Cuento Infantil El Principito, La Niñez

 

El título ha sido una referencia utilizada por el psicoanalista, Carl Gustav Jung, que tras reflexionar sobre aquellos mensajes inmemoriales que quedaron plasmados en nuestra psique como herencia de todo un bagaje histórico-cultural, ello supone que en nuestra alma resguarda verdades latentes en el plano del inconsciente, los cuales se manifestaban en arquetipos , y bien podría entenderse El Principito como un arquetipo que formula verdades existenciales que son sedimentadas en nuestra vida a lo largo del tiempo, y sucumben a la tiranía del olvido.

El Principito es un conocido cuento infantil escrito por el francés, Antoine de Saint Exupery (1900-1944), un aviador que supo plasmar en este cuento ciertas cuestiones que son capaces de darle sustancia a nuestra perspectiva, especialmente cuando nuestra visión del mundo pareciera volverse más frívola e indiferente ante los detalles cada vez que vamos creciendo, y nos vamos convirtiendo en personas mayores, en personas “serias”.

Bien podría sostenerse que el argumento principal de El Principito gira en torno a la amistad . Pero así como la escritura es un acto creador, lo mismo puede ser la lectura, entonces, lo que para unos puede ser la amistad, para otros puede ser la existencia o la individualidad lo central en la obra, cada quien puede hacer énfasis en el tópico que crea que predomine, la lectura así guarda relación con las vivencias personales.

Lo primero a considerar al leer El Principito es sobre la especificidad de la condición existencial del niño. Por consiguiente ¿Qué es aquello que distingue a la niñez de la adultez? La respuesta a tal cuestión adquiere tintes espirituales al recordar las palabras de Jesús cuando decía que: “el Reino de los Cielos es de quienes son como niños” , por lo tanto, la edad biológica no necesariamente coincide con la edad mental y espiritual, de allí que resulte necesario encontrar lo especial de la perspectiva de los niños.

En la dedicatoria que hizo Antoine de Saint Exupery a su amigo, León Werth, justifica la razón por la cual este cuento es escrito para una persona mayor. En primer lugar, dedica su obra precisamente a un amigo, no a un sentido adolescente de “mejor amigo”, sino un amigo en el sentido pleno de la palabra, en esa filia que permite crear complicidades de vida, cuyas líneas pretende mitigar así la precariedad material que vivía su amigo en plena Segunda Guerra Mundial, dándole a entender que no solo de pan vive el hombre, y esperando que su cuento sirviera de consuelo a tan amarga situación. Otra razón de ser de su cuento es que lo escribe para una persona que es “capaz de entenderlo todo”, y de allí el valor de esta amistad. Y el autor dice que si aún así, con todo no logra justificarse, pues al fin y al cabo su cuento va dirigido al niño que alguna vez fue su amigo, teniendo en cuenta que: “Todos los mayores primero han sido niños (Pero pocos lo recuerdan)” .

Consolación y entendimiento parece afianzar una amistad de dos individuos, que por azares de las circunstancias, se han visto distanciado, pero que buscan una cercanía en un relato que pretende develar una verdad sepultada con la “seriedad” y “madurez”.

Una de esas verdades que se entierran junto la niñez invita a reencontrar los sueños perdidos, y bien lo expresa el autor cuando dice que desde los seis años despertó su afición por dibujar, y que a partir de un libro de la selva tropical, en él quedó la impresión de una boa, y de allí que imaginara una boa digiriendo a un elefante, por ello hizo dos bocetos, una mostrando solo la superficie de la boa, y, otra mostrando al elefante dentro de la boa.

22 May 2021
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