Del Swing Al Rock And Roll
La contribución de Ellington al arte y a la cultura musical del mundo es enorme, especialmente si a sus miles de composiciones de jazz se le suman sus varias óperas, un par de ballets y más de diez shows musicales. Su enfoque individualista para escribir fue único e imposible de categorizar, ya que nunca se ciñó a un tipo específico de música. El jazz de Ellington fue exclusivamente suyo, pero su influencia es evidente en bandas y músicos desde la era del swing hasta los compositores de vanguardia. Su big band no solo representó el modelo de banda de swing, sino el prototipo de orquesta para la innovación y la creación de nuevas sonoridades.
Comenta Joachim-Ernst Berendt en su libro ‘El Jazz: De Nueva Orleans al Jazz Rock”: “La dinámica voluntad con que Duke Ellington impone a sus músicos sus ideas sin quitarles por eso la impresión de que en el fondo solo les ayuda a desenvolver sus capacidades ocultas es su cualidad mas destacada. A esta relación entre Duke y sus músicos —apenas expresable con palabras— se debe que todo lo que ha escrito parezca estar dirigido con tanta exclusividad para su orquesta que resulta muy difícil que lo toque cualquiera otra. Paul Whiteman y su arreglista Ferde Grofé fueron durante una época noche tras noche al club en que tocaba Ellington porque querían imitar algunos de los sonidos típicos de Duke, pero se resignaron: “No se le puede robar nada”.
El otro estilo venía de Kansas City, donde destacó la banda de Count Basie influenciada por el blues y boogie-woogie. En una entrevista realizada a Count Basie, éste respondió a la pregunta de ¿qué es el jazz? diciendo: “que es el conjunto de varias cosas buenas que se juntan y que le hacen a uno marcar el ritmo con el pie”. La definición de Basie describe el fundamento de ese sonido denominado swing.
La sección rítmica de la banda de Count Basie fue la mejor conjuntada de la historia, hecho reconocido por Duke Ellington, que aseguraba que con la sección rítmica de Basie hubiera hecho maravillas.
Lamentablemente las bandas negras, incluso las mas populares, no gozaron de la misma igualdad (no tenían el mismo tiempo en las emisoras de radio) que las bandas blancas por lo que se enfrentaron a graves desventajas económicas y sociales. Hubo muchos músicos que tuvieron que irse a París para triunfar porque en su tierra no eran reconocidos.
Por aquella época, a pesar de la popularidad de Benny Goodman, el jazz era minoritario. Louis Armstrong y Duke Ellington eran famosos y vendían muchos discos, pero la gran mayoría del pueblo norteamericano consideraban esa música de negros para los negros. Todavía no eran conscientes de que “esa música” iba a ser la mayor manifestación cultural del pueblo americano en el siglo XX.
Benny Goodman, como hemos dicho, gozaba de popularidad: era blanco, director de una famosa banda, virtuoso clarinetista y ganada fama de compositor. Tenía un programa radiofónico en la NBC y mas tarde otro en la CBS. La radio toma fuerza como medio de expresión musical y los programas musicales se radiaban de costa a costa y su música llenaba la vida de los hogares americanos, pero de ahí no pasaba el jazz. Sin embargo en ciudades, como Nueva York, el swing gozaba de una gran popularidad donde llegaban a formase duelos entre bandas famosas. Uno de los mas populares fue en 1937 entre la orquesta de Benny Goodman y la de Chick Webb en el Savoy de Harlem. Mas de 5.000 personales se quedaron en la calle sin poder asistir a dicho duelo, y después de una competición excitante los blancos dieron ganador a Goodman y los negros a Webb.
Por entonces, le aconsejaron a Goodman celebrar un concierto de jazz en el Carnegie Hall, santuario de la música clásica de Nueva York, con la finalidad de dar a conocer el jazz a un público mas “culto”. Al principio, le pareció una locura el concierto por la reacción del público cuando vieran en el escenario del Carnegie Hall músicos negros mezclados con blancos. Todavía pasaría algún tiempo antes de que la integración, que era común en el jazz, fuera aceptable en otros lugares. Pero, el
concierto se celebró el 16 de enero de 1938 y el evento representó la primera vez que el jazz se vistió de etiqueta. La expectativa era grande y la ansiedad que se vivió, también. Tanto, que las entradas ya se habían agotado semanas antes del concierto (2.760 asientos a 2,75 dolares) y tuvieron que colocar sillas extras en los pasillos y escaleras dada la extraordinaria demanda de público. Goodman llegaba en la cumbre de su carrera profesional y la banda que lo acompañó también pasaba por su mejor momento. Lionel Hampton (vibráfono), Gene Krupa (batería) y Teddy Wilson (piano) estuvieron en la formación original. Pero también se le fueron sumando músicos de otras dos agrupaciones que estaban en el centro del swing: la de Duke Ellington y la de Count Basie. Los saxofonistas Johnny Hodges y Lester Young, o el contrabajista Walter Page fueron algunos que aparecieron en dicho concierto. Incluso el mismo Basie formó parte de alguna de las canciones. A la mitad del concierto, la gente ya estaba entregada, con temas clásicos de Count Basie, Duke Ellington, Gershwin y el propio Goodman, entre otros. El concierto fue un éxito por la música y el inolvidable ambiente que se vivió en ese majestuoso teatro rebosante de público en aquella fría noche de enero. Dijeron los periódicos del día siguiente.
El Concierto de Goodman, en el Carnegie Hall de Nueva York de 1938, marca la aceptación del jazz como una forma de arte legítima por parte de los creadores de opinión para la sociedad estadounidense dominante.
El jazz, esa música que había nacido como antisistema y reaccionaría, se había normalizado con el swing y ahora aparecía en teatros y espectáculos de todo el mundo.
El debut emblemático de Benny Goodman en el Carnegie Hall, había entusiasmado a John Hammond (aficionado al jazz, promotor y productor) dar un concierto en el mismo lugar, quería ofrecer una muestra al público blanco de la evolución de la música negra americana, desde sus orígenes en África, pasando por el gospel y el blues, el dixieland y finalmente el swing. Y así organizó el 23 de diciembre de 1938 un gran concierto: “From Spirituals to Swing” (Desde los espirituales al swig), presentando un programa de blues, jazz y gospel, con artistas como Big Joe Turner, Pete Johnson, Albert Ammons, Meade Lux Lewis la orquesta de Count Basie, Sister Rosetta Tharpe… entre otros.
Gracias a este concierto, tanto Lewis y Ammons como Johnson, Turner y Rosetta; tuvieron la oportunidad de mostrar su arte ante la multitud que llenó el más importante teatro de Nueva York. Los temas que los músicos interpretaron, especialmente los del trío de pianos de Lewis, Ammons y Johnson (que se dio a conocer como el Boogie-Woogie Trio), el dúo Johnson y Turner , así como la cantante de gospel Sister Rosetta Tharpe con su vibrante manera de tocar la guitarra junto al pianista Albert Ammons, produjeron los aplausos más numerosos de la noche y estimularon la moda del boogie-woogie en todo el país. También, los movimientos escénicos y el éxtasis musical de los artistas de gospel (Mitchell´s Christian Singers) eran nuevos para el público blanco y presagiaban mucho más tarde el rhythm and blues.
Fue tal el éxito de este concierto que, John Hammond repitió otro similar en las navidades del siguiente año, y estos conciertos, junto el de Goodman, fortalecieron la música de los negros estadounidenses.
La moda del boogie-woogie dominó el panorama de la música negra americana (que cada vez ganaba más terreno entre los oyentes blancos) con gran fuerza hasta 1942, y luego, en menor medida, hasta mediados de esa década. Durante esos años invadió prácticamente cada club, cada emisora de radio y cada jukebox del país.
Dos grabaciones de Albert Ammons dan cuenca de la evolución que el estilo estaba sufriendo y que no se comprobaría hasta unos diez años más adelante, pero nuestros oídos ya reconocen en ella el sonido que tiempo después caracterizará a pianistas como Little Richard y Jerry Lee Lewis. Estas grabaciones son: ‘The Boogie Rocks” de 1944 y ‘Doin’ the Boogie-Woogie” de 1946.
También la música religiosa, a través del trabajo pionero de Fisk Jubilee Singers, evolucionó, de la misma manera que había ocurrido en el jazz, como una manera para que los negros americanos prosperasen en una sociedad multicultural dominada por los blancos. A finales de los 30 el gospel empezó a entrecruzarse con lo que se estaba haciendo en salones de baile, bares y salas de conciertos. Por aquellas fechas Sister Rosetta Tharpe, una dinámica cantante de gospel que había crecido en una compañía evangélica ambulante, adquirió fama actuando en el Cotton Club con la orquesta de Lucky Millinder y después de actuar en el Carnegie Hall (From Spirituals to Swing) su fama se disparó, “Rock me”, “Rock! Daniel” y “This train” fueron sus primeros éxitos. Fue una estrella en la década de 1940; una mujer negra que cantaba música gospel con el acompañamiento de su propia guitarra eléctrica. Su grabación de 1945 “Strange Things Happening Every Day ha sido reconocida como la primera canción de gospel en aparecer en la lista de “Race record’ (más tarde llamada ‘R&B’): alcanzó el número dos y se convirtió en un modelo temprano para el rock and roll. Rosetta está considerada como la abuela del rock and roll y fue modelo e inspiración para Elvis Presley, Chuck Berry, Little Richard, Carl Perkins, Jerry Lee Lewis… Johnny Cash la llamó su cantante favorita y su mayor inspiración. (concierto en una estación abandonada de Manchester en la gira europea de la “Caravana del blues y el gospel en 1964”).
El grupo Homeland Harmony Quartet, sacó al mercado “Gospel boogie” en 1947, la canción fue muy criticada (molestaba a algunos piadosos oyentes), pero se vendieron 200.000 copias en el momento de su lanzamiento y se convirtió en el primer éxito nacional para un cuarteto de gospel blanco y marcó la pauta de mucha música popular.
Con el éxito de “Gospel boogie” la propia Rosetta saco su versión “Everybody’s Gonna Have A Wonderful Time Up There”, también The Pilgrim Travelers la interpretó, con la elegancia y el swing de los cuartetos negros. Para finales de los 40 la música gospel iba prosperando, proporcionando innumerables artistas que empezaban a grabar discos donde mezclaban la música sacra con la secular, ejemplos de esa época fueron, entre otros: The Dixie Hummingbirds con “Amazing Grace” en 1946 y “Ezekel Saw The Wheel” en 1947. Mahalia Jackson (considerada como la reina del gospel) sacó “Move On Up A Little Higher’ y “Dig a Little Deeper” en 1947. The Fairfield four grabaron “Just a Little Talk With Jesus” en 1949.
Simultáneamente, el swing seguía gozando de buena salud. A partir de 1938 aparecieron varios éxitos muy populares, que ocuparon los primeros puestos de varias listas de música popular. Era la Orquesta de Glenn Miller, que consiguió rápidamente el favor del público, en gran medida, por la emisión de sus actuaciones por un programa radiofónico trasmitido de costa a costa.
Miller, trombonista y director de orquesta, lideró una de las bandas más populares de su tiempo con tonadas tan populares como “In the mood”, “Chattanooga choo choo”, “Moonlight serenade” y otras mas. La música de Miller se convirtió en el ejemplo de música americana por excelencia, tanto es así que el patriótico director no dudó en alistarse en las fuerzas aéreas en la Segunda Guerra Mundial. Su labor como entretenedor de las tropas fue mas requerida que sus servicios como oficial de aviación. Con miembros del ejército formó una orquesta que tenía como principal objetivo levantar el ánimo de los soldados, cosa que consiguió de tal manera que era imprescindible su presencia en las bases del ejército. Un accidente aéreo acabó con su vida, justo en el momento que su música recorría el mundo. La música de Miller se alejaba de los moldes negros (era mas comercial), aunque guardaba en su interior mucho swing y una cuidada orquestación a cargo del líder. Desde 1939 hasta 1942, la Orquesta de Miller fue la banda mas popular de baile en el mundo, batiendo récords en ventas de discos y en asistencias a conciertos.
Glenn Miller y Benny Goodman estaban, por entonces, en la cúspide de la celebridad y se convirtieron en figuras de éxito mundial. Las bandas de Goodman y Miller hicieron posible ‘vender’ el jazz a un público masivo. Canciones como In the Mood dieron la vuelta al mundo.
Como resultado de la popularidad del swing, más de la mitad de los discos que se vendieron entre los años 1935 y 1945 fueron hechas por grandes bandas de baile. La música Swing sacó a la industria musical estadounidense de la gran depresión. Dicen que a principios de 1940, había en Estados Unidos varios cientos de Big Bands.
En el baile, ocurría lo mismo, el lindy hop ya no solo se bailaba en Estados Unidos, sino que había traspasado las fronteras y era muy popular en Europa, especialmente en Alemania, Gran Bretaña y Francia. A principio de los cuarenta se estrenaron varias películas, entre otras: Hellzapoppin’ y Swing Fever donde el lindy hop tiene un gran protagonismo. Era tanto su popularidad que la revista Life anunciaba en agosto de 1943 el lindy hop como baile nacional.
Efectivamente, a principios de los años cuarenta el mundo del jazz estaba plenamente inmerso en el fenómeno de las big bands de swing, un floreciente negocio se había desarrollado en torno al swing, que era una de las principales fuentes de ocio de la sociedad estadounidense: miles de jóvenes ansiaban desfogarse en salones de baile donde las orquestas encadenaban uno tras otro sus arreglos mas swingantes para disfrute de un público deseoso de bailar sin descanso.
No obstante, muchos de los músicos jóvenes de talento que integraban estas orquestas traían inquietudes musicales que cada vez tenían menos cabida en ellas: deseaban expresarse sin las estrecheces de los precisos arreglos que conformaban los repertorios, y terminaron encontrando carentes de interés armónico las composiciones, estereotipados los ritmos y artificiosamente orientados al baile los fraseos melódicos. Pero no era fácil salir de ese engranaje: el dinero estaba en las orquestas, y donde estaba el dinero estaban las oportunidades de tocar.
Sin embargo, las orquestas como elemento esencial del jazz estaban a punto de desaparecer. La llegada de la II Guerra Mundial y los estadounidenses entrando en el conflicto, hizo que los efectos de la guerra diezmara físicamente a las orquestas (con la movilización de gran parte de sus músicos) y sumió al país en una crisis económica que forzó al mundo del ocio a ajustarse severamente el cinturón. La mayoría de los grandes locales que habían sido el hogar de swing en la década anterior cerraron sus puertas. Y las big bands se van desintegrando, pues los circuitos comerciales se han hundido y resulta difícil mantener formaciones de tan gran tamaño, por lo que son muy pocas las que sobreviven. Los músicos se dispersan en una infinidad de pequeños grupos. Fue por tanto una conjunción de circunstancias diversas lo que motivó que surgieran en Nueva York unos cuántos tugurios (Minton’s Playhouse y “Monroe’s Uptown House” en Harlem, y varios otros en la Calle 52 (Manhattan) donde los músicos más inquietos se juntaron y, por fin libres de los corsés orquestales, investigaron posibilidades musicales que les llevarían por nuevos senderos de libertad: en sesiones que se prolongaban hasta el amanecer a cambio de poco o ningún dinero, experimentaron con armonías más avanzadas y nuevas posibilidades improvisatorias, su música no se enfocaba en el consumidor, ellos buscaban expresar y sorprender, mas que entretener. Y de aquellas largas sesiones nocturnas surgió el bebop.
Pero el bebop no es un invento de unos cuantos trasnochadores: el bebop era una evolución coherente del swing del que los boppers ansiaban alejarse. Sus modelos eran fundamentalmente las bandas procedentes de Kansas City (con la de Count Basie a la cabeza) y sus arreglos enérgicos y poco refinados, que dejaban a los músicos mucho más espacio que las sofisticadas maquinarias de Ellington, Goodman, etc… y músicos como Coleman Hawkins, Lester Young, Roy Eldridge, Art Tatum o Charlie Christian, entre otros, llevaban algún tiempo buscando nuevas formas expresivas que los boppers investigarían a fondo. Como muestra del swing recio que inspiró al bebop se puede escuchar este “One O’Clock Jump” grabado por Count Basie y su orquesta el 7 de Julio de 1937.
Los músicos de bebop aspiraban a ser considerados artistas y no un mero entretenimiento sin valor cultural. Los motivos que había tras esta pretensión tenían mucho que ver con el racismo que los músicos negros padecían tradicionalmente: podían triunfar como medio de diversión para un público blanco, pero no ser respetados como creadores verdaderamente importante, aparte de padecer todo tipo de discriminaciones y vejaciones que sus colegas blancos no sufrían. Hasta entonces, muy pocos músicos negros habían pretendido públicamente tal cosa pero, al tomar conciencia de la importancia de la música que estaban creando, toda una generación de jóvenes músicos empezaron a rebelarse cada vez de manera más notoria contra esas discriminaciones, y a exigir que su música (que se había alejado radicalmente del jazz bailable de las orquestas de swing) fuese considerada una forma artística al nivel de la música culta de vanguardia de tradición europea. En consecuencia ellos mismos debían ser considerados artistas con todas las de la ley.
Ni que decir tiene que este empeño no gozó de excesivo éxito, más bien al contrario. De hecho, el bebop lo que hacía era hurtar al público habitual del jazz su medio favorito de diversión: el baile (el bop no se podía bailar, había que sentarse y escuchar). La consecuencia fue implacable: el bebop pareció incomprensible a casi todo el mundo, y casi todo su público potencial dio la espalda a sus creadores. La reacción de estos fue igualmente resoluta: se encerraron en sí mismos y excluyeron de su mundo a quienes no comprendían la validez de su propuesta musical. También influyó la huelga del sindicato de músicos que interrumpió las grabaciones discográficas entre 1942 y 1944, y el hecho de que una enorme cantidad de músicos permaneciera en el frente bélico durante la guerra motivaron que, cuando el grueso de aficionados accedió a las primeros discos de bebop, descubrieran una música radicalmente diferente, revolucionaria y plenamente desarrollada, repleta de tempos veloces, ritmos excéntricos y avanzadas armonías. Ejemplo de esto fueron las canciones: ‘Ko-Ko’ y “Salt Peanuts” de Charlie Parker y Dizzy Gillespie respectivamente.
Muchas figuras del swing se tomaron como un insulto personal. Fletcher Henderson decía en 1948 “De entre todas las crueles indignidades de la existencia, el bebop es la peor de todas”. Incluso el afable Louis Armstrong perdía la paciencia al hablar del bop “acordes tan raros que no tienen ningún sentido… ni hay melodía que recordar ni ritmo al que bailar”. Benny Goodman en 1948 alababa públicamente el nuevo estilo, pero unos años después en declaraciones al New York Times decía: “Lo que se oye en el bebop es un montón de ruido”.
No obstante, el bebop tuvo mucho éxito en un segmento de público que terminaron denominándose hipsters, como la Generación Beat. Y algunos sostienen que el bebop fue el inicio del movimiento por los derechos civiles.