Adam Smith y Friedrich Hayek: Comparación de Las Ideas sobre La Construcción de La Sociedad

El presente ensayo aborda el tema de la filosofía moral como base del sistema de precios en dos de los más grandes representantes del pensamiento económico, Adam Smith (1723-1790) de la escuela escocesa de economía y Friedrich Hayek (1899-1992) de la escuela económica austriaca.

Ambos autores tienen a su haber un lugar común, la idea de que la sociabilidad depende del individuo, esto significa que conciben la acción humana en relación con sus consecuencias. En esta línea se puede destacar el papel que juega el concepto del individualismo en ambos autores para comprender la realidad social espontánea basada en la relación entre la acción y las apetencias. La puesta en escena del individualismo como método fue posible no solo en el ámbito de una particularidad del hombre expresada en las apetencias en el contexto de la lucha, sino además produjo una forma de pensar sobre la acción del estado. En efecto, resulta sugestivo, que este sirva de apoyo a la idea de la coordinación de la acción humana guiada por reglas generales, en las que puede darse respuesta al doble carácter que subyace en la apetencia: la correspondiente al horizonte del mundo de las cosas y, la otra, en relación con la apetencia del otro.

Sin una teoría social se hace difícil sostener la idea de que la apetencia es un baluarte para aclarar la conjunción del hombre con su entorno, como también punto de referencia para entender que las necesidades no se pueden dividir en naturales y culturales. Por tanto, conviene señalar la importancia que tiene para los autores, el individualismo como esfuerzo metodológico para hacer la aproximación a la vida en sociedad.

Los dos autores iluminan la idea de que la existencia del orden social radica en el afianzamiento mutuo de los hombres en ausencia de un algo externo o fuerzas ciegas, en donde lo humano encuentra su centro de gravitación, en la conducta económica y social del interés propio y los fines propios. Por supuesto, no se trata de un individuo aislado, “atomístico”, sino que es situado en una dialogo con el otro. Su acción transcurre en y a través de la interdependencia. En este sentido, las consecuencias que proceden de esta concepción permiten comprender que el interés propio (Smith) y los fines propios (Hayek) conducen a cuestiones cada vez más rigurosas de la filosofía moral, constituyendo la base de la competencia social.

La realidad económica está configurada por el funcionamiento del intercambio. No debe, pues, extrañarnos que los autores mencionados, recurran a fundamentos ético-individuales. Adam Smith sustenta que los seres humanos actúan persiguiendo sus propios intereses, entretanto, Hayek propone la idea de que el hombre persigue fines propios. Estas nociones incorporan la idea de la preservación por parte del individuo de su actividad económica. En ese sentido, es probable que la consecución de ambos propósitos incida en el sistema de precios del mercado económico, al convertirse en la base del análisis individual de los procesos de la vida social. Cada quien utiliza sus medios para lograr aquellas metas que considera prioritarias o mejores, dejando claro que esta situación explica la ejecución de la acción.

No hay duda de que el propio interés es un tema obligado para el liberalismo clásico. Detengámonos por un momento en ello. Para Smith, la noción del propio interés está guiada por leyes objetivas, las cuales actúan fuera del alcance de la voluntad del individuo, una especie de mano invisible:

“Al orientar esa actividad de modo que produzca un valor máximo, él busca sólo su propio beneficio, pero en este caso como en otros una mano invisible lo conduce a promover un objetivo que no entraba en sus propósitos” (Smith p. 115).

En este punto podemos entender que este se limita a proporcionar las condiciones para que los individuos considerando sus propios intereses, produzcan beneficios no pactados a los demás.

La esquemática descripción del lugar que ocupa el tema del interés propio en Smith, es de trato académico por parte de Hayek. En principio este autor toma distancia de la reducción que se hace del contenido del interés propio, debido al sesgo hacia el egoísmo que se le produce, dificultad moral presente para los liberales clásicos y su carácter empírico:

“Por supuesto, no puede haber duda de que en el lenguaje de los grandes pensadores del siglo XVIII el “amor a sí mismo” del hombre, o incluso sus “intereses egoístas”, representaba algo así como el “motor universal”. Estos términos se referían principalmente a una actitud moral que, pensaron, prevalecería ampliamente. Sin embargo, estos términos no significaban egoísmo en el sentido restringido de exclusiva por las necesidades inmediatas de uno mismo” (Hayek p. 13).

Desde el punto de vista de la metodología de la escuela austriaca que tiene como base la praxeología, le es más adecuado a Hayek hacer uso de la noción de fines propios. El principio rector de la praxeología, es la acción de los seres humanos, significa que los individuos son conscientes de sus acciones dirigidas a sus fines y además que son, en este mismo sentido, de los medios; asimismo la acción en particular sólo puede realizarse en el contexto de la incertidumbre, motivando precisamente la acción hacia la búsqueda de los fines.

Una parte a tener en cuenta en el trabajo de ambos autores, radica en que cada uno rastrea la idea de la relación medio-fin, en contextos diferentes, Smith señala la productividad o la eficiencia del mercado y Hayek pone énfasis en el hombre como valor en sí mismo (libertad individual). Así pues, se aceptaría que las posturas de ambos es fuente de la coordinación del conocimiento.

Otra clara diferencia que podemos encontrar en estos dos autores es que Adam Smith sostiene que la fuente de riqueza de una nación está en el trabajo, a diferencia de los fisiócratas que afirmaban que era la posesión de la tierra, o de los mercantilistas, que basaban la riqueza en el oro y otros metales preciosos. Smith también afirmó que el impulso económico de una sociedad radica en la actitud de sus individuos para mejorar su propia condición de vida ‘para mejorar la condición’. No obstante, para poder brindar los frutos sociales benéficos de dicho impulso se requiere contar con marcos institucionales y jurídicos estables y compatibles con la sociedad libre. En consecuencia, no solo el trabajo es el que genera la riqueza, dado que trabajan en Alemania y también trabajan en Cuba, y los alemanes son ricos y prósperos, mientras que los cubanos son pobres.

Por otro lado, Friedrich Hayek expresó que la sociedad es un ‘orden extenso’ y no son fáciles de entender sus procesos. Adam Smith trató de explicarlo y recurrió a la metáfora de la ‘mano invisible del mercado’. No es una metáfora muy acertada porque da la idea de que hay una mano que maneja la economía, lo cual no es cierto. Más preciso fue Frédéric Bastiat, que tomó la idea de Adam Smith, le sacó la mano y dijo: ‘Lo que se ve y lo que no se ve en la sociedad’, y lo que no se ven son los procesos y las causas. Es evidente que muchos no ven esos procesos (o no quieren verlos) y la teoría liberal es sistemáticamente rechazada por la mayoría de los políticos, los académicos, los periodistas y los comunicadores sociales, los cuales se refieren en sus artículos y discursos a conceptos contrarios al mercado y cuando no, marxistas.

La teoría moral de Smith expresa una imponente forma de coordinación de los encuentros intersubjetivos, en donde está presenta la continua comunicación que permite renovar de manera no consciente las reglas de juego moral que garantizan la convivencia. Finalmente, es de recordar que, tanto en Smith como en Hayek, el hilo conductor lo traza la acción individual, vale mencionar, la concepción de liberalismo. En los dos autores se aprecia una cercanía en relación a la seguridad de la libertad de los individuos en su mundo privado, restringiendo el ejercicio del poder estatal; idea sustantiva para explicar el origen espontáneo de las instituciones y descartar el origen teleológico de las mismas.

Conclusión

Es de destacar que con gran sutileza Smith y Hayek, salen al paso a las ideas sobre la construcción de la sociedad moderna que prestan singular atención al carácter contractual. No es una reflexión aislada en sus obras. El estilo de pensar de los autores da entrada al proceso histórico en su vertiente evolutiva; el papel de las instituciones en el mercado libre y la constitución de un orden social espontáneo, cuya base es la acción de los individuos.

No se puede perder de vista que la forma social capitalista está organizada con referencia a la implicancia del mercado libre sobre la propiedad privada y además en la producción de bienes. Para el caso de Smith, su filosofía moral está dirigida a considerar los contenidos morales de las acciones de los individuos ya que están presentes los intereses propios y sus consecuencias no deseadas. El encuentro de las apetencias junto a las parcialidades de los individuos, empujan al autor a realizar un laboratorio mental, haciendo uso de los principios de la simpatía y el espectador imparcial para la constitución de la ética del mercado.

No es difícil confirmar que la configuración del sujeto moral es al mismo tiempo el hombre liberal u hombre de mercado, necesario para la convergencia de los intereses sociales y la supervivencia de las normas. De ahí, la tesis del reconocimiento de los precios. Es decir, el mercado hace imperativo que los individuos actúen racionalmente en la competencia económica.

Un punto que distancia a los dos autores es la manera como enfatizan las normas, en Smith es de gran valía la supervivencia de ésta en la medida que hace posible que las pasiones no desarticulen la vida en sociedad; entre tanto Hayek, si bien las reconoce, insiste en la supervivencia del hombre para hacer vida en sociedad, es su problema ético. Sin embargo, la importancia de la norma como principio que guía la acción de los individuos en el sistema de precios, acerca a los dos autores. No solo se inclina por el respeto o reconocimiento de la norma, sino, a no reconfigurarla, para ser puesta a la orden de la acción arbitraria. En todo esto, cabe resaltar, que para ambos autores los precios desempeñan la función coordinadora en la competencia económica, pero, además, enfatizan el papel que juegan trasmitiendo información y conocimiento disperso.

Bibliografía

  1. Mariano Grondona. (1986). Los pensadores de la libertad. Buenos aires: Sudamérica
  2. Hayek, F. (1937). Economía y Conocimiento. Económica IV. pp. 33-54.
  3. Smith, A. (1997). La Teoría de los Sentimientos Morales. Alianza Editorial: Madrid
  4. Smith, A. (1996). La Riqueza de las Naciones, Libro I. Ediciones Folio: Barcelona.
  5. Hayek, F. (1998). Los Fundamentos de la Libertad. Unión Editorial: Madrid
  6. Sebastián Botticelli. (04 de enero del 2015). CONCEPCIONES LIBERALES DEL ESTADO: ADAM SMITH Y FRIEDRICH HAYEK. 05 de marzo de 2020, de Universidad de Buenos Aires Sitio web: http://www.scielo.org.co/scielo.php?pid=S0120-46882018000100061&script=sci_abstract&tlng=es
27 April 2022
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