Depresión en Estudiantes Universitarios de Tamaulipas
La American Psychological Association (APA) refiere que la depresión es más que una tristeza, es un sentimiento más profundo y desesperante cuya duración se prolonga más allá de unos pocos días, interfiere con las actividades diarias e incluso llega a provocar malestares físicos. Entre sus diversos síntomas se encuentran perdida del interés en las actividades de su vida diaria, trastornos del apetito que ocasionan perdida o ganancia de peso excesiva, sentimientos de culpa o inutilidad y, en sus formas más graves, pensamientos constantes sobre muerte o suicidio (APA, 2019). Así mismo, el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM – 5) establece que existen diversos tipos de trastornos depresivos, algunos de ellos no tan intensos y otros considerados graves, entre los trastornos depresivos se encuentran el trastorno depresivo persistente (antes conocido como distimia, DYS), trastorno depresivo mayor (TDM), trastorno disfórico premenstrual (TDP), entre otros (American Psychiatric Association , 2013).
La depresión genera sufrimiento, el cual repercute en el estado de ánimo y en las respuestas emocionales de la vida habitual de las personas que lo padecen. En los estudiantes universitarios, la responsabilidad de tener una vida independiente, la tensión generada al intentar cumplir con las expectativas familiares, el desarrollo de su identidad personal y su sexualidad, así como los nuevos retos académicos a los que se enfrentan, aumenta sus probabilidades de padecer depresión, sobretodo aunado a estresores como el distanciamiento familiar, cambio de hábitos y un nuevo entorno con más responsabilidades (Baader et al., 2014; Veléz, 2017).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta que además de ser un trastorno mental que se presenta con gran frecuencia, es una de las principales causas de discapacidad y contribuye en gran manera a la carga mundial general de morbilidad (OMS, 2017). Este trastorno impacta en el estilo de vida del universitario provocando perdida de concentración, incapacidad para resolver problemas de la vida cotidiana, memorización ineficaz, improductividad, falta de habilidades de estudio y disminución del rendimiento académico. En los estudiantes con este padecimiento se destacan sentimientos de culpabilidad, ansiedad, irritabilidad, perdida de interés en las relaciones sociales, dificultad para conciliar el sueño y en casos graves ideas suicidas (Pego, del Río, Fernández, & Gutierrez, 2018).
La depresión es un trastorno mental que afecta a las personas sin distinción de edad, condición social y nacionalidad, pero no solo deteriora la calidad de vida de quien lo padece, sino también de las personas que lo rodean (Rodríguez, Cisneros, & Robles, 2018). En lo que confiere a las familias de aquellos que padecen depresión estas pasan por una serie de situaciones que modifican la dinámica familiar, como lo es adaptarse al proceso de la enfermedad y a los nuevos cuidados que requiere la persona, lo cual genera repercusiones tanto a nivel emocional como en sus actividades cotidianas y situación económica. Existen diversos factores estresantes que intervienen en la familia, el nuevo diagnóstico, desconocer a lo que se enfrentan, las dificultades que tiene su familiar para realizar tareas cotidianas, la incertidumbre de cuanto se prolongará el padecimiento, entre otras situaciones que afectan en la funcionalidad familiar (Alcalá, de Carlvalho, Morgado, Girade, & Sueli, 2016).
A nivel mundial se calcula que aproximadamente 322 millones (4.4%) de personas padecen depresión, presentándose con más frecuencia en mujeres (5.1%) que en hombres (3.1%) (Organización Panamericana de la Salud, 2017). En México, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reportó que 34.85 millones de personas refirieron haberse sentido deprimidas, de los cuales 20.37 millones (58.45%) eran mujeres y 14.48 millones (41.54%) hombres (INEGI, 2016). En cuanto a Tamaulipas este ocupa el quinto lugar a nivel nacional con 5,388 (4.5%) casos detectados en 2018, de los cuales 1,601 (29.71%) fueron del sexo masculino y 3,787 (70.28%) del sexo femenino (Secretaria de Salud, 2018). Específicamente en estudiantes universitarios la Dirección General de Servicios Médicos (DGSM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), reportó que en 2012 los resultados del Examen Médico Universitario (EMA) indicaron que el 14.7% de los alumnos que ingresaron presentaban síntomas depresivos, de los cuales el 11.1% eran del sexo masculino y 17.9% del sexo femenino (Dirección General de Servicios Médicos, 2012).
En cuanto al suicidio, la OMS reporta que esta es la segunda causa de muerte en personas de 15 a 29 años de edad a nivel mundial y refiere que cerca de 800,000 personas se suicidan cada año (OMS, 2018). En México, el INEGI declaró que en 2016 ocurrieron 6,291 suicidios y la media nacional fue de 5.1 suicidios por cada 100,000 habitantes. Por grupo de edad se encontro que los jóvenes en edades de 20 a 29 años representan la mayor tasa de suicio (9.5 suicidios por cada 100,000 habitantes). Al observar la tasa de suicidios por entidad federativa, Tamaulipas se posiciona por debajo de la media nacional, con una tasa de suicio de 4.1, lo que lo posiciona en el lugar número 24 a nivel nacional (INEGI, 2018).
La economía nacional se ve seriamente afectada por la depresión, debido a que la perdida economica por disminución de la productividad que genera este trastorno a nivel nacional asciende a más de $279 billones de pesos. El presentismo laboral (presentarse al trabajo con depresión) produce perdidas economicas que asienden a los $219 billones y el costo por absentismo laboral (ausencia no planeada) es de $71 billones (Evans & Knapp, 2016). En cuanto al gasto que se genera en el sector salud para atender esta patología, en 2015 este ascendio a los 13,000 millones de pesos lo que corresponde al 2.6% del presupuesto asignado para la atención en salud del Presupuesto de Egresos de la Federación (Macías & Villareal, 2018).