Brechas Salariales de Género en España

Los nacidos a partir del año 2010 son los llamados Generación T (de ”touch” o tacto), que han nacido en un mundo hiperconectado, con gran cantidad de estímulos visuales y auditivos, pero sobre todo táctiles (www.bbva.com). Son niños y niñas que alrededor de los tres años saben manejar aparatos que manipulan con el tacto (teléfonos móviles, tabletas…) en los que obtienen resultados inmediatos y que les hace cada vez más impacientes. Esto puede hacer que en un futuro cercano pueda haber más estudiantes de carreras STEM, pero para que la brecha entre sexos se abra cada vez más, se debe empezar a actuar cuanto antes en una educación neutral.

Según los resultados de la II Encuesta del Futuro Estudiante Universitario que la Universidad Pontificia Comillas ha realizado en 2018, entre alumnos de 1º y 2º de Bachillerato solo el 48% de las chicas elegirá estudiar una carrera relacionada con las carreras STEM, mientras que, en el caso de los chicos, la cifra aumenta hasta casi el 76%. En este estudio se recoge la opinión de María José Martín Rodrigo, profesora del Departamento de Gestión Empresarial de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales (Comillas ICADE): “a pesar de que en la Educación Superior la población femenina ha aumentado considerablemente en las últimas décadas hasta superar en ciertos aspectos a nuestros socios europeos, aún se percibe una brecha de género en la elección de estudios universitarios, es decir, un sesgo importante de matriculación entre carreras típicamente masculinas y femeninas”.

En el estudio de López Rupérez de la Universidad Camilo José Cela de 2018: La educación científica en las Comunidades Autónomas. Conocimientos y competencias a la luz de PISA 2015, el porcentaje de las adolescentes de 15 años que quieren estudiar carreras STEM se reduce al 4.2% y la media del rendimiento en ciencias en Educación Secundaria es de 12.10 puntos menos que en el caso de los chicos. En este estudio se vuelve a ver el papel de los estereotipos en nuestra sociedad y se pone de manifiesto que las chicas necesitan más autoconfianza para sentir que dominan las asignaturas de ciencias que los chicos. Como dice López Rupérez “parte de la brecha salarial es debida a la brecha de género en vocaciones STEM. Hay otra dimensión colectiva, tenemos un problema de insuficiencia de vocación STEM en España” y señala que es tarea del sistema educativo potenciar que las chicas se orienten hacia las carreras STEM.

En el informe de la UNESCO (2019) Descifrar el código: la educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), se ve cómo las diferencias de género en la educación STEM comienza tempranamente, en menoscabo de las niñas y se van haciendo más evidente en cursos superiores. Parece que, entre los primeros y los últimos años de la adolescencia, las niñas pierden el interés en las materias STEM, esto agrava las diferencias de género en educación STEM en la educación superior. “Las jóvenes representan solo el 35% de todos los estudiantes matriculados en el mundo, en el estudio de materias STEM a este nivel. También se observan diferencias por disciplinas, con el menor número de matrículas femeninas en ingeniería, manufactura y construcción, ciencias naturales, matemáticas, estadísticas y TIC”.

Se hace necesaria la intervención en la infancia para fortalecer el rendimiento de las niñas en estos campos, para que no pierdan el interés por las asignaturas STEM con la edad. Natalia López Moratalla, en su libro “Cerebro de mujer y cerebro de varón” (2017) nos explica que, gracias a la neuroimagen, se puede ver cómo son las conexiones cerebrales y la organización neurológica. En los estudios se ve que el trazado general es diferente en hombres y en mujeres. Los cerebros son diferentes arquitectónicamente y en las estrategias para procesar la información, las emociones y la elaboración de las respuestas. Estas diferencias, debido a las hormonas, conllevan “distintas estrategias a la hora de hacer las mismas cosas’, aunque también reconoce que hay varios factores que influyen en la personalidad y la forma de actuar de una persona ‘depende de cuestiones genéticas, pero también de su temperamento, su educación o su entorno”.

Supone que el cerebro trabaja de forma diferente, en la mujer la tendencia es usar la parte del cerebro que regula la memoria emocional “pero esto nada tiene que ver con las capacidades intelectuales, cognitivas o artísticas que varían según la persona, no por el sexo”.

Las diferencias que ella señala son:

  • En el cerebro femenino, la distribución es más simétrica en las áreas funcionales, así como los haces de fibras nerviosas son más densas a nivel de cuerpo calloso, la estructura que une ambos hemisferios cerebrales; por ello ambos hemisferios interactúan más frecuentemente que en el cerebro masculino. También hay más densidad de neuronas en la zona de la corteza asociada con el procesamiento y comprensión del lenguaje, en el lóbulo temporal; sin embargo en la zona de la percepción espacial la densidad neuronal es menor que en el cerebro de los hombres.
  • La zona de la corteza cerebral femenina donde se procesan las emociones también presenta un patrón de surcos más intenso. El hemisferio derecho es más eficaz para procesar las señales de alerta y las emociones de miedo o disgusto. la corteza cingulada anterior, que sopesa las opciones y toma decisiones, también es mayor en las mujeres.
  • La amígdala izquierda y derecha son diferentes en el procesamiento de la memoria emocional en mujeres y hombres. La amígdala cerebral es muy importante para el aprendizaje emocional y la inteligencia social. En el cerebro femenino se activa más la izquierda y en el masculino la derecha.
  • En el cerebro de los hombres los centros del hipotálamo relacionados con la sexualidad tienen el doble tamaño en el de las mujeres.

Pero hay muchas más semejanza que diferencias: la inteligencia es individual y el espesor de la corteza aumenta, en ambos sexos, en la adolescencia.

Desde el punto de vista educativo, según el informe de la UNESCO (2019) Descifrar el código: la educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), las investigaciones confirman estas diferencias en cerebros adultos, sin embargo, se han observado pocas diferencias en el cerebro de niños y niñas en relación con la educación o el aprendizaje. “Se considera que los niños tienen mejores habilidades espaciales que las niñas, pero esto se debe probablemente al entorno familiar que otorga a los niños mayores oportunidades para practicar estas habilidades”.

Gracias a la gran plasticidad cerebral de los primeros años, la capacidad del cerebro por crear nuevas conexiones sinápticas, se produce un mayor aprendizaje. Esto es más evidente en los primeros años de vida, por lo que los niños y niñas pueden mejorar su rendimiento con la práctica y aumentar sus capacidades cognitivas. “Las habilidades lingüísticas escritas y espaciales muy desarrolladas se asocian con mayores habilidades matemáticas. Estas habilidades son flexibles y pueden estar influenciadas por intervenciones dirigidas, especialmente durante la niñez”.

Según Borja Quicios, psicólogo educativo en Guía Infantil (10/01/2017) los niños y niñas maduran a una velocidad diferente tanto a nivel cerebral como físico, ya que las niñas maduran antes biológica y psicológicamente que los niños, debido a las hormonas (testosterona y estrógenos). Esto ocasiona que las niñas puedan estar atentas a varias tareas, mientras que los niños sólo se centran en una, o se les den mejor las destrezas manuales y a los niños las mecánicas y viso-espaciales. A nivel físico, se producen diferencias en el desarrollo sexual que provoca que las niñas comiencen con la pubertad a partir de los 10-11 años mientras que los niños lo hacen unos dos años después.

Otro factor a tener en cuenta, en relación a las diferencias, es que la escolarización, en España, se produce por año de nacimiento y esto provoca que en una misma clase haya alumnos con casi un año de diferencia (los que cumplen en enero y los que cumplen en diciembre). Page, L., Sarkar, D. y Silva-Goncalves, J. (2006) en “Long-lasting effects of relative age at school” han demostrado que los mayores de la clase muestran más confianza en sí mismos, están más preparados para la competencia, son capaces de asumir más riesgos y confían más en otras personas en comparación con los más jóvenes de su clase.  La Comisión Europea (2018) en “The gender pay gap situation in the EU” define la brecha salarial como “la diferencia relativa en el ingreso bruto promedio de mujeres y hombres dentro de la economía en su conjunto”. Estas diferencias se pueden producir por características personales, tales como la edad, el estado civil, el número de hijos, la religión…, por las características del empleo, tipo de contrato, horario y condiciones de trabajo, por características del empleador, sector económico, tamaño de la empresa, existencia o no de sindicato, etc. El promedio mundial de la brecha salarial es del 18%, aunque varía de unos países a otros, en Europa las mujeres tienen un salario un 16% inferior al de los hombres, esta diferencia aumenta con la edad y disminuye con el nivel educativo.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) define la brecha digital de género como la “diferencia del porcentaje de hombres y el porcentaje de mujeres en el uso de indicadores TIC (uso de Internet en los últimos tres meses, uso frecuente de Internet, compras por Internet) expresada en puntos porcentuales”.

En los sectores mejor remunerados, como los del ámbito STEM, la proporción de empleados masculinos es de más del 80% aunque según el informe de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD) de 2018, en el que se analiza la inserción laboral de las mujeres en las ramas STEM , se aprecia que la diferencia salarial entre hombres y mujeres es menor, a pesar de que hay el doble de hombres que de mujeres en el nivel más alto de ingresos. Las cifras varían de unas ramas a otras; en la rama de tecnología, informática y telecomunicaciones, los hombres ganan un 8,6% más que las mujeres, mientras que el área de Big Data esta diferencia no llega al 1%.

Según el Libro blanco de las mujeres en el ámbito tecnológico (2019), la brecha de género en el área tecnológica es especialmente grave porque es donde más empleo se creará en los próximos años. Se menciona un informe de la consultora A.T. Kearney, que estima una pérdida de riqueza en nuestro país equivalente al 15% del producto interior bruto (PIB).

Los datos facilitados por Eurostat para España indican que, en 2017, sólo el 15,6% de los profesionales en TIC son mujeres. Al mismo tiempo, teniendo en cuenta los datos de los últimos diez años, se observa que estos porcentajes van disminuyendo. Esta tendencia es común con la media de los países de las Unión Europea.

Según el informe de la Fundación de Estudios de economía aplicada (FEDEA) (2018): “Brechas Salariales de Género en España”, la brecha salarial evidencia los techos de cristal en el mercado español, especialmente en las empresas grandes. Los autores concluyen que ante estos resultados se hace necesario reforzar las políticas públicas y de empresa que buscan fomentar la igualdad de derechos en el mercado laboral. El primer paso sería realizar actuaciones encaminadas a mejorar la conciliación entre la vida familiar y laboral y fomentar las corresponsabilidad entre los dos miembros de la pareja.

07 July 2022
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