Desarrollo de la Farmacia en la Edad Media
Farmacia en la Edad Media
La Edad Media comienza justo luego de la caída del Imperio romano de occidente en el año 476 d.C, este momento se caracterizó principalmente por la desintegración política, el retroceso de las ciencias y las artes y, en consecuencia, una decadencia cultural generalizada. Otra característica importante de esta época fue la relación salud-divinidad, donde se realizaban ritos y cultos a lo divino para intervenir en la curación de los enfermos, destacando santos como S. Cosme, cirujano, y S. Damián que casi siempre eran representados juntos y, como los dioses y guardias de la medicina y la farmacia. A pesar de estas costumbres y prácticas, cabe mencionar que se siguieron utilizando las teorías medicas grecorromanas, puesto que, se consideraban un aporte relevante de medicina en la civilización occidental. La Edad Media fue fuertemente dividida en tres distintas épocas: la primera ellas es la Edad bizantina.
El Imperio bizantino en el ámbito de medicina-farmacia, aún priorizaba lo irracional, lo mágico y las creencias supersticiosas. La medicina pasó a ser parte de las creencias cristianas, ya que, la religión dominaba todos los avances y, por lo tanto, en ella se refugiaban las compilaciones médicas que eran atesoradas en los monasterios, donde también los eruditos de la época no dejaron de estudiar, copiar y traducir a los clásicos griegos.
Este período histórico de los bizantinos se divide en dos etapas: la etapa Alejandrina y la etapa de Constantinopla.
La primera de ellas, etapa de Alejandrina, se caracterizó por amar mucho la buena salud y el bienestar físico. Por aquella razón, los médicos de la época eran de muy alta estima y prestigio social, tanto así que tenían tratos fiscales diferentes al resto de los ciudadanos; y eran muy cercanos a los emperadores, por dicha razón, lograron la construcción de centros hospitalarios exclusivamente para ellos. Sin embargo, en la práctica médica, aparecieron junto a la técnica de la medicina greco-romana, que estaba altamente desarrollada, algunos ritos mágicos que involucraban sacrificios y adoraciones a diversos dioses.
Estas costumbres eran denominadas como paganas por las autoridades cristianas, pero estaban tan arraigadas al Imperio bizantino que al intentar eliminarlas y prohibirlas, hubo una gran oposición por parte del pueblo, y en consecuencia, idearon cristianizarlos a su manera llevando a sus templos paganos, donde realizaban estos ritos y sanaciones mágicas, estatuas y figuras de San Ciro y San Juan con el fin que todas estas curaciones se realizaran en el nombre de aquellos santos y ante Jesucristo, no por la magia de dioses paganos.
En esta etapa el Imperio bizantino tuvo un gran auge cultural; se organizaron centros de formación intelectual en Grecia, Asia Menor, Oriente Próximo y Egipto, donde se impartieron las enseñanzas incluidas más adelante en el Trivium y en el Cuatrivium medieval. Quienes practicaban la medicina podían ser hombres o mujeres, ser cristianos o no, todos aquellos que no era cristianos, eran paganos. Los médicos paganos practicaban la medicina galénica, pero los cristianos se opusieron abruptamente a usarla por venir de un no creyente. En consecuencia, en el siglo III, como el cristianismo estaba instalado como la religión oficial, hubo un gran retroceso y decadencia en las ciencias médicas, algunos de los médicos importantes de la época cristianos y paganos fueron Oribacio; médico que se encargó de escribir una enciclopedia con todos los médicos que estuvieron antes de él, Aecio de Amida; médico que utilizó en su práctica médica hechizos y amuletos, siendo también farmacólogo, y otros más que serán mencionados posteriormente.
Por otra parte, durante la etapa de Constantinopla ya no hay vestigios de medicina mágica ni se cree en la intervención divina. Los eruditos son conscientes que por causas naturales o no el hombre se enferma, y otro sujeto que, a partir de sus conocimientos, intenta curarlo. También en este periodo se sostiene la idea que los seres humanos se diferencian de los animales por su inteligencia, además, se descubre la función de los centros nerviosos y que la sangre se mueve por las venas. A partir de lo anterior podemos decir que los avances durante el Imperio bizantino, marcaron un antes y un después en la ciencia; pero, en paralelo en Occidente, los árabes desarrollaban el arte de las ciencias también.
El aporte de los árabes fue importante porque ellos rescataron y mejoraron la ciencia que existía anteriormente, basándose en la cultura griega. Tomaron una actitud abierta hacia los conocimientos generados por los griegos, ya que, el propósito final era construir una “nueva” medicina árabe. Para lograrlo, ellos conservaron y tradujeron libros, principalmente, los relacionados con medicina, lo cual, los llevó a saber sobre la toxicología, es decir, sobre los efectos negativos que tenían algunas plantas en el ser humano. Así también, mejoraron las obras que ya existían tanto las relacionadas con drogas como las de toxicología. Tomando en cuenta los numerosos conocimientos y avance de los árabes, también fueron grandes químicos e inventaron nuevos métodos tales como la filtración y la cristalización. Paralelamente, mejoraron muchas otras técnicas químicas que ya existían, entre una de ellas se encuentra la destilación. Intentaron perfeccionar la medicina en general, debido a que hicieron una separación entre el arte del boticario, que se le atribuye a aquella persona que se encuentra a cargo y ejerce en una farmacia, y la función del médico. Todo lo anterior los llevo a establecer las primeras instituciones parecidas a lo que hoy conocemos como farmacias privadas en Bagdad, se les atribuye así, también a los árabes la escritura de las primeras farmacopeas y el desarrollo de los verdaderos hospitales, los cuales se encontraban ubicados al lado de las mezquitas. De este modo, la cultura árabe fue verdaderamente importante para la evolución de la medicina y la farmacia en la Edad Media durante la Europa medieval.
La Edad Media en Europa, a pesar de todo, estuvo marcada por el retroceso y el desastre a nivel de salud pública: la medicina y lo relacionado con las enfermedades fue fuertemente marcada por la epidemia que significó la peste negra en el continente, además de esto esta época se caracteriza por la caída del Imperio romano de Occidente, las Guerras santas y el periodo del feudalismo. En el aspecto de los medicamentos, debido a que en esta etapa hubo muchas muertes inexplicables, se intentó buscar curas a estos males, así el dato más antiguo que tenemos es de Venecia, Italia, donde se formó un cuerpo encargado de recetar, vender los productos y de regular el comercio farmacéutico, de esta manera se controlaba la calidad y el precio de las drogas, estableciendo la farmacia como una profesión a partir de la botica.
La enfermedad más problemática de la época fue la peste negra: una pandemia que asoló Europa durante el siglo XIV y era transmitida por las pulgas de las ratas. Se cree que esta enfermedad surgió en Asia central, luego llegó a ciudades italianas como Génova por la gran actividad marítima comercial, y de ahí se expandió por toda Europa. La peste negra acabó con casi la mitad de la población europea y con unos 100 millones de personas en todo el planeta siendo la epidemia más grande vivida hasta esa época, la peste se masificó en Europa a causa de la nula higiene de los habitantes europeos porque vivían en medio de la podredumbre debido que no contaban con sistema de alcantarillado ni una higiene básica.
A partir de la pandemia, la gente empezó a dudar de las ciencias volviendo a acercarse a la religión, ya que, cuando los científicos del periodo, al no encontrar cura a esta enfermedad, la población pensó que Dios los estaba castigando. El acercamiento a la religión significó un retroceso, pero a la vez una evolución o un reinvento del conocimiento para lograr dar una cura tanto a peste como a muchas más enfermedades tales como la disentería, la gripe, el sarampión y la lepra. En los aspectos de las ciencias como la farmacología, durante la época se caracterizó por la organización de gremios farmacéuticos, los cuales se preocuparon del bienestar de la comunidad, tras el problema de salud pública que existía, además, a partir esto también se fundó una asociación de médicos, que eran los encargados de ver y examinar los productos de las farmacias como los medicamentos para que existiera ninguna intoxicación, porque se ocupaban distintos tipos de fármacos.
Los medicamentos más usados son cuerno del unicornio, la mandrágora y las piedras preciosas. El unicornio sus usos medicinales eran los siguientes: el que bebía en un vaso hecho con este cuerno quedaba protegido contra las enfermedades. Estuvo en las farmacopeas hasta el siglo XVIII. la mandrágora también se le atribuían poderes misteriosos y se le consideró un afrodisíaco y un remedio contra la esterilidad. Por otra parte, las antiguas civilizaciones ya concedían propiedades mágicas a ciertas piedras preciosas. Durante la Edad Media, se siguió creyendo en ellas como amuletos, podían preservar la vida, como medicamentos, podían curar numerosas enfermedades.
Desarrollo
La Edad Media fue un periodo que trascurrió desde la caída del Imperio romano de Occidente en el año 476 hasta 1492 con el descubrimiento de América o, según lo dicho por otros historiadores, en el 1453 con la caída del Imperio bizantino. Este periodo histórico universal, también se conoce como Edad oscura, a causa del retroceso que hubo en este periodo en el ámbitos cultural, social y científico. La caída del Imperio ocurre gracias a los bárbaros, en consecuencia, ellos llevaron el miedo a la sociedad romana provocando que la población se encierre en sus pequeñas ciudades, y a la vez empieza un apogeo de la Iglesia Católica, así es como el pueblo bárbaro aprovechó el miedo para poder obtener poder sobre la sociedad en aquel tiempo (Ruiz, 2018).
En el año 330 d.C se dividió el imperio romano en dos: el Imperio romano del Occidente y el Imperio romano del Oriente, y es este último es el que nos interesa. El Imperio bizantino, conocido también como Imperio romano del Oriente, geográficamente se ubicó dónde lo que hoy en día conocemos como Turquía. Su capital fue primero Alejandría (año 330 al 642 d.C), que cuando fue conquistada por los árabes provocó que la capital del Imperio se trasladara a Constantinopla, desde año 642 al 1453, posteriormente, fue conquistada por los turcos, y causó finalmente la caída del Imperio bizantino, para en la posteridad desapareciera por completo el Imperio bizantino. (Pérez-Fontán. 2010a).
Constantinopla fue fundada por el emperador Constantino, el nombre de la ciudad hace claramente referencia a su fundador, él fue el primero en reconocer el cristianismo como la religión oficial cuando emite el Edicto de Milán, que aseguraba la tolerancia para los cristianos en todo el Imperio. A pesar de los cultos griegos y orientales, la Iglesia iba ganando terreno dentro de la sociedad imperial, pero su unificación se fue haciendo cada vez más difícil puesto que existían grupos con diferentes tipos de opinión, es decir, interpretaban el cristianismo y las escrituras de distintas formas, y preferían regirse bajo doctrinas que ellos preferían seguir, lo cual provocó que estos grupos se fueran trasladando a países vecinos, disminuyendo notoriamente la población de Constantinopla y beneficiando a otros países.
Los arrianos, quienes no compartían la idea de la trinidad, fueron desplazados hacia el oeste, por otra parte; los monofisitas, que creían que Jesús solo tenía naturaleza divina, se movían entre Siria y Egipto. Así también, los nestorianos; quienes creían que Jesús tenía naturaleza divina y además, existió en su naturaleza humana, emigraron al este donde la escuela de Edesa fue su centro principal, hasta que fue cerrada en el 489, teniendo como consecuencia que se dispersaran por todo el continente asiático. En dicha escuela, antes de ser cerrada, los nestorianos se encontraron con una comunidad científica, donde tradujeron al siriaco muchos libros griegos de filosofía y ciencia, que más tarde serán traducidos al árabe. Al momento de cerrar la escuela de Edes, los nestorianos se trasladaron a Jundishapur; donde también había una escuela de medicina (Pérez-Fontán. 2010a).
Durante 9 siglos, es decir, desde el siglo VI y XV, el Imperio bizantino guardó las tradiciones de la medicina helénica y aseguró la supervivencia de la cultura griega clásica. Uno de los primeros grandes médicos fue Oribacio, nacido en Pérgamo, estudió en Atenas y Alejandría, durante la época fue médico más importante. En Pérgamo, nació además Galeno, a quien le debe potencialmente su fama a Oribacio, ya que él realizó numerosas referencias y elogios, dejándolo como una especie de dogma médico. Su obra original consta de 70 libros, la cual resulta importante para los historiadores, puesto que, gracias a ella se han conservado libros de medicina de varios siglos atrás.
“Los libros de la Synagogai y el contenido de cada uno, que han llegado hasta nosotros por Oribacio, son: Libros I, 1 -65 y II 1 -27 alimentos vegetales; 28-58, alimentos animales; 59-69, leche, queso, miel, carne de caballo y de otros solípedos y generalidades. Libro III, diversas clases de alimentos, divididos según sus propiedades fisiológicas. Libro IV, preparación de diversas clases de alimentos. Libro V, bebidas. VI, ejercicios físicos. VII, 1 -22, sangrías; 23- 26, bebidas. VIII, purgantes, diuréticos, eméticos, emenagogos. IX, 1 -20, aire, clima de los distintos lugares; 21 -55, remedios externos, como fomentos, cataplasmas, ungüentos, emolientes, aplicación de sanguijuelas. Libro X ,1 -9, baños de agua, arena y aire; 10-42, remedios externos. XI-XII, materia médica. Libros XIV-XV, drogas simples. XVI drogas compuestas. (Parte del Libro XVI y libros del XVI I al XX, perdidos). XXI, elementos y temperamentos, etc. Del resto de la obra se conservan los libros XX, XXII, XXIV-XX, XLI V – U con algunas, y los libros LII al LXX, se han perdido. Estos últimos libros tratan de cuestiones eminentemente médicas. Todos los libros reseñados, más fragmentos de los perdidos, se editaron en griego y en francés en el siglo pasado” Valverde (1986)
Las obras de Oribacio fueron tan importantes que las tradujeron al latín, griego y árabe. La gran mayoría de estas traducciones se hicieron cuando Oribacio era relativamente moderno, es decir, durante una época donde las relaciones entre el griego y el latín eran frecuentes. La versión original de sus publicaciones está en griego, y resulta importante señalar que médicos bizantinos como Aecio de Amida, Alejandro de Tralles, Paulo de Egina, entre otros dependían de dicha versión.
Alejandro de Tralles realizó el tratado médico en doce libros donde pone la experiencia por encima de todo, él opinaba que la teoría debía ser sustentada por la experiencia, y afirmaba que la teoría que él tenía, la había adquirido junto a la cama de un enfermo. Según Tralles, la acción de los fármacos es compleja y se realiza gracias a todos los componentes de la droga, por lo cual, dichos fármacos tienen la posibilidad de cambiar la constitución del cuerpo del enfermo, actuando exclusivamente en los órganos. Así, la obra de Tralles es un excelente tratado clínico de fitoterapia.
Aecio de Amida fue un médico cristiano que trabajó en la corte de Constantinopla, escribió una obra médica de contenido enciclopédico donde había dieciséis discursos, los cuales en su mayoría eran de contenido terapéutico.
En esta época, se requería gran variedad de actividades para la preparación de medicamentos que recibían nombres específicos desde el helenismo clásico y el romano: mirefoi (preparadores de perfumes), pigmentarioi (pigmentarios), también; miropoioi (perfumistas), miropolai (vendedores de esencias). Los myrepsicos eran vendedores de medicamentos preparados por ellos mismos, sta venta se efectuaba en los myropoleia o myrepseia (Pérez-Fontán. 2010a).
Con respecto al periodo árabe, es necesario saber que se ubicó en Arabia, una península que se encuentra situada entre el Mar Rojo y el Golfo Pérsico al suroeste de Asia. Hasta el siglo VII, la península de Arabia estuvo apartada de los grandes centros históricos, ya que solo era un lugar de paso de las rutas de caravanas que venían de Oriente trayendo especias, sedas y otras mercancías (Folch, 1986).
Una de las características de la cultura árabe fue el gran desarrollo urbano que alcanzaron, ya que, pese a que eran de un origen nómade, estos se acostumbraron fácilmente a la vida urbana, fue así como durante la cultura árabe florecieron las ciudades por todas partes. Pero, sin embargo; su vida giraba alrededor de la mezquita que era el lugar donde se oraba, además, esta cultura asimiló distintas culturas de los pueblos sometidos y de esta forma crearon una cultura propia, lo cual fue síntesis de valores orientales (persas, indios, chinos) y clásicos-helenísticos (recogidos de Bizancio), y en relación a la ciencia árabe se menciona lo siguiente: “Con respecto a la ciencia árabe preislámica, debemos mencionar que sus conocimientos estaban limitados a recetas, las cuales estaban frecuentemente empapadas de magia y relacionadas a rutinas de uso práctico.” (Folch, 1986).
Primero que nada, debemos mencionar que los árabes rescataron la medicina en base a los griegos, y tomaron de una forma abierta todos los conocimientos antiguos que existían, fue así como a partir del siglo VIII la escuela de Yundisapur proporciona a Bagdad sus médicos y grandes traductores. Destacando al médico que pertenecía a la familia de los Mesué, el llamado Yühauna B. Masawayh, quien habría nacido en Yundisapur en el año 777, y se encargó de la traducción de los libros griegos.
Pero, sin duda la etapa más importante sobre las traducciones del griego al árabe corresponde al periodo de actividad que tuvo Hunain Ibn Ishag Al-Ibadi (809-874), ya que su labor no fue solamente de traducción, sino que también escribió una gran cantidad de obras originales. Este hombre no solo transmitió a los árabes la mayoría de los conocimientos médicos que poseían los griegos, sino que fijó una importante parte de expresiones y términos técnicos. Su terminología se instruyó fundamentalmente en la caracterización y denominación de plantas y drogas, y gracias su labor, no solo las traducciones latinas lograron penetrar con vocabulario en Europa occidental. En uno de sus libros llamado Al-Mas’il, profundiza principalmente sobre las propiedades terapéuticas de los medicamentos simples y compuestos, asimismo sobre cómo conseguir un equilibrio de los humores del cuerpo a través de la dieta. También realizó bosquejos de métodos para confirmar la efectividad de las drogas a través de experimentos sobre humanos y de igual manera destacó la importancia de la prognosis y diagnosis de las enfermedades para obtener así un mejor y más efectivo tratamiento. (Folch, 1986).
Hunain fue sin duda el más famoso de los traductores de este periodo, ya que en conjunto con su yerno y su hijo tradujeron las obras más importantes de Galeno, Oribacio, Hipócrates y Pablo de Egina. La obra de Galeno está en el origen y en la base de la casi totalidad de los textos de farmacia y farmacología árabes; su libro de las Drogas Simples fue traducido al árabe por Hunain hacia el 840. De igual manera, los textos de Oribacio y Pablo de Egina fueron ampliamente conocidos, los cuales consagran amplia atención al tema de los grados de los medicamentos y su teoría farmacéutica.
En cuanto a la descripción de las drogas, ya sea de parte de Dioscórides, Galeno o autores posteriores eran más bien de un carácter conciso, pero con la intervención de los árabes, las descripciones fueron cada vez más completas. Lentamente se fueron conociendo nuevos simples, debido a “la gran expansión del nuevo mundo conquistado, el cual era mucho mayor de lo que había sido nunca el mundo griego. La nueva farmacología árabe renació con un gran interés y entusiasmo”. (Folch, 1986).
Debemos destacar que las traducciones les otorgaron a los árabes el saber toxicológico, porque a partir de las fuentes griegas e indias llegaron a conocer variadas clases de venenos, sus efectos y los medios para combatirlos. En la base de la literatura árabe relacionada con toxicología, se encuentra el libro de venenos de Sanaq, de origen indio, con posibles traducciones al persa antes de haber sido traducido al árabe; en la versión árabe, este libro posee cinco maqalat. La primera se preocupa por la salud y protección del rey, la segunda trata de los conocimientos sobre cosas venenosas y las indicaciones en caso de intoxicación, en la tercera habla de los venenos que se elaboran con las comidas y bebidas, y de doce recetas, más un especial en la que se describe el veneno que los reyes llevaban en su anillo para caso de suicidio, la cuarta describe los efectos de los venenos y antídotos del envenenamiento como ungüentos, jabones y arropes.
Uno de los autores árabes que también podemos destacar es Al-Biruni, quien “en el primer y tercer capítulo de su introducción al libro al-Saydanah habla principalmente de los orígenes de los términos usados para definir al farmacéutico y su oficina”. De esta manera definió al farmacéutico como “un profesional que reúne las drogas más selectas, escogiendo para su uso las más finas (adecuadas) y los mejores de los simples”. (Folch, 1986).
Un personaje importante para el área de matemáticas es Al-Juarismi, quien fue matemático, astrónomo y geógrafo de origen persa y vivió entre los siglos VIII y IX (entre el 780 y 850 d.C.), se dice que nació en Jiva, actual Uzbekistán, aunque también dicen que nació en Bagdad, siendo esta última cuidad en donde paso la mayor parte de su vida. Tiene una gran importancia en la ciencia islámica llamado el padre del algebra, siendo un gran impulsor de esta, y en haber descubierto las ecuaciones lineales y de segundo grado, se reconoce a como el matemático más relevante de esta época (Aulario, 2014).
En Europa, esta época estuvo marcada por una sociedad constituida en el feudalismo, ya que se estaba propenso a invasiones de bárbaros esto a la vez fue muy contraproducente, porque al encerrar a la comunidad en grandes feudos no había una higiene óptima en el entorno, así, un ejemplo fidedigno de esto fueron las enfermedades causadas por la carencia de hábitos de asepsia (Pérez-Fontán 2010b).
La poca preocupación de parte de la misma gente sobre la higiene en la comunidad trajo epidemias como la sífilis y la peor de todas: la peste negra que se dice que se contrajo por existir un alcantarillado que separara los desechos de la comunidad, y así se atrajeron ratas que portaban un tipo de pulga, y esta pulga fue la responsable de contagiar a las personas, y así acabar, junto a las cruzadas o guerras santas, con casi la tercera parte de la población de aquel entonces haciendo que los más eruditos en el área empezaran a buscar solución a esta gran problemática
Los encargados en esta época de curar las enfermedades o males que aquejan a la gente son los monjes, quienes eran los intelectuales y capacitados para desempeñar la labor de médicos y farmacéuticos, la mayoría de estos sanadores ocupaban distintos medicamentos como son el cuerno del unicornio, la mandrágora y las piedras preciosas (Pérez-Fontán 2010b).
El unicornio era un animal mítico, feroz y que sólo podía capturarse con la ayuda de una joven virgen de noble cuna. Sus usos medicinales eran los siguientes: el que bebía en un vaso hecho con este cuerno quedaba protegido contra las enfermedades, las heridas de guerra, el fuego y los venenos. El que lo tomaba pulverizado no padecía de epilepsia, ni de impotencia, ni de esterilidad, ni podía contagiarse de peste, viruela, lepra ni lombrices. Estuvo en las farmacopeas hasta el siglo XVIII. Pero, por supuesto, lo que no podía estar en las boticas era el cuerno de un animal que no ha existido jamás, así que los boticarios, que no dudaban de sus propiedades, debieron tener tremendos cargos de conciencia ‘adulterándolo’ con cuerno de rinoceronte, ciervo y especialmente colmillo de narval (Pérez-Fontán 2010b).
A la mandrágora, es decir a su raíz, también se le atribuían poderes misteriosos. Por su extraña forma, que a veces recordaba a la de un ser humano, se la consideró un afrodisíaco y un remedio contra la esterilidad. Sus principales usos, sin embargo, fueron como anestésico y como sedante. También se usaron como amuletos, sobre todo en Alemania, donde surgió la costumbre de tallar unos muñecos con ellas (los alraune), que podían hacer invisibles a sus dueños, enriquecer al pobre, conceder favores amorosos, y curar cualquier enfermedad. La raíz de mandrágora se usó hasta el XVII.
Separación de la farmacia y medicina
Las antiguas civilizaciones ya concedían propiedades mágicas a ciertas piedras preciosas. Durante la Edad Media, se siguió creyendo en ellas: como amuletos, podían preservar la vida, como medicamentos, podían curar numerosas enfermedades según los monjes médico farmacéuticos, esto con el tiempo empezó a cambiar con las creaciones de universidades La primera Universidad que se fundó en Europa, fue la Universidad de Bolonia (Italia) en el siglo XII. A lo largo del siglo XIII se van a fundar Universidades en Salerno, Padua, Paris, Oxford y Cambridge (Pérez-Fontán, 2010b). Luego con todo este conocimiento volviendo a nacer se empezó a hablar sobre la separación de la medicina de la farmacia, trayendo consigo una separación definitiva en el siglo XlI, y vino provocada por tres factores:
- Necesidad de una especialización dada la complejidad de cada una de las dos ciencias.
- Prohibición a los religiosos de ejercer la medicina, pero no la farmacia.
- Aparición de personas que, profesionalmente, sólo les interesaba dedicarse a comerciar con drogas y preparar medicamentos que pudieran vender a los médicos. A estas personas en Francia, Italia y España se es llamó ‘especieros’. (Pérez-Fontán 2010)
Después de que la profesión de farmacéutico fuera separada de la profesión médica aconteció, en 1221 apareció el gremio de farmacéuticos de Verona. A finales del siglo XIV, lo hizo en Roma bajo el nombre de Universitas Armatarium. Más tarde, en el siglo XV, por medio de una bula del papa Martín V, esta institución adoptó unos nuevos estatutos que la convirtieron en el Nobile Collegio degii Aromatari. En estos estatutos se contemplaba:
- La obligación de prestar auxilio a los compañeros enfermos y pobres.
- El derecho a examinar a los que quieran ejercer la profesión.
- La obligación de los nuevos farmacéuticos de inscribirse en este colegio.
- Se regula la apertura de nuevas farmacias, teniendo en cuenta la distancia entre ellas.
- Se estipulan los precios de medicamentos, alimentos, licores, cuyo comercio estaba controlado por este colegio. (Pérez-Fontán 2010b)
En Milán, se creó el gremio de farmacéuticos hacia el año 1300 y, en sus estatutos se acordaba que nadie podía ejercer la profesión si no había sido previamente examinado y aprobado por sus compañeros, por otra parte, el gremio de Florencia se llamó el Tribo dei medici e degli speciali donde perteneció Dante. En la Italia del siglo XIV, los gremios de farmacéuticos controlaban el comercio en régimen de monopolio de unos dos mil artículos diferentes, desde libros hasta velas, y también solían ejercer como enterradores, es por esto que el cargo de farmacéuticos era de suma importancia y por lo mismo, no cualquiera lo ejercía.
Como la profesión de farmacéutico era algo fundamental en la comunidad tenía una serie de comportamientos morales y éticos de cómo debe ser la persona que está ejerciendo la profesión, esto se plasmó en la obra Compendium Aromatariorum. En ella se explica qué es la profesión de farmacia.
Condiciones que ha de tener un hombre para ejercerla:
- Ni viejo ni joven
- Ni altivo ni orgulloso
- Ni mujeriego
- Será religioso, trabajador, justo y caritativo
- Conocedor de los secretos de su arte
- Siempre dispuesto a ejercerlos
- Deberá pedir el justo precio por sus medicamentos, sobre todo a los pobres
- No cometerá fraudes, ni venderá abortivos ni venenos
- Obras que ha de tener en su oficina de farmacia son las de Avicena, Mesué, Serapion y Nicolás.
- Da nombres de medicamentos y los diferencia según su actividad
- Da pesos y medidas que debe usar y sus equivalencias
- Da normas para la recolección y conservación de simples y compuestos, describiendo las características de los recipientes que conviene en cada caso
- Describe los utensilios que debe contener una botica
Se dice que esta obra fue escrita a ruegos de sus compañeros boticarios, y desde luego fue manual para el examen. (Pérez-Fontán 2010b).
Bibliografía
- Aulario Esteban (2014), AL-JUARISMI Y LA REVOLUCIÓN NUMÉRICA, Recuperado de: http://profesorbigotini.blogspot.com/2014/10/al-juarismi-y-la-revolucion-numerica.html
- Folch jau, Guillermo (1986). Historia general de la farmacia: Medicamento a través del tiempo. (pág. 206- 245) Ediciones sol S.A, Madrid, España
- Pérez-Fontán, M. J. (2010a). Historia de la farmacia en el imperio bizantino. Recuperado de http://historiadelafarmacia.perez-fontan.com/cap_4.html
- Pérez-Fontán, M. J. (2010b). La Alta Edad Media. Siglos XI a XV. Recuperado de http://historiadelafarmacia.perez-fontan.com/cap_7.html
- Ruiz Gonzalo (2018). La edad media, recuperado de: https://sobrehistoria.com/la-edad-media/
- Valverde, J. L. U. I. S. (1986). Historia general de la farmacia. In J. L. U. I. S. VaLverde Lópe (Ed.), Edad bizantina (pp. 165–170). Ediciones sol S.A, Madrid, España