Contenido y Sentido De La Doctina Del Utilitarismo

Según Bentham, la naturaleza ha colocado al hombre bajo el gobierno del placer y el dolor, los cuales son encargados de determinan lo que hacemos, causando que aumente o disminuya la felicidad. El utilitarismo defiende la posición de la persona en cuanto a buscar el éxito y la utilidad evitando los fracasos y todo aquello que interfiera con la felicidad. La ética de Bentham se basa en el principio de utilidad y entiende por ello, el principio que aprueba o desaprueba cada acción humana según lo que produzca dicha acción ya sea que tenga que aumentar o disminuir la felicidad de los hombres. El principio de utilidad su principal objetivo es crear felicidad mediante la razón y el derecho (Garza, 2001).

El utilitarismo entiende por «utilidad» la propiedad que un objeto tiene para producir un beneficio, ventaja, placer, un bien o la felicidad; o también, la propiedad de prevenir una desgracia, un dolor, un mal o la infelicidad de los hombres. El interés, bien entendido, nos exige preocuparnos por el otro y tratar de vivir en armonía con él, esto reportaría utilidad y felicidad, ya que las buenas relaciones con los semejantes resultan útiles para todos y proporcionan alegrías, satisfacciones, placeres y éxito (Garza, 2001). El contenido y sentido del utilitarismo de Bentham pretendía reformar profundamente la legislación británica, que contribuía en realidad a mantener unas desigualdades sociales y discriminaciones políticas muy notables. Y, conforme al espíritu ilustrado de la época, nada mejor que sustituir ese régimen jurídico basado en privilegios heredados por un sistema transparente, racional y secular. Una vez determinado el fin natural de la felicidad placentera, todo consiste en dejar que la razón ordene y sancione lo justo y lo injusto, aboliendo toda otra regla procedente de oscuras e injustificadas instancias (Granados, 2012).

El más importante continuador de la doctrina utilitarista es John Stuart Mill, el cual fue un estrecho discípulo de Bentham y de su propio padre, James Mill, y la exposición de su concepción moral se encuentra en su Utilitarismo. Allí define su teoría de acuerdo con Bentham como “el credo que acepta como fundamento de la moral la utilidad o el principio de la máxima felicidad”, el cual sostiene que las acciones son buenas en cuanto tienden a promover la felicidad, malas en cuanto tienden a producir lo opuesto a la felicidad. Por felicidad se entiende como placer y ausencia de dolor y por infelicidad como dolor y privación de placer (Granados, 2012).

Sin embargo, Mill corrige a su maestro en un punto importante. Mientras que para Bentham los placeres son todos homogéneos y sólo se distinguen cuantitativamente, Mill advierte que hay placeres cualitativamente distintos; diferencia cualitativa que se traduce en superioridad o inferioridad. Más concretamente, sostiene que los placeres intelectuales y morales son superiores a las formas más físicas de placer; De modo que por ejemplo, los placeres morales o intelectuales son superiores al placer físico. Su argumento es que las personas que han experimentado ambos, ven a lo superior como mejor que lo inferior. Por otra parte, su defensa del principio utilitarista se apoyó en la consideración de que un objeto es visible cuando la gente lo ve. De igual manera, la única certeza de que se puede producir algo deseable es que las personas lo deseen. Y por lo tanto, lo deseable es lo bueno. Así es que la felicidad es deseada por todo ser humano, lo que es el fin utilitario. Y el bien para el conjunto de toda la gente es la felicidad general. A partir de allí distinguió la felicidad de la satisfacción, de modo que la felicidad tiene más valor que la satisfacción (Granados, 2012).

Para George Edward Moore, el placer no es la única experiencia valiosa, no es el único componente de la felicidad, por lo tanto no es el único fin que se debe perseguir. Por eso considera que el fin moralmente correcto no es sólo promover la felicidad humana, sino fomentar todo lo valioso, con independencia de que nos haga o no felices. Es decir, se trata de promover el mayor valor posible, propio o ajeno, humano o en la naturaleza. Moore no tiene ningún reparo en introducir la noción de valor o bondad intrínseca como una propiedad “no natural” ya que considera que es simple e indefinible; por lo que su teoría es conocida como un utilitarismo “ideal”. Con lo cual el modo de captar lo valioso no puede ser la inducción a partir de lo sensible ni la deducción racional, sino únicamente la intuición (Granados, 2012).

Posteriormente, el utilitarismo evolucionó hacia el denominado utilitarismo de la preferencia; entre sus defensores recientes puede mencionarse al economista John C. Harsanyi y a Peter Singer. Se trata en realidad de avanzar en la coherencia con el principio empirista e individualista que ya incluía el utilitarismo inicial. De este modo, ya no es posible apelar a una naturaleza común a todos los seres humanos que tuviera un único fin sin importar que sea el placer; ahora se habla de preferencias individuales de las personas afectadas, sin ninguna referencia objetiva, alegando la diferente concepción de la felicidad que cada cual puede libremente Es difícil imaginar los problemas en los que se ve envuelto los demás pues las preferencias individuales pueden ser muy dispares y además cambiantes es decir, depende de cada persona (Granados, 2012).

01 August 2022
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