Comentario CrÍtico De El “Descendimiento De Cristo De La Cruz”

 

Se trata de una pintura gótica donde se muestra una escena religiosa en la que vemos en el centro resaltar una cruz en altura con la figura de un muchacho subido en la escalera ayudando a bajar parece ser que es el cuerpo de Cristo. Bajo ello el conjunto de las figuras restantes agrupadas en grupo de tres a ambos lados. El tamaño de las figuras es muy grande y Jesús aparece rodeado de figuras tanto masculinas como femeninas de cuerpo entero y en diversas actitudes pero todas ellas expresando el sentimiento de tristeza y metidas como una especie de urna. Una mujer, probablemente la Virgen María se desmaya.

Podemos observar que está realizado en óleo sobre tabla con pincelada muy suave y de textura lisa. Hay una gran definición de contorno y detalles. Se aprecia volumen como si se tratase de escultura gracias a la gradación y matices de color y hay bastante color, siendo predominantes los colores cálidos y de gran intensidad. La luz es irreal, creando contrastes no muy pronunciados y parece provenir de un foco a la derecha del cuadro. No hay profundidad, el fondo es color oro siendo más importante las figuras representadas. La composición es cerrada, las figuras están distribuidas en dos grupos enlazados por el cuerpo de Cristo y predomina las líneas verticales cortadas por la figura de Jesús y de María que están dispuestas en diagonal de forma que la atención recae sobre ellos. Es una imagen naturalista, de anatomías y proporciones correctas. Los vestidos están muy conseguidos, reproduciendo la realidad del tejido así como las distintas calidades de la tela y los pliegues de la ropa.

El tema que vemos representado en esta composición es el descendimiento de Cristo, un tema religioso que era típico de la pintura flamenca. Apreciamos como Cristo es bajado de la cruz, después de morir. Se distingue a la Virgen desmayada, al evangelista Juan, Jose de Arimatea, Nicodemo, María la de Joset y María Magdalena a la derecha.

Podemos apreciar características de la pintura flamenca con gran riqueza en el tratamiento de vestidos cuyas texturas permiten diferenciar sedas, terciopelos y detalles, la expresividad para representar el dolor; angustIa, pena, llanto, desmayo de la Virgen, la composición centrada en el eje de simetría, hacia el centro teórico Jesús que nos describe una función narrativa, didáctica y devocional. La evocación del estilo escultórico consigue volumen y modelado en los cuerpos, que se aprecia de manera sobresaliente en el cuello de la mujer que se encuentra en el extremo derecho de la composición. Las figuras, diez en total, son Cristo muerto, María, San Juan y los santos varones y mujeres, incluida la Magdalena. Es también una característica propia del arte flamenco la de resaltar la calidad de las materias que aparecen. Además, todo el fondo está recubierto por fondos neutros dorados a base de pan de oro, y abundan los azules y los verdes. El fondo dorado, además de una ostentación de riqueza, impide que la mirada del espectador profundice en otra cosa que no sea la escena, desarrollada por este marco en un espacio mágico e irreal, sin referencias humanas.

Los contornos de las figuras aparecen bien definidos y se alcanza el detallismo. Los ropajes y el claroscuro proporcionan los efectos lumínicos. Los colores fríos caracterizan a los personajes más patéticos: las mujeres y el joven subido a la escalera; los demás personajes visten colores cálidos. El espacio ha sido representado de manera peculiar: el pintor simula una caja poco profunda en la que, a modo de escenario, se sitúan los personajes en un primer plano. En los extremos de ese espacio virtual la luz se oscurece para simular algo de profundidad de manera semejante a un cajón de forma apaisada y poco profundo, siendo otra de las característica de la pintura gótica contribuir con la luz a destacar el volumen, siendo luz irreal con carácter mas bien simbólico.

La Obra se trata del ‘Descendimiento de Cristo de la cruz’ pintada hacia 1435 por el pintor flamenco Roger Wan Der Weyden por encargo del gremio de ballesteros de Lovaina (Bélgica). Estamos por tanto ante una obra representativa de la pintura del gótico final y más concretamente de la escuela de los conocidos como ‘primitivos flamencos’. Rogier Wan Der Weyden fue uno de los artistas más importantes entre los primitivos flamencos del siglo XV, se puede decir que es el pintor del dolor, ya que se preocupa por los sentimientos, evitando el hieratismo que tan acostumbrado nos tienen otros artistas del momento. El tema seleccionado por el artista es idóneo, ya que le permite la exaltación de emociones, y, donde mejor que en la escena del descendimiento de Jesucristo de la Cruz. Parece que en origen esta obra era la tabla central de un tríptico, completado por una Resurrección y unas imágenes de santos, pero se desconoce su paradero. Felipe II, gran admirador del arte flamenco, trató infructuosamente de comprarla; por ello, encargó a Michel Coxcie, pintor y copista real, que le hiciera una copia para colgar en El Escorial. Años más tarde, la tía del emperador, María de Hungría, consiguió adquirirlo para la colección real española, a la que llega en 1574, de modo que una segunda copia fue realizada para que permaneciera en la capilla de los Ballesteros. La primera de Coxcie es la que actualmente pende de los muros de El Escorial. La tabla original del Descendimiento se encuentra en el Museo del Prado desde 1939.

Como buen pintor flamenco, Van der Weyden va a dedicar especial atención a los detalles, el vivo colorido y el realismo de las figuras, pero a esto se debe añadir el dramatismo que caracteriza sus escenas, como elemento esencial de su pintura. Murió en Bruselas en el año 1464 después de haber trabajado para la alta nobleza flamenca, retratando a muchos de sus miembros. Es un cuadro cargado de simbolismo religioso. El mensaje fundamental es la Redención de los hombres a través de la Pasión. María Magdalena es representada con un cinturón que simboliza la virginidad y la pureza. La presentación de un pequeño matorral junto a una calavera podría aludir a la vida después de la muerte. El siglo XV representa una nueva orientación de la vida y el arte.  Una nueva clase social se ha hecho dueña de los estados: la burguesía. La banca y la industria han iniciado el proceso de revolución económica. El aumento de riqueza trae aparejada una creciente materialización de la vida. Se cree en lo que se palpa. Por eso en la pintura flamenca el objeto llega a alcanzar tan extraordinaria precisión. Los artistas flamencos dan una interpretación casera de la religión. Lo religioso ya resulta accesible. 

Nada tiene que ver esta pintura con la universalidad y monumentalidad de los frescos que se seguían pintando en Italia. Las escenas acontecen ahora en las confortables viviendas burguesas, pero más importante que el aspecto religioso es el género: el artista añade mil detalles que nos distraen y deleitan. En los cuadros se incluyen figuras secundarias con un simbolismo que a veces no es fácil de descubrir.

Los dos máximes representantes de esta tendencia son Jan Van Eyck y Rogier Van der Weyden. Si Van Eyck concibe el arte “a trozos” y compone los detalles particulares en el marco de una perspectiva geométrica (su pintura es casi una miniatura sobre tabla), Van der Weyden mantiene un programa más próximo a la escultura y pinta sobre fondos planos.

Es el pintor más dramático de los Países Bajos y es un auténtico maestro en el arte de la composición y de la creación del movimiento. Van der Weyden fue el maestro más influyente de toda la Escuela flamenca y su obra El descendimiento de la Cruz una de las más bellas y extraordinarias de toda la historia del arte.

09 April 2021
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