Ansiedad Y Depresión en Los Jovenes Del Perú
En el Perú se pudo constatar diversos problemas de salud mental, afectando de manera terrible la vida de las personas, pero antes que nada tengamos claro que es salud. Según Rondón (2006) nos dice que el concepto de salud es amplio, ya que incluye diversas interpretaciones subjetivas de “sentirse bien” y que no solo consta de “no sufrir de una enfermedad”, sino que también es parte integral de “sentirse bien” y puede abarcar diversos factores por la cual esta podría desestabilizarse. Con esto decimos que la salud podría verse afectada o desestabilizada no solo de manera física sino también de manera mental y psicológica, trayendo consecuencias trágicas tanto físicas como mentales.
La salud mental es el estado de bienestar del individuo que le permite explotar su potencial, desenvolverse productiva y eficazmente, enfrentando de manera asertiva las dificultades usuales de la vida. Tener una buena salud mental es primordial en el ámbito personal, familiar y social. El concepto de salud mental abarca lo que es autonomía, competencia y el reconocimiento de las habilidades que tiene uno para poder realizarse, creciendo intelectual y emocionalmente. Se define como un estado de bienestar por medio del cual los individuos reconocen sus habilidades, trabajan de forma productiva, capaces de desenvolverse frente al estrés cotidiano y contribuir a sus comunidades, según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2014). Entonces podemos decir que la falta de salud mental impide que la persona llegue a ser lo que desea, que supere con poco éxito los obstáculos cotidianos. De esta forma evitando que pueda avanzar con su proyecto de vida, dando lugar a la imperceptible productividad del individuo, la falta de eficacia y eficiencia en las cosas realizadas. Los resultados serían personas con frustración, violencia, ignorancia, añadiendo la incapacidad de poder desarrollarse en democracia considerando el bien común. Entonces, los problemas de salud mental tienen efectos adversos en el bienestar y desarrollo humano.
Ahora, tanto los trastornos mentales de ansiedad y depresión tienden a afectar la realización cognitiva, afectiva y social de quienes lo padecen. Conocer las causas por las que se dan, cómo se va desarrollando, sus consecuencias, las características y un sinfín de ramas existenciales que abarca es fundamental para su prevención y atención. Pero la coexistencia de manifestaciones, por desgracia, no siempre se presentan de manera clara, o simplemente, ambos trastornos se presentan unidos, de modo que en determinadas personas es posible encontrar depresión con algunos de los rasgos de ansiedad, y al inversa, personas con ansiedad patológica que presentan características propias de la depresión. Asimismo, tanto ansiedad como depresión son formas de reaccionar ante sucesos externos o internos, es decir, que en ellas son muy importante las atribuciones (Luna, 2016). Pero, ¿Qué se quiere decir con respecto a ansiedad patológica? Empecemos diciendo que existen dos tipos de ansiedad, la sana y la patológica, ahora bien, será sana siempre y cuando podamos resolver los problemas de manera eficaz y no afectando los otros aspectos de nuestra vida, pero se vuelve patológica cuando es todo lo contrario, ya que esta se manifiesta de una manera intensa abarcando todo nuestros pensamientos hacia ella y afectando en las demás actividades en torno a nuestras vidas.
El diagnóstico de los trastornos depresivos y ansiosos en la población adolescente es un reto hoy en día ya que la mayoría de las personas, incluyendo médicos, consideran que los síntomas presentados solo competen a la población adulta, y de ser el caso que un adolescente lo experimente, esto sería considerado como comportamientos para lograr llamar la atención o querer manipular a su entorno social y familiar. Existe desde ya un desconocimiento y desinterés por parte de los profesionales de la salud, padres y profesores, en la identificación temprana de ambos trastornos y del comportamiento adolescente, causando una detección tardía de síntomas como ansiedad y depresión, que de no llevar un adecuado tratamiento puede terminar en desenlaces como el fracaso académico, conductas suicidas, aislamiento e incluso los puede llevar al consumo de sustancias psicoactivas (Ospina, Hinestrosa, Paredes, Guzmán y Granados, 2011). Con lo mencionado deducimos que el índice de trastorno de ansiedad y depresión adolescente seguirá aumentando si no se le da la seriedad del caso, vemos en diversos medios de comunicación la desestabilidad emocional y mental de muchos jóvenes cayendo en drogas, alcohol, hurto, violación, asesinatos, etcétera. Debido a las consecuencias que trae este tipo de trastornos, convirtiéndolos en un sector de la población vulnerable y propensa a sufrir este tipo de enfermedad mental.
Por otra parte, para evaluar la ansiedad en los adolescentes se optó por aplicar el Inventario de ansiedad de Beck (conocido por sus siglas en inglés como «BAI»). El Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos (2013a) sobre el BAI señala que “es una escala que mide de manera auto informada el grado de ansiedad. Está especialmente diseñada para medir los síntomas de la ansiedad menos compartidos con los de la depresión” (p.5). Por lo tanto, el implemento de este método en la investigación fue de preferencia para evaluar los niveles de ansiedad a diferencia de otro tipo de escalas, este deja fuera a la depresión basándose solo en sí, además, se diseñó para medir la ansiedad en su inicio y su prolongación de manera específica. Contando con 21 ítems y con un rango de puntuación de 0 a 63. Los puntos de corte para interpretarlos son: 0-7 – Ansiedad muy baja; 8-15 – Ansiedad leve; 16-25 – Ansiedad moderada y 26-63 – Ansiedad grave, asignando a cada uno de los ítems el valor de 0 a 3. Los síntomas presentados para marcar hacen referencia la última semana incluyendo el día en donde se realice el cuestionario, eficaz para niños, adolescentes y adultos (Psicopedia, 2014). Asimismo, para evaluar la depresión y el nivel en que se encuentra se optó por aplicar el Inventario de Depresión de Beck-II (BDI-II) compuesto por 21 ítems con 4 tipos de respuesta, como una herramienta para evaluar a adolescentes y adultos con un diagnóstico psiquiátrico (Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos, 2013b), entonces este inventario es utilizado para diagnosticar y evaluar la gravedad de la depresión con características mucho más críticas a tratarse y aplicado en esta investigación para saber la magnitud que tiene este trastorno sobre los adolescentes. El Inventario de depresión de Beck puede ser aplicado a partir de los 13 años, consta de 21 preguntas con 4 tipos de respuesta. Estas últimas van de 0 hasta 3 y describen el grado en que nos identificamos con la realidad descrita. En este caso 0 sería no me identifico en absoluto y un 3 describiría un hecho con el que nos identificamos casi al 100%. Yendo del 0 al 63, estableciéndose 4 categorías: 0-13 – Depresión baja; 14-19 – Depresión leve; 20-28 – Depresión moderada; 29-63 – Depresión grave (Sabater, 2019). Aplicando las escalas BAI y BDI-II, observaremos la prevalencia de ansiedad y depresión con la que están viviendo los adolescentes en la provincia de Cañete – Chilca.
Ospina, Hinestrosa, Paredes, Guzmán y Granados (2011) realizaron el mismo trabajo con adolescentes entre los 10 a 17 años, edad promedio de 13,5 años, de colegios ubicados en Chía – Colombia, con una población de 538 alumnos, en donde señalan que 218 alumnos (40,5 %) padecen de síntomas sugestivos de ansiedad y/o depresión y 320 (59,5 %) se hallan negativos ante los dos anteriores mencionados. Con respecto al grupo de adolescentes con resultado positivo, 152 (28,3 %) tuvieron un puntaje exclusivo para ansiedad sugestiva, mientras que 18 (3,3 %) solo para síntomas depresivos, y 48 (8,9 %) con ambos trastornos. Además, se pudo observar que los síntomas ansiosos fueron más frecuentes en las mujeres y los síntomas depresivos y mixtos se presentaron de manera frecuente en los hombres. Así pues, de los resultados positivos para síntomas sugestivos de ansiedad, depresión o ambos; se encontró el predominio de síntomas ansiosos, seguido por síntomas mixtos y finalmente síntomas depresivos. Por ansiedad sugestiva se hace referencia a que este tipo de trastorno nos lleva a pensar o actuar de manera involuntaria pero que para la mente esto es completamente necesario.
Romero, Canals, Hernández, Jané, Viñas y Domènech (2010) también realizaron una investigación similar, trabajando con niños de 8 a 12 años, con una edad promedio de 10 años, ubicados en la ciudad catalana Reus, Colombia en donde participaron 1 514 escolares, de los cuales 792 son niñas y 715 niños. Con respecto a los síntomas de ansiedad hubo un total de 704 (47%) niños y niñas que dieron positivo a tal síntoma, resultado que fue más común que lo síntomas depresivos que dieron por resultado un total de 173 (11,5%), ahora con respecto a los síntomas depresivos este marcó un total de (12%) tanto en 89 niñas y 84 niños. Por otro lado las 408 niñas mostraron un mayor porcentaje de síntomas ansiosos (52%) en comparación de los 296 niños (41%).
Mantilla, Sabalza, Díaz y Campo (2004) quienes a diferencia de los otros resultados mostrados, nos indica cifras solo referentes a síntomas depresivos, trabajando con una población de 248 estudiantes seleccionados al azar ubicados en Bucaramanga, Colombia. De los cuales tan solo 22 (9,2%) niños y niñas presentaron síntomas sugestivos ligados a una depresión mayor. Ahora de acuerdo al género se hallaron 13 casos en niñas y 9 en niños.
Metodología
El presente estudio es básico descriptivo, puesto que se describieron las variables con respecto a los trastornos de ansiedad y depresión, el diseño fue no experimental debido a que se trabajó en cuanto a los resultados obtenidos de ambos inventarios (BAI y BDI-II).
La problemática torna en giro al centro educativo Nuestra Señora de la Asunción (CENSA) en los alumnos del 5to grado de educación secundaria, en donde se han reportado casos de problemática adolescente y se quiere saber si la depresión o ansiedad, e incluso ambas, tienen mucho que ver con ello, manifestando una serie de actitudes, las cuales han hecho posible que se realice este trabajo.
Con una población estudiantil de 958 alumnos, se ha decidido trabajar con 40 adolescentes tomados al azar, entre 20 hombres y 20 mujeres, con las respectivas edades de 16, 17, 18 y 19 años, y con una de edad promedio de 17,5. Cabe señalar que para la recolección de datos, se obtuvo tales mediante la formulación de un inventario, para así poder determinar el grado de influencia de la ansiedad y depresión en los alumnos.
Resultados
Después de la aplicación del inventario a los alumnos del CENSA, en la que se establecieron 3 indicadores mediante los resultados obtenidos: Nivel de ansiedad en los adolescentes, nivel de depresión, nivel mixto (ansiedad y depresión) y ver si afecta de igual forma a hombres o mujeres.
Nivel de ansiedad en los adolescentes
Con respecto al ítem Nº 11. Con sensación de bloqueo, solo 4 (10%) de los alumnos dieron positivo con ansiedad moderada, 2 mujeres y 2 hombres.
Nivel de Depresión en los adolescentes
Con respecto al ítem Nº 7 ¿Estás decepcionado(a) de ti mismo?, solo 9 (23%) de los alumnos dieron positivo con depresión moderada, 5 mujeres y 4 hombres.
Nivel mixto (ansiedad y depresión)
Con respecto al ítem Nº 14 (BAI) Con miedo a perder el control y el ítem Nº 9 ¿Te suicidarías? (BDI-II), solo 2 (5%) de los alumnos dieron positivo con trastornos ansiosos y depresivos moderados, 2 mujeres.
Por otro lado se pudo observar que la cantidad de hombres (10% – n=2) como la de mujeres (10% – n=2) sufren de ansiedad, mientras que con respecto a depresión las mujeres (25% – n=5) tuvieron mayor ventaja a comparación de los hombres (20% – n=4) y en cuanto a ambos trastornos solo las mujeres lo padecían (5% – n=2) y sucintamente que 13 (33%) alumnos (hombre y mujeres) sufren ansiedad o depresión.
Discusión
Con una población de 40 estudiantes, se reportaron 4 casos para síntomas de ansiedad exclusivos, lo que equivale a un 10% de la población estudiada (2 hombres y 2 mujeres), trabajando con las mismas variables podemos ver que según Ospina, Hinestrosa, Paredes, Guzmán y Granados (2011) de los 538 adolescentes encuestados se halló que el mayor porcentaje se daba por los síntomas de la ansiedad con 28,3% en 152 alumnos, la diferencia hallada en ambos resultados se debe a la población estudiada, sobre todo los métodos al aplicarse existe una desigualdad, ya que para nuestro estudio utilizamos el inventario de BAI, a diferencia de lo comparado ya que utilizaron el (CDI)-Children’s Depresion Inventory con 27 ítems, de 0 a 54 a evaluar y cada ítem tiene 3 afirmaciones, de igual forma Romero, Canals, Hernández-Martínez, Jané, Viñas y Domènech-Llabería (2010) nos dicen que los síntomas de ansiedad fueron más frecuentes con un 47% en 704 alumnos a diferencia de nuestro resultados en donde señalamos que obtuvimos una menor tasa de frecuencia de ansiedad, con 4 casos lo que equivale a un 10% del total, en lo comparado se usó el método Screen for Child Anxiety-Related Emotional Disorders (SCARED) contando con 41ítems, evaluada del 0 al 82, con 3 preguntas de 0 a 2 respectivamente.
De igual forma para los síntomas de depresión trabajando con una población de 40 estudiantes, 9 casos obtuvieron positivo exclusivo para síntomas depresivos, lo que equivale a un 23% de la población estudiada (4 hombres y 5 mujeres), otro estudio similar a la variable fue de Mantilla, Sabalza, Díaz y Campo-Arias (2004) realizaron la investigación con 248 niños y niñas, en donde señalan que obtuvieron un total de 22 niños y niñas detectados con cuadros depresivos sugestivos, lo equivalente al 9% de la población estudiada, cabe añadir que con respecto al género se encontraron 13 casos (5%) en niñas y 9 casos (4%) en niños. En este comparación se obtuvo un mayor resultado pero la disimilitud vendría a ser la diferencia de edad, la cantidad de población evaluada y la diferencia del método que emplearon, ya que fue el The Children Depression Inventory, Short Form (CDI-S) consta de 10 ítems, de 0 a 2 respectivamente, utilizando un punto de corte de 7. De igual forma Romero, Canals, Hernández, Jané, Viñas y Domènech (2010) quienes nos señalan que los síntomas depresivos hallados en su investigación fueron menos comunes con 173 casos, lo equivalente a 11,5% de la población estudiada, en este caso en nuestra investigación tuvimos un mayor resultado en cuanto a porcentaje, pero se siguió percibiendo una gran disparidad en cuanto a población, edad y una forma distinta de evaluar como lo muestran con el Children’s Depression Inventory (CDI), uno de los instrumentos más distinguidos para justipreciar la depresión en niños y adolescentes de 7 a 17 años. Consta de 27 ítems, en las cuales se puede observar que se tiene tres opciones para elegir y marcar, el individuo deberá escoger la opción con la que más se sienta identificado y con la que describa mejor sus sentimientos, todo en base a las dos últimas semanas, el punto de corte óptimo es de 17. Y por último encontramos a Ospina, Hinestrosa, Paredes, Guzmán y Granados (2011) quienes nos dicen que cuentan con 18 adolescentes (3,3%) en cuanto a depresión exclusiva, de 538 adolescentes encuestados quienes utilizaron el mismo método que Mantilla, Sabalza, Díaz y Campo-Arias (2004) (CDI) donde podemos ver que hay una gran similitud en cuanto a resultados y esto puede ser resultado del mismo tipo de escala aplicada a su población estudiada.
Y por último, los 40 adolescentes que inquirimos, se encontraron solo 2 casos que dieron positivos tanto para ansiedad y depresión (2 mujeres), lo que corresponde a un 5% de la población estudiada a comparación de Ospina, Hinestrosa, Paredes, Guzmán y Granados (2011) quienes arrojaron como resultado que de 538 adolescentes, solo 48 adolescentes (8,9%) padecerían de ambos trastornos (ansiedad y depresión) a la par, en este caso no hay mucha superioridad en cuanto al estudio comparado a pesar de la cantidad estudiantil evaluada.
Con esto concluimos que las cifras halladas son las siguientes: ansiedad (10%), depresión (23%) y mixta (5%) en todos los adolescentes evaluados. En efecto se halló que el síntoma predominante en los alumnos del CENSA es la depresión, seguido de la ansiedad y por último ambos trastornos a la par (ansiedad y depresión).
Conclusión
Con todo lo visto concluimos que los adolescentes son una población muy vulnerable ante tales trastornos, se pudo constatar que la depresión fue la mayor cifra hallada en adolescentes que la padecen, hablándose solo de depresión moderada y no grave, frente a estos hechos debe haber una alerta ante la sospechas de tales síntomas en el alumnado, trabajar en detectarlos y tratarlos. La inserción de mínimo un psicólogo en el CENSA es de vital importancia para los alumnos cumpliéndose con la ley Nº 30797, artículo 52 y 62-A, así también como la colocación de talleres dirigidos a los padres para saber detectar los síntomas y cómo manejarlos, y la capacitación a los docentes para tener un desenvolvimiento eficiente ante situaciones con alumnos que padecen tales trastornos. Por otra parte teniendo los resultados de los inventarios empleados y resultados obtenidos en cuanto a ansiedad y depresión moderada aplicada en 40 alumnos, puede servir de base para continuar una investigación más a profundo y detectar una población con ansiedad y depresión pero en el rango grave y con una mayor población a examinar. Para finalizar, una buena salud mental nos garantizará egresados de este colegio con altas probabilidades de capacidad, desenvolvimiento y manejo ante las adversidades presentadas, su detección y atención es muy importante, porque de no ser tratadas a tiempo podrían traer consecuencias graves y complicaciones, afectándose no solo a el mismo sino a la familia y dejando una secuela en la sociedad.