparados para manejar y controlar la gran presión académica de la universidad. Durante la adolescencia, el joven desarrolla su inteligencia emocional (IE), la cual se puede definir como “un grupo de rasgos emocionales y de personalidad, los cuales interactúan de manera conjunta en la persona, facilitándole su adaptación al medio”. Sin embargo, es en esta etapa donde el sujeto se ve expuesto a nuevos espacios y situaciones y se consolida la construcción de su identidad. Zavala indica que los jóvenes atraviesan un momento crítico, pues se enfrentan a conductas de riesgo psicosociales que parecen imposibles de manejar. La IE se encuentra vinculada con trastornos alimenticios, trastornos adictivos y predisposición a la delincuencia . Por ello, esta toma un papel importante en el desenvolvimiento del joven y, por consiguiente, también perjudicará al aspecto académico. Es decir, el grado de IE que tenga un joven tendrá un vínculo directo con su nivel de adaptación académico.
En un estudio realizado por Buenrostro, se confirma la relación entre ambas variables; así como demuestra que mientras la habilidad de autoconciencia emocional, conciencia social, empatía, manejo de estrés y adaptabilidad y regulación emocional sea mayor, el rendimiento académico también lo será. Estos datos ponen en evidencia que se debería poner mayor énfasis en programas de inteligencia emocional, antes de una mayor exigencia académica como lo representa la universidad.
Además, es necesario profundizar en los jóvenes que no logran adaptarse a la alta exigencia académica en la universidad. En este contexto, las principales fuentes de estrés tienden a ser la organización del tiempo, el cumplimiento de plazos para realizar las tareas, los recursos económicos, las expectativas familiares, las perspectivas laborales futuras y el cumplir con los requisitos académicos. No obstante, la situación de los estudiantes de nueva incorporación es aún más intensa, pues están en pleno proceso o intento de incorporación a la universidad y sus exigencias. Según un estudio de la revista latinoamericana de psicología hacia jóvenes de reciente incorporación, el 82% de los participantes manifiesta haber experimentado mucho estrés en una o más de las situaciones planteadas. En otras palabras, se evidencia que la mayoría se jóvenes no se encontraban aptos para manejar la demanda académica cuando ingresaron a la universidad.
Sin embargo, se podría mejorar este contexto educativo, si se desarrollara la cultura de colaboración y la colegialidad docente en la universidad. Esta consiste en una mejora en la coordinación, comunicación y método de enseñanza del profesorado. No obstante, “el trabajo en las academias requiere tiempo adicional que no es reconocido por la universidad”. Por ello, debe implementarse una educación previa en las academias, ya que favorecería a que se ofrezca una mejor calidad educativa. En el Perú, al contrario, la relación de colaboración y colegialidad docente no representa un asunto relevante para el Estado. Entonces, no presenta las condiciones necesarias y, luego, no se puede llevar a cabo.
Asimismo, el fracaso académico en la universidad suscita el abandono de esta. Los jóvenes se encuentran frente al reto de alcanzar un mínimo de promedio en los cursos, el cual, una vez logrado, les permitirá continuar sus estudios universitarios. Esto puede representar un problema para todo aquel que se haya esforzado, pero, aun así, no lo haya conseguido y hasta esté repitiendo varios cursos. El joven termina confundiendo el fracaso académico con un fracaso personal, pues el segundo conlleva “insatisfacción personal, desmotivación e incluso baja autoestima ante la imposibilidad de concluir con éxito sus estudios” .
Por ejemplo, en un estudio de la Red de Bienestar Universitario Costa Atlántica, se encontró que el 83% de estudiantes universitarios tuvieron como razón de su visita a la atención psicológica a los problemas académicos. En consecuencia, los jóvenes terminan dejando sus estudios universitarios inconclusos y, algunos, hasta los abandonan. El imaginario alrededor de los estudios universitarios inconclusos provoca sentimientos de ambivalencia, identificada como inaugural de otro ciclo personal, mas es criticada por la insatisfacción que suele producir el abandono de la universidad.
Así, en el Perú, según la INEI, el 15,7% de egresadas y egresados universitarios no tienen título profesional ni bachiller (2014), así como 18 de cada 100 jóvenes no estudian ni trabajan, lo cual los deja en una situación de mayor vulnerabilidad. Igualmente, indica que la tasa más alta de jóvenes que no estudian ni trabajan se encuentra en el grupo de 25 a 29 años de edad. En efecto, estos datos pueden representar al porcentaje de jóvenes que dejaron inconclusos sus estudios y, luego, no pudieron conseguir un trabajo.