Alergia Al Esfuerzo: Síntomas Y Tratamiento
En el año 1979 se dictaminó a ciencia cierta la existencia concreta de la alergia al esfuerzo. Fue a través de un corredor de maratón que padecía con frecuencia anafilaxias al hacer ejercicio. El equipo médico que lo trató y estudió buscó todos los factores alérgicos que pudiesen estar detrás de su reacción al esfuerzo, y descubrió que, en realidad, estaban frente a una alergia alimentaria. El corredor tendía a comer mariscos antes de su práctica.
Es así que la alergia al esfuerzo es una anafilaxia que sucede tras ingerir alimentos alérgenos y desatar la reacción química por los efectos del deporte en el cuerpo. Se supone que el disparador principal es el aumento de la temperatura corporal. No se sabe cuántos deportistas lo sufren en el mundo. Es muy difícil determinar la prevalencia del padecimiento, pero cada vez se escribe más sobre ello y se lo investiga.
Otros nombres para el trastorno son los de alergia alimentaria inducida por el esfuerzo y anafilaxia del deporte. Los síntomas varían entre cada persona, pero casi siempre hay un brote dérmico como signo cardinal.
¿Qué alimentos provocan alergia al esfuerzo?
Ya sabemos que la alergia al esfuerzo es, en realidad, una alergia alimentaria disparada y gatillada por el ejercicio. Ahora bien, ¿qué alimentos son los que la desencadenan de fondo?
Lo cierto es que cualquier alimento puede ser la causal. Dependerá de aquello que sea alérgeno para cada cual. Hay personas con reactividad a los condimentos picantes, otros a los pescados, y otros a determinados compuestos de las frutas y verduras. Los cereales y los frutos secos, ponderados entre los deportistas por su bajo peso y alto aporte de calorías, se encuentran en el listado de los más alérgicos. Los mariscos, por supuesto, son ineludibles como referencia, ya que originaron la clasificación de la patología. Tampoco es menor el dato de la distancia temporal entre la ingesta del alimento y el deporte. Suele suceder que si el atleta come el alérgeno más de 6 horas antes de su ejercicio, la reacción no se hace evidente. Entonces, se sospecha que la interacción es dependiente del tiempo.
El aumento de la temperatura corporal como desencadenante
Cuando hacemos ejercicio aumentamos nuestra temperatura corporal. El órgano encargado de regular la homeostasis de esa temperatura es el hipotálamo, en el sistema nervioso central. Al ejercitarnos aumentamos la producción energética para mover los músculos, y eso se traduce en calor que se acumula en las células. Para sacarlo al exterior, el hipotálamo debe enviar ciertas órdenes que provoquen, en esencia, sudar. La sudoración elimina gran parte del calor excedente. El sudor nos mantiene vivos sin que nos quememos por dentro. Para ello, las glándulas sudoríparas trabajan a destajo, y el responsable último de que lo hagan es el neurotransmisor acetilcolina. En definitiva, el hipotálamo se comunica con estas glándulas a través de la acetilcolina.
Colateralmente al estímulo para sudar, el neurotransmisor aumenta la actividad y circulación de unas células de defensa que son los mastocitos, los cuales contienen en su interior histamina. Los mastocitos viajan y se ubican en la piel, en el tejido pulmonar y en el estómago. Si el mastocito se rompe y se abre, la histamina invade las zonas aledañas, provocando los síntomas de la alergia. Recordemos que los antihistamínicos de uso común se emplean, justamente, para tratar la alergia.
Tratamiento y prevención de la alergia al esfuerzo
Como hemos visto, la alergia al esfuerzo es una alergia alimentaria mediada por el sudor, los mastocitos y la histamina. Toda la cadena sucede por la ingesta inicial de un alérgeno, o sea, una sustancia a la que somos alérgicos.Entonces, la primera medida preventiva es evitar los alérgenos. Lo ideal sería no ingerirlos nunca si sabemos que somos alérgicos a ellos, pero en caso de que sean alergias leves, lo que se recomienda en los deportistas es no comerlos antes del ejercicio.
Para los atletas, en términos generales, el plan alimentario debería incluir la evitación de potenciales alérgenos hasta 6 horas antes de la actividad deportiva. Con ese intervalo de tiempo se disminuye la posibilidad de una cadena de reacciones por la histamina. El empleo de antihistamínicos antes o durante el ejercicio no resultó eficiente en los estudios científicos que se probaron. Además, conviene recordar que un efecto adverso de estos fármacos es la somnolencia, algo no deseable en el deportista.
Conclusión
Estamos ante una condición poco frecuente, pero se saben de casos en todos los deportes. Su diagnóstico certero evita complicaciones futuras y permite que el deportista continúe con sus prácticas. Tomando las medidas adecuadas, las cuales son simples, una persona puede seguir ejercitándose sin mayores problemas. Dependerá del grado de alerta del paciente y del equipo de salud que lo aborde.