Derechos Sexuales Y Reproductivos De Las Mujeres
Introducción.
Hablar de derechos humanos es un tema relativamente nuevo, hablar de derechos sexuales y reproductivos dirigido sobre todo hacia las mujeres no solo es nuevo también es un tema oculto que impide que todas tengamos ese conocimiento al alcance de nuestras manos.
Ya el solo hecho de hablar de sexualidad femenina causa malestar, incomodidad, pena, habladurías, etcétera; la sociedad mexicana no está hecha a la idea de ver a la mujer más allá de la maternidad y de los estereotipos de género que nos sitúan como personas sin derechos, instaladas en la sumisión y altamente manipulables.
Pero, ¿de dónde viene esto? Surge de mirar lo femenino con repudio, se señala con inferioridad, históricamente, en México las mujeres no hemos sido vistas con igualdad y respeto, en el texto Concepciones sobre las sexualidades de las mujeres entre los aztecas, da cuenta de cómo eran vistas y que funciones o usos tenían, se les señalaba su misión en la vida y se les etiquetaba como mercancía para negociar con otros pueblos, se les designaba quedarse en casa con fines reproductivos, se les enviaba al sexo servicio, la descalificación de lo femenino y sus funciones asignadas por la sociedad propiedad en los atributos de hombres y mujeres para el funcionamiento político y económico, los aztecas creían que la sexualidad femenina era incontrolable y que la seducción que poseían tenía que ser dominada.
Desarrollo.
Las deidades femeninas representaban actividades atribuidas a las mujeres y también se les presenta como seres que fueron violadas y tomadas por otros dioses.
Todo esto lleva a observar de una manera muy clara el sometimiento a lo femenino, la cosificación y la normalización de la violencia, relacionar lo femenino a lo inferior, las desgracias, la vergüenza, la lujuria, la perdición de los hombres, la sexualidad femenina fue mirada en función de las necesidades político-económicas de estas sociedades permeadas por una estructura patriarcal que ordenaba y asignaba a las mujeres determinadas conductas, exigía la “virginidad” de las mujeres, estaban los matrimonios forzados, la prostitución para complacer a los guerreros, castigo al adulterio femenino y la permisividad de la violación de las mujeres pertenecientes a los pueblos derrotados.
Considerar el cuerpo femenino como un objeto, un territorio, un material de intercambio da paso anular su independencia, su autonomía, su sentir. La lucha por ganar espacios en materia de derechos sexuales y reproductivos para las mujeres ha tomado bastantes años, ha pasado de generación en generación la visión sobre las mujeres como los miembros más inútiles dentro de una sociedad, se refuerzan estas ideas gracias a la complicidad de los medios de comunicación, de la política, la familia, pero sobre todo de la iglesia que marca la sumisión y obediencia de las mujeres y niega nuestros derechos sexuales y reproductivos.
Desde mi vivencia personal puedo hablar de lo “castrante” que ha sido la religión en mi vida, pase 3 años de mi adolescencia en un colegio católico donde no se hablaba de educación sexual integral más allá del uso del condón, métodos anticonceptivos y aparatos reproductivos masculino y femenino. No se mencionaba a la diversidad sexual, cuando alguien mostró interés hacia alguien de su mismo género fue sancionada y exhibida ante toda la comunidad estudiantil a manera de “lección”, para el resto. El acoso y la violencia sexual dentro de la escuela por parte de profesores hacia alumnas era moneda corriente, nadie hacia nada, era más fácil voltear la mirada para otro lado y guardar silencio ante estos sucesos. Es aquí cuando comencé a cuestionar con más firmeza el sistema al que pertenecía, ya no quería ver estas escenas repetirse una y otra vez,
Conocí sobre la existencia de la convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres (CEDAW) que es un tratado internacional de derechos humano que protege los derechos de las mujeres, en teoría, los países firmantes de este tratado se comprometen a hacer valer y proteger los derechos de este sector de la sociedad, lo cual, en la realidad y en lo cotidiano, no sucede. ¿Qué nos muestra esto? La falta de voluntad del gobierno y de la sociedad en general de establecer cambios importantes que realizarán a las mujeres vivir una vida libre de violencia, donde sus derechos sean claramente entendidos y aplicados.
Mis derechos difícilmente los he podido ejercer de manera precisa, se me ha negado el acceso a métodos anticonceptivos, ya que piden que mi pareja firme una autorización para realizar cualquier procedimiento, algo así como “pedirle permiso” de hacer con mi cuerpo lo que yo considere conveniente, se me ha discriminado en el ámbito laboral por ser madre, ya que consideran que las mujeres que tenemos hijos somos “problemáticas” o faltamos mucho, fui acosada por un elemento policíaco dentro de las instalaciones del metro y cuando lo reporte fue mi palabra contra la de él, mi práctica profesional y la formación que recibí como psicóloga me ha permitido acompañar en procesos terapéuticos a varias mujeres que han vivido violencia, mi trabajo consiste en que se reconozcan a sí mismas, que puedan ver de donde se gesta la violencia machista-patriarcal que les arrebató su tranquilidad, su paz, su libertad.
Estas almas rotas que llegan conmigo recorren un camino lleno de contratiempos y de atropellos a sus derechos cuando deciden levantar la voz ante tanta violencia, en su familia son señaladas, excluidas y no validadas, en las instituciones de gobierno son revictimizadas, no se les permite acceder a la justicia, esa “justicia” que está plasmada en las leyes y es contemplada como un derecho.
“Sin embargo, las mujeres no quieren asumir el mundo de desigualdad y subordinación de tiempos pasados.
La ideología de la igualdad y de los derechos humanos es usada por las mujeres de todo el mundo para llenarse de razones que aporten legitimidad a su emancipación. Y esta revolución que han protagonizado las mujeres durante los tres últimos siglos, pero muy particularmente a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, no se detendrá. Podrá haber pasos atrás, pero en las semillas de la libertad y de la igualdad están sembradas y antes o después las mujeres recogerás los frutos de sus luchas.”
¿Tenemos garantizados nuestros derechos? La realidad nos muestra que no, basta con mirar los noticieros, leer los periódicos, mirar en las redes sociales todas las noticias que hablan de un feminicidio más, de otro caso de violencia sexual, de otra niña o adolescente embarazada, de ataques y agresiones a mujeres de la diversidad sexual.
La violencia se encuentra sumamente arraigada y naturalizada en la sociedad patriarcal en la que vivimos, continúan viéndonos como inferiores lo que lleva a que se acepten formas mucho más extremas de violencia, lo cierto es que estamos dando pelea, nos estamos organizando, estamos tomando aquellos espacios que nos han sido arrebatados, queremos que se cumplan de manera puntual nuestros derechos, desafortunadamente esta oposición y esta lucha que estamos llevando a cabo ha ocasionado que la violencia se exacerbe y quieran devolvernos a los espacios donde históricamente se nos ha asignado.
Es momento, pues, de organizarnos, de abrazar el feminismo, de mostrar sonoridad, de incluir a los hombres como parte de este cambio y de esta deconstrucción donde ellos mismos puedan mirar sus violencias y logren dejarlas a un lado, los derechos ahí están, los tratados, las firmas de convenios, las leyes y una larga lista más podría mencionar. Nos falta aún un largo camino para romper esos paradigmas que nos atraviesan en el día a día, ya llegará ese momento en el que mis derechos sean garantizados.
Bibliografía
- Cobo, R., (2011) Hacia una nueva política sexual. Madrid. Editorial Catarat.
- López, M., et al. (2011) Género y Sexualidad en el México Antiguo. México. Centro de Estudios de Antropología de la Mujer.
- Secretaria de Relaciones Exteriores: UNIFEM: PNUD, (2008) Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres y su protocolo facultativo CEDAW. México.
- Segato, R., (2003) Las estructuras elementales de la violencia. Buenos Aires, Argentina. Universidad Nacional de Quilmes.
- Varela, N., (2008) Íbamos a ser reinas. Barcelona, España. Ediciones B
- Wollstonecraft, M., (2005) La vindicación de los derechos de la mujer. Barcelona, España. Ediciones Itsmo.