Futurismo Portugues y su Legado en el Arte
Introducción
El presente trabajo pretende introducir y reflexionar sobre el futurismo portugués y su legado en el arte, la cultura y la moda, así como debatir cómo la estética y la ideología futurista impregnan el escenario posmoderno y globalizado de hoy. Al tratar de demostrar cómo la experiencia futurista ha contribuido al desarrollo del arte contemporáneo, pretendemos lanzar una mirada al futurismo como estética del tiempo, un movimiento que se ha convertido en una especie de arquetipo de las experiencias artísticas futuras y su legado en la moda actual.
Destacaremos la extrema importancia de José de Almada Negreiros para la vanguardia portuguesa del siglo XX. Nos centraremos en su trayectoria artística de 1913 a 1917, su periodo más llamativo como futurista. Abordaremos temas relacionados con sus obras literarias, su papel revolucionario en la sociedad a través de sus obras y el uso del humor negro o la burla para criticar a los seguidores de Dantas y a todos aquellos que se aferran a la comodidad de la ‘tradición’ y que tienen miedo al cambio.
Una breve mirada al futurismo en el arte y al pintor Almada Negreiros
El futurismo comienza a incluir elementos ajenos a la esfera estética, pero, a diferencia de la estética finisecular, no impone restricciones a los límites de la estética y del concepto de belleza.
Temas, figuras, técnicas y referentes se comunican dentro de las diferentes áreas artísticas. Luego, la progresiva inclusión en la obra de arte de elementos ajenos a su ámbito y el proceso de desacralización del arte acabaron por destruir la noción de preexistencia de la categoría de belleza. Los collages cubistas son ejemplos expresivos del proceso de desacralización del arte, ya que son obras pictóricas compuestas a partir de elementos ajenos al arte -recortes de periódicos, por ejemplo-. Los readymades de Marcel Duchamp llevan al extremo este proceso de ‘pérdida de la singularidad’, del ‘carácter único’ y del ‘carácter de culto’ de la obra de arte, por utilizar las expresiones de Walter Benjamin.
José Sobral de Almada Negreiros, como ya se ha mencionado varias veces, fue uno de los grandes artistas portugueses del siglo XX. Autodidacta por excelencia, consiguió, como alguien dijo, ser ‘modernista, futurista y… todo’. También legó muchos cuadros. Los ojos de Almada eran los ojos de la Modernidad, los ojos que veían un futuro y luchaban contra la tradición y los cánones. Sin someterse nunca a las reglas de la representación académica ni al gusto naturalista aún dominante en Portugal, su personalísima forma de dibujar, caracterizada por la ‘claridad de la fuerza expresiva de la línea sintéticamente elástica y definitiva’ está presente en los dibujos de 1917. De hecho, aunque declarado futurista en varios textos, Almada nunca se acercó a las opciones del futurismo en las artes plásticas (no hay nada que lo identifique en lo más mínimo con las obras de Giacomo Balla, Umberto Boccioni o Gino Severini) y sólo incorporó elementos del lenguaje cubista varios años más tarde -a diferencia de Santa-Rita o Amadeo, que a principios de la década de 1910, durante prolongadas estancias en París, establecieron formas de sintonía con la vanguardia de la época.
Si bien el dibujo autónomo es una constante en su carrera artística, con los años la pintura no le ha ocupado con tanta regularidad. Más dibujante que pintor, en la pintura de Almada será siempre el dibujo el que desempeñe el principal papel estructurador. A Almada también le fascinaba la posibilidad de dar vida a los dibujos y ponerlos en movimiento, y tuvo la intención en varias ocasiones de probar su mano en la animación, pero nunca logró su deseo.
¿Una obra futurista? Analogía con los ideales futuristas de Marinetti
‘A Cena do Ódio’, una composición fundamental del primer modernismo portugués que ha permanecido en la oscuridad, al margen de los numerosos estudios dedicados a otros poemas fundadores del movimiento literario modernista en Portugal, como ‘Ode Marítima’ y ‘Ode Triunfal’, de Álvaro de Campos, ‘Chuva oblíqua’, de Fernando Pessoa, o ‘Manucure’, de Mário de Sá-Carneiro. En el panorama poético de principios del siglo XX, esta extensa composición es uno de los más sólidos puentes de contacto entre la literatura portuguesa y la literatura europea de vanguardia, en un país en el que, salvo algunos casos, la mayoría de los escritores siempre han demostrado la necesidad de acercarse a lo que se hacía en el extranjero. En este sentido, debemos considerar ‘A Cena do Ódio’ como una de las primeras y más marcadas manifestaciones del ‘sentimiento internacional’ en el panorama literario nacional de principios del siglo XX y a su autor como el máximo exponente del culto a la vanguardia literaria en Portugal – ‘la personalidad de Almada concentra la Vanguardia como intérprete y autor’-, como atestiguan amplia y superlativamente el Manifiesto ‘Anti-Dantas e Por Extenso’, el ‘Ultimatum Futurista às Gerações Portuguesas do século XX’, ‘A Cena do Ódio’. La literatura crítica es casi unánime a la hora de declarar ‘A Cena do Ódio’ como una composición de carácter futurista; tal declaración se ha convertido así en un hecho entre los críticos, aunque estén bien informados. Si es cierto que el extenso poema de Almada Negreiros destinado a aparecer en las páginas de Orpheu 3 presenta varias afinidades con la estética violenta del futurismo italiano, ¿hasta qué punto ‘A Cena do Ódio’ puede considerarse realmente futurista?
Aunque muchos creen que sí, que debe considerarse un ‘grito’ futurista, muestra el contraste absoluto entre algunas declaraciones de los futuristas italianos y ciertas ideas transmitidas en ‘A Cena do Ódio’, revelando el ethos del futurismo y el de ‘A Cena do Ódio’. Mientras Marinetti y los futuristas aplauden el militarismo y glorifican la guerra, ‘la única higiene del mundo’, Almada subvierte el valor de la institución militar, denuncia la ‘ciencia de matar’ y propone a ‘Roberto de uniforme’ quitarse el uniforme y abandonar las armas. En este sentido, esta obra es simultáneamente un grito de guerra y un grito antibélico, o mejor dicho, es un grito de guerra con contenido antibélico.
Uno de los principios que definen el pensamiento futurista es la aceptación del progreso tecnológico y la fe en los beneficios del desarrollo científico. Almada Negreiros, por su parte, ridiculiza los descubrimientos e inventos tecnológicos y devalúa los sistemas de conocimiento científico en general, continuando la actitud de insubordinación radical que está en los orígenes de la modernidad.
Finalmente, a la visión eufórica de la ciudad moderna de los futuristas, Almada Negreiros contrapuso en ‘A Cena do Ódio’ una visión disfórica de la polis, descrita como lugar de suciedad y putrefacción, el dilema de la enfermedad, y un retorno purificador a la Tierra, en una propuesta de regeneración a través de la eliminación de la racionalidad y del contacto sensorial con la naturaleza, en formulaciones sintomáticas de una profunda nostalgia telúrica. Esta propuesta terapéutica, que se hace eco de la poética de Alberto Caeiro, enuncia el problema nuclear y agónico del universo Pessoa: la cuestión de la inteligencia, de la lucidez o de la conciencia.
Si el contenido ideológico de ‘La escena del odio’ no era distinto del ideario futurista, el futurismo era un movimiento que no se limitaba al campo de la estética, sino que se extendía a la esfera social y política y que compartía rasgos con el fascismo italiano, como es bien sabido. Así pues, al hablar del futurismo no hay que descuidar que está dotado, desde el principio, de una ideología global que informa todas las actividades del movimiento y que resulta de concepciones éticas, estéticas, políticas y sociales.
La cuestión del futurismo literario portugués
¿Existe un futurismo literario portugués? Marinetti defiende en sus manifiestos que en realidad no existe el futurismo como tal. Lo que habría habido en Portugal habrían sido movimientos estéticos de vanguardia, paralelos al futurismo italiano, o quizás incluso facetas del futurismo europeo. Algunos dicen que el orfismo caracterizaría mejor la revolución vanguardista de la generación que forma parte del llamado Primer Modernismo. No se puede negar que existen analogías entre los movimientos de vanguardia del primer manifiesto de Marinetti, de 1909, y la aparición de los dos primeros números de la revista Orpheu, de 1915.
Orpheu es, por tanto, la iniciativa vanguardista más significativa de aquellos años y afirmó, en el marco de la literatura portuguesa, los nombres más importantes y que tanta influencia tendrían en las generaciones futuras: Almada Negreiros, Mário de Sá-Carneiro, Fernando Pessoa.
El nombre ‘Orpheu’ no fue elegido por casualidad: Orfeo era el mítico músico griego que, para salvar a su esposa Eurídice del Hades, debía devolverla al mundo de los vivos sin mirar atrás.
Y era esta metáfora la que importaba a los hombres de Orpheu, incluido Almada, este no mirar nunca hacia atrás, este olvido, este olvido del pasado para concentrar la atención y la fuerza en el camino hacia adelante, en el futuro, en ‘construir el Portugal del siglo XX’ (Almada Negreiros). La Geração d’Orpheu no sólo contribuyó a la modernización del arte en Portugal, sino que también fue responsable de la difusión de algunos de los mejores artistas del mundo, así como de la publicación de textos revolucionarios y violentos, característicos del movimiento futurista.
La conferencia futurista del 14 de mayo de 1917, organizada y presentada por José de Almada Negreiros, en el Teatro República, fue la primera manifestación pública del Comité Futurista de Lisboa. En noviembre de ese mismo año se publicó el único número de Portugal Futurista. Estos acontecimientos fueron innovadores y rompieron con la tradición, produciéndose un movimiento de renovación y/o cambio que pudo ser radical, operando transformaciones a nivel de ideología y lenguaje, utilizándolo como simple vehículo de comunicación.
La inspiración futurista y el vanguardismo de Orpheu
Fue en Río de Janeiro, Brasil, donde nació la idea de la revista con Luís de Montalvor y Ronald de Carvalho. En 1915, la revista estaba casi lista; sería trimestral y tendría dos directores: Ronald de Carvalho, en Río, y Luís de Montalvor, en Lisboa. A finales de marzo de ese año se distribuyó el primer número de Orpheu a los suscriptores y se vendió a las librerías.
En una edición inédita, fechada en octubre de 1934, Almada Negreiros nos cuenta cómo surgió el grupo Orpheu. Vivir en una época decadente y en un entorno hostil ‘congestionado de realidades políticas que tiranizaban exclusivamente a todo el país’, tal era la realidad que debían afrontar las nuevas generaciones de literatos y pintores. Había tanto para destruir como para construir. Los más atrevidos querían acción. ‘Si no nos entendían, al menos debían oírnos gritar’. Confiesa Almada: el grupo no tardó en descubrir el odio de los que tenían la verdad. Los modernistas pensaban que los errores que atacaban y la rutina que querían romper eran culpa de todos, y no sólo de unos pocos que se sentían afectados en sus privilegios. Siempre fue así: el privilegio no cedía a nadie y menos a los jóvenes que formaban la vanguardia estética portuguesa.
En 1912, continúa Almada, ‘el grupo preparó y publicó una revista literaria, llamada Orpheu. Poco después, hubo otro, Portugal Futurista, que fue completamente retirado por la policía. Luego estaba Contemporânea, pero ésta, ya materialmente defendida, habría durado realmente más de lo que duró si no se hubiera desvirtuado el sentido del grupo en sus propias páginas’. Aparecería una cuarta revista Atenea, pero el grupo estaba prácticamente acabado en su acción de presentación. Sólo quedaban los autores. ¿Cuál era el significado del grupo? Interroga a Almada, y responde: ‘dirección ninguna, colaboración invitada por unanimidad entre todos los colaboradores. Procedimos conscientemente a formar un grupo de élite, sin jefes y todos autores, lo que sólo es posible entre gente de arte. Por tanto, nuestro desiderátum era sólo uno: los autores. Y eso es lo que ha quedado. También fue Almada quien habló del grupo en el vigésimo aniversario de Orpheu, escribiendo para el Diário de Lisboa el 8 de marzo de 1935 en el artículo ‘Um Aniversário – Orpheu’. Además de destacar los nombres que participaron en el movimiento y de contar la historia de la aparición de la revista, Almada dice que fue una aristocracia del espíritu, volcada hacia la verdadera esencia de los valores. Lo que los escritores de Orpheu querían era ‘que hubiera Portugal y también portugueses’. portugués sobre todo porque Portugal ya existe’.
Sá-Carneiro reconoce la genialidad del ‘pequeño’ Almada Negreiros, refiriéndose explícitamente al texto de un poema que define como ‘soberbio’, ‘A Cena do Ódio’, que aparecerá en el número 3 de Orpheu. Y dice que hay que cortejar al joven autor: primero porque puede ayudar económicamente a la revista, y segundo porque es un autor genial. A partir de entonces, Almada, mago y poeta seductor, se convirtió en la figura clave del movimiento futurista que sacudiría Lisboa y todo el continente, ya escandalizado por las ‘locuras’ de Orpheu.
Conclusión
Se puede concluir que el futurismo fue más un movimiento ideológico con una defenestración de ideas que de pautas y técnicas. El movimiento fue revolucionario, con una nueva forma de ver el mundo, y sobre todo de querer cambiarlo, de representarlo, un deseo de lo nuevo, de lo dinámico, de la percepción del movimiento, de sentir ese movimiento, y de expresar esa sensación.
El movimiento nace de una época en transformación, la era de la máquina, o la segunda revolución industrial.
Es en este contexto de revolución donde se explica el ideal futurista, el ideal del movimiento que ahora se puede sentir, de lo nuevo, de la máquina, ahora presente en la vida cotidiana de todos. La forma de ver la guerra se entiende por los tiempos convulsos que preceden a la primera guerra mundial y la fase de la Italia nacionalista. El futurismo era agresivo y radical, pero en cierto modo también era muy audaz. En términos de Banham, ‘Marinetti fue capaz de dar a un sentimiento muy extendido de disgusto por lo viejo y de deseo por lo nuevo, una orientación positiva y un punto de conexión en el mundo de las artes: Marinetti envió a su generación a las calles, con sus manifiestos, para revolucionar su cultura, del mismo modo que los manifiestos políticos de los que tomó forma literal habían ordenado a los hombres que salieran a la calle para revolucionar su política’.
También deducimos que Almada Negreiros, como futurista, trascendió la mera condición de artista. No sólo era un creador, sino el arte mismo. No le bastaba con ser un mero diseñador o autor. Tenía que ser más que eso. Almada quería el mundo y quería aún más. Almada quería representar lo que iba más allá del ojo y del cuerpo, lo que iba más allá de sí mismo pero que sólo él mismo conocía. El futurismo también es una revolución. Y este futurismo de Almada fue un movimiento capaz de romper sus propios muros y permanecer hasta hoy en el imaginario colectivo, de una forma u otra, ya sea en cuestiones ideológicas o estéticas como la moda. ‘Cuando se trata del futuro, nos enfrentamos a algo que todavía no existe, y por tanto las posibilidades son infinitas’.
Referencias:
- Negreiros, Almada
- Obra Completa 6 vols. publicados, Lisboa, Editorial Estampa, 1971/1973
- Saraiva, Arnaldo
- A génese de Orpheu e do Modernismo Português e Brasileiro’ en Orpheu
- Introdução á leitura de Orpheu nº 3 Lisboa, Edições Ática, 1984