Comentario Del Poema Hojas De Hierba

Cuando he visto que la palabra sugerida para el freewrite de hoy era ‘nacido’ lo primero que me ha venido a la mente son los versos de Hojas de hierba (1855) de Walt Whitman referidos al nacimiento.

Para casi todos haber nacido es un acontecimiento trascendental en nuestras vidas, más aún cuando asociamos ese hecho con una serie de uniones que porque acontecieron nosotros hemos podido ser. Como la conjunción de nuestros abuelos y luego la de nuestro padres, para no irnos muy lejos en esa cadena de causas y consecuencias de la que nos derivamos.

En los versos que dan comienzo al libro ya vemos esa celebración de la vida, esa suerte de energía festiva que inunda este gran libro de principio a fin:

‘Yo me celebro y yo me canto,

Y todo cuanto es mío también es tuyo,

Porque no hay un átomo de mi cuerpo que no te pertenezca.

Indolente y ocioso convido a mi alma,

Me dejo estar y miro un tallo de hierba de verano.

Mi lengua, cada átomo de mi sangre, hechos con esta tierra, con este aire,

Nacido aquí, de padres cuyos padres nacieron aquí, lo mismo que sus padres,

Yo ahora, a los treinta y siete años de mi edad y con salud perfecta, comienzo,

Y espero no cesar hasta mi muerte.’

Jorge Luis Borges hace la maravillosa traducción del inglés que aquí les transcribo, y en estos versos vemos que se canta a la vida, a los antepasados, pero también se destaca que aparte del nacer del vientre de nuestra madre, hay otros nacimientos o renacimientos que tienen que ver con cambios o transformaciones fundamentales de nuestro ser, como ese del que habla el sujeto poético cuando dice que comienza a sus 37 años y espera no cesar hasta su muerte.

En el poema 7 se cuestiona la suerte que es nacer, ya que se apunta que también debe considerarse una suerte morir:

‘¿Ha pensado alguien que es afortunado nacer?

Me apresuro a informarle que no es menos afortunado morir, y sé lo que digo.

Muero con los que mueren y nazco con el recién nacido que acaban de lavar,

Y mi sombrero y mis zapatos no son mis límites,’

Dentro de nuestra vida de individuo único late la esencia de la especie, por la que además de ser cada uno los que somos, somos también parte de todos los que han sido, y nuestro cuerpo, nuestro zapatos y nuestro sombrero no pueden considerarse entonces nuestros límites, porque nuestros límites como especie son mucho más amplios y vastos. Y en otros versos del poema 20 se va a insistir en esta idea:

‘Sé que soy inmortal,

Sé que mi órbita no puede ser medida por el compás del carpintero,

Sé que no me perderé como la espiral que en la oscuridad traza un niño con un palo encendido.’

Me encanta esa imagen de que no nos perderemos en la oscuridad como esa luz trazada por un niño con un palo encendido, con la que se afirma que nuestra huella sobre el planeta es más duradera y fuerte que esa breve luz. En el poema 44 del libro alcanzamos un punto crítico del mismo, una cima poética y de sentido:

‘Ha llegado la hora de explicarme, pongámonos de pie.

Me despojo de lo conocido,

Lanzo conmigo a todos los hombres y a todas las mujeres a lo desconocido.

El reloj indica el momento-¿Pero qué indica la eternidad?

Ya hemos agotado trillones de inviernos y estíos,

Quedan trillones por delante y trillones después.

Los nacimientos nos trajeron riquezas y variedad,

Y otros nacimientos nos traerán riquezas y variedad.

Ni digo que uno sea más y otro menos,

Lo que llena su tiempo y su lugar no es menos que cualquiera.’

Es como si el poeta nos dijera, haz un alto en tu camino, y atrévete a lanzarte hacia lo que no conoces, si bien los relojes nos marcan el tiempo de horas, minutos y segundos, la eternidad es algo mucho más amplio donde se aloja ese tiempo recortado de nuestros relojes, y si ya nuestra historia como humanidad ha recorrido innumerables estaciones, en la que se han engendrados nacimientos de gran riqueza y variedad, el futuro también anuncia muchos más, pero nada ni nadie vale más que otro, y todos en nuestro momento, llenamos nuestro tiempo y nuestro lugar, y ese es nuestro deber, vivir nuestro tiempo terrestre del mejor modo posible.

Pero el momento antes de nacer se narra en este gran libro como una preparación en la que todo el universo conspira para nuestra llegada a la tierra, por eso otros versos del poema 44 nos dicen:

‘Yo esperaba siempre, invisible, durmiendo en la bruma letárgica,

Y no me apresuré y no me dañó el fétido carbono.

Mucho tiempo la sombra me cobijó –mucho tiempo.

Inmensa fue la preparación de mi ser,

Fieles y cariñosos los brazos que me sostuvieron.

Los ciclos transportaron mi cuna remando y remando como alegres barqueros,

Para que yo pasara las estrellas cumplieron con sus órbitas,

Y enviaron su influjo para cuidar lo que al fin me recibiría.

Antes de que yo naciera de mi madre, las generaciones me guiaron,

Mi embrión no durmió nunca, nada pudo oprimirlo.’

Me resulta extraordinariamente hermosa esa imagen de un ser que ha sido acunado antes de su nacimiento por las sombras, por los ciclos, y el que todo se conjuga para que ese embrión que fuimos cada uno de nosotros haya podido alcanzar la vida. Por eso he querido escribir este post sobre haber nacido en compañía de algunos versos de Whitman y quisiera concluir con una fotografía reciente que hice de un amanecer, uno de esos mágicos y cotidianos momentos en los que muere la noche para que pueda nacer el día.

27 April 2022
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