Biografía de Rembrand y Mensaje de su Cuadro El Regreso del Hijo Pródigo
Biografía de Rembrandt
Rembrandt Harmenszoon von Rijn, Leiden, Países bajos, 1.606- Ámsterdam, 1669. Pintor holandés, es uno de los principales autores de la historia de la pintura. El maestro del claroscuro que le confiere a su obra una fuerza y una personalidad indiscutibles. Es uno de los más caracterizados pintores del Barroco. Hombre de vida azarosa e inestable; conflictiva y dura. En su cuadro “El Regreso del Hijo Pródigo”, en cuyo mensaje me detendré a posteriori, es quizás su última obra pintada al final de su vida, en el año 1669. En este cuadro se destaca la técnica de luz y sombra en sus delicadas pinceladas, centrando la luz encima del anciano, el Padre de la parábola del hijo pródigo- y vuelve hacia él.
Mensaje del cuadro
Rembrandt reproduce en su cuadro “El Regreso del Hijo Pródigo” la parábola de Jesús, recogida por Lucas en el capítulo 15, versículos 11-32 de su Evangelio de la Sagrada Biblia. Dicha cita bíblica se centra en un contexto de murmuraciones y críticas de religiosos y doctores de la ley hacia el perdón de Dios a todo hombre en su condición espiritual y material.
Este cuadro representa el espíritu humano, reflejado en los rostros y posturas de del anciano, del hijo menor y del hijo mayor. Rembrandt hace hincapié en la vejez como símbolo de la experiencia capitalizada de los años vividos. El rostro del padre expresa tan vívidamente sus emociones de ternura con una mirada acogedora y esa alegría desbordante en bienvenida a su hijo menor, quien había partido de la casa de su padre para vivir una vida a su medida, sin límites gastando su parte de la herencia en los placeres mundanos que sólo el dinero puede pagar. Y que luego experimentaría el sabor de la nada y de una gloria utópica construida sobre la arena. En contraposición a esta escena de amor por parte del padre, está la del rostro del hijo mayor con una actitud distante y fría, de hijo perfecto y dueño de la razón; el que tiene sentido de la responsabilidad y el deber y también como poseedor de la autoridad de un juez. Pero todo ello manifiesta un dolor reprimido bajo un enojo infranqueable para con su padre por darle una oportunidad a su hermano menor, el hijo descarriado.
De la conducta de ambos hijos, el menor: perdido en su espíritu aventurero y el mayor: perdido en su egoísmo y soberbia, Rembrandt retrata el deseo de ambos hijos de regresar a la casa del Padre.
El arte en la pintura como en otras formas de expresar arte, nos ofrece un paisaje claro de la sociedad en cada segmento histórico, como se ve reflejado en el cuadro de Rembrandt donde se percibe el profundo sentido religioso en el perdón del padre con un rostro iluminado por la pincelada del artista que expresa amor y templanza; su cuerpo inclinado en señal de acogida y en sus manos como abrazo en señal de aceptación. El arrepentimiento del hijo perdido y la reconciliación entre ambos, el artista lo retrata con la cabeza rapada: como señal de humillación e indignidad; con una sandalia rota, un pie fuera de la otra sandalia y las plantas de los pies sucias y lastimadas: muestran miseria y sufrimiento. Y como único signo de dignidad su espada, símbolo de su origen noble. Y el egoísmo e incomprensión del hijo mayor, ubicado hacia un costado, lo pinta con vestiduras, joyas y sandalias representando su pertenencia a la nobleza.
La maestría en su pincelada
Es excepcional la maestría con la que el autor ha captado y reflejado la psicología de los personajes en sus actitudes de libertad y responsabilidad; en la alienación y despersonalización de la existencia; en la rasgante nostalgia y deseoso retorno a casa, y en lo insondable de la gracia y reconciliación de lo que es eterno, el amor. Nos llama a ser el Padre de la parábola, en la acogida, en el perdón, en el amor, en la reconciliación plena y gozosa, sin pedir explicaciones. Nos hace percatar de que la vocación del HOMBRE es ser como el Padre.
Esta obra de arte singular está cargada de simbolismo e interpelación acerca de nuestra propia vida.