Argumentación Sobre la Efectividad de la Pena De Muerte
El presente trabajo pretende argumentar la efectividad de la pena de muerte, a través de un análisis que buscará comprobar la efectividad de dicho castigo. Para ello, se comenzará con una breve introducción al fenómeno mencionado, incluyendo su definición y datos significativos. Esto irá seguido de un ejemplo práctico. A continuación, se pasará al análisis jurídico, en el que se expondrá un caso ilustrativo con la ayuda del cual se intentará argumentar si la pena de muerte es viable o no. Finalmente, se llegará a una sección cuyo fin es exponer las distintas acciones que se toman en contra de la pena de muerte.
Para comenzar, se hace necesario definir el concepto pena de muerte. Cuando se habla de este hecho, se está haciendo referencia al castigo que recibe una persona por parte del dictamen de un juez, como consecuencia de un delito o crimen cometido. Para llevar a cabo la ejecución de los condenados, existen diversos métodos de ejecución, como por ejemplo la decapitación, la electrocución o el ahorcamiento.
Además, hay que destacar que esto es un fenómeno que sufren tanto hombres, como mujeres, y que incluso se han dado casos de ejecuciones a menores de edad. No obstante, es más común entre los hombres, pues las mujeres, por ejemplo, representan un porcentaje más minoritario.
Una vez realizada una breve introducción, a continuación, se mencionarán los distintos países que mantienen la pena de muerte como un castigo empleado de manera reiterada. Principalmente, han de destacarse los países que se encuentran en Oriente, tales como China, Arabia Saudí, Vietnam, o Irak. De todos ellos, con diferencia, China es aquel país done más ejecuciones se realizan al año.
Por otro lado, se deben incluir los datos de las víctimas por penas de muerte en la última década, que pueden obtenerse por fuentes de Amnistía Internacional. Por ejemplo, se pueden observar años de numerosas ejecuciones, ya sea 2008 (más de 2395 personas), o el periodo entre 2015 y 1017 (entre 993 y 1634 personas). No obstante, la tendencia general es a intentar decrecer este número, y en general, pueden observarse datos de ejecuciones que oscilan entre 534 (el menor, que se dio en 2010), y 778 (el mayor, dado en 2007).
Sin embargo, aunque pueda parecer que las cifras son relativamente bajas en relación con la población total del mundo, y que los países que abolen esta pena son cada vez más, lo cierto es que aún queda mucho por hacer, y no está globalmente eliminada por completo.
En cuanto a las consecuencias de la pena de muerte, se puede destacar una película que las puede reflejar bastante bien, especialmente las consecuencias psicológicas. Esta es “Guardián y verdugo”, en la cual se presenta cómo en Sudáfrica se ejecutaban prisioneros de siete en siete cada cierto tiempo. Sin embargo, quizá lo más impactante sea que uno de los encargados de guillotinar a los prisioneros fuera un joven de diecisiete años, que tenía que ver casi a diario la muerte de estas personas. Con el tiempo, esta situación provocó un trauma al joven. Esto, desembocó en una situación de furia con el joven persiguiendo a siete hombres africanos, a los cuales, en una acción inconsciente de su mente, y como reflejo de lo que realizaba en la cárcel, asesinó con una pistola.
Quizá pueda parecer algo inédito, pero probablemente se trate de algo común, puesto que, al fin y al cabo, matar a personas que están condenadas a morir, conlleva ser un ejecutor, y si esta acción se realiza a menudo, probablemente derive en traumas y problemas psicológicos. Es por ello, que más allá de los efectos en las propias personas ejecutadas, debería también hacerse una reflexión sobre aquellos ciudadanos que quitan la vida a los condenados. Es, quizá, una de las causas por las que este castigo debería ser abolido, puesto que no solo sufren los condenados.
Como se adelantó previamente, ante esta situación, se puede plantear un análisis jurídico, mediante el cual se pueda llegar a una argumentación que demuestre la viabilidad del castigo.
Para comenzar, conviene destacar algunos términos básicos y relevantes. En primer lugar, hay que hablar del perjudicado, es decir, la víctima que sufre las consecuencias de un delincuente o criminal.
En segundo lugar, la sociedad¸ representada en ocasiones por el Estado. Esta tiene dos funciones. La primera es de retribución general, es decir, de reordenar el orden jurídico social mediante la imposición de sanciones. La segunda, se trata de una función disuasoria, es decir, intenta evitar que se sigan cometiendo delitos.
En tercer lugar, el delincuente o sujeto activo, aquel que cumple con la función de castigo, y posteriormente con una función de rehabilitación, resultando finalmente en una reinserción.
Una vez definidos los conceptos necesarios, se puede exponer y comprender un caso práctico que ejemplifique el concepto de la pena de muerte y sus consecuencias en los sujetos mencionados. El caso será, el de un asesinato: un sujeto activo que haya quitado la vida a una víctima.
En esta situación, respecto al perjudicado, podría decirse que ya no se puede hacer nada al respecto, puesto que el mismo ha perdido la vida. Sin embargo, los familiares de la víctima sí que pueden sentirse afectados por la pérdida del ser querido. Además, resultarán tan afectados, que probablemente lo que piensen una vez hayan sido informados de la pérdida, quieran matar al delincuente como una venganza hacia lo que ha sucedido. No obstante, cabe destacar que, la familia quizá no se quede más tranquila si se matara al delincuente, puesto que eso no les recompensa en la totalidad la pérdida de su familiar, ya que este no podrá revivir, aunque se haya acabado también con su asesino. Por estos motivos, habría que darle un punto negativo a la pena de muerte.
En lo que se refiere a la sociedad, hay que destacar la nulidad del efecto disuasorio que la misma tiene, pues el hecho de matar a un delincuente (en nuestro ejemplo, un asesino), no asegura que haya personas que dejen de cometer crímenes similares. Es probable que una de las causas por las que esto suceda, sea porque normalmente los criminales van predispuestos a lo que van a hacer, y les importe poco el hecho de morir.
Un segundo efecto que se tiene sobre la sociedad es respecto a la función de retribución general ya mencionada. En este ejemplo propuesto, no se reordena el orden social, ya que la familia seguirá frustrada debido a la pérdida del ser querido, como se ha argumentado ya anteriormente. En este sentido, como consecuencia de los efectos que tiene sobre la sociedad, la pena de muerte ha de recibir otro merecido punto negativo.
El tercero de los efectos se produce sobre el delincuente, y aquí se entra en un tema interesante y que puede llevar a distintos debates. En primer lugar, respecto al castigo que recibe el delincuente (la muerte), hay que debatir si es un efecto suficiente, o no lo es. Probablemente la respuesta sea afirmativa por varios motivos, pero conviene destacar uno de ellos. Si se piensa en la situación del condenado, cabría darse cuenta del tiempo que pasa el mismo desde que lo condenan, hasta que finalmente muere. Durante este periodo de tiempo, probablemente el sufrimiento sea bastante pronunciado, ya que principalmente la persona en cuestión estará todo este tiempo pensando en su condena.
Por ello, como quizás se trate de un castigo merecido, la pena de muerte recibe un punto positivo. No obstante, como ya se ha mencionado, puede haber debate sobre este tema. Quizá el tema más relevante sea hablar sobre si existen otros castigos alternativos, como, por ejemplo, la prisión permanente. Sin embargo, no es objeto de este análisis entrar en esos aspectos.
En segundo lugar, se debe mencionar que la rehabilitación para el delincuente sería negativa, puesto que el mismo estará muerto. Así, se debe puntuar de nuevo negativamente al castigo. Finalmente, y relacionado con el punto anterior, la reinserción también será algo imposible. Con ello, se añade el último punto negativo del análisis.
Tras haberse expuesto el ejemplo práctico, se puede concluir que no hay, en efecto, razones para mantener la pena de muerte, ya que, según la valoración recibida, predominan los puntos negativos, y con ello, la pena de muerte no tiene muchos elementos a su favor.
Concluyendo esta redacción, se incluye a continuación una sección final en la que se mencionan medidas que se toman en contra del castigo que está siendo analizado. En primer lugar, se introduce a la organización Amnistía Internacional.
Amnistía Internacional es una organización que trabaja, entre otros asuntos, la abolición de la pena de muerte en todo el mundo, pues aseguran que vulnera algunos derechos humanos, y uno de los argumentos que tienen en contra de la pena de muerte, es que esta no disuade el crimen (algo que se comentó anteriormente con el análisis jurídico).
Por otro lado, entre las acciones llevadas a cabo por esta organización en relación con la pena de muerte, cabe destacar el caso de España. En este país, la pena de muerte quedó abolida en la Constitución de 1978, pero aún quedaba recogida por el Código Penal militar. Sin embargo, esto fue hasta que en 1995, tras intervenir Amnistía Internacional y otras organizaciones, se derogó el castigo por completo.
En un segundo ejemplo, y focalizando de nuevo en España, es destacado el papel del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea, y Cooperación. Este, no reconoce la pena de muerte, y apoya abolirla por motivos similares a los de la organización Amnistía Internacional. Además, España ha participado en distintos eventos contra dicho castigo (Comisión Internacional Contra la Pena de Muerte (CICPM); World Coalition Against Death Penalty), y lucha por que cada vez menos países de la comunidad internacional lo empleen.
Finalmente, tras haber presentado el caso de análisis, haberlo ejemplificado y argumentado, y finalmente haber expuesto medidas que se toman contra él, se ha de argumentar la efectividad de la pena de muerte.
Cabe poco más que añadir a lo ya argumentado, pero sí se puede hacer una conclusión que respete lo que ya se ha dicho y que refuerce que este castigo no es viable ni efectivo. Es decir, la posición que se puede adquirir y derivar de lo escrito en las páginas anteriores, es que la pena de muerte no es viable en la sociedad actual por los motivos siguientes: no disuade el crimen, es un castigo que se va reduciendo con el tiempo y cada vez más países lo eliminan, y finalmente, vulnera ciertos derechos humanos, como puede ser el derecho a la vida.