Desamor y Visión de Amor Negativa en 'Las Cartas de Eros'
En este ensayo sobre desamor y desconsuelo, se analizará la a visión negativa del amor en Lihn, reflejada en el fracaso, la desesperación, la desesperanza, la imposibilidad de poder realmente alcanzar el amor como sentimiento puro y recíproco. Esto, lleva al autor a cuestionarse si el amor puro y bello verdaderamente existe, o si es solo una percepción ilusoria, una concepción inalcanzable. A partir de esto surge la pregunta de investigación que estará presente en el desarrollo: ¿De qué manera el amor en Lihn está atravesado por una visión negativa en Las cartas de Eros?
Enrique Lihn, es uno de los autores chilenos más trascendentes e influyentes de la segunda mitad del siglo XX. Este autor multifacético nació el 3 de septiembre en 1925 en Santiago, Chile y comenzó su carrera a los veinte años de edad. Hasta el día de hoy, su forma única de escritura y de expresión resulta trascendental en el mundo literario no solo a nivel nacional, sino que, en todo Latinoamérica, siendo partícipe de obras como “Quebrantahuesos” junto a grandes autores de la época, encarrilando la carrera de Lihn hacia un brillante futuro. Su enfoque artístico osciló por los campos de poesía, críticas literarias, escritor de novelas y ensayos, dramaturgo y dibujante, dejando un legado de su talentosa y creativa escritura. Inspirado por Nicanor Parra y Henri Michaux, este autor llevó a cabo una producción literaria que le dio varios premios y reconocimientos a lo largo de América, brindándole la oportunidad de estudiar en diversos países y vivir distintas realidades.
La novela Las cartas de Eros, es una compilación inconclusa de diversas cartas escritas por Lihn alrededor de los años ochenta, en las cuales narra sobre sus aventuras amorosas hacia distintas y misteriosas destinatarias. La obra fue publicada en 2018 y está compuesta por seis cartas en las cuales se aborda una visión confusa y desolada del amor. Al acompañar a Lihn en esta travesía de emociones y visiones complejas del amor surge la perplejidad al comprender que las percepciones del amor y su influencia en cada una de las relaciones propuestas están afectadas por el desamor, el desconsuelo y lo imposible.
La forma en la que se desarrollará esta pregunta y temática será a partir del uso de citas del libro y textos críticos, para así realizar un análisis profundo, basado en interpretaciones de fragmentos de la obra. Además, se trabajará con el uso de fuentes secundarias como entrevistas y críticas literarias, que entregan interpretaciones sobre diversos aspectos de Lihn y su estilo. Se espera con esto realizar una interpretación sustentada en una mirada global, con el fin de lograr un análisis completo y profundo. El amor se presenta como uno de temas primordiales en Lihn y su literatura, quien carga de una mirada negativa tal aspecto considerado—de forma general—como algo positivo. Es así como el autor marca la forma en la que se expresa y reacciona ante diversas situaciones con sus interlocutoras o hablantes mujeres quienes muchas veces se presentan de forma anónima. En la Real Academia Española, estas son las tres principales acepciones del concepto de amor:
“1. m. sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser. 2. m. sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear. 3. m. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.”
La aplicación de esta definición en Lihn está atravesada por una perspectiva negativa y pesimista, transformando aquellas emociones puras, en sentimientos contrarios. De la mano con esto se presenta el desamor, definido según la RAE como “falta de sentimiento y afecto que inspiran a ciertas cosas”. En la novela, este es el único destino de una relación: el fracaso. Esto causa el replanteamiento del ideal del amor y la relevancia e influencia de este en sus personajes y sus deseos. Por último, lo imposible es otro concepto que se hace presente en la obra del escritor, según la RAE, se entiende por esto aquello “No posible. Sumamente difícil”. En Las cartas de Eros, se toma esta idea y se la asocia al amor, estableciendo así límites sobre dicho sentimiento intenso de unión que experimentan los seres, en este caso, los personajes.
La comprensión de estos conceptos es esencial como marco teórico, ya que Lihn juega con ellos y les da una interpretación única, incluyendo así su perspectiva en torno a ellos de una forma original y especial, con tono pesimista.
A pesar de que se intenta desarrollar el amor en las cartas, el autor termina siempre por revelar que este dicho sentimiento puro, realmente solo reina la fantasía de un suceso poco probable. De esta forma, el lector se enfrenta a historias donde se construyen personajes que aparentemente se aman o están en una relación amorosa relativamente estable, hasta percatarse del engaño que encierran las cartas de Lihn. Es así como se relaciona el arquetipo del amor con algo irreal e inalcanzable, resultando cada una de las relaciones de la obra en el fracaso y desenamoramiento inevitable.
Estas cartas funcionan en base a la constante sospecha y cuestionamiento que genera de los temas en la obra de Enrique Lihn. Desde ahí se origina como pilar fundamental la desconfianza hacia el lenguaje y, parafraseándolo, se instala la idea de que las palabras que son utilizadas para designar las cosas están viciadas, es decir nada tiene que ver el significado de la palabra, con lo que realmente se desea expresar, esta idea ya la reflejaban en sus versos: “Nada tiene que ver el dolor con el dolor / nada tiene que ver la desesperación con la desesperación / Las palabras que usamos para designar esas cosas están viciadas”. (Lihn, 1989, p. 13).
En Las cartas de Eros, el escritor de las cartas, está en constante interpelación hacia el lenguaje buscando sacar a la luz, a partir de ahí, pistas que reflejen el sentimiento del amor. Sin embargo, la propuesta se complementa con la sospecha que tiene el autor en el lenguaje, ya que incluso intentando traer el amor por medio de la escritura, esta no se logra alcanzar realmente, nunca será posible en la obra alcanzar la dimensión real que tiene el amor. Así, instalándose expresiones marcadas por lo incierto o incluso por la intencionalidad del autor de no llegar realmente a tener dicho sentimiento, tal como lo marca el inicio de la carta a “Beatriz”: “Te escribo para jugar a tu aparición, para hacerte desaparecer, por mí mismo, en el papel, y burlarme de ti. Te escribo porque ya no me desespera tu juego: puedes aparecer, puedes desaparecer cuándo y cuánto quieras: estoy acostumbrado a la idea de que eres una idea y solo ocasionalmente un ser de carne y hueso” (Lihn, 2016, p.43) En la última de estas recopilaciones de cartas, se puede ver, cómo el fragmento centra su atención inmediata en la duda sobre la existencia de Beatriz y por tanto, en la duda real del amor. Así se recalca el hecho de que ella es tan solo una idea, una ilusión y forma de expresión, una forma de lenguaje creada por el sujeto narrativo. La mayor imposibilidad viene dada del hecho, que el sujeto discursivo dice estar consciente de escribir una idea que no existe realmente. En esta construcción ficticia donde el autor puede crear cualquier realidad, aun así, él no se permite relacionar la imagen de esta mujer y el amor que potencialmente podrá recibir como un objetivo posible. Ni en este mundo ficticio se otorga la posibilidad de la reciprocidad, unión y autenticidad en la relación amorosa.
Por otro lado, el inicio de “Consuelo” presenta la idea de que las historias, creadas desde el lenguaje, no son realmente lo que se presenta: “Digamos las cosas como no fueron—dirías tú—y yo debería, pues, guardar silencio, no escribir tu nombre como encabezamiento de esta carta ni pavonearme con plumas ajenas. Pero si lo que ocurrió fue nada entre nosotros, hablamos demasiado el uno del otro o más bien yo de mí mismo y eso obliga a la recapitulación” (Lihn, 2016, p. 13). La carta a “Consuelo” abre con la propuesta de contar una historia desde lo que no es. Desde el inicio se plantea la imposibilidad de acceder realmente a los hechos ocurridos según él, una relación amorosa.
que inmediatamente rechaza su veracidad. el amor entre Consuelo y la voz de la narración es desde el comienzo algo de poco significado tal como lo señalan las palabras de la cita: “lo que ocurrió fue nada entre nosotros”. Esto se intensifica en el desarrollo del texto y la sospecha y duda, elemento característico de la escritura de Lihn, se hacen presentes de forma explícita: “Inventé una parte de mi historia para explicarte por qué no quería reprimir mis impulsos. Yo también lo lamento, pero esto es lo que no va a ser. Y luego, a quemarropa, tenía muchas ganas de verte, qué rico que hayas venido. ¿Te puedo llamar, entonces? Please, do it. (…) Me friega la duda, eso sí debo reconocerlo. Antes no era así, era más fácil (…) Todo hace pareja con la duda.” (Lihn, 2016, p.16). Se evidencia aquí la continua manipulación que hace Lihn ante las historias que buscan alcanzar el amor, reinventando las acciones cotidianas con el fin de poder alcanzar una relación de pareja entre Consuelo y la voz de la historia, sin embargo, nada de lo propuesto se percibe de forma fiable; el amor, la definición de este, no tiene nada que ver con el amor que él ha podido experimentar y que se relaciona con lo expresado en el inicio de la carta donde se dice que no fueron realmente nada. Se hace presente con esto la visión pesimista del amor, donde la voz narrativa nunca ha estado cerca de sentir lo que le hubiese gustado experimentar.
La forma de presentar la figura de la mujer en Lihn y posteriormente la búsqueda del amor, viene marcado por un patrón. Las cartas se inician con una mirada negativa, situada en el fracaso, resentimiento. Posteriormente se hace un recuento donde se presenta a la mujer desde el encantamiento y la ilusión del amor, de lo que podría haber sido una relación, lo cual es seguido de emociones de negación, que pasan finalmente al resentimiento, angustia, soledad que llevan inevitablemente al dolor, sufrimiento y fracaso. Apenas comienza el libro, la primera visión sobre el amor, es de fracaso y decepción, delimitando así el tono negativo o pesimista. “No siempre se entiende o se quiere entender cuando una relación empieza a declinar (…) Eso ocurre siempre unilateralmente. Es uno de los miembros de la pareja el que la cancela, pero las señales que emite, de terminación, son doblemente ambiguas.” (Lihn, 2016, p. 7). En este extracto, se aprecia el patrón de Lihn de iniciar los textos que componen la obra desde una perspectiva desolada y frontal del destino de toda relación. El decaimiento sentimental desarrollado viene dado de las actitudes que genera uno y que el otro interpreta. En el caso de Las cartas de Eros, la voz que narra es quien sale inevitablemente herido; en él se ve la mirada negativa del amor y la imposibilidad de poder alcanzarlo, siendo siempre rechazado como si no tuviese valor, a pesar de ser él mismo quien crea las cartas ficticias. Apenas el personaje que narra percibe una mínima señal de desinterés por su pareja, se prepara para experimentar, de forma irracional, el final de la relación: “Tú no habías llegado a tiempo a la primera cita – y yo dejé el lugar dándote por perdida, como si hubieras sido otra de mis penitencias, pero nada de eso. Una llamada telefónica me liberó, a la vuelta de unas horas, de la idea de tú pudieras ser un látigo”. (Lihn, 2016, p. 24). La interpretación que hace la voz narrativa de Lihn del abandono, del silencio o de posibles inconvenientes, tal como lo muestra la cita anterior, expone la desesperanza que existe en el amor, categorizando y visto como una penitencia, más que como algo positivo. Esta idea toma mayor fuerza al ver el amor presentado también como un vacío, algo motivado por el compromiso y carente de todo sentimiento real: “Opté por suponerte expuesta, en la soledad, a la tentación de compartirla – en Versburg- con alguien cuya compañía te gustara. Definirías así tu relación conmigo”. (Lihn, 2016, p. 14). El deseo de reciprocidad, alegría, energía y unión que propone la RAE en la definición de amor, nada se relaciona con la visión negativa planteada en “Consuelo”, donde el amor está relacionado con un compromiso vacío que les permite estar en compañía; única razón de que se mantengan unidos para así evitar la soledad que los abrumaba en sus vidas. Entendiendo por amor ese sentimiento intenso, donde uno se completa y encuentra satisfacción personal acompañado de un ser amado, aquí se ve, como este concepto no es más que una palabra sin sentido, ya que las relaciones en esta obra son para acompañarse uno a otro en una agonía individual “Me sentía desdichado en esa sala de la que todos debíamos salir—cada oveja con su pareja, menos yo—a la soledad pública del Paseo Ahumada; luego a la soledad no menos sórdida de mi casa, cuando adiviné que hacías ese pronóstico sin mover los labios” (Lihn, 2019, pp.21-22).
Asimismo, Las cartas de Eros presenta el amor como algo inalcanzable, esto viene relacionado a la idea del fracaso amoroso, que a su vez se acompaña de la visión de que el amor es algo irreal, es tan solo una percepción, nada más que un recuerdo. “Ibas y venías pero desaparecías, empeñada en no regatear tu presencia aunque estuvieras condenada- sin ser un fantasma- a desaparecer a tan corto plazo. De eso si estábamos seguros. Te ibas a ir, no firmaríamos ningún contrato” (Lihn, 2016, p.26). En esta carta dedicada a Teresa, se evidencia nuevamente la imposibilidad de mantener una relación en el tiempo. Teresa es comparada indirectamente con un fantasma, imagen de una mujer ilusoria que terminaría finalmente por desaparecer, quedando en evidencia la mirada del amor como algo pasajero, que tiende al fracaso, a pesar de no estar expuesto de forma explícita. De esta forma, el objetivo de la escritura que presenta el narrador en las cartas, es mostrar la imposibilidad del amor con los personajes ficticios que este crea, donde el amor es más que un malentendido dado a una mala interpretación del lenguaje, sino que es pasajero, momentáneo, las historias de amor comienzan de un encuentro incierto, confuso o esperanzado, que no obstante cae en un sentimiento de despecho, rechazo y desamor; como dicta Lihn, “A mí me parece patente de que con las mismas palabras, se pueden decir cosas completamente distintas y que el lenguaje es un instrumento para ocultar también las intenciones con las que se está hablando.“ (Lihn, 2020, p.127) De esta forma, se ve el amor como un malentendido donde los personajes de las cartas llevan una relación basada en ocultar e ignorar aquello que no se desea experimentar. Asimismo, se refleja en el autor la percepción ilusoria del amor a partir de ya sea de lo que dicen o no los personajes, donde todas las mujeres de las cartas terminan por destruir aquella ilusión y pequeña esperanza en sus fantasías, lo que lo lleva a rendirse y sentirse realizado solo con imaginarse acompañado.
Por otro lado, la imposibilidad del amor y su mirada negativa debe ser comprendida en el amparo de que realmente no existe ni en el espacio discursivo, ya que ahí forma parte del invento creado por el sujeto que narra, quien dice estar creando estas cartas incluyendo situaciones y figuras fantasmagóricas, ilusiones. Esto se hace evidente en la carta destinada a Adelina, donde se vuelve a presentar una relación pasajera, sin peso emocional, donde ella no es más que un simulacro. “Como en otros casos escribo una carta imaginaria a alguien que, en alguna parte, es verdad y aquí una ficción, un simulacro, una figura de papel. Los sueños son terriblemente verdaderos mientras duran”. (Lihn, 2016, p.37) En esta cita, se ve cómo el sujeto narrativo se refiere a ella como una figura fantasmagórica que no existen, un simulacro o copia, pero que en realidad está ausente.
Los narradores de las cartas plasman en el amor deseado, todo aquello que nunca han sido capaces de obtener, transfigurando emociones e intentando con esto adaptarlas hacia aquello que desean sentir, esperando así convencerse de que quizás algún día sus sueños se vuelvan realidad y puedan sentirse amados. “Me inventé mi propia historia en un último intento por abstraerse de esas lejanías y sigo creyendo en ella “aunque tú te hayas ido”. (Lihn, 2016, p.19). Esto, tan solo lleva hacia una más profunda visión pesimista del amor, ya que el único camino posible es caer en una desilusión sin vuelta atrás, marcada por la consciencia de la ilusión. De esta forma el amor pasa a ser un montaje transformándose así en un imposible que, a pesar de ser irreal, causa sufrimiento y dolor: “Nunca amado; o que, si por un extraño fenómeno, aún se es amado, sólo se trata de un fuego efímero cuya rápida y súbita extinción deja en la más profunda oscuridad el alma herida, lacerada, después de haberle presentado el vano resplandor de una felicidad sólida y sin fin” (Lihn, 2016, p.45). A través de esta cita se pueden ir uniendo las formas en que se manifiesta de manera negativa el amor en Lihn, no solo como una imposibilidad, basado en el montaje y ficción que arma el sujeto de la enunciación, sino que también desde el dolor que este mismo imagina proveniente del fracaso de la relación. Finalmente, todas esas desilusiones lo llevan hasta el punto en el que se rinde, ya no espera nada de nadie, poniéndose el énfasis en la decadencia de las relaciones “El matrimonio abierto y, de vez en cuando, la orgía. Fuimos menos felices que nuestros padres” (Lihn, 2016, p.48) La existencia del amor puro y bello, de la construcción de proyectos en conjuntos se desvanece en la mirada que plantea Lihn en la obra, transformando los matrimonios y las relaciones en parejas sin aspiraciones que simplemente se limitan a un vivir monótono, sin sentido, desconectado y desinteresado.
A partir de lo mencionado anteriormente, se puede notar la ironía del título: Las Cartas de Eros. Según la mitología griega, Eros es el dios del amor perfecto e ideal, de la atracción, deseo y pasión; hijo de afrodita diosa máxima de la belleza y el amor; y Caos, el creador de la existencia. A partir de esto, se creería que los relatos de este libro son, por lo tanto, una oda al amor y a las relaciones, sin embargo, lo que intentan mostrar es una visión impura de este, reflejado en su visión negativa, inalcanzable, rodeada de fracaso y sinsentido. Lihn, irónicamente muestra el amor como un campo minado lleno de problemas en este espacio doblemente ficticio donde las historias inventadas a su vez, juegan a ser el invento de la voz narrativa. Es así como desde el primer capítulo que está dirigido al lector, el autor expresa todo lo contrario que Eros busca: “El equilibrio de las atracciones es imposible. Eros – el maestro del sufrimiento- lo rechaza, porque ese equilibrio destruiría sus lecciones intrínsecamente sadomasoquistas, el maricón” (Lihn, 2016, p.10).
En conclusión Enrique Lihn representa la definición de amor como un sentido negativo, porque el fracaso y desenamoramiento son inevitable. Las cartas de Eros tiene el tono pesimista, presentando el el amor como algo inalcanzable, ilusoria. Así gracias a su expresión escrita trascendental Lihn es considerado uno de los autores más multifacético de la segunda mitad del siglo XX.