Aburrimiento Estudiantil: de la Deferencia a la Indiferencia
El alumnado, de la deferencia a la indiferencia
Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología y Coordinador Académico del Doctorado en Educación. También fue director del Departamento de Sociología en la Universidad de Salamanca. Se considera un referente en el ámbito educativo, con numerosas investigaciones a su cargo y tiene un blog en el que habla de diferentes temáticas relacionadas con la educación. Por tanto, puedo concluir que tiene credibilidad en cuanto al tema que nos atañe.
El texto forma parte del libro. La educación en la encrucijada, de 2016, cuya editorial es Fundación Santillana, creada en 1979 y especializada en educación, con un amplio recorrido desde entonces. Como se indica en su página web, sus objetivos están relacionados con la mejora de la educación y su calidad o el fomento del desarrollo social y económico. Concretamente, su misión es “contribuir al desarrollo cualitativo y a la extensión de la educación y la cultura en condiciones de equidad y con respeto a la diversidad en España y en Iberoamérica”. Por tanto, se puede considerar que proporciona credibilidad al texto.
Considero que el propósito del autor es informar de la situación en la que se encuentra el alumnado con respecto a la escuela y de las posibilidades que ofrece la red fuera de ella. Para ello, utiliza un lenguaje objetivo a lo largo de todo el texto. Así, el tema central del texto, explícito en el mismo, es la pérdida de interés por parte del alumnado con respecto a la escuela, así como los motivos que han llevado a esta situación y el efecto que tiene el entorno digital actual.
La tesis central que quiere demostrar el autor es la necesidad de la escuela de adaptarse al nuevo mundo de información para evitar la creciente pérdida de interés de su alumnado. Se podría decir que las tesis secundarias son, por un lado los diferentes motivos por los que el alumnado no quiere permanecer en la escuela, y por otro, la utilidad de las formas de aprendizaje que existen fuera de la escuela. Desde mi punto de vista, el texto presenta una construcción argumental sólida que lleva a la demostración de esta tesis central, mediante la inclusión de datos estadísticos de varias encuestas, así como numerosas referencias de otros autores. En definitiva, se presentan suficientes argumentos para la defensa de dicha tesis. Así, no calificaría el texto como tendencioso, pues se apoya en numerosas evidencias externas como las ya mencionadas.
El texto me ha permitido comprender los motivos que ya conocía inconscientemente sobre el creciente desapego a la escuela y me hizo reflexionar sobre la necesidad latente de cambio y la constante negación de la institución, que no lleva a otra cosa que al aburrimiento de su público cautivo y un aumento de la anti-escolaridad.
Al formar parte de una transición de la natural a lo artificial, siempre ha habido resistencia, en mayor y menor medida, hacia la escuela. Sin embargo, ha sobrevivido a lo largo de los años, aunque con un creciente desapego hacia ella, cuando podríamos pensar que debería ser al contrario. Hemos podido ver cómo las tasas de escolarización han crecido a lo largo del tiempo, y como dice el autor, esto obedece a la demanda, aunque sea la de las familias, pero también obedece a la oferta, por el efecto red que fuerza a consumir a quien no lo hacía. Desde mi punto de vista, el problema de todo esto es que aunque aumenten la oferta, la demanda y la escolarización en sí, no lo hace el interés del alumnado por permanecer escolarizados. A pesar de lo atractivo que puede suponer obtener un empleo y abandonar la escuela, las ventajas inmediatas impiden ver más allá. Me gustaría destacar lo que el autor menciona en cuanto a la importancia que le damos a lo que atrae a los jóvenes fuera de la escuela, mientras se obvia lo que les empuja a abandonarla, y considero que se debe de nuevo a la supuesta inocencia de la institución, a la insistencia por responsabilizar al alumno. Hemos llegado al punto de medicalizar los problemas escolares, y el texto me ha hecho reflexionar y preguntarme hasta qué punto algunos trastornos o el sobre-diagnóstico de los mismos no es más que un problema causado por la escuela y su rigidez. No era consciente de lo que esto supone para la sociedad: niños y adolescentes medicados, profesores que buscan apoyos y docilidad, presión de familias que buscan algo a lo que agarrarse y que explique los problemas escolares de sus hijos, que les permita exigir respeto y un trato más personalizado, cuando este trato debería ser la norma ante la gran diversidad que existe en las aulas. Me parece preocupante que lleguemos a este extremo antes de intentar cambiar las bases de la escuela.
Por otro lado, quiero destacar que a pesar de la poca información que existe sobre la satisfacción de los alumnos con la escuela, parece que se puede confirmar que la falta de interés aumenta según avanza su edad, que lleva entonces más años en la escuela. De todas formas, el dato que me ha llamado especialmente la atención es el mayor grado de satisfacción que existe entre las alumnas e inmigrantes, pues son precisamente los grupos que se enfrentan a mayores desventajas a lo largo de su vida quienes valoran más lo que les ofrece la escuela. Para conocer los motivos de la insatisfacción, me ha gustado la diferencia que hace el autor entre la concepción de la escuela como medio y la escuela como fin, ya que muchas encuestas respaldan que para la gran mayoría la escuela es un medio para un futuro mejor y un empleo mejor, como comentábamos con el anterior texto, y ahora que hemos visto que ni siquiera es un medio que garantice el fin, todavía pierden más interés. En este ámbito, tendemos a enfrentar aburrimiento con diversión, caracterizando al alumno que se aburre como aquel que no puede concentrarse porque busca entretenimiento en todo lo que hace. Creo que se trata de un error si nos limitamos a esta pareja de antónimos, pues aburrimiento también es lo contrario de interés, estímulo, y si se sigue un mismo camino al mismo ritmo para todo el alumnado, como hace la escuela, este se vuelve incomprensible y demasiado para una parte, y poco desafiante y lento para la otra. En ambos casos, el resultado es el aburrimiento, cuando debería encontrarse un equilibrio que permitiese el aprendizaje significativo para la totalidad o la mayor parte del alumnado.
Me gustaría destacar también el concepto de economía de la atención presente en el texto. Como afirma Herbert Simon, cuando abunda la información, escasea lo que la información consume, es decir, la atención. Cada vez más, nos vemos en la obligación de distribuir eficazmente la atención disponible, lo que resulta poco favorable para la escuela, al verse la atención del alumnado reclamada por otros ámbitos más atractivos. Aunque esta situación no afecta solamente a la escuela, esta es la única con un público cautivo, como comentábamos en textos anteriores, pero ante la pérdida de la atención y la evasión de sus mentes, ya solo puede retener sus cuerpos. Además, el crecimiento a un ritmo vertiginoso de la información, junto a la desigual calidad y fiabilidad de la misma, ha provocado malestar y preocupación a los adultos, quienes son a la vez responsables de ello. No nos encontramos ante un problema nuevo, cada salto tecnológico nos ofrece posibilidades de conocimiento hasta entonces desconocidas, y lo que resulta esencial tras cada cambio es la adaptación, en este caso de la escuela.
Por suerte, hay vida fuera del aula y, si se lo permitimos, podría entrar en ella, ofreciendo nuevas herramientas para el aprendizaje. Un buen ejemplo son los videojuegos, que requieren aspectos que también requiere la escuela, pero que sí son capaces de mantener la motivación y el progreso, pues necesitan encontrar el equilibrio a muchos niveles para ganarse cada minuto el interés de sus jugadores, y para ello han desarrollado formas de enseñanza-aprendizaje de las que la escuela podría beneficiarse. En definitiva, destacaría el contraste entre la rigidez de la escuela y la flexibilidad que hay fuera, entre la competición y la cooperación, entre el predominio de la teoría y la importancia de la aplicación práctica. Creo que en nuestro futuro como docentes debemos ver este nuevo mundo de información como una oportunidad que podemos aprovechar para captar la atención del alumnado y potenciar el aprendizaje. Debemos adaptar nuestro papel como docentes, ya no nos corresponde enseñar todo lo que existe, sino enseñarles a aprender, a buscar información, a reconocer aquella que es fiable, es nuestro deber proporcionarles recursos y que aprendan a gestionarlos y asimilar la información.
Referencias
- https://educacion.ucm.es/mariano-fernandez-enguita
- https://sites.google.com/view/mfenguita
- https://blog.enguita.info/