Derechos De La Sexualidad E Invisibilización En La Sociedad

Introducción

Este ensayo versa sobre la importancia de la Sexualidad como una oportunidad de diálogo, desde una postura reflexiva y activa, adentrándonos a la diacronía de los beneficios en la difusión del ejercicio de la sexualidad y la necesidad de considerar que a lo largo del tiempo el constante acecho de los estereotipos de género, principalmente hacia el ideal del cuerpo femenino como fuente de placer y satisfacción hacia otros, ha sido un ancla que necesita ser discutida y trabajada, desde la óptica de nuestra herencia judeocristiana el placer sensual y el placer a través del juego erótico compartido, no evocan el camino fincado con bases moralistas, por lo tanto, hay represión y culpa que limitan el libre ejercicio de la sexualidad y la salud sexual. Afirma Reich (1985) que a través del tiempo se ha podido cuestionar “que la moral sexual era una cobertura que justificaba la existencia del matrimonio monogámico. Y que éste, social e ideológicamente, estaba al servicio de una sexualidad meramente reproductora” (p.9). Si le sumamos que desde la masculinidad hay una serie de malestares por cubrir estándares sociales, el castigo más visible que en estos tiempos existe a nivel macrosistémico es por el empoderamiento del cuerpo femenino, por el poder de decidir con quien compartirse, de vivir en libertad y habitar nuestro territorio sexual, así como vivir nuestra sexualidad plenamente. Para ganar terreno, es significativo adentrarnos a las prácticas enraizadas:

Al individuo se le infunden creencias religiosas, sociales y políticas acerca de lo que es adecuado en el comportamiento sexual y lo que es decente, moral, propio del hombre, propio de la mujer, de un padre, de una madre, de una hija, de un hijo, entre otros (Niño, E., 2011, p. 13).

Trabajar con el tema de la sexualidad en un país según INEGI (2010) con 84, 217,138 personas de 5 años y más, que profesan el catolicismo, no es tarea fácil. Moral (2010), afirma que “la familia, así como las instituciones educativas y religiosas controlan la conducta sexual a través de la vigilancia, el castigo y la estigmatización” (p. 46). Por lo tanto, pensar en un sistema educativo que abra camino a una educación sexual es sin duda todo un reto, poco a poco se abren más oportunidades, sin embargo, vale la pena pensar en un proceso de enseñanza-aprendizaje desde la perspectiva de género, de lo contrario se seguirán reproduciendo fisuras patriarcales con secuelas sociales.

Algunos autores de gran relevancia están citados en este trabajo, con la finalidad de ampliar la reflexión y compartir saberes.

Desarrollo

Sexualidad

Para entender la sexualidad, es preciso citar algunas definiciones que nos permiten visualizar la gama extensa del tema, es significativo mencionar que no hay una sola fuente que en su totalidad logre describir la palabra, tomemos en cuenta que a lo largo del tiempo, a través de la evolución histórica de sociedades y culturas, también se va transformando el conocimiento y la practica en sexualidad de forma dinámica y no lineal.

Giraldo (1981) afirma que la sexualidad es el conjunto de fenómenos de comportamiento determinados idiosincrásica y culturalmente, a través de los cuales se manifiesta y satisface el impulso sexual de cada individuo. Reich (1985) asegura que la sexualidad es la condición previa para una armonía interior y exterior de la vida que corresponde a la naturaleza humana y sus necesidades.

Por otro lado, la OMS (2006) define sexualidad como:

Un aspecto central del ser humano que está presente a lo largo de su vida. Abarca el sexo, las identidades y los roles de género, la orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción. Se siente y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, comportamientos, prácticas, roles y relaciones. Si bien la sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no todas ellas se experimentan o expresan siempre. La sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales.

A través de grandes esfuerzos por estudiar las esferas de la sexualidad, Rubio (1994) propuso la integración de cuatro potencialidades humanas que dan origen a los subsistemas sexuales, a saber: la reproductividad, el género, el erotismo y la vinculación afectiva interpersonal (p.17). Sin embargo, actualmente este modelo fue ampliado por Barrios (2010) él sugiere que el sexo es otro componente más, definiéndolo de la siguiente manera:

El sexo se refiere a la dimensión biológica, lo que nos hace diferentes a los miembros de una misma especie, hay que recordar que viene del latín “sectus” que quiere decir escindir, dividir, partir en dos, ahí donde distingamos diferencias en una misma especie, diferencias en el cuerpo y en la función, eso es sexo y no solamente lo que hacemos en la cama además de dormir y ver tele (p.13).

Por lo tanto, se concibe a la sexualidad como parte inherente del ser humano, está presente desde antes del nacimiento, a lo largo del desarrollo y hasta su muerte. Entonces, es inevitable preguntarnos por qué siendo este el eje central de la vida, se han puesto una serie de limitaciones y tabúes que frenan el desenvolvimiento del ejercicio de la sexualidad. Vemos que hay información científica, que no necesariamente está dirigida de forma asertiva, existe el pensamiento cotidiano o sentido común que en su mayoría puede estar sustentado a través de prejuicios que afectan la vida de las personas y la falta de conocimiento científico desfavorece el interés y compromiso por conocer la sexualidad como un derecho, por lo cual se tienda a reforzar prácticas limitantes y representaciones basadas en la vulneración de los derechos sexuales.

Se sabe que el Estado tiene la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar nuestros derechos sexuales de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad. Las políticas públicas diseñadas e implementadas por el Estado en materia de derechos sexuales deben regirse por un marco de laicidad, de modo que se fomente la autodeterminación de todas las personas y se atiendan las diversas necesidades y condiciones de vulnerabilidad social que enfrentamos adolescentes y jóvenes en cuanto al ejercicio de nuestra sexualidad, así como prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a estos derechos en los términos que la ley establece (CNDH, 2016, p.3)

Es decir, hay dos aspectos a tomar en cuenta, uno es ser conscientes que el Estado tiene la obligación de procurar y facilitar los medios para que todas las personas vivan plenamente el desarrollo de su sexualidad; otro punto que va de la mano con lo que se cultiva dentro de una sociedad, es la práctica cotidiana de estos saberes, la manera en cómo se vive y se percibe la realidad, el espacio compartido, los cuerpos sexuados y su interacción.

Moscovici (1985) afirma que:

Las representaciones están inscritas en los pliegues del cuerpo, en las disposiciones que tenemos y en los gestos que realizamos. Forman la sustancia de ese habitus del que hablan los antiguos, que transforma una masa de instintos y órganos en un universo ordenado, en un microcosmos humano del macrocosmos físico, hasta el punto de hacer que nuestra biología aparezca como una sociología y una psicología, nuestra naturaleza como una obra de la cultura.

No hay duda que la sociedad y la cultura moldean nuestra manera de entender la realidad, es decir, el entorno social nos facilita saberes o nos ancla en las limitaciones, en lo que respecta el ejercicio de la sexualidad, es trascendental conectar con el poder que se ha tenido sobre el tema, a pesar de ser un país con un camino pulido por personas ilustres expertas en sexualidad, sabemos que aún tenemos un camino muy grande por recorrer. Es urgente brindar oportunidades que permitan adquirir conocimientos, desaprender y volver a renombrar historias de sexualidad que fueron escritas con represión y bajo dogmas de género. Lo más pertinente será adentrarnos a desmitificar las falsas creencias que limitan y sentencian los cuerpos, ya lo decía Giraldo (1989) “la medida en que una persona se siente libre de ejercer su sexualidad está íntimamente relacionada con sus valores culturales y sus creencias” (p.269). Es decir, requerimos incentivar el interés por conocer no sólo los derechos humanos, también los derechos sexuales para forjar una plataforma firme en la práctica de la salud sexual.

Sandoval (1997, citado en Díaz Vega y Rivera Mena, 2008, p. 89) señala que las representaciones sociales tienen cuatro funciones sociales y que podemos ver la forma en cómo pueden influir en el ejercicio de la sexualidad:

  1. La comprensión, función que posibilita pensar el mundo y sus relaciones y lo que se entiende por ejercicio de la sexualidad.
  2. La valoración, que permite calificar o enjuiciar hechos acerca del ejercicio de la sexualidad.
  3. La comunicación como un eje necesario, a partir de la cual las personas interactúan mediante la creación y recreación de las representaciones sociales del ejercicio de la sexualidad.
  4. La actuación, que está condicionada por las construcciones de lo real y el contexto sociocultural y que marca la forma de concebir y de ejercer la sexualidad.

Podemos ver que estos cuatro puntos, nos permiten mirar las opciones que se presentan para analizar la actualización y necesidad de la desmitificación de creencias y representaciones dogmáticas de la sexualidad que afectan el ejercicio de los derechos sexuales.

Indudablemente, se necesita una evolución del pensamiento social para ver cambios en la vivencia corporal, se requiere fortalecimiento y ascenso del feminismo como fuente de recursos libertarios. Defender la salud sexual y reproductiva empieza por quitar las barreras y limitaciones en el acceso a la información. En la medida en que se amplíen los discursos en sexualidad donde se tiendan a desarrollar ramificaciones de educación sexual integral, lograremos hacer una trasformación en la representación mental y social de todas las personas.

Bibliografía

  • Aguirre Sandoval, E. A. (2006). Sexo, sexualidad, género y erotismo. Puebla: Autonomía Universitaria.
  • Barrios, D. (2010). ASAMBLEA LEGISLATIVA DEL DISTRITO FEDERAL V LEGISLATURA, Estenografía parlamentaria. Foro ‘En Defensa del Estado Laico’. Conferencia del Primer Año de Ejercicio del Dip. Alejandro Sánchez Camacho, (págs. 12-18). México
  • Comisión Nacional de los Derechos Humanos. (Fecha de Consulta 4 de Septiembre de 2019). CNDH. Obtenido de https://www.cndh.org.mx/sites/all/doc/cartillas/2015-2016/49-D-sexuales.pdf
  • Díaz Vega, L. B., & Rivera Mena, A. (2008). Tesis Representaciones Sociales y Prácticas de la Sexualidad de un grupo de Jóvenes del Cantón de Esparza. San José: Universidad de Costa rica sede de Occidente.
  • Giraldo Neira, O. (1981). Explorando las sexualidades humanas: Aspectos psicosociales, México: Trillas.
  • INEGI. (2010). Estructura porcentual de la población que profesa alguna religión por tipo de religión. Recuperado el 02 de Septiembre de 2019, de https://www.inegi.org.mx/temas/religion/
  • Moral-de la Rubia, José (2010). Religión, significados y actitudes hacia la sexualidad: un enfoque psicosocial. Revista Colombiana de Psicología, 19(1). [Fecha de Consulta 3 de Septiembre de 2019]. ISSN: 0121-5469. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=804/80415077005
  • Moscovici, S. (1985). Psicología social, II. Pensamiento y vida social Psicología social y problemas sociales. Barcelona, España: Paidós Ibérica.
  • Niño Calixto, E. (Noviembre de 2011). “Modelo Educativo en Sexualidad Adolescente: Intervención psicosocial en Comunidad’. Ciudad de México.
  • Organización Mundial de la Salud (OMS). (2006). Defining sexual health Report of a technical consultation on sexual health. September 2019. Ginebra: OMS
  • Rubio, E. A. (1994). Introducción al Estudio de la Sexualidad Humana. En Antología de la sexualidad humana (pág. 17). México: Miguel Ángel Porrúa.
  • Wilhelm Reich. La revolución sexual. Editorial Planeta de Agostini, 1985. ISBN 84-395-0006-8. p. V y 78.
09 May 2021
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