Bertrand Russell: Apariencia y Realidad
Russell plantea la pregunta de si existe algún conocimiento tan cierto que ningún razonamiento pueda hacernos dudar sobre la veracidad de este. Día a día damos por hecho como verdaderas muchas cosas que después de llevar a cabo un riguroso análisis nos damos cuenta que podemos encontrarlas llenas de contradicciones haciendo que dudemos sobre lo que supuestamente sabíamos. Russell utiliza el ejemplo de una mesa para explicarnos que, cuando analizamos cualquier objeto que pueda ser conocido por nuestros sentidos, tacto, vista, olfato, la información inmediata que recibimos de ellos no es la verdad sobre el objeto, pero sólo la verdad sobre ciertas informaciones sensoriales, es decir, colores, sonidos, olores, formas, textura y demás, que es lo máximo que podemos llegar a percibir, depende de cual sea nuestra relación respecto al objeto, en este caso una mesa. Pero lo que vemos y sentimos es tan solo una apariencia que creemos que puede ser una prueba de la cierta realidad del objeto que hay detrás y no conocemos.
Uno de los ejemplos que propone, es que si miramos a través de un telescopio la mesa podremos darnos cuenta que no es igual a como lo vemos a simple vista, su superficie no es plana si no que es accidentada y posee multitud de particularidades. Si nos preguntaran cual nos parece más real seguramente contestaríamos que la que observamos a través de este, pero, si no podemos confiar en los que vemos a simple vista, porque deberíamos hacerlo en esta ocasión. Esto es debido a nuestra experiencia, que nos hace construir una forma real a partir de una aparente, sin embargo, la forma real no es la que verdaderamente vemos, ya que esta es algo que difiere y de cambia de manera constante. Con esto llega a la conclusión, que uno de los mayores problemas de la filosofía es la distinción entre la apariencia y la realidad, es decir, entre lo que las cosas parecen ser y lo que realmente son.
Continuando con el ejemplo de la mesa, si existe una que sea real, no es la misma que percibimos de forma inmediata mediante nuestros sentidos, es decir, no la podemos conocer inmediatamente. Este es un objeto físico que debemos considerar que tiene algún tipo de relación con las informaciones sensoriales. El conjunto de todos los objetos físicos se conoce como materia. A partir de este término, Russell habla sobre la posición de algunos filósofos sobre esto. Berkeley opina que, aunque las informaciones sensoriales que analizamos del objeto como signo de su existencia de forma independiente de nosotros, niega que algo pueda ser no producido por las ideas de una mente.
No hay nada real que podamos conocer excepto las mentes y sus pensamientos. Tanto Berkeley y Leibniz, otro filosofo idealista, admiten, siguiendo con el mismo ejemplo, que existe una mesa, pero el primero dice que es ciertas ideas en la mente de Dios y el segundo que es una colonia de almas. La ciencia nos diría que es una vasta colección de cargas eléctricas en violento movimiento. Casi todos coinciden que hay una mesa real pero las informaciones sensoriales dependen en gran parte de nosotros, aun así, esto significa que puede existir independientemente de nosotros.