Como Gestionar la Emoción Básica: la Ira

La ira es la emoción que aparece cuando nos encontramos en situaciones que nos producen frustración o que nos resultan injustas. Se trata de una emoción básica, por lo que es normal sentirse irascible de vez en cuando; y, especialmente, cuando eres madre o padre. Saber gestionar la ira es fundamental en la crianza de los hijos y, en definitiva, para el bienestar en general.

Según María José Bosch, cuanto más pensamos en las causas que han desencadenado nuestra ira, más razones y justificaciones tenemos para estar furiosos. Por ello, saber entender y canalizar la ira supone un aprendizaje necesario para aspirar a una mejor calidad de vida. Pero, ¿cómo identificamos la emoción? ¿en qué consiste?

La ira: una emoción básica

Las emociones tienen múltiples definiciones: impulsos involuntarios, reacciones a estímulos del ambiente o incluso procesos cognitivos y neuroquímicos; los cuales, provocan cambios orgánicos como la sudoración o la respiración agitada.

No obstante, una definición de la emoción bastante adecuada es la del psicólogo Daniel Goleman. Para él, una emoción se refiere a un sentimiento y sus pensamientos característicos, a las condiciones psicológicas o biológicas que lo caracterizan, así como a una serie de inclinaciones a la actuación.

Las emociones son mensajes del organismo que cumplen una función adaptativa. La ira pertenece al grupo de las emociones básicas junto a la alegría, la tristeza, la aversión, el miedo y la sorpresa; por lo que resulta necesaria al presentar una función básica para la supervivencia.

Desencadenada por una experiencia subjetiva como los pensamientos o sentimientos; la emoción de la ira origina una activación fisiológica y neuroquímica, lo que conlleva una reacción determinada. No obstante, claramente, divergen una serie de factores condicionantes, como la personalidad y el contexto sociocultural propio de cada uno.

Identificar la emoción: clave para gestionar la ira

Identificar las emociones es clave para nuestro bienestar y resulta básico en la interacción social. Si identificamos a tiempo que una situación nos está generando ira, no nos cogerá por sorpresa y estaremos a disposición para reconducir y manejar con más eficacia la emoción.

Las personas experimentamos las emociones de formas muy diferentes, ya que depende del carácter, de la situación en las que nos encontremos y de nuestras propias experiencias pasadas. Por lo que, para poder identificar cuando una situación nos puede originar ira, primero debemos conocernos y analizarnos a nosotros mismos, y averiguar qué cosas nos molestan o nos frustran. De esta forma, cuando se empiece a conformar una situación que tenemos identificada como ‘alto riesgo’, estaremos preparados.

Algunos signos que nos pueden alertar de que podemos estallar en cualquier momento los podemos encontrar en las señales fisiológicas que nos está enviando nuestro cuerpo. Si eres capaz de reconocer estas señales, también podrás tomar medidas para gestionar tu ira:

  • Respiración agitada.
  • Nauseas y estómago revuelto en general.
  • Rigidez muscular, especialmente en los hombros.
  • Sudoración.
  • Aprensión de mandíbula y/o manos.

Otra de las señales más visibles y detectables la encontramos en nuestro pensamiento. Inundarnos de ideas y pensamientos negativos solo alimentará y empeorará nuestro enfado y nuestra ira. 

Ideas para gestionar la ira

  1. En primer lugar, aceptar la emoción. Las emociones básicas tienen una razón de ser. En el caso de la ira, esta se manifiesta cuando consideramos que algo es injusto; por lo que reprimir o inhibir esta emoción podría afectar a nuestra autoestima. Identificar la emoción es el paso necesario para poder controlarla. Saber y decir que estamos enfadados, reconocer que algo nos molesta, nos disgusta o nos hace sentir mal; nos ayuda a identificar la emoción y tomar las riendas de nuevo en nuestras decisiones.
  2. Contra la ira la calma es la mejor arma. La ira incita que nuestro enfado vaya en aumento y nos ayuda a justificarlo. Por lo tanto, aunque resulte obvio, la calma es la mejor solución para detener la ola de la ira. Sal a correr o a caminar, respira y espira profundamente, haz alguna actividad que te resulte relajante o simplemente ve a un lugar tranquilo.
  3. Reflexiona sobre lo sucedido. Esto es realmente importante, ya que reflexionar sobre lo ocurrido, nos ayuda a aprender de la experiencia y a gestionar la ira en el futuro. Preguntas del tipo ‘¿Por qué estaba tan molesta?’, ‘¿Cómo quiero resolverlo?’ o ‘¿Puedo hacer algo al respecto o simplemente debo dejarlo pasar?’ te ayudarán a analizar la situación y a comprenderte mejor a ti misma.
  4. De acuerdo a Bosch, la ira -al igual que la tristeza- es una emoción que se realimenta; por lo que, cuanto más pienses en los motivos que te producen la ira, más enfadado estarás. Darle vueltas al asunto solo conseguirá avivar las llamas de la ira; la cual, nos ayudará a encontrar más motivos, y más poderosos, para estar irascibles.

La ira es una emoción que activa nuestra conducta de defensa-ataque y origina evaluaciones negativas con el fin de causar daño o destruir. Es cierto que se trata de una emoción básica y que resulta contraproducente inhibirla; pero si no logramos controlarla puede acabar siendo destructiva.

‘Contra la ira, dilación’ -Séneca-

01 August 2022
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